Cuesta presentar a Xavier Giró como profesor ya jubilado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona. Pero así es: hace unos días dejó la docencia por motivos de edad. Nacido en 1955 en Badalona ha estado 30 años educando a las nuevas generaciones de periodistas. Periodismo político y en situaciones de conflicto han sido las especialidades a las que ha dedicado más tiempo de docencia. Antes de dar el salto a las aulas fue redactor jefe de Política española del Diari de Barcelona, ​​jefe de Informativos de la delegación catalana de Antena 3 TV y redactor jefe de la revista El Viejo Topo. Un alumno de la UAB le entrevistó hace unos días para la revista El Temps y tituló la conversación “No sólo estamos aquí para explicar el mundo. Estamos por hacerlo mejor”.

¿Cree que encontraremos un título mejor para encabezar esta entrevista?

Una de las corrientes dentro de la profesión es la que dice que somos neutrales y sólo tenemos que explicar cómo funciona el mundo y la gente ya decidirá. Esto no funciona así. Tal y como describes cómo es el mundo eso empieza a cambiarlo. No lo explicas porque sí, no es una curiosidad. A medida que lo explicas, valoras, explícita o implícitamente, si lo que explicas te parece correcto o no, justo o no, si la gente sufre y no debería sufrir. Si dices que sufre, implícitamente, estás diciendo que no debería sufrir y, por tanto, también que tenemos que hacer algo para que no sufra. Eso es empezar a cambiar el mundo. Otra cosa es que te quedes aquí, en el estadio implícito. Pero puedes ir más allá y te preocupes explícitamente por cambiarlo. A menudo esto es más problemático porque cuando se empieza a explicar las alternativas chocas no sólo con el hecho de que alguien sufra sino con quien le hace sufrir o aquello que le hace sufrir y eso cabrea a quien tiene el poder de hacerlo sufrir o no.

¿La objetividad es un engaño?

Lo es y está documentado en varios libros y estudios. Nosotros mismos trabajando sabemos que esto no es cierto. La objetividad es un ritual para hacer ver que somos neutrales porque es muy incómodo estar cubriendo un conflicto y que los actores vean que tú no estás de acuerdo con unos, con otros o con ninguno de los dos. Esto crea una incomodidad en ellos y en ti. Si criticas a un actor, aunque sea implícitamente, él te percibe como un enemigo y te corta la información, no te explica lo que tú querrías saber. De hecho, nunca lo hacen. Los actores te cuentan lo que ellos quieren que digas. Han entendido que la información es un campo de batalla más, donde se legitiman las acciones, se legitima que te obliguen a hacer algo, que te penalicen por haber dicho no sé qué, que te exploten, o, a la inversa, se legitima la lucha contra la explotación. Éste es el terreno del discurso, del conocimiento, donde los periodistas somos una pieza más y los medios, un lugar más donde se despliega la batalla.

“La objetividad es un engaño” | Pol Rius

Solemos oir que no se debe ser neutral pero sí, objetivo

No. El mito de la objetividad tiene un par de historias. En un diario francés se dieron cuenta de que tomando partido desde la primera página tenían varios anunciantes, pero poquitos, y se plantearon hacerlo de modo que empresarios que no compartieran su filosofía también pusieran anuncios en el periódico. Y se inventaron lo de los textos neutrales, objetivos. La otra historia es que en la Guerra de Secesión de Estados Unidos las agencias de información vieron que si hacían despachos presentando grandes victorias de su bando sólo los diarios proclives los compraban, pero que si los hacían más neutrales en la forma todos los diarios – de uno y otro bando- podía comprarlos y publicarlos. La objetividad es un ritual que consiste en desvestir el discurso de los elementos que hacen obvio que aquello es una posición ideológica que, en el fondo, favorece a unos u otros. Ser neutral es también una posición. Según en qué cosas puedes ser neutral y en según cuáles, no. No siempre debes tomar partido por una de las bandas de un conflicto. Si hablamos de quien está sufriendo injustamente en un conflicto, es lógico que tomemos parte a favor de las víctimas. Esto no es neutral. Tienes que enfrentarte a los que las hacen sufrir. No queremos la neutralidad. Otra cosa es que tú puedas vestirlo, con la técnica periodística, con un discurso que aparentemente no toma partido, aunque implícitamente sí lo hagas. Si informas de que “aquí ha habido cincuenta muertes”, estás diciendo implícitamente que “aquí no debería haber habido cincuenta muertes”. Y esto es una posición ideológica, política. Después puede extenderse a otros terrenos, a cualquier tipo de discriminación que consideremos injusta. Evidentemente esto es relativo y uno de los problemas que sobreviene es que esta relatividad nos pone en un terreno con cierto grado de incertidumbre. Debemos aceptar que es una toma de posición de la que otros discreparán. Es mejor tomarla y reconocer que la hemos tomado que engañar a la gente y decir que somos neutrales y objetivos. Cuando elegimos ocuparnos de algo ya hacemos una decisión ideológica. Podríamos no ocuparnos de ello y nos ocupamos. Implícitamente existe el mensaje de que esto es importante. Y, además, lo que decimos transmite un mensaje: “tendría que pasar o no tendría que pasar”.

