Teresa Esperabé (secretaria general de CCOO Educació)

La Conselleria ha presentado una propuesta de nuevo calendario que quiere imponer sin el diálogo necesario para llegar a un consenso con todos los agentes educativos, hasta el punto de que ha ninguneado el espacio de consulta y participación como es el Consell Escolar de Catalunya y de negociación como es la Mesa Sectorial.

Para responder a la pregunta de si será beneficioso habría que centrarse en si en la situación actual se podrá iniciar el curso con la calidad suficiente, más allá de una preparación apresurada en el mes de septiembre. El conseller también ha hecho hincapié en que esta medida ayudará al alumnado vulnerable, cuando las profesionales de la educación sabemos que lo que realmente cambiaría la realidad de estos niños y adolescentes y el hecho de poder darles un trato personalizado son medidas como la bajada de ratios, el incremento de plantillas, los apoyos del decreto de educación inclusiva, la no segregación en los centros educativos, disfrutar de unos patios escolares dignos y un largo etcétera. Avanzar las clases de manera aislada no mejorará su realidad; seamos sinceros y abordemos con serenidad y tiempo la revisión del calendario escolar de una manera integral. El alumnado y especialmente el más vulnerable necesita medidas todo el año.


Joan Gamero Gómez (vocal de Pedagogía y Escuela del Col·legi Oficial de Pedagogia)

Avanzar el curso una semana a priori no implica una mejora de la equidad y la igualdad de oportunidades entre el alumnado. En todo el Estado se inicia el periodo lectivo la primera semana de septiembre y no se conocen mejoras pedagógicas constatables. Estarían ante la necesidad de cuadrar calendarios, fiestas locales, periodos de descanso… Por otro lado, es cierto que para los alumnos con menos recursos iniciar antes el curso escolar puede ayudar a reducir el tiempo sin actividad académica, ya que los alumnos con recursos tienen organizaciones familiares que promueven actividades educativas y seguimiento académico. Diferencias que generan desigualdad entre el alumnado.

La cuestión no es si avanzamos el curso una semana, si no cuál es la calidad y el desarrollo de esta semana y del mes de septiembre. Si el objetivo es hacer un horario lectivo de 9 a 13h y suplir el resto de la jornada con talleres y actividades lúdico-educativas se tiene que valorar su idoneidad pedagógica, si serán actividades subvencionadas por el Departament y si serán de carácter voluntario para el alumnado. Por último, remarcar que habría que respetar la autonomía de centro y su proyecto educativo en relación a las horas de duración de esta jornada lectiva y la posibilidad de vincular las actividades no lectivas al proyecto de centro para evitar que sean meramente ocupacionales de tiempos.


Sheila González Motos (Col·lectiu Tornem a les Escoles)

Avanzar el inicio de curso, es decir, acortar las vacaciones de verano, es una muy buena noticia. Nos acerca a modelos con un calendario escolar más racional. En 2020 pedíamos este adelanto para intentar recuperar la pérdida del confinamiento y no fue posible. Y creemos que es positivo, no porque sea de nuestro interés, sino porque hay mucha evidencia sobre la pérdida de aprendizaje y la desvinculación escolar que se produce por la concentración de las vacaciones en un solo periodo y el incremento de la desigualdad. Para unos niños el verano es sinónimo de casales, colonias o vacaciones en familia, pero otros pasan 11 semanas en casa o en la calle sin ninguna propuesta alentadora. Es obvio que hace falta un reajuste de la organización. Es imprescindible que los equipos docentes estén confirmados a finales de junio, de manera que en las primeras semanas de julio puedan avanzar en la preparación del curso.

Ahora bien, la propuesta del Departament de avanzar el calendario a cambio de la jornada intensiva, que implica una pérdida de una hora diaria, no es buena noticia. Damos un paso adelante y a la vez un paso atrás. Sabemos que la jornada intensiva tiene efectos nocivos en términos de aprendizaje, de respeto a los ritmos vitales de los niños y que genera desigualdad, especialmente porque se sustituye la hora que se pierde de escuela con actividades de carácter voluntario y de copago por parte de las familias. Y, también relevante, incrementa las dificultades de las familias para conciliar, porque acortamos una hora diaria la apertura de las escuelas.


