
En Francia, se ha reabierto la cultura pero las fronteras continúan cerradas en otras regiones del mundo a causa de la pandemia. Finalmente, en este 7 de junio, es la kora de Sissoko y el violoncelo de Segal los instrumentos que se mezclan y se elevan tranquila y majestuosamente sobre el gran teatro galo-romano. Como ya lo han hecho antes dos veces en disco y como lo hacen en el tema Jeu sur la symphonie fantastique (Juego sobre la sinfonía fantástica de Berlioz), con el clarinetista Patrick Messina, en el último álbum de Sissoko, Djorou (No Format!, 2021), que en un espíritu más colectivo que nunca reúne a una multitud de músicos de todos los horizontes: Salif Keita, su sobrina y también intérprete de la kora Sona Jobarteh, Camille, Oxmo Puccino, Piers Faccini y Feu! Chatterton.
De retorno de Bamako solo cinco días antes, el maestro actual de la kora junto a su primo Toumani Diabaté, nos concede esta entrevista poco rato antes de su concierto. Pese a la Covid, ha conseguido grabar personalmente con sus invitados cada uno de los títulos del álbum y nos explica su proceso de elaboración. En una conversación que pone de relieve como la música africana no se queda clavada únicamente en una aproximación tradicionalista. Y desde que su padre Djélimady Sissoko y su tío Sidike Diabaté dieron a conocer al mundo entero la kora en el Ensemble Instrumental Nacional de Mali en los años sesenta y setenta. Una kora (cruce de arpa y de laúd de 21 cuerdas), que ahora Sissoko adapta técnicamente a sus necesidades para confrontarla a todo tipo de música (discografía al final del artículo).
¿Cuando piensa retomar los conciertos como 3MA?
Si todo va bien, en Marruecos las fronteras se tendrían que reabrir el 15 de junio. Y, entonces, Driss El Maloumi podría viajar. Pero en Madagascar no hay todavía fecha. Rajery, de momento, nos dice que está cerrado.
¿Hace mucho tiempo que no actúan?
Desde que la Covid comenzó, no hemos vuelto a actuar juntos… Pero yo he hecho conciertos en Francia, aunque sin público… Era un poco como un teletrabajo, con gente que lo veía desde la página web. Así, he hecho bastantes conciertos.
Porque vive en Francia más que en Mali…
Entre Francia y Mali. Pero, de hecho, más aquí porque es donde tengo mi trabajo. Y dispongo de una tarjeta de residencia… Pero hago bastantes idas y venidas, porque en Mali me cuido también de otras cosas.
Vincent Ségal (que tiene Bumcello como grupo propio con sonoridades más electrónicas) es uno de los músicos con quien trabaja más a menudo. ¿No debe resultar complicado llamarlo a última hora para actuar como es el caso hoy en Fourvière?
También depende de su agenda. Pero para mí es fácil porque no se trata de una colaboración como las otras. Yo lo considero, ahora, como un hermano. Ya hace quince años que estamos juntos, conoce perfectamente a toda mi familia. Su familia me conoce también a mí. Por tanto, hemos hecho muchos intercambios. Cuando hablamos, encontramos enseguida un compromiso. Y, si existe la posibilidad de tocar juntos, lo aprovechamos.
¿Tocarán temas nuevos?
Improvisamos mucho. Tenemos muchas ideas, y estamos preparando nuevos proyectos. Cuando hacemos conciertos, intentamos probar estos temas para el futuro. Y decidimos después del concierto. Depende de la atmósfera creada.
¿Lo grabarán?
No, si grabamos nos gusta hacerlo en la naturaleza, en Mali. Pero para mi último álbum era un poco complicado. Y, por ello, lo he hecho en Europa. Era complicado ir a Mali con la situación política de la Covid. Si no, todos mis álbumes los grabo en Mali.