A los 17 años ya le detuvo la policía franquista. Apenas acababa d’entrar en la Universidad cuando lo cogieron porque formaba parte de un piquete para parar obras en protesta porque la policía había matado a un obrero durante una huelga general. ¿Aquella universidad tiene mucho que ver con la de ahora?

Tiene que ver. Sigue siendo gente joven, que mira la vida en positivo. Quieren hacer cosas para cambiar lo que no está bien. Existe mucha actividad también en la universidad. Es algo diferente porque antes, como era una dictadura que hacía tantas tonterías, era más fácil que todo el mundo estuviera en contra de ella a pesar de las diferencias ideológicas entre la gente. Ahora no es una dictadura, es un sistema político en el que también existen opresiones, desigualdades, y hay mucha gente que se moviliza y hace cosas. En ese sentido, es similar. Y también es similar porque al ser joven tienes muchas menos cadenas y es más fácil implicarte en la lucha. Cuando tienes familia, cuando tienes deudas, cuando tienes cadenas, cuesta más. No es por la edad. Es por las cadenas. De ahí el parecido. Pienso que en la universidad debería poder decirse todo, pero hay algunos movimientos que coaccionan el poder decirlo todo, discutir de todo, con la máxima libertad. En todas partes debería poder discutirse de todo. En la universidad nos vamos formando, construyendo nuestra forma de ver el mundo y de posicionarnos y en esto se parecen la de ahora y la de entonces. Pero sólo se parecen; no son iguales, claro está.

Hay un montón de periodistas que tienen un compromiso con el mundo, que quieren cambiarlo, más allá de ganarse los garbanzos y pasárselo bien

Usted era trotskista. ¿Por qué?

Las opciones ideológicas cuando eres joven dependen de muchos factores. Uno de ellos es tu vivencia social, hasta qué punto estás confrontado con el sistema. Si estás muy discriminado puede darte un cierto impulso, que puede ser en positivo o en negativo, también te puede inhibir. Estar muy jodido te inhibe para actuar. Otro es en qué grupo de amigos caes. Entre los míos, unos eran trotskistas, otros eran maoístas, otros eran post-estalinistas, algunos anarcos, otros no se manifestaban ideológicamente… Me gustó uno de los grupos trotskistas porque eran gente muy activa, que, además de hablar, hacía cosas, tenía iniciativas de lucha, de hacer frente común de las izquierdas. No eran trotskistas en un sentido religioso. Eran anti-estalinistas y yo lo era y sigo siéndolo. Y anticapitalistas y autogestionarios… Además, estábamos en contra de lo que llamábamos ‘la colaboración de clases’. Para acabar con la dictadura ya había un movimiento pero pactar con la burguesía representaba dejar inalterados sus poderes en caso de que se viera amenazada; no alterábamos la esencia del sistema capitalista. Y esto hacía prever que quizá avanzaríamos un poco pero que, si el movimiento avanzaba mucho más, ellos reaccionarían con sus cuerpos represivos, sus intereses, su acumulación de capital… La idea era que la ‘colaboración de clases’ era una traición, una mala política para los trabajadores. Mi grupo era muy liberal en el sentido más abierto de la palabra. Al no ser estalinistas teníamos mucha libertad de discrepar en la organización. Cuando se actuaba, se actuaba. Todo el mundo a la vez. Pero teníamos libertad de discusión, tendencias, fracciones. Esto no era fácil de manejar y, a veces, llevaba a escisiones. No recuerdo que pasara en la Liga Comunista Revolucionaria mientras yo estuve allí. Había pasado antes de que yo entrara.

