‘Vivimos en un mundo donde, aún hoy, la belleza es mayoritariamente blanca y de facciones delicadas. Estamos programados para ser incapaces de apreciar la diversidad’ | iStock

 

Lo que más me ha sorprendido de mi revisionado de la serie es que Cristina Yang, una de las protagonistas, está guapísima. Es decir: ella está como siempre, pero yo ahora la encuentro guapísima. Capítulo tras capítulo me sorprendo a mí misma pensando que está radiante, y preguntándome por qué ahora la encuentro tan guapísima si cuando miré la serie nunca me pareció que lo fuera tanto, de guapísima. De hecho, más bien al contrario. Para mí, su papel era el clásico de amiga-de-la-prota-poco-agraciada-pero-que-nos-cae-muy-bien. Evidentemente, lo único que ha cambiado desde entonces es mi mirada: Cristina Yang está interpretada por la actriz estadounidense de origen coreano Sandra Oh, y hace unos años yo era absolutamente incapaz de encontrarla guapa. Probablemente, tenía mucho que ver que fuera una de las primeras actrices asiáticas no sexualizadas que veía en pantalla.

Vivimos en un mundo donde, aún hoy, la belleza es mayoritariamente blanca y de facciones delicadas. Estamos programados para ser incapaces de apreciar la diversidad. Lo que consideramos estéticamente aceptable corresponde a ciertos patrones, y todo lo que queda fuera resulta, en el mejor de los casos, poco atractivo; y en el peor, directamente inaceptable. De este modo, ver belleza en alguien que se sale del canon nos es casi imposible.

Casi. Porque la belleza, por suerte, se educa. ¿Cómo? Llenando de diversidad nuestras vidas. Y esto ocurre, también, por llenar de diversidad nuestros feeds de Instagram. Si sólo seguimos gente blanca con cuerpos perfectos no lo estamos haciendo bien. Hay vida más allá de la norma: existen cuerpos diversos, identidades sexuales y de género disidentes, diversidades funcionales. Intentemos acostumbrar nuestra mirada a todo aquello que se escapa de la etiqueta blanco-cis-hetero-normativo, lo que el capitalismo relega a los márgenes. Hagámonos un favor y abracemos todo el abanico de existencias posibles. Y mirad Anatomía de Grey.

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