Convulso sería una buena palabra para definir el panorama actual de Colombia: unas elecciones a la vuelta de la esquina —que serán determinantes para la implementación de la paz en el país—, cifras de violencia que dejan medio centenar de líderes sociales asesinados en lo que llevamos de año según cifras de Indepaz, la persistencia del narcotráfico y otros factores que propician el ciclo de guerra interminable. Pero la convulsión también da lugar a la esperanza.

La Comisión de la Verdad es un mecanismo generado a partir de los Acuerdos de paz entre el gobierno y la guerrilla, creado para “conocer la verdad de lo ocurrido en el marco del conflicto armado y contribuir al esclarecimiento de las violaciones e infracciones cometidas durante el mismo y ofrecer una explicación amplia de su complejidad a toda la sociedad”.

Lucía Victoria González Duque está de visita en Barcelona, y no precisamente para hacer turismo: “vengo de Berlín, donde paré cinco minutos para comprar un bote de mostaza, ese fue mi momento de ocio”, explica entre risas. No es para menos, puesto que es la responsable del legado de la Comisión, y ha venido a Europa para encontrarse con distintos “nodos”, grupos que trabajan desde el exilio. Ha llegado a Barcelona por un encuentro organizado por el ICIP (Institut Català Internacional per la Pau), con motivo de analizar el trabajo que se hace desde la capital catalana.

El legado de la Comisión de la Verdad se trata de un conjunto de narrativas y acciones que se ponen a disposición de la sociedad. En este punto, la cultura y el arte tienen una relevancia destacada, aspecto en el que González Duque tiene experiencia: además de llevar treinta años trabajando por los derechos humanos y la memoria histórica, fue directora de dos de los museos más importantes de Colombia.

La Comisión de la Verdad está a punto de terminar y publicar el informe final, el 28 de junio, en el que habrá una autopsia completa de lo que se ha venido investigando los últimos años. ¿Qué papel tiene en esto su visita por Europa?

Estamos ya en la recta final, presentamos el informe el 28 de junio y vamos a tener la oportunidad de hacer pedagogía julio y agosto. Antes de estar en Barcelona estuvimos en Berlín trabajando con lo que hemos llamado los nodos, grupos de personas colombianas que están en el exilio. Tenemos un capítulo especial sobre el exilio, que es una situación absolutamente invisibilizada en Colombia, es una población que no cuenta realmente para el Estado colombiano y mucha gente no es realmente consciente de la población inmensa fuera del país que tuvo que salir, la mayoría de ella en razón de la guerra. Venimos a contarles un poco en qué estamos, y cuál es el compromiso que esperamos que adquieran desde sus lugares de residencia en la difusión del informe final. Venimos a trabajar con este nodo de España, pero aquí se reúnen de toda Europa los líderes de los distintos nodos. El capítulo del informe sobre el exilio… es una historia del conflicto armado en Colombia visto y vivido desde afuera.

“Tenemos un capítulo especial sobre el exilio, que es una situación absolutamente invisibilizada en Colombia” | PR

¿Por qué es tan importante este informe?

El informe final está hecho no solo para un Estado, no solo para un gobierno, creemos que debe ser sobre todo para la sociedad civil. En la medida que una sociedad entienda de mejor manera qué es lo que nos ha pasado en tantos años de violencia —que continúan— podemos encontrar esas soluciones que entre todos tenemos que construir. Por eso también nos hemos enfocado mucho en cuáles han sido los factores de persistencia del conflicto armado, que van mucho más allá de los grupos armados propiamente y que tiene que ver con el tipo de democracia, con el modelo económico, con la manera de hacer la política, con la incidencia de las políticas de otros países sobre Colombia, con la incidencia del narcotráfico, y que nos llevan entonces a identificar qué recomendaciones vamos a dejar en el país.

En la medida que una sociedad entienda de mejor manera qué es lo que nos ha pasado en tantos años de violencia —que continúan— podemos encontrar esas soluciones que entre todos tenemos que construir

Por un lado, tenemos el informe de la Comisión, también la asignación de los curules de paz [representantes en el Congreso de la República elegidos y provenientes de zonas históricamente afectadas por el conflicto], las elecciones que serán un punto de inflexión… parece que todo apunta al éxito institucional y civil, o al menos, a un momento de cambio. Sin embargo, las cifras de violencia persisten. ¿Podemos o no podemos hablar de éxito?

