Con la llegada del verano y los planes al aire libre aumenta también el tiempo que estamos expuestos al sol. A pesar de que los rayos ultravioletas del sol son beneficiosos para la salud en muchos aspectos, ya que, por ejemplo, contribuyen a la producción de vitamina D y reducen la fatiga crónica, también conllevan una serie de peligros para nuestro cuerpo. Las quemaduras, el envejecimiento de la piel y, también, el cáncer de piel, son algunos de los riesgos potenciales de la excesiva exposición solar.

Y es que el cáncer de piel es el tipo de cáncer más frecuente. Presenta, sin embargo, una gran ventaja respecto a otros cánceres: su aparición habitualmente es externa, manifestándose en forma de manchas o pecas con aspecto asimétrico y con un tamaño que tiende a ir aumentando. Si se descubre en sus primeras fases este tipo de cáncer tiene curación, por lo que una detección precoz es fundamental.

La pandemia del Covid-19, sin embargo, ha impactado en los sistemas de detección y diagnósticos de este tipo de cáncer, al igual que en otras enfermedades. Según datos de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), en 2020 cayó un 21% el diagnóstico de melanomas, el tipo de cáncer de piel más agresivo, que es el responsable de más del 80% de las muertes por cáncer de piel. Esto, según esta organización, podría suponer que hubiera más de 1.100 melanomas en toda España aún por diagnosticar.

Con el inicio de la crisis sanitaria, los servicios de dermatología de los hospitales, al igual que el resto de departamentos, se tuvieron que reorganizar, se detuvo gran parte de la actividad habitual de los servicios y muchos profesionales tuvieron que ser reubicados en de otros departamentos con el fin de ayudar en el tratamiento de los pacientes de Covid. «Los professionals más jóvenes del departamento fueron directamente a urgencias, atendiendo casos de coronavirus, otra parte de la plantilla se reubicó en plantas de hospitalización con pacientes Covid y otros profesionales fueron al Hotel Salud del Clínico», explica Susana Puig, Jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Clínico de Barcelona. «El resto de personal se mantuvo en las urgencias dermatológicas, llevando a cabo las cirugías que no podían demorarse. Con el tiempo ya hemos vuelto a recuperar la actividad dermatológica habitual», señala Puig.

Según datos de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), en 2020 cayó un 21% el diagnóstico de melanomas, el tipo de cáncer de piel más agresivo.

Durante el punto álgido de la pandemia muchos pacientes tenían miedo de ir a los hospitales debido al desconocimiento general de los efectos del virus. Según apunta Vicenç García-Patos, Jefe de Dermatología del Hospital Vall d’Hebron, la intensificación de la telemedicina fue clave durante este período. «Nos permitió ofrecer respuesta y disponibilidad prácticamente las 24 horas del día. Durante el mes de marzo, se hicieron alrededor de 3.700 visitas telemáticas», explica el doctor.

Sin embargo, gran parte de los programas de screening o cribado, fundamentales en la detección precoz de los cánceres, se tuvieron que parar, y esto ha tenido un impacto en el diagnóstico. «Del 14 de marzo al 14 de junio del 2019 diagnosticamos casi 90 melanomas, mientras que en el mismo periodo de 2020 no llegamos a los 20. Ahora estamos diagnosticando muchos melanomas que se encuentran en etapas más avanzadas», explica la Jefa de Dermatología del Clínico.

Aparte del retraso en los diagnósticos, otro aspecto relevante que puede suponer un aumento de los casos de cáncer de piel detectados en un futuro es el efecto del confinamiento domiciliario de la primavera de 2020. Según explica Mireia Serrano, del grupo de dermatología de la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria (CAMFiC), nuestra piel está acostumbrada a un cambio gradual de la exposición solar a lo largo de la primavera y el verano, y debido al confinamiento esta exposición progresiva no se produjo. «Esto dio lugar a una exposición solar más directa y además quemaduras cutáneas, que están directamente relacionadas con un mayor riesgo de padecer cáncer de piel», afirma Serrano.

En este mismo sentido, García-Patos insiste en que, a pesar de que la situación actual sea diferente de la del año pasado, «las primeras exposiciones solares se deben hacer de forma limitada». «Es el entrenamiento que vamos dando a las células para que se puedan defender de las exposiciones más intensas, que vienen los meses de julio y agosto», remarca.

García-Patos enfatiza en la protección de los niños y adolescentes. En estas edades, nuestra capacidad de reparación es mucho más baja, por lo que la exposición solar tiene mucho más impacto.

