En España, desde este martes, se acepta la autodeterminación de sexo.Esto significa que después de años de luchas por parte del colectivo LGTBI, las personas trans podrán determinar cuál es su género sin necesidad de informes médicos que acrediten disforia de género. Así, con la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y por la garantía de los derechos de las personas LGTBI, España se pone al nivel de países como Noruega, Malta, Irlanda, Dinamarca o Luxemburgo y acata, con tres años de retraso, la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de despatologitzar las personas trans y dejar de considerarlas enfermas.
De este modo, se deja de necesitar documentos médicos para que una persona pueda cambiar su nombre y su sexo en las documentaciones oficiales, siendo sólo requerida su voluntad. Hasta aquí, la ley podría parecer un gran paso adelante para todo el colectivo, pero es importante detenerse a analizar algunos aspectos que no son menores y que recortan las garantías de igualdad de este texto que ha dividido tantísimo a Unidas Podemos y el PSOE, con disputas personalizadas en las ministras Irene Montero y Carmen Calvo. El primero de los asuntos sobre el que hay que poner la lupa es que el texto no habla de autodeterminación de género, sino de sexo.
Esta es una de las concesiones que tuvieron que hacer el colectivo Trans y Unidas Podemos para que los socialistas aceptaran el texto. Para explicarlo hay que entender, primero, que sexo y género son conceptos totalmente diferenciados, tal como defiende el movimiento y han dejado patente diversos colectivos profesionales, como la Asociación Estadounidense de Psicología. El sexo está relacionado a la identidad asignada al nacer, en base a las características biológicas. En cambio, el género tiene que ver con aquellos comportamientos, roles y aspectos diversos que la sociedad asocia, culturalmente, a alguien en base a su sexo biológico. Por lo tanto, sexo y género no tienen por qué coincidir. “Debemos entender que el género de alguien es el que dice ser. No queremos vivir en un mundo que mira a las mujeres trans y dice que no son mujeres debido al sexo asignado al nacer. Sugerir que el género no existe, borra la existencia de personas trans y no binarias”, asegura la Asociación en una guía de estilo.
La ley no habla de autodeterminación de género, sino de sexo. Y no reconocer la importancia del género es negar la existencia a muchas personas trans y no binarias
Y eso es lo que ha pasado, en parte, con esta ley. Una parte importante del feminismo considera que el género no existe y que la llamada “ideología de género” lleva al famoso “borrado de las mujeres”. Según algunas asociaciones, se deja de hablar de mujeres a favor del concepto del género, “eliminando el sujeto de lucha que son las mujeres” y abriendo la puerta a que “los hombres que digan que son mujeres puedan entrar a baños o cárceles del sexo contrario “. Estos argumentos son defendidos, entre otros, por el Partido Feminista de España de Lidia Falcón, que se ha alineado con VOX en su rechazo a la ley y quien fue denunciada por el Observatori Contra l’Homofòbia por delitos de odio por vincular homosexualidad y pedofilia.
Aunque estos sectores están totalmente en contra de la ley, sí han logrado hacer suficiente presión para que los socialistas suprimieran el concepto de género del texto. Como consecuencia, se ha dado lo que ya advertía la Asociación Estadounidense de Psicología: a las personas no binarias ni se las menciona. Así, este colectivo, que puede no identificarse con ninguno de los dos géneros binarios, con ambos según el momento o con ninguno, no está contemplado en la ley. En un inicio, se había planteado que en los registros hubiera la posibilidad de marcar una tercera casilla en el DNI, más allá de la que identifica como hombre o mujer, y se abriera la puerta a poderse identificar oficialmente como no binaria. Pero esto ha sido eliminado del texto legislativo y tiene mucho que ver con el hecho de que no se hable de género, sino de sexo. Para sentirse y ser mujer, no es necesario tener vagina, al igual que un hombre puede menstruar y ser gestante. El género no tiene que ver con los genitales, pero esto es algo que la ley no contempla.
? Aprobamos en #CMin el Anteproyecto de Ley para la Igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos LGTBI.#EsLeyTransLGTBI ?️??️⚧️
?? España contará por fin con una Ley que reconozca y ampare los derechos de las personas trans y LGTBI.
Hilo ⤵️ pic.twitter.com/dM4l1hh4dq
— D. G. Diversidad Sexual y Derechos LGTBI (@LGTBIGob) June 29, 2021
https://twitter.com/LGTBIGob/status/1409834744850923531
Una ley recortada
Entender las transiciones de género como procesos vinculados a las operaciones de cambio de sexo o la hormonación es dejar fuera del saco a toda una serie de personas trans que no quieren modificar su cuerpo y, aún así, tienen el derecho a ser reconocidas desde el género sentido. Y es entender así, de esta manera única la transición, lo que ha llevado a muchas polémicas relacionadas con las infancias trans. Por parte de los sectores del feminismo -y de la derecha- transexcluyente se ha puesto el grito en el cielo con la posibilidad de administrar hormonas a menores de edad que quieran comenzar la transición. Esta opción médica es extraña en niños y niñas y la ley no la menciona en ningún caso. Pero, aún así, Carmen Calvo consideró que los infantes “debían ser protegidos para que no dieran pasos que luego quisieran revertir”.