Ha habido muchos avances, fundamentalmente tiene que ver con que hay una sociedad civil mucho más preparada políticamente, más consciente de los asuntos que es necesario transformar, de lo intolerable que son ciertas circunstancias en el país: la inequidad, la criminalización de la protesta social, la persistencia de la corrupción en el Estado. Eso es un panorama alentador. En las circunscripciones especiales para la paz [curules de paz], se eligieron representantes de sectores que nunca habían tenido espacios para hablar. Nos da la impresión que ha quedado configurado el Congreso mucho más democráticamente, hay sectores más progresistas y más representativos del conjunto de la población, y estamos a la espera de la elección presidencial que determinará muchas cosas. No está claro el panorama, estamos en un momento muy difícil donde, por un lado, se acentúan los conflictos porque todo el mundo pone sus temas en la agenda pública y política en una polarización muy grande, pero también con la ilusión de que pronto seamos capaces de tener un gobierno capaz de acoger los Acuerdos de la Habana y jugársela por la paz. Estamos en un punto donde todo lo que hagamos es importante, necesario y con eso no solo estamos alentando a nuestros habitantes en Colombia, si no a nuestros conciudadanos en el mundo.

“Nos da la impresión que ha quedado configurado el Congreso mucho más democráticamente” | PR

La polarización de la que hablas pudo verse en 2016 cuando en el referéndum por los Acuerdos de Paz ganó el NO. Han pasado seis años, ¿Cómo ha cambiado el marco mental desde entonces?

Estoy muy contenta porque en una encuesta seria se muestra que la sociedad no está tan polarizada. La polarización está especialmente en el partido de derechas, que insiste en crispar el ambiente, insiste en sentenciar todo lo que sea la izquierda. Porque ser de izquierda no es una opción política para ellos, es una sentencia, una condena en el país. Por supuesto, también la izquierda cuando habla de la derecha está haciendo un señalamiento, pero parece que la sociedad en general no termina por ubicarse en los extremos, si no más en el centro. Y ojalá fuera así porque necesitamos hacer una transición hacia un Estado más democrático donde quepamos todos. Pero la narrativa de los poderes, los medios y los partidos políticos… es una narrativa muy polarizada. Ojalá seamos capaces de romper eso porque la polarización, además en la era de la posverdad, de las fake news, es como una guerra a muerte.

En el Acuerdo se tuvieron que modificar ciertos puntos porque sectores con poder estaban en contra, puntos como la perspectiva de género, la población LGTBIQ+. Precisamente en la implementación de los Acuerdos, uno de los que va más lento es el relacionado con políticas feministas…

Siento que el tema de género va porque va la sociedad civil con él, una sociedad totalmente dispuesta a jugársela por avanzar contundentemente hacia la inclusión de las perspectivas de género, hacia un reconocimiento de la población LGTBIQ+. Vamos a tener un capítulo muy especial y denso en el informe respecto a la afectación a las mujeres y la población LGTBIQ+, que creo que puede ser muy significativo para que el país pueda verse en ese espejo. Ver ese clasismo, ese racismo, ese patriarcado que han hecho tanto daño.

Siento que el tema de género va porque va la sociedad civil con él

Cuando hay estigmatización, hay victimización hacia esas poblaciones. Pero eso va hacia adelante. Creo que hay más dificultad de implementar por ejemplo la reforma rural integral. Hay sectores de poder que tienen intereses muy concretos sobre el territorio, sobre la tierra, sobre los cultivos de las grandes extensiones y la sustitución comunitaria. Los cultivos de droga, eso lo hacen todo por la fuerza, fumigando. Ahí hay alguna razón que debe tener que ver con acuerdos económicos o cualquier otra cosa que no es propiamente el bienestar de la población y la terminación del negocio del narcotráfico.

Son cosas que van de la mano: no es posible terminar la extensión de cultivos ilícitos si no hay opciones para los campesinos. La reforma rural integral tiene que ver con poder dar opciones reales a los campesinos de sembrar cosas que tengan mercado, que puedan circular, que tengan crédito, para que tengan una vida en pleno derecho, que podemos decir que no la tienen.

Con las disidencias de las FARC, grupos que andan al rearme, y el problema que presentas con la falta de implementación de la reforma rural, ¿volvemos a la estigmatización del campesinado?

Más que una estigmatización de los campesinos, hay una criminalización de todo lo que signifique reivindicaciones, especialmente en los sectores rurales. Por ejemplo, la lucha por la protección de las aguas, la protección del bosque, la no fumigación. Esos líderes sociales están siendo criminalizados, están siendo asesinados, están siendo acallados porque hay un interés. Están defendiendo los bienes comunes, bienes que deberían ser de todos y que deberían ser protegidos contra negociantes y comerciantes que están vinculados a negocios ilícitos y fundamentalmente a negocios de la droga.

