La escena internacional está en una situación que algunos tildan de “nueva guerra fría” debido a las continuas fricciones existentes y en especial Occidente contra Rusia y China. Esta nueva guerra fría tiene un elemento definidor, las sanciones económicas, utilizadas por Estados Unidos y el bloque occidental para imponer sus políticas.

Para contrarrestar tales sanciones, Rusia y China intentan rebajar la importancia del dólar buscando nuevas vías que permitan estabilizar sus economías. Junto a otros países están desarrollando planes conjuntos para desvincularse del dólar. A este proceso se le llama desdolarización y que con el cual, pretenden rebajar el poder de Occidente en sus economías, lo que redundará positivamente a medio plazo en sectores, como el militar, tecnológico o energético, siendo ambos de vital importancia para Rusia.

La acción más común está consistiendo en usar las monedas propias u otras monedas que no sea el dólar para el comercio bilateral entre los países en los que Rusia o China tienen influencia, así como, con los países miembros del BRIC, miembros de la Unión Euroasiática, Organización de Cooperación de Shanghái, entre otras asociaciones regionales y bilaterales. En estas asociaciones se encuentra países de la envergadura de India, Pakistán o Brasil y países de vital importancia geopolítica en Asia central como Kazajistán o Kirguistán. Moscú también está dando pasos en la desdolarización del Fondo de Bienestar Nacional (NWF), el fondo de reserva de pensiones, usando como alternativa el yuan, el euro (que ya han aumentado un 35% su utilización) y el oro.

Otra estrategia más para tal desdolarización es limitar el uso de sistemas de pagos bancarios controlados por Occidente como el SWIFT. Rusia en el año 2014 creó un sistema de pagos alternativo, el SPFS. El Banco Central ruso se ha fijado como objetivo que el 30% de las transacciones bancarias que efectúe en el año 2023 se realicen a través de este sistema. Por su parte China está impulsando el uso del Yuan en el sistema internacional de compensación entre bancos, CIPS, que creó en 2015.

Aunque no sea posible desvincularse completamente de los sistemas financieros controlados por Occidente, el uso con fines políticos de estos instrumentos financieros internacionales por parte de Estados Unidos hace que diversos países y las organizaciones económicas estén buscando otras alternativas regionales.

Existen muchas dificultades para una rápida desdolarización y en dicho contexto, Rusia necesita aliados, siendo el gigante asiático el más importante para alcanzar este objetivo. Sergei Lavrov, ministro de relaciones exteriores ruso, efectuó en abril un viaje a China en el que el asunto más importante en las reuniones celebradas fue el de las sanciones occidentales. Para ello hablaron de fortalecer la independencia tecnológica y dar un empuje al uso de las propias monedas.

En el caso chino se están dando pasos en la internacionalización del uso del yuan como moneda para las transacciones, particularmente en los países vinculados con la “Nueva Ruta de la Seda”. En cuanto al comercio bilateral entre Rusia y China, la desdolarización ha experimentado un gran avance. Según el Financial Times, la participación del dólar en el comercio bilateral cayó de un 90 por ciento en 2015 a un 46 por ciento en el primer trimestre de 2020.

El dólar sigue siendo de largo la moneda más importante y seguirá siéndolo, pero su uso en las reservas internacionales está disminuyendo. En la actualidad el 62% es en dólares, un 20% en euros y el resto en otras monedas.

Las esperanzas para el éxito en la estrategia de desdolarización están puestas en la mejoría de las relaciones bilaterales y del aumento de las corrientes anti occidentales (más aun con la desastrosa retirada estadounidense de Afganistán) en Asia en general y sobretodo, en la zona euroasiática con el proyecto de la “Unión Euroasiática”. Conforme estas conexiones vayan cogiendo fuerza y el proyecto de desdolarización vaya desarrollándose adquiriendo viabilidad y seguridad económica, el bloque occidental tendrá que dar pasos para contrarrestarlo si no, está definitivamente abocado a tener un papel secundario en el sistema internacional.

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