Así, la ley actual determina que los niños y niñas de más de 14 años podrán cambiar su nombre y sexo en el registro. Aquellos que tengan entre 12 y 14 años, deberán hacerlo a través de un procedimiento judicial y, los más pequeños sólo podrán cambiarse el nombre. Según declaraciones de la Federación Plataforma Trans al conocerse estos detalles, la ley supone “un terrible retroceso en la situación de los menores de edad”. Y es que muchos registros civiles de varias ciudades permiten actualmente el cambio de sexo en menores. Además, esta modificación de la legislación, que supone hacer pasar a los pequeños por un proceso judicial es “tremendamente doloroso” y es, según la Plataforma, contraria a la sentencia del Tribunal Constitucional de 2019, que determina el “derecho inalienable y constitucional de los menores al cambio de nombre y sexo”.
Estamos ante una legislación que ha conseguido salvar las desavenencias del Gobierno, pero que intentando contentar a todos no ha contentado a nadie
Estos cambios y acotaciones a la ley han hecho que gran parte del colectivo denuncie que el texto legislativo es discriminatorio contra personas no binarias, menores y migradas (ya que se reconoce la autodeterminación de sexo a través del cambio registral, procedimiento al que personas en situación administrativa irregular y sin nacionalidad o permiso de residencia no tienen acceso). Esto ha dado paso a la campaña en redes llamada #ConRecortesNoEsLeyTrans. Esta ley -que ha juntado la legislación sobre las personas trans y el colectivo LGTBI, cuando en un inicio debían ser dos leyes diferentes- ha despertado el rechazo de muchas personas, que no consideran suficiente que la situación de las personas trans solo ocupe una cuarta parte del documento, siendo que antes debía tener una ley propia.
Es imprescindible abordar los derechos y libertades Trans de forma específica y ley propia.
❌ Sin menores trans
❌ Sin migrantes trans
❌ Sin personas No Binarias
? #ConRecortesNoEsLeyTrans
Exigimos Ley LGTBI de acuerdo con las entidades #LGTBI de todo el territorio. pic.twitter.com/GHXvv6jjsp— Observatori contra l’homofòbia (@OCL_H) June 29, 2021
https://twitter.com/OCL_H/status/1409839460792127489
Así, estamos ante una legislación que ha conseguido salvar las desavenencias del Gobierno, pero que intentando contentar a todos no ha contentado a nadie. Vemos que gran parte del colectivo LGTBI, a pesar de reconocer el avance, ve sustanciosas carencias. Y, por otro lado, está el feminismo transexcluyente y los colectivos de derecha y extrema derecha, que ven que la determinación de derechos de las personas trans es un error y que pone en peligro la seguridad y la existencia misma de las mujeres, comparando de manera desacomplejada las personas trans con hombres que sólo quieren ser mujeres para violar o agredir. Otro de estos argumentos enrevesados dice que muchos hombres se definirán como mujeres para evitar ser condenados por violencia de género (que sólo condena a hombres) y continuar agrediendo impunemente. Esta premisa, que ya se encargó de desmentir la periodista Noemí López Trujillo en este artículo, Código Penal en mano, obvia que la autodeterminación de sexo con la nueva ley puede llegar a tardar cuatro meses y que la justicia juzga la persona en base al género con el que se identificaba cuando cometieron el delito.
Vemos, pues, que gran parte de los argumentos que se utilizan para atacar la ley y los derechos de las personas trans parecen casi salidos de una novela de ciencia ficción. Argumentos como aquellos que dicen que ahora cualquiera podrá hacerse mujer cuando quiera para tener facilidades en el deporte o beneficiarse de las leyes de igualdad. Estas premisas fallan en muchas cosas, pero sobre todo destacan por obviar que la sociedad heteropatriarcal nunca dará facilidades a las mujeres cis, mucho menos a las trans, y condena al ostracismo a cualquier expresión que no sea normativa. Una persona trans, lamentablemente, nunca lo tendrá más fácil en nada, a no ser que la sociedad cambie mucho. Y obviar esto y desmerecer la lucha del colectivo trans por la igualdad real sí es hacer un flaco favor a todas las mujeres, cis o trans, y al conjunto del feminismo.


