Anna Tresserra (Barcelona, 1982) sabe bien de lo que habla. Y no solo porque trabaje en ello cada día y le haya dedIcado los últimos dos años de su vida, si no porque lo ha vivido en su propio cuerpo. A esta investigadora del Institut d’Investigació Sanitària Pere Virgili le diagnosticaron un cáncer neuroendocrino en 2018 y, tras encontrarse con un puñado de dudas acerca de cómo alimentarse mientras sufría los efectos secundarios de la quimioterapia, decidió crear el proyecto audiovisual Què i com menjar durant el càncer (Qué y cómo comer durante el cáncer). Actualmente, tras haberlo superado y con una humildad abrumadora, desea realizar la entrevista con la presencia de Raul Zamora, investigador principal de la Unidad de Nutrición y Cáncer del ICO-Idibell y su compañero en esta aventura
En primer lugar, la salud. ¿Cómo está?
Estoy bien. Recuperada, feliz y con una vida nueva. Atravesar un cáncer es algo que te hace replantearte muchas cosas, comenzar de cero y prestar atención a aspectos de tu vida que antes pasaban des- apercibidos. Dicen que después de un cáncer una se plantea sus amistades, sus costumbres, la casa en la que vive e incluso lo que come. A mí me ha pasado. He cambiado muchas cosas y la más importante de todas ha sido mi alimentación.
En este sentido, también se ha dado cuenta de lo importante que es para un paciente oncológico re- cibir ayuda mientras está en tratamiento…
En el Hospital Clínic de Barcelona, donde acudí a mis sesiones de quimioterapia, todos los pacientes tenemos nutricionistas a nuestro ser- vicio que nos ayudan con las pautas a seguir. La nutrición es una parte importante del tratamiento contra el cáncer: comer los tipos indicados de
¿Por eso cuando lo superó decidió crear el proyecto Què i com menjar durant el càncer?
Cuando me dijeron que estaba curada, quise celebrarlo con la gente que quiero y que me quiere. Mis amigos, que saben de mis inquietudes, pu- sieron cada uno un poco de dinero para regalármelo y que yo pudiera iniciar una investigación científica relacionada con el cáncer y la alimentación, o para que lo donara. Eso me animó a profundizar en este ámbito, porque soy doctorada en nutrición pero nunca había estudiado la alimentación de enfermos de cáncer, y fue entonces cuando llamé a Raul Zamora, con quien coincidí hace muchos años. Él me propuso hacer de ese donativo algo grande juntos, así que diseñamos la base de lo que ahora es este proyecto audiovisual que puede verse en las televisiones locales de Cataluña, y también consultarse en internet.
¿Hay algún tipo de alimentación que ayude especialmente a las personas en tratamiento?
Todo el mundo busca un alimento caro y éxotico que se supone que curará el cáncer. Esto no existe. Se debe diferenciar entre qué puedo comer para curar el cáncer, lo cual no es posible, y qué puedo comer para paliar los efectos del tratamiento oncológico. Esta es la parte innova- dora. No se trata tanto de saber qué tratamiento estás siguiendo, si no de qué te está pasando como consecuencia de este tratamiento, porque hay muchos efectos secundarios. Y todos los efectos que están relacionados con la alimentación, se pue- den mejorar.
El proyecto explica recetas para atenuar los efectos secundarios, da consejos que ayudan a romper mitos y aporta pautas generales. ¿No se trata de información que ya estaba al alcance de todos?
Que el cuerpo necesita de una dieta saludable para su óptimo funcionamiento es algo extendido y que no hace diferencia entre estar enfermo o no estarlo. Además, aquí hace años que sabemos que la dieta mediterránea (basada en reducir el consumo de carnes e hidratos de carbono en beneficio de más alimentos vegetales y grasas monoinsaturadas) es extremadamente beneficiosa para la salud. Pero esto es incluso más crucial si se padece de cáncer. De hecho, sabemos que algunos tratamientos funcionan mejor si el paciente se mantiene bien nutrido consumiendo suficientes calorías y proteínas, pues su cuerpo estará mejor preparado para recibir el “ataque” y no se debilitará tanto tras el mismo.