Jordi Giménez (vicepresidente de FAPAES)

En una encuesta hecha por FAPAES a casi 300 familias de AFA de toda Cataluña sale que el 51% de ellas considera beneficioso para el alumnado acortar las vacaciones; contra un 25% que consideran que no y un 24% que no lo tienen claro o valoran que ni beneficia ni perjudica. Una gran mayoría de familias comentan que encuentran las vacaciones estivales demasiado largas y querrían que se redistribuyeran más a lo largo del curso, puesto que piensan que con tantos días los jóvenes acaban perdiendo los hábitos escolares.


Francina Martí Cartes (presidenta de la Associació de Mestres Rosa Sensat)

Nadie cuestiona que tener un calendario escolar más equilibrado, con unas vacaciones de verano más cortas, beneficia a los niños y jóvenes, sobre todo a aquellos que son más vulnerables. Pero cuando se mueve una pieza de un sistema, como el educativo, todo se mueve. Antes de mover ficha se tiene que tener en cuenta cuáles son los puntos clave que se tendrían que garantizar. En primer lugar, la estabilidad de los equipos de los centros, que todavía cambian en exceso de un curso al otro, el elevado número de profesorado interino y sin lugar estable, cosa que hace difícil la preparación del curso y, aún más la consecución de un proyecto educativo sólido. En segundo lugar, se tienen que regular las vacaciones de los maestros durante el mes de julio para asegurar, no solo la preparación del curso, sino también la formación continuada y el debate pedagógico. Son muchos los centros que ya funcionan en esta línea, pero todavía no son mayoría.

El momento en que se ha dado la noticia no ha sido el más oportuno. Estamos en medio de un cúmulo de retos que añaden más ruido que visión: viviendo el agotamiento pandémico, con anuncios de cambios de currículum, ataques a la lengua, y con un decreto de inclusión lejos de implantarse con rigor. La manera tampoco ha sido la más adecuada: si no se cuenta con el diálogo con los maestros, con su complicidad, es difícil que el sistema funcione. Y este caso ha demostrado que una medida que puede ser muy beneficiosa se nos gire en contra y tenga efectos perversos.


Jesús Martín (responsable de FP de UGT Educació)

Las vacaciones escolares han sido un tema de debate continuo. Considero que el problema que tenemos en la cuenca mediterránea es que son en los meses más calurosos por razones obvias. El hecho de que se concentren en julio y agosto me parece lógico. La escuela va ligada a las vacaciones de los padres y de las empresas donde trabajan. Habría que hacer una reforma de todo el sistema siguiendo un modelo como Francia, país atlántico y mediterráneo como el nuestro. El conseller Maragall intentó sin éxito instaurar la semana blanca. La idea, por carencia de recursos de las familias, fue efímera. Una semana de descanso cada X semanas no es mala idea, pero trabajada con consensos sociales. Avanzar dos días cambia poco la cosa. Se tienen que hacer cambios más profundos pactados.


Maria José Morillas (Col·lectiu d’Escoles contra la Segregació)

El acortamiento de las vacaciones estivales, aunque sea una semana, siempre es bueno para los niños y jóvenes, especialmente por los más vulnerables. A pesar de esto, el anuncio de una jornada intensiva durante cuatro semanas es preocupante. Si el número de días lectivos se mantienen, tal como ha anunciado el Departament, la ampliación hasta seis semanas de jornada intensiva significará la pérdida de muchas horas lectivas. Muchos centros de máxima y alta complejidad disponen de sexta hora como mecanismo compensatorio de desigualdades y con el horario reducido se les restará todavía más horas de clase. Además, el horario intensivo abre la puerta a la diferenciación del tiempo educativo de las tardes, lo que incrementará, aún más, la diferencia entre centros, hecho que agravará la segregación escolar que ya sufre nuestro sistema educativo. La implantación de un tiempo educativo de calidad por la tarde requiere la inversión de muchos recursos, hecho que hace sospechar que no se llevará a cabo.


Bernat Pèlach (portavoz de la Intersindical CSC)

Como siempre, todo dependerá de la implementación que se haga, no solo de la medida. Si esto supone destinar recursos del Departament a la conciliación familiar (las actividades extraescolares gratuitas) querrá decir recortar por otro lado un presupuesto que ya es muy inferior al necesario (y que fija la LEC); igualmente, si esto provoca que el curso no se pueda preparar tan bien, lo que se puede ganar por un lado se perderá por el otro.