“Si estás muy discriminado puede darte un cierto impulso, que puede ser en positivo o en negativo, también te puede inhibir” | Pol Rius

Lo conocían como Trixi

Porque cuando empecé a estudiar Matemáticas en la Universidad de Barcelona había dos chicas del comité de mi curso que eran muy activas, que se parecían y les llamaban Pixi y Dixi. Cuando me sumé a su grupo, un estudiante me bautizó como Trixi. Hay gente que se ha pensado que venía de Trotsky, pero no.

Entonces no podía imaginar que, medio siglo más tarde, se jubilaría después de ser profesor universitario durante 30 años

En ese momento, quería hacer Matemáticas y después, Físicas. Me gustaban mucho. Todavía hoy. Lo que ocurre es que la política te desvía de ello. Además, era insoportable que hubiera profesores que venían a clase no para enseñarte sino para demostrar que sabían más que tú.

Y acabó haciendo Periodismo

Fui a hacer la mili a Madrid, a la División Acorazada Brunete, y cuando terminé pensé: “¿qué haces?”. Era difícil que terminara Matemáticas. Estuve cuatro años en la Facultad pero sólo terminé dos cursos. Me dedicaba a hacer política. Me ganaba la vida dando clases particulares de Matemáticas, Física y Química. Fui a Londres y París y volví al cabo de un año sabiendo las dos lenguas.

¿De qué vivía en el extranjero?

En Londres fregaba platos. En París trabajé en la imprenta de la Liga Comunista Revolucionaria francesa. Tener una Internacional tiene muchas ventajas. Cuando volví quería estudiar Políticas, pero en Barcelona no existía la carrera y no quería estudiar fuera. Y Periodismo se parecía bastante a Políticas. En la mili había conocido a un periodista de Cambio 16, José María Velasco, que fue el primero que dijo que Franco había fallecido, en la entrada del hospital donde estaba rodeado de tubos. Me dijo que quería hacer un reportaje sobre los cuarteles y me entró un poco el gusto por el Periodismo. Era 1977, un año extraordinario. Franco había muerto hacía poco. Los militares no sabían por dónde ir. En algunas ‘teóricas’ se podía discutir con los oficiales o suboficiales y alguna asamblea de soldados montamos. Antes era impensable. En fin, hice un artículo para Velasco. Había hecho pinitos pero no había publicado en ningún lado. Y pensé que Periodismo estaba bien.

¿Acertó haciendo Periodismo?

Sí. En Periodismo había mucha actividad, gente interesante, varios profesores interesantes. No se aprendía mucho en esa época; ahora, mucho más. Habría que aprender aún más pero ha mejorado mucho.

¿Qué tiene que ver el periodismo que se hace ahora con el que se hacía cuando usted era jefe de Política española en el Diari de Barcelona o de los Informativos de la delegación catalana de Antena 3 TV?

Tiene que ver en el sentido de que hay un montón de periodistas que en un medio u otro están ahí para cambiar el mundo, tienen un compromiso con el mundo, con la gente, y ese impulso de dar sentido a nuestra profesión más allá de ganarse los garbanzos  y pasárselo bien sigue ahí. Se hará más o menos explícito, en función de los jefes que tienes, el margen de maniobra que tienes, pero el impulso sigue existiendo. Otra cosa es que haya más polarización en los medios, que haya gente que dice muchas tonterías, que Twitter facilite la polarización, la descalificación, pero no la humanización. Esto distorsiona lo que le llega al público, pero sigue habiendo mucho compromiso. En todos los medios hay señales de ello. En algunos más que en otros. Los hay que están rebosantes, sobre todo los pequeños. A mí lo que más me importa es buscar cualitativamente lo que sirva para nuestro objetivo, que es hacer un mundo mejor. Y ver qué está mal cualitativamente para no repetirlo.

Xavier Giró y Siscu Baiges, durante la entrevista | Pol Rius

¿Se han atrincherado demasiado los medios, en Cataluña con el tema independentista y en España con el papel de la extrema derecha?

