Catalunya ya tiene un nuevo President. Después de un tira y afloja agotador, ha pasado lo que tenía que pasar. El Procés aguanta, aunque sea en una forma espectral. La CUP ha dado los votos necesarios para continuar con una fórmula de Gobierno que, a pesar de desesperar a terceros y fatigar a propios, sobrevive en el tiempo. Todo el mundo sabe que las cosas no saldrán como dicen que van a salir. El pacto entre la CUP y ERC ha caducado antes de entrar en vigor, y la promesa de que la lucha por la hegemonía entre Junts y ERC quedará diluida entre montañas de comisiones bilaterales sólo revela que ésta será cada vez más cruenta.

Pero algunos méritos se le deben de otorgar al nuevo presidente de Catalunya, empezando por el hecho de haber sido capaz de romper con la hegemonía histórica del espacio posconvergente ganándoles unas elecciones. Aragonès ha conseguido ganar en la etapa de la resignación del Procés, un hecho sintomático que encaja con el perfil bajo del centésimo trigésimo segundo President de Catalunya. No todo líder debe desbordar en carisma. Josep Pla decía que un buen político debe ser una persona un poco vulgar: debe pensar más en carreteras, en hospitales, en escuelas y en impuestos que en llenar su ego y su deseo de pasar a la posteridad. Después de años de crispación, de soufflés, de sueños frustrados, Catalunya – dicen -, necesitaba un gestor. Salvador Illa, el ganador de las elecciones, también lo era.

El President de Catalunya representa lo que se conoce como “político de carrera” – que es la forma elegante de referirse a aquellos políticos que no tienen ningún tipo de experiencia laboral previa a su entrada en el mundo de la política institucional. Hijo de un empresario del sector hotelero y concejal por Convergencia, y nieto del alcalde de Pineda de Mar – municipio natal de Aragonès -, el President de Catalunya empezó a militar en las Juventudes de ERC en 1998. Un año después entró en la ejecutiva nacional de las juventudes del partido (JERC), y en 2003 se convertiría en su Portavoz Nacional. Es diputado del Parlament de Catalunya desde el año 2006, cuando ocupó la vacante que dejaría Josep Huguet. Desde entonces, poco a poco, se convirtió en la mano derecha de Oriol Junqueras y se especializó en materia económica. Después, de Secretario de Economía, a Consejero de Economía, a Presidente interino de la Generalitat en el último mandato tras la inhabilitación a Quim Torra. Dice la leyenda que en el mes de enero de 2018 fue bendecido por Oriol Junqueras en una reunión en la cárcel de Estremera: “si le pasa algo a Marta Rovira, te toca a ti”. Rovira se exiliaría a Suiza poco después. El momento de Aragonès se acercaba.

El abrazo entre Junqueras y Aragonès de hoy tiene una fuerte carga simbólica: el discípulo completaba la tarea asignada por el maestro, y así cerraba con el destino de una organización – Esquerra Republicana de Catalunya – que se hacía esperar. Desde 1933, cuando Lluís Companys fue investido por el Parlamento de Catalunya, que el país no tenía un presidente republicano. Los tiempos de las decepciones llegarán seguro, y, muy probablemente, lo harán más temprano que tarde. Pero hoy hay que dar la enhorabuena a ERC y a Pere Aragonès, el President más joven de la historia de Catalunya. Suerte y aciertos, President Aragonès.

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