Tenemos muchos proyectos que tendrían que ser beneficiosos para el alumnado, pero que se están implementando de manera deficiente, como el decreto de inclusiva, el coeduca’t… En lugar de centrarse en mejorar las cosas que no funcionan el Departament opta por ir buscando soluciones mágicas que son más útiles de cara en la galería que para los alumnos y nos acaba responsabilizando al personal docente en vez de facilitarnos la formación y los recursos necesarios.


Josep Manuel Prats (presidente de Fapel)

Como idea me parece bien. Pero aún más importante es ponerle patas a esta idea. Aterrizar una buena idea puede ser exitoso o bien un fracaso si no está debatida, pensada, organizada y financiada. Puestos a acercarnos a los calendarios europeos, la semana blanca fue un fracaso absoluto por poco pensada y organizada. Hacen falta cambios sociales más allá de la escuela y muy profundos para aplicar con éxito ciertos cambios.


David Rabadà (portavoz de ASPEPC-Professors de Secundària)

No cambia gran cosa dado que ya somos un país que hace más horas lectivas que la media europea, sin mejoras en los resultados académicos. El problema de nuestro sistema educativo no es alargar el calendario, es qué y cómo impartimos el currículum cada día más reducido.


Àlex Rocas (decano del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados de Cataluña)

Las vacaciones escolares en Cataluña son de once semanas. La propuesta del nuevo calendario es que sean diez en infantil y primaria, y de diez y media en el caso de secundaria, dando por sentado que durante las semanas del mes de septiembre solo habrá actividad lectiva por la mañana y durante el curso habrá dos días más de vacaciones. En resumidas cuentas, creemos que el impacto del beneficio no se notará. El cómputo total de días lectivos será el mismo, pero la calidad de las primeras cuatro semanas disminuirá por razones evidentes de falta de tiempo para planificar y organizar toda la actividad (bastante más compleja de lo que mucha gente imagina) y porque alargar la jornada reducida quiere decir retrasar la reanudación de los hábitos escolares y multiplicar la complejidad horaria. Además, las actividades no lectivas por la tarde están por definir: ¿Serán obligatorias? ¿Quién las organizará? ¿Cómo se financiarán? ¿La oferta será homologable y con la misma calidad en todos los centros del Servicio de Educación de Cataluña?

También hay que recordar que la problemática sobre la “desconexión estival” de los alumnos más vulnerables ha quedado resuelta (o tendría que haber quedado resuelta) con el Plan de mejora de oportunidades educativas (POME), gracias al cual muchos alumnos que nunca habían podido ir de colonias o de casales pudieron ir el pasado verano, acción que el Gobierno tendría que mantener y potenciar. También se podrían tomar decisiones valientes, como recuperar la sexta hora para todos los centros públicos o afrontar inversiones efectivas para mantener y mejorar todas las instalaciones escolares del país –públicas y concertadas- para resolver, de verdad, el tema de la temperatura ambiental, cuestión que sin ningún tipo de dudas se intensificará si se empieza el curso antes del 12 de septiembre.

Podríamos alargar la respuesta con más argumentos. Pero el espacio es limitado y la capacidad de escuchar a los auténticos profesionales de la docencia se ve claramente sustituida por las ganas de satisfacer a la población con decisiones improvisadas aparentemente resolutivas.


Encarni Salguero (CGT)

El hecho de querer pretender que 5 días supongan la solución a los graves problemas de la educación pública es una cortina de humo para no ver la realidad: imposición del 25% de las clases en castellano, modificaciones curriculares, recortes desde hace 12 años, carencia de recursos, inestabilidad laboral con el 50% de la plantilla con contratos temporales, selección a dedo, direcciones impuestas y un largo etcétera. Son medidas que reducen la calidad de la educación pública y lo saben. Lo sufre el alumnado, sobre todo el que tiene más dificultades y en aquellos centros que sufren más segregación escolar y hay más desigualdades socioeconómicas. Así, 5 días de avanzar el calendario no pueden implicar unos beneficios directos y notables al alumnado, por lo tanto, esta modificación responde a otros intereses que no nos quiere explicar el Sr. Cambray, como podría ser volver a poner en entredicho y cuestionar a los docentes, poniendo en contra a familias y sociedad, en lugar de intentar dignificar, facilitar y agilizar su tarea educativa, que es básica para la sociedad.