Sin embargo, este conocimiento no suele traducirse en consejos prácticos, en pautas para el día a día, de manera que hay cierta distancia entre la base nutricional y la gastronomía. Los pacientes de cáncer necesitan consejos gastronómicos además de pautas nutricionales. Por eso queríamos aportar recetas concretas, factibles y adaptadas a los efectos secundarios que pueden sufrir.
Algunas de estas recetas son pollo con piña, mousse de calabacín, brochetas de salmón con salsa de queso o berenjenas rellenas. ¡Apetecibles!
¡Claro! Se trata de recetas fáciles de elaborar y que cualquier miembro de la familia puede asumir, porque cuando uno está enfermo lo último que tiene son fuerzas para cocinar. De esta manera, con aspectos agra- dables y presentaciones originales, es más fácil no acabar aburridos de comer siempre lo mismo, de modo que aumenta también el ánimo de los pacientes. Además, las hemos clasificado según los efectos secundarios más habituales, así que alivian la diarrea, la disfagia a líquidos, la disfagia a sólidos, la disgeusia, la mucositis, las náuseas y los vómitos, la habitual pérdida de apetito o el restreñimiento.
Con qué apoyo cuenta el proyecto?
A raíz de la propuesta de Raul y mía se incorporaron al proyecto entidades científicas relevantes en el ámbito de la nutrición, la oncología y la investigación. Estas son la Fundación Alícia, el Institut Català d’Oncologia (ICO), el Institut d’Investigació Biomèdica de Bellvitge (IDIBELL), el Institut d’Investigació Sanitària Pere Virgili (IISPV) y la Universitat de Barcelona (UB). El hecho de contar con la producción de la Xarxa Audiovisual Local, que ha elaborado y difunde las vídeo-recetas, nos ha permitido llegar hasta la ciudadanía, personas que están sentadas en sus casas y que normalmente desconocen cuáles son las conclusiones de nuestros estudios porque nos falta, precisamente, ese enlace.
¿Han constatado que falta comunicación entre la comunidad científica y la sociedad? ¿O lo que falta es conocimiento?
Por supuesto. Los que nos dedicamos a esto, lo último que tenemos en la cabeza es llegar hasta este punto y poner nuestro conocimiento en práctica con cápsulas audiovisuales como estas. A todos nos gustaría, pero es un tipo de proyecto complicado porque se sale de lo que estamos acostumbrados a hacer. Tenemos datos, trabajamos con información en un despacho, con un ordenador… pero lamentablemente no llegamos a trasladarlo al ciudadano final. Y, en cambio, este proyecto es multidisciplinar, hemos trabajado con personas del muchos campos que desconocíamos. Definitivamente, creíamos que era necesario para reforzar la divulgación.
¿Qué sucede cuando se acaba el tratamiento?
La alimentación no cambia cuando finaliza el tratamiento, las pautas de dieta saludable son las mismas. Pero se puede modificar la procedencia de ciertos nutrientes en función del problema que tenga cada paciente. Es decir, si tras el tratamiento se mantiene la anemia, habrá que consumir más carne. Si no hay efectos secundarios, la alimentación debe ser exactamente igual a la preventiva: una dieta saludable.
¿Hacemos poco caso a nuestra alimentación?
Tras pasar por esta experiencia, considero rotundamente que sí. Como comentaba, mis prioridades han cambiado y es algo a lo que que yo misma antes prestaba mucha menos atención. Cabe decir que en mi caso, con un cáncer de cuello y cabeza, todo el trata- miento va a la cavidad oral, así que para mí fue lo peor. Y es algo de lo que nadie me había avisado. Precisamente porque creemos en la importancia de una buena alimentación y para seguir ayudando a los pacientes, seguiremos trabajando en este ámbito. De momento nos han concedido un proyecto europeo para ampliar el Què i com menjar durant el càncer y traducirlo al castellano y al inglés. ¡No puedo estar más contenta por ello!