La polarización es cierta. Lo percibo y los estudios demuestran que está ahí. Hay mucho periodismo de confrontación y poco abierto a las opciones contrarias. Si tú en un medio das cancha al otro, al que defiende las posiciones contrarias, es fácil que te acusen de traidor. Y quizás no tanto en los medios, pero Twitter irá lleno. Por los dos bandos. Tener conflictos es natural en la vida. No pasa nada porque haya conflictos. La cuestión es cómo lo gestionamos. Y si nuestra contribución es dar una visión distorsionada de los demás, no escucharlos, ¡mal! Si no publicamos lo que dicen los demás, no explicamos quién es el otro, qué tenemos en común, qué divergencias tenemos, en qué tiene razón uno y en qué tiene razón el otro; no hacemos un periodismo de resolución de conflictos. No contribuimos a resolverlos. Lo que antes decía de hacer un mundo mejor no es sólo estar con los de abajo, con los que sufren, es también buscar una solución justa para el conflicto que les hace sufrir, que hace que es lo que están abajo sigan estando abajo. No es fácil pero debe intentarse.

Explica que en Estados Unidos aprendió que no se puede titular “Catalunya dice esto” o “España dice lo otro”. Pues los medios de aquí se hinchan a hacerlo

Ni Cataluña ni España dicen nada. Barcelona tampoco. ¿Cuántas veces hemos leído “Barcelona se levanta contra no sé qué”? No, Barcelona, ​​no. ¿300.000 personas? Pues pon 300.000 personas. El número que sea, pero no puedes otorgarles la representatividad de toda la sociedad. Titular así es negar la pluralidad y diversidad de visiones. ¿Por qué ocurre? A veces, los periodistas te dicen que si entraban en matices no les cabía en el titular. Mala excusa. Todos los titulares se pueden hacer entrar. Usted no puede generalizar cuando no toca. En unas clases que hacía sobre nacionalismo, comentaba un estudio que hicimos sobre la guerra de la ex-Yugoslavia con siete titulares que decían “los serbios” hacen esto o hacen aquello. Milosevic era el malo. Todos estos titulares se podían haber escrito diciendo “las tropas serbias…” y cabían perfectamente.

Ni Cataluña ni España dicen nada. Titular así es negar la pluralidad y diversidad de visiones

Hay profesores que se quejan de que los estudiantes de Ciencias de la Comunicación escriben mal. ¿Usted es de esos?

Tienen razón. Escriben mal cuando entran. Falta poner más énfasis en que aprendan a escribir mejor. Una cosa es ser un literato, para lo que hay que ser más creativo, es necesario otro impulso. El periodismo es una técnica, como ser carpintero. Vienen del instituto donde seguramente les han dicho que escriben bien pero sus profesores no son periodistas, no han pasado los años que hemos pasado nosotros mejorando. Tienes que automatizar una serie de hábitos como cuando conduces. Y escribir bien es cómo conducir un Boeing con muchos mandos. Hay gente que a veces escribe que parece que le paguen por esconder las ideas. Para llamar la atención de los alumnos, les digo que tienen que escribir de manera que les entienda su tía de Cincinnati, refiriéndome a un lector estándar. Podría hablarles de la tía de L´Hospitalet, pero se fijarían menos. Si la tía de Cincinnati no te entiende, no es periodismo. A veces, hacen leer a los alumnos libros académicos que son tochos insufribles, que parecen escritos para que no se entiendan. Esto no aporta nada, no es emancipador, no ayuda a la humanidad, sólo crea un grupo de excelsos que son capaces de entenderlos. Y después me he cansado este año de repetir que el titular y el subtítulo deben ser independientes. La persona que ponga el artículo en página o en la web debe tener en cuenta el resto de títulos y otras muchas cosas y quizás tiene que cambiar el título y si el subtítulo dependía del título tenemos un problema. Esto es comprender el sentido colectivo del trabajo periodístico. Los filtros que había se desvanecieron con los recortes. Todos los periódicos tenían editores. En el Diari de Barcelona teníamos unas editoras muy buenas. Yo soy muy fan del catalán light del Diari. Aprendí mucho catalán y sentido periodístico con ellas. Utilizaban el catalán de la gente. Antes escribías y debía pasar por los editores. Y ahora en muchos medios los periodistas publican directamente.

Se va cuando ha reavivado el debate sobre el uso del catalán y el castellano en el sistema educativo, incluida la Universidad. ¿Cómo ha llevado este tema durante estos años?