Educar en la prevención

Más del 80% de los casos de cáncer de piel, melanomas o carcinomas, se podrían prevenir evitando una exposición excesiva al sol y llevando a cabo unas buenas medidas de prevención, según datos del Instituto Catalán de Oncología. «Debemos tener en cuenta que nuestra piel cada vez que se expone a la radiación ultravioleta del sol se daña y, a pesar de que nuestro cuerpo repara el daño, nunca lo hace al 100%. Este daño lo que asegura es el fotoenvejecimiento y, con mala suerte, puede provocar cáncer de piel. En el caso del melanoma, aparte de este daño acumulado, inciden mucho las quemaduras: una sola quemadura durante la infancia ya aumenta el riesgo de melanoma en la edad adulta», explica Susana Puig.

En la misma línea se expresa García-Patos, quien enfatiza especialmente en la protección de los niños y adolescentes. «En estas edades, nuestra capacidad de reparación es mucho más baja, por lo que la exposición solar tiene mucho más impacto. Aquella huella que deja el sol y que nuestro cuerpo no es capaz de reparar, la arrastramos toda la vida, porque la piel tiene memoria», sostiene.

Por este motivo, es esencial protegerse bien del sol, lo que se llama la prevención primaria. Pero la cultura del bronceado aún está muy arraigada en nuestro país, y hay grupos de población que no están suficientemente concienciados en la necesidad de protegerse de los rayos ultravioleta del sol. Por eso es necesaria una buena divulgación y educación sanitaria frente a los riesgos de la exposición solar.

«Siempre insistimos en que no se debe tomar el sol durante las horas de máxima intensidad, de las 12 a las 17 horas, pero las playas siempre están llenas a esa hora. Algo no hacemos bien como sociedad y como colectivo sanitario. Debemos transmitir discursos más impactantes, que se interioricen más. Y eso hay que empezar a hacerlo desde las escuelas, porque, cuando se hace, son los niños los que educan y transmiten esa información a los padres en beneficio de toda la familia. Lo que aprendes de pequeño es un hábito para toda la vida», afirma García-Patos.

Aparte de evitar las horas de máxima intensidad del sol, se recomienda cubrirse con una camiseta, gorra o sombrero, utilizar gafas de sol homologadas y buscar ratos de sombra. Asimismo, es necesario utilizar un factor de protección solar alto (por encima de 30) y aplicarlo en cantidades generosas, un rato antes de la exposición al sol y periódicamente cada dos horas o después de bañarse o sudar.

«Es muy importante que no exponemos al sol a los niños menores de cinco meses y limitar muchísimo la exposición a niños menores de tres años, porque son especialmente vulnerables», señala Mireia Serrano, quien destaca el importante papel que juega la atención primaria en la prevención del cáncer de piel. «Los médicos y enfermeras de atención primaria tienen un papel clave. Desarrollan todas las herramientas preventivas, avisan de los factores de riesgo y educan en la fotoprotección. También tienen un papel muy importante los pediatras y enfermeras pediátricas», remarca.

Aparte de la prevención primaria, el otro pilar clave para asegurar la supervivencia en este tipo de cáncer es la prevención secundaria, es decir, identificar lo antes posible las lesiones en la piel. «Con un diagnóstico precoz, el 95% de las lesiones tienen una curación fácil y, en todo caso, se solucionan con una pequeña intervención. Cuanto más demora haya en el diagnóstico, más complicados serán los tratamientos e intervenciones que se deben aplicar. Si esto se prolonga durante meses, especialmente en el caso del melanoma y el carcinoma espinocelular, se puede producir metástasis. En estos casos, la cirugía requiere muchas veces tratamientos complementarios, como la quimioterapia, inmunoterapia o la radioterapia, y hay un peor pronóstico», expone el Jefe de Dermatología del Valle de Hebrón.

Los humanos somos muy buenos reconociendo patrones, se trata de una especie de entrenamiento visual. Si nos acostumbramos a mirarnos o autoexplorarnos, seremos capaces de identificar cuando algo no va bien, remarca la Dra. Puig.

La autoexploración, clave para la detección precoz

Todos los especialistas consultados insisten en que, para detectar a tiempo el cáncer de piel, es esencial la autoexploración sistemática del cuerpo. Si los bordes de un lunar son irregulares, si ha cambiado de color, de tamaño, pica o sangra, todo ello son motivos de consulta. Según los expertos, hay que fijarse en lo que se conoce como regla ABCDE: si hay «asimetría» en los ejes, si las «bordes» (bordas, en castellano) son irregulares, si el «color» es variado, si tiene un «diámetro» mayor a 6 mm o si vemos que «evoluciona». «Cualquier aparición de una lesión que se no tenía antes, que sangre de manera espontánea, que haya cambiado significativamente de forma brusca en el tiempo es motivo de consulta», señala Mireia Serrano, del grupo de piel de la CAMFiC.