“Los líderes sociales Están defendiendo los bienes comunes, bienes que deberían ser de todos y que deberían ser protegidos” | PR

El negocio de la droga no se queda solamente en la cocaína, si no también en la explotación minera ilegal, en la explotación de los bosques, en la explotación de las fuentes hídricas. Hay un proyecto de contrarreforma, es decir, todo lo que signifique movilización social en búsqueda de más democracia, más derechos, más reivindicaciones, son castigados. Esos ejércitos paramilitares le sirven muy bien al establecimiento del statu quo para contener a los líderes sociales, y ese es un factor de persistencia del conflicto armado.

Es un hecho histórico que siempre ha habido represión a toda la demanda social, que al mismo tiempo se pone cada vez más violenta. Y en ese círculo, los paramilitares, como tienen el respaldo hoy del narcotráfico, también tienen mucho poder de infiltración, no solamente en la sociedad, sobre todo en la misma fuerza pública y en las instancias de poder del Estado, incluso en las instancias de justicia.

Hay un sistema, un entramado que opera contra comunidades campesinas, contra comunidades indígenas y contra comunidades afro que están asentadas en territorios que son muy ricos. Es una guerra muy compleja, una guerra de paramilitarismo, narcotráfico, intereses económicos y una desprotección muy grande del Estado a muchos sectores de la población.

En el legado de la Comisión el arte y la cultura tienen un papel fundamental. ¿Cómo pueden convertirse estos elementos en un revulsivo de la paz?

Siempre he hecho un cruce entre lo social y lo cultural, porque creo que la cultura es lo que está en la base de la sociedad.

Hemos abierto tres líneas en ese aspecto. La primera, ¿qué hay en la cultura del país que hace que el conflicto armado persista?, es decir, ¿qué es lo que hace que seamos una sociedad que no ha sido capaz de superar la conflictividad? Cuando tú vives décadas y décadas de guerra, la cultura termina transformándose. Cosas como acostumbrarse al dolor, a la violencia, eso hace que dejemos de espantarnos del horror de la guerra. Otro tema es el arte como medio que se ha convertido en imprescindible en las comunidades para poder nombrar qué es lo que les pasa. Dan forma a eso a través de sus cantos, sus bailes, sus obras de teatro, sus poemas. Pero también los artistas, nos han venido diciendo muchas cosas y en un lugar polarizado como es Colombia hoy, el arte es un medio que nos permite decir muchas cosas sin generar odios y rabias.

Acostumbrarse al dolor, a la violencia, eso hace que dejemos de espantarnos del horror de la guerra

Hemos usado mucho las prácticas artísticas y culturales para ir poniendo los temas que es necesario poner en la mesa, producimos piezas y hacemos producciones culturales y artísticas que recogen todo eso y ponen los temas en la deliberación.

¿Nos puedes dar algún avance de lo que vaya a salir en el informe final el día 28 de junio?

Digo dos cosas. Uno: no va a haber nada nuevo. Tenemos un acumulado de memoria muy grande. Lo más nuevo sería que el análisis es muy integral, es muy comprensivo y no se queda en los grupos armados, si no en las condiciones económicas, en la democracia, en el tipo de política, en la relación con el narcotráfico, en la relación con los de las doctrinas de otros países como han influido sobre Colombia… Y yo diría que un avance es descubrir cómo la persistencia de un conflicto armado va entretejiendo al tiempo un entramado de intereses que se protegen.

Uno encuentra hoy sistemas muy, muy cerrados, muy auto protegidos, que van desde los grupos armados hasta la Corte Suprema de Justicia, que han hecho que sea muy difícil desanudar la guerra.

Por ejemplo, ¿por qué Colombia no logra algo más contundente contra el narcotráfico? Porque hay una alianza y una cobertura, una cooptación de la sociedad, del Estado, de los empresarios que terminan autoprotegiéndose. Creo que ese es uno de los grandes descubrimientos.

Y otro avance es también entender cómo esas categorías coloniales de racismo, fascismo, patriarcado, juegan tan duro en el testimonio de la guerra y del desprecio por poblaciones que la han sufrido de manera diferencial. Así que, bueno, parece que la violencia va a seguir estancada un tiempo, a pesar de que hay una sociedad hoy más consciente y con más decisión de salir adelante, y esa es la que va a sacar el país. Yo no creo que sean los gobiernos, es una sociedad civil que tiene que movilizarse más duro y esperamos que el acuerdo en el informe final sea un estímulo para que esa sociedad tome realmente las riendas de su futuro, si no… otro paro nacional [ríe]. Y yo que pensé que cuando estuviera viejita iba a poder ver la paz…

 

La #GuerraSucia del gobierno de Duque

 

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