De entrada, hay que dejar claro que el catalán es la lengua que retrocede y necesita protección. A pesar de los importantes avances y logros que le ha proporcionado el sistema de inmersión, los medios de comunicación y la existencia de las instituciones catalanas, como todas las lenguas minoritarias está en peligro en un mundo globalizado y dominado por las redes. También creo que el sistema de inmersión ha sido positivo: ha garantizado que la gran mayoría de alumnado domine las dos lenguas y ha cohesionado a la sociedad evitando la creación de dos comunidades en función de la lengua. La escuela catalana debe mantener el catalán como elemento central y la inmersión como metodología. Pero mantener este modelo no está reñido con permitir que el castellano sea lengua vehicular y reconocerlo también como lengua de la escuela.
En primer lugar, nuestro sistema educativo quiere ser multilingüe. El Departamento de Educación impulsa varios programas para fomentar el plurilingüismo. Tenemos programas de impulso del inglés como lengua vehicular en primaria y secundaria. Hay institutos que hacen francés, alemán o italiano como segunda lengua extranjera. Se puede estudiar el bachillerato en francés en centros públicos y concertados. El trabajo de investigación debe contener un abstracten inglés o francés. Algunos centros dan clases extraescolares de árabe o chino, e incluso hay actividades para reconocer el caló. Existen centros concertados que ofrecen un 25% de las clases en inglés y centros privados en los que se puede estudiar toda la escolarización en inglés, francés o alemán. Nuestro sistema promueve, acertadamente, que todas las lenguas tengan su espacio y sean practicadas. ¿No es por lo menos extraño promover todo este multilingüismo sin incluir por ninguna parte la lengua castellana? ¿Podemos defender que tenemos un sistema realmente multilingüe si no tenemos al castellano como lengua vehicular en materia alguna? Un sistema realmente plurilingüe debe ofrecer también un espacio para el castellano como lengua vehicular.
Por otro lado, si defendemos una educación centrada en el niño y que parte de sus intereses y de su realidad, también habrá que aceptar que una parte importante de los niños tienen el castellano como lengua propia y también es razonable que la vean reflejada en el aula. Si queremos una educación conectada con la realidad, con el entorno y con las experiencias del niño, algún espacio es necesario dar también al castellano. No creo que sea contradictorio hacer esto con mantener el catalán como elemento central de la escuela. Es un fenómeno quizás minoritario, pero podemos tener el riesgo de que una parte de la población desconecte de la escuela porque no la siente como suya.
El catalán es la lengua que retrocede y necesita protección, y la inmersión ha sido positiva, pero mantener este modelo no está reñido con reconocer que el castellano también es lengua de la escuela
También debemos tener en cuenta que una parte de la comunidad educativa no ve mal convertir al castellano lengua vehicular. Siempre hemos defendido que existe un amplio consenso en torno a la inmersión. Seguramente existe un consenso político y entre entidades, pero dudo que exista el mismo consenso a escala social. Por lo que se refiere al profesorado, una parte importante de los docentes no comparte la idea de que el castellano no sea lengua vehicular en ninguna materia. La gran mayoría de los maestros valora y respeta el catalán, una parte importante que no lo tiene como lengua materna ha hecho el esfuerzo de aprenderlo, formarse y dar las clases en este idioma y algunos lo han adoptado también como lengua de relación o familiar. La idea de que el catalán debe ser el eje central de la escuela catalana es compartida por todos. La idea de que el castellano no debe ser lengua vehicular en ninguna materia no. Lo mismo creo que ocurre con el alumnado y las familias. Un modelo más equilibrado con un espacio para el castellano creo que obtendría el soporte de una importante parte de la comunidad educativa.
La inmersión en su origen contó con el apoyo de las familias recién llegadas de los años 80 que pedían enseñanza en catalán para sus hijos como forma de integración y como oportunidad de progreso social. Aquello fue cierto y válido por aquel entonces, pero quizás ya no lo es por la realidad social actual. El ascensor social lleva tiempo estropeado y la visión que tienen muchos recién llegados sobre las lenguas que hay que aprender en la escuela no es la misma. Cuando la inmersión nació, había básicamente dos comunidades lingüísticas. Ahora tenemos a gente de todo el mundo con intereses, necesidades y aspiraciones muy diversas. En muchos casos su lengua de origen no es ni siquiera el castellano. Algunos son inmigrantes temporales o incluso han pasado por varios países; sin rechazar el catalán, muchos piensan que el castellano es más útil y necesario para sus hijos.
Otro elemento a considerar es el nivel de competencia en lengua castellana. Es innegable que todo el alumnado acaba dominando el castellano, ya que su presencia social es arrolladora, pero esto no quiere decir que todo el alumnado tenga un buen nivel académico de castellano. Dominar el castellano de la calle o de las redes no significa ser competente en un castellano académico necesario en muchos ámbitos. Pensamos que parte importante del alumnado no tiene ni el catalán ni el castellano como lengua materna. Facilitar que los alumnos dominen otros registros del español también es una función del sistema educativo. Disponer de una materia vehicular en esta lengua puede ayudar a mejorar la competencia en ese aspecto.