Por otro lado, esta medida perturba la preparación de todo el curso en los centros educativos, con la angustia y presión de empezar con prisas y mal, sin que las plantillas estén completas. En los últimos cursos ha habido muchos nombramientos el mismo día de inicio de las clases. La plantilla en secundaria se acaba de confeccionar siempre en septiembre (reducciones, bajas…), y junto con las matrículas y las elecciones de las materias optativas se acaba de confeccionar el horario de las docentes. Si no tenemos tiempo de prepararnos bien las clases, quien saldrá perjudicado será el alumnado. También nos preocupa que, con la excusa del cambio de calendario, la franja horaria de la tarde se adjudique a entidades de ocio, un paso más para la externalización y privatización de la educación pública de este país.


Noemí Santiveri (portavoz de la Plataforma per una Escola Inclusiva)

Acortar una semana las vacaciones de verano no supondrá un gran cambio. Hace falta una redistribución de todo el calendario escolar. Por ejemplo, más días de vacaciones entre el curso escolar y menos en verano. Lo que es un error ha sido no consultar a la comunidad educativa. Si realmente es una demanda histórica, no se entiende esta opacidad del Govern. Cuando el objetivo es beneficiar a todo el alumnado las variables que se tienen que considerar tienen que estar argumentadas y sobre todo consensuadas. Y el Govern no ha hecho ninguna de las dos cosas.


Iolanda Segura (portavoz de USTEC)

Reiniciar el curso una semana antes no solventa ninguna carencia ni da respuesta a ninguna necesidad presente en la educación. El inicio del curso cinco días antes no supone una mejora de la calidad educativa ni tampoco de la atención al alumnado, porque estas necesidades están presentes a lo largo de todo el curso. Lo que hace falta es aplicar medidas que sí que dan respuesta de forma intrínseca: la reducción de ratios y el aumento de plantillas (personal docente y de atención directa al alumnado NESE) son recursos estructurales imprescindibles por la calidad de los aprendizajes y para asegurar una mejor atención individualizada de todo el alumnado. No hace falta decir que el alumnado NESE necesita recursos y apoyos adicionales e intensivos para poder seguir la actividad en el aula en igualdad de condiciones que el resto de compañeras y compañeros, y en cambio estos recursos son muy escasos, con el perjuicio que supone para este alumnado.

Tampoco el cambio de calendario ayuda a la conciliación porque también es necesaria durante todo el curso. La escuela no es quien tiene que dar respuesta a la conciliación laboral; si así fuera tendríamos que tener los centros abiertos las 24h de los 7 días de la semana, y está claro que esto es inviable. En cuanto al acortamiento del periodo de vacaciones escolares, si es que es realmente un problema demostrado con datos fiables y contrastados, cinco días tampoco solucionan nada. Tenemos el calendario que tenemos por un tema de climatología, pero no perdamos de vista que somos de los países de Europa donde el alumnado hace más horas lectivas al final del año.


Elena Sintes Pascual (responsable de Proyectos de la Fundació Bofill)

Las vacaciones de verano excesivamente largas paran e incluso hacen retroceder el ritmo de aprendizaje, especialmente del alumnado más desfavorecido. Es por eso que en muchos países se está tendiendo a acortar el descanso estival para reducir las pérdidas de aprendizaje, además de complementarlo con programas de apoyo y ocio educativo para el alumnado en desventaja, o de distribuir los días festivos de una manera más equilibrada a lo largo del curso y así evitar largos periodos de desconexión.

Cataluña, con uno de los periodos de vacaciones de verano más largos de Europa y una de las fechas de inicio de curso más tardías del Estado, tiene pendiente desde hace tiempo hacer este cambio. Ahora bien, no de cualquier manera ni a cualquier precio. Habrá que ver con qué condiciones se acompañará a los docentes y centros educativos para hacerlo posible (por ejemplo, garantizar los nombramientos a principio de julio) y, sobre todo, conviene replantear la propuesta de jornada reducida de septiembre para que no implique un paso atrás con la implantación de una jornada intensiva matinal, que sería un perjuicio educativo.

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