«Es conveniente acostumbrarnos a revisar nuestra piel. Los humanos somos muy buenos reconociendo patrones, se trata de una especie de entrenamiento visual. Si nos acostumbramos a mirarnos o autoexplorarnos, seremos capaces de identificar cuando algo no va bien», remarca, por su parte, la Dra. Puig. La Jefa de Dermatología del Clínico también avisa que debemos consultar al médico cuando tenemos una herida que no cura, ya que los carcinomas, a veces, pueden presentar esta forma. «También deberíamos consultar a un especialista cuando tenemos manchas de color café en las palmas de la mano, los pies o los labios, ya que podría tratarse de un tipo de melanoma poco frecuente, que solemos diagnosticar muy tarde. Otro tipo de cáncer poco conocido se manifiesta en las uñas, por medio de una línea oscura que va formando otras líneas paralelas y se entiende alrededor del dedo», avisa.

Los factores de riesgo

Otro aspecto importante a tener en cuenta es el riesgo individual de padecer cáncer de piel: tienen más riesgo los mayores de 50 años, las personas que, por ejemplo por su trabajo, deben estar expuestos al sol de forma prolongada -como los agricultores, obreros o pescadores-, las personas que han sufrido quemaduras frecuentes, sobre todo en la infancia, las que tienen muchos lunares o las personas que tienen la piel muy blanca.

«No todas las pieles tienen la misma capacidad natural para defenderse. La piel muy morena tiene mucha más melanina, que hace de paraguas al núcleo de los cromosomas de las células para que no llegue la radiación. Por lo tanto, la gente muy blanca, con el pelo rubio o con los ojos claros son mucho más vulnerables a la exposición del sol», explica García-Patos

Otro factor de riesgo viene determinado por los antecedentes familiares. Así, hay algunas enfermedades genéticas que incrementan considerablemente el riesgo de melanoma, carcinoma basocelular o carcinoma escamoso. «La genética puede influir en determinados cánceres de piel. Al igual que ocurre, por ejemplo, con el cáncer de mama, puede que haya un defecto genético heredado que predisponga a que se desarrollen estos tumores. En estos casos hay que ser especialmente exigentes con la protección solar y en el seguimiento de los programas de cribado», señala el Jefe de Dermatología del Hospital Vall d’Hebron. También tienen más riesgo de padecer cáncer de piel los pacientes trasplantados, los que reciben tratamientos inmunosupresores, los fumadores o las personas que siguen hábitos de vida poco saludables.

La aplicación de los avances tecnológicos y la inteligencia artificial cogerá una especial relevancia durante los próximos años para detectar de forma precoz el cáncer de piel.

Avances en la investigación

Durante los últimos años, se ha producido un gran boom de la inmunoterapia, que comenzó a aplicarse en los melanomas y se ha extendido a varias tipologías de cáncer de piel. «Los tumores crecen porque, de alguna manera, engañan nuestro sistema inmunitario. La inmunoterapia, que está creciendo cada día, hace que nuestras defensas sean capaces de luchar contra los tumores, potenciando nuestra inmunidad», explica García-Patos.

También se han desarrollado tratamientos más personalizados, como la terapia diana, que permite identificar qué alteración genética tiene un tumor en concreto. En esta terapia se aplican fármacos enfocados a moléculas concretas que expresan determinados tumores, por lo que es un tratamiento mucho más selectivo y dirigido que la quimioterapia. «Cada vez aplicamos tratamientos más racionales, identificando cuáles son las mutaciones de cada tumor», señala el Jefe de Dermatología del Valle de Hebrón.

En este sentido, la aplicación de los avances tecnológicos y la inteligencia artificial cogerá una especial relevancia durante los próximos años para detectar de forma precoz el cáncer de piel. Según Susana Puig, la inteligencia artificial ha llegado para quedarse y, aunque todavía no sea el día a día en el hospital, hay algoritmos que están funcionando muy bien y que ayudarán mucho en el diagnóstico precoz. Por ejemplo, se está trabajando en aplicaciones móviles que te dicen, por medio de una fotografía, el potencial riesgo de lo que se muestra. «Los resultados son sorprendentes, pero todavía es una herramienta muy preliminar, que tiene un importante margen de error. Pienso que, con los años, llegará a una exactitud muy grande y nos será de gran utilidad. Aún queda mucho camino por recorrer en la investigación en el cáncer», concluye García-Patos.

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