Este reconocimiento del castellano debería ir acompañado de un nuevo impulso del catalán centrado en los siguientes ejes:
Un cambio en la forma de enseñar el catalán. En muchos ámbitos el catalán es la lengua de la autoridad y el castellano es la lengua de la calle y de las redes. Con esta situación es muy difícil que el alumnado se acerque al catalán y lo haga suyo. Y esto no depende tanto de porcentajes como de la forma en que presentamos la lengua. Aumentar hasta el infinito las horas de escolarización en catalán no hará que la lengua sea más atractiva o interesante. La enseñanza del catalán debe ser una invitación, una puerta a emociones, cultura y contenidos que puedan vincular a los jóvenes. Conectamos con las lenguas a través de las emociones. El castellano puede permitirse dedicarse a la sintaxis o la gramática, porque es omnipresente, el catalán debe mostrar también que es una lengua útil, atractiva y viva. Tal y como se comentó en la Jornada de reflexión sobre el tema del Consejo Escolar Cataluña el pasado diciembre, son necesarias acciones menos académicas y más lúdicas con estudiantes de secundaria. Entidades de defensa de la lengua así lo han entendido e impulsan programas de este tipo en barrios donde el catalán está ausente. Mostrar que el catalán es una lengua viva, interesante y atractiva y que sirve para acercar a los jóvenes a cuestiones que les interesen y les emocionen debe ser prioritario.
En este sentido es necesario disponer de materiales y recursos atractivos, actualizados y útiles para enseñar el catalán y hacerlo interesante dentro y fuera del aula. Comparar los libros, materiales, webs y todo tipo de recursos que existen para aprender inglés, francés o castellano con lo que hay en catalán es decepcionante. Salvo iniciativas loables de algunas editoriales, el panorama es deprimente. A pesar de los discursos en defensa de la lengua, las administraciones llevan tiempo sin hacer suficiente en este tema. No podremos avanzar si no existe una fuerte inversión en este campo.
Las Aulas de acogida, por ejemplo, nunca han sido una prioridad. Ni en recursos y organización ni en formación del profesorado. Tampoco los centros, en general, les han dedicado la atención necesaria. Necesitamos un impulso mucho más fuerte y dotarlos de recursos, personal y darles un papel central en la estrategia lingüística de cada centro. Quizá habría que repensar su modelo centrado en enseñar catalán a quienes acaban de llegar para pasar a un modelo pensado en promover el catalán en todo el centro con diferentes grados de intensidad.
En cuanto a la inmersión, es necesario reconocer que en muchos ámbitos no se aplica, tal y como recogen los datos que presentó el Consejo Superior de Evaluación en noviembre. Ni la administración, ni la inspección ni las direcciones han querido incidir en un tema sensible y que puede ser visto como una imposición política. La polarización que comportó el proceso seguramente tampoco ha ayudado en absoluto. Habría que ser mucho más estricto en este campo y garantizar que las clases se realizan en catalán en las materias que corresponda. Para algunos centros, especialmente en secundaria, dar un 75% de clases en catalán puede ser un progreso respecto a la situación actual. Necesitamos una estrategia consensuada dentro de los centros, pero que se aplique realmente.
Para algunos centros, especialmente en secundaria, dar un 75% de clases en catalán puede ser un progreso respecto a la situación actual; necesitamos una estrategia consensuada dentro de los centros pero que se aplique realmente
Siguiendo con esta cuestión, cabe decir que la inmersión no es suficiente. Hacer la clase en catalán no garantiza que el alumno lo utiliza en el aula y por tanto que lo practica y lo aprende. A menudo en materias no lingüísticas los alumnos utilizan el castellano porque se sienten más cómodos o no dominan lo suficiente la lengua. Es necesario conseguir que los alumnos utilicen más el catalán en estos espacios si queremos que dominen mejor la lengua. De nuevo pienso que esto debe ser vivido más como una oportunidad para mejorar la lengua que como una obligación. Tiene que venir más de la motivación a asumir el reto de hablar y aprender una lengua que de la imposición. Los profesores de inglés decimos “ Use it or lose it”. Debemos encontrar la manera de que los alumnos aprovechen mucho más las horas que pasen en la escuela para practicar el catalán si no queremos que lo pierdan. Esto implica aceptar que el alumnado comete errores y no hablará el catalán con precisión. Los alumnos deben poder encontrar un espacio donde equivocarse de forma tranquila sin sentirse juzgados y hacer progresos en catalán vía ensayo y error. No olvidemos que uno de los motivos más importantes para no hablar una lengua es también el miedo al ridículo.