En la universidad he dado casi siempre las clases en catalán. En el máster de Conflictos el primer mes o dos meses lo hacíamos en castellano para que los que venían de fuera se familiarizaran con el catalán y después nos pasábamos a él. Pero no lo hacían y se perdían el contenido de las clases en catalán. La normalización del catalán no depende de los másteres universitarios. Si fueran en catalán, no vendrían. En cuanto a las clases de grado siempre las he hecho en catalán salvo cuando las hacía en inglés. El problema es que cuando las hacía en inglés se perdían ideas fundamentales. Hace poco, un curso, cuando volvía a dar las clases en catalán, propuse hacer alguna en inglés pero no quisieron. Me dijeron que tenían pocas clases en catalán. Su sensación era que tenían pocas clases en catalán en Periodismo.

“La normalización del catalán no depende de los másteres universitarios” | Pol Rius

Parece que hay más jóvenes interesados ​​en el periodismo de deportes que en el de conflictos

Habría que mirar los números de los estudiantes que se apuntan a las optativas de deportes o a otras. En las clases que he dado del curso de Opinión ves que hay más de deportes que otras cosas. De deportes y cultura.

Pocos quieren ser corresponsales o enviados a zonas de conflicto

Los hay pero han bajado. Los medios quieren menos. Es muy caro. Y si no ven ejemplos de gente que lo hace a los que imitar no se lanzan a ello. La gente quiere hacer algo que les guste, que les interese y, muchos, con cierto compromiso, pero tampoco amargándose la existencia. Mi curso de Periodismo Político siempre se ha llenado.

Si volviera a meterse en política como cuando era joven, ¿en qué partido militaría?

Tendría que pensarlo.

¿Se apuntaría a un partido trotskista?

A un grupito anti-estalinista, sí. Anticapitalista también. Soy anticapitalista también por la resolución de conflictos. El capitalismo es un desastre pero no estoy contra los capitalistas como personas.

¿Independentista?

No porque no soy indepe, soy autodeterminista. Me siguen cayendo simpáticos los anticapitalistas; los de Miguel Urban o Teresa Rodríguez, por ejemplo.

¿Se ve en política de nuevo?

No, porque me he hecho mayor. Durante la dictadura o la transición tenía más tiempo para dedicarlo a realizar reuniones por las noches o los fines de semana. Ahora esto se ha evaporado. Si militase lo haría en un grupo anticapitalista, feminista, autodeterminista; antiestalinista por supuesto… Pero me costaría bastante porque una de las cosas que he aprendido en estos años es el análisis crítico del discurso, que revela no sólo cómo se puede utilizar para legitimar el abuso de poder sino cómo el del oprimido es, a menudo, un panfleto, una especie de reflejo del del opresor en negativo. Tergiversando, exagerando… y eso se me hace muy insoportable porque pienso que no es emancipador. Hay dinámicas en muchos grupos que siguen esta lógica y entrar en un grupo para hacer de pepito grillo, diciendo que esto es falso, eso es un panfleto, que no es verdad que Cataluña pida o España pida… No me veo. Prefiero estar fuera y poder discutir cómo los periodistas, que es uno de los actores que producen ideología, transmiten conocimiento.

La lógica del capitalismo empuja a la gente a comportarse mal

¿Por qué vale la pena luchar hoy y cómo hay que hacerlo?

Organizándose, reivindicando, manifestándose, haciendo acciones, cosas prácticas para reducir el malestar de la gente, su sufrimiento, y cambiar las estructuras que generan eso. Por eso soy anticapitalista. La lógica del capitalismo empuja a la gente a comportarse mal. Empuja a las personas, para sobrevivir, a pisotear a las demás. Todos los seres humanos pueden actuar bien o mal y el capitalismo, como sistema de organización de reparto de recursos y trabajo, empuja a actuar de una forma muy poco solidaria, muy individualista, a sobrevivir tú y los demás ya se apañarán.

Alguien grabó un vídeo breve de su último día de clase en la UAB y en seguida tuvo más de 40.000 visitas. ¿No sería una buena idea presentarse a alcalde o presidente del Ateneo o de la Generalitat?

Cuando era joven, tenía más ego. Con la edad te vas curando de estas cosas.

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