Además, es necesario potenciar también el catalán en contextos informales y en el tiempo libre. No tiene sentido hacer inmersión 100% en catalán en el aula y que el monitor de comedor, la entrenadora de baloncesto o la conserje se pasen fácilmente al español. Con el respeto por las opciones individuales de cada uno, es necesario tener claro que las lenguas se aprenden cuando hay un espacio para practicarlas. Nunca es bueno imponer usos lingüísticos y prohibiciones, pero es necesario que entre todos seamos capaces de crear espacios donde practicar el catalán más allá del aula. De nuevo, debemos ser capaces de ver esto más como una oportunidad que como una obligación.
Este mayor grado de exigencia de cara al alumnado en el uso del catalán, creo que es más fácil de implantar en una escuela que promueve y valora todas las lenguas, también las lenguas extranjeras y las lenguas de origen de los alumnos, que no en una escuela centrada en garantizar una inmersión total en catalán y que puede parecer que no deja espacio para otros idiomas.
Finalmente, todo lo que he mencionado hasta ahora hace referencia a la escuela, pero si queremos que el catalán tenga el futuro garantizado son necesarios otros cambios fundamentales y que no dependen del sistema educativo. Menciono algunos que me parecen imprescindibles:
En primer lugar, un impulso enorme del catalán en el mundo audiovisual, las redes y las plataformas de streaming , sin eso no hay futuro. El catalán ha llegado hasta hoy gracias a la escuela y también al Dragon Ball de TV3 de los 80. Sin una presencia fuerte, atractiva y constante en este campo la escuela poco puede hacer.
Es necesario un papel mucho más activo del Estado en defensa del catalán y todas las lenguas. El Estado nunca se ha creído la diversidad lingüística y con frecuencia ha sido un obstáculo para su mantenimiento. Un nuevo pacto por el catalán debería incluir un mucho mayor reconocimiento del catalán a nivel simbólico, cultural, social y económico tanto en Cataluña como en el resto del Estado y en Europa.
La escuela catalana y sus profesionales han sufrido ataques políticos, mediáticos y judiciales absolutamente inaceptables. Se han dicho muchas falsedades y se ha acusado a la escuela de hechos muy graves. En un mundo ideal haría falta que los responsables de estos ataques pidieran disculpas y reconocieran el papel de la escuela en la construcción de una sociedad plural, democrática y respetuosa. Esto difícilmente ocurrirá, por tanto me limito a pedir que quienes practiquen este tipo de discursos reciban el rechazo y la condena general y que la discrepancia sobre el modelo de escuela y el tratamiento de las lenguas se pueda mantener dentro del respeto y argumentación democrática. Por otra parte, desde otros sectores se han considerado un ataque a la lengua y en Cataluña cualquier propuesta de modificación del modelo lingüístico de la escuela catalana y se ha menospreciado a sus promotores. Una sociedad democrática debe ser capaz de discutir sobre temas tan sensibles como la lengua sin descalificar a los que piensan diferente. Debemos ser capaces de despolitizar el debate sobre la lengua y mantenerlo fuera del combate electoral.
Si defendemos la idea de un solo pueblo, de un país donde todo el mundo se siente acogido y de una sociedad que invita a los recién llegados a la lengua y cultura propias, e incorpora y valora las lenguas y culturas de fuera, debemos repensar el modelo de escuela
En conclusión, si defendemos la idea de un solo pueblo, de un país donde todo el mundo se siente acogido y de una sociedad que invita a los recién llegados a la lengua y cultura propias, e incorpora y valora las lenguas y culturas que vienen de fuera, debemos repensar el modelo de escuela. Vamos cada vez hacia sociedades más complejas y diversas. Aceptar y promover esta diversidad y demostrar que valoramos todas las lenguas es una forma de defender también el catalán y promover una sociedad inclusiva y cohesionada. Hacer que todo el mundo domine el catalán contribuye a la cohesión social, pero hacer que más alumnos y familias se sientan reconocidas en la escuela y la sientan como suya también fomenta esta cohesión social.
El sistema educativo catalán, a pesar de sus logros y aciertos, tiene todavía grandes retos pendientes: desigualdad, segregación, doble red educativa, fracaso escolar de ciertos colectivos y la necesidad de responder a una sociedad y un mundo con cambios cada vez más acelerados . Necesitamos un amplio acuerdo sobre el modelo lingüístico que refuerce todas las lenguas y que nos permita dedicar esfuerzos y energías a transformar el sistema hacia un modelo mucho más equitativo.
Como sociedad tenemos enormes retos por delante. Desigualdades crecientes, crisis climática, aumento de la extrema derecha, crisis de legitimidad de la democracia y ahora también una guerra que vemos como inimaginable. Es necesario que reforcemos y ampliamos consensos en lo que nos une para poder afrontar con más fuerza estos retos y encontrar energía para recuperar la esperanza en un mundo mejor.