El pasado 22 de abril de 2022, la Asociación de Autoras y Autores Profesionales de Cómic (APCómic) publicaba un comunicado de apoyo a las inquietudes de creadores/as de cómic para una distribución más equitativa del cobro por libros editados, inquietudes expresadas en diferentes redes sociales, certámenes y entrevistas en medios de comunicación, sobre la posibilidad de un cobro más equitativo de los porcentajes de PVP (Precio de Venta al Público) y adelantos de los mismos que se cobran por derechos de autoría de los libros editados, estimados en la actualidad entre el 7 y el 10%.
La Asociación instaba a abrir “una reflexión serena por parte de todos los actores del medio en España”, en lo que ha constituido una de sus primeras acciones desde que a principios de 2022 tramitara su registro después de una asamblea fundacional organizada el año anterior. De forma simplificada y aproximada, los porcentajes de ingreso se reparten de la siguiente manera: un 10% a los autores, un 15% para el editor, un 15% para la producción y el 60% restante entre el distribuidor y el punto de venta.
Pero la clave no está en los porcentajes (aunque sea fundamental), ni siquiera en el precio de venta (que se supone que está especialmente relacionado con los costes de producción y distribución y con la curva de elasticidad de la demanda), sino en el valor absoluto que supone en términos económicos, es decir, en la tirada de la edición y en la venta de ejemplares en el mercado. Teniendo en cuenta que la tirada habitual del sector oscila entre 500 y 1500 ejemplares (salvo excepciones en determinadas obras y autores), el resultado es que la retribución del autor no se corresponde con el Salario Mínimo Interprofesional (que el pasado 22 de febrero de 2022 el Gobierno de España elevó a 1000 € brutos mensuales en catorce pagas), si tenemos en cuenta las horas de dedicación necesarias en realizar la obra, que puede ser de jornadas completas de trabajo durante meses para el dibujante, por ejemplo.
Pero, ¿por qué el resto de agentes están cómodos con los porcentajes y los autores no? Pues básicamente por el modelo de negocio de cada uno, mientras que todos los agentes tendrán un plan de empresa para controlar sus gastos y sus ingresos y estimar un beneficio asociado a la actividad empresarial, el autor es, en la mayoría de los casos, un autónomo que tiene todas las ventajas e inconvenientes del perfil. Es decir, el autónomo (como todos los autónomos), soluciona el hecho de que la remuneración sea reducida a base de dedicar más horas con menos ingreso, lo que contribuye a la necesidad de tener otras actividades lucrativas que le permita un sueldo digno al autor o, en ocasiones, tener el amparo de la familia para financiarse y, siempre, con la precariedad actuando continuamente como una espada de Damocles, que puede condicionar en las decisiones adoptadas y en la renuncia a principios, teniendo en cuenta que aparece una componente emocional y de estrategia publicitaria personal por el hecho de querer o necesitar tener publicada la obra artística.
Las iniciativas de algunos autores para obtener una financiación popular a través del micromecenazgo, asegurando un número mínimo de ejemplares vendidos y eliminando intermediarios en el proceso de venta, ha resultado ser un espejismo, con algunos éxitos notables y numerosos fracasos, un modelo que no tiene capacidad de transformación del sector por las características intrínsecas de este modelo de negocio. Y, también, por obviar el papel fundamental en el proceso de comercialización de los editores, de los distribuidores y de los puntos de venta.
La reivindicación lícita de los autores a aumentar los porcentajes es muy loable, pero en valor absoluto no mejorará la remuneración actual y, además, el resto de agentes deberán bajar sus porcentajes en un momento coyuntural económico complicado para todos. Entonces, ¿desde un punto de vista sistémico, cuál es la solución? El Dr. Eliyahu M. Goldratt postuló en su conocida Teoría de las Limitaciones que una cadena operativa es tan fuerte como su eslabón más débil. La cadena, vista como un conjunto, no soportará más tensión que la que pueda soportar su eslabón más débil, por lo que no tiene sentido someter al sistema a más tensión del que éste puede soportar. Y es evidente que, en el sector del cómic, el eslabón más débil es el del autor y, es evidente, que si este eslabón se rompe, se rompe toda la cadena… o no exactamente.
Aproximadamente en España se editan alrededor de 3700 cómics al año, una gran mayoría corresponden a ediciones de obras producidas en otros países, como superhéroes (Estados Unidos), cómic europeo (mercado franco-belga) o mangas (Japón). En el informe de Tebeosfera sobre la industria de la historieta en España en 2019 (antes de la pandemia) se estimaba que la producción nacional de nuevas obras apenas llegaba al 15% del total del número de títulos editados, y eso incluyendo primeras y segundas ediciones. Esto indica que las ventas están formadas mayoritariamente por material traducido o reeditado.
Incluso es conocido que una gran parte de los autores trabaja para esos mercados internacionales (exportamos talento), provocando una curiosa paradoja que, en ocasiones, ha provocado debates interesantes por el hecho de otorgar un premio nacional a lo que en realidad es un producto importado, producto de la complejidad del tema y la poca definición de los límites de lo que se premia y por qué (¿se imaginan una obra escrita por un autor español y dibujada por un dibujante extranjero?). Desde un punto de vista del análisis sectorial de Michael Porter, podríamos decir que los autores son unos agentes con poca capacidad de negociación en este contexto, teniendo en cuenta que la atomización de los mismos siempre ha ido en contra de sus intereses.
Ante este escenario, ¿cuál es la solución para el sector del cómic en España? Si tenemos en cuenta que estamos en un contexto de crisis económica provocado por varios factores que provoca escasez de papel, inflación de precios y una posible bajada de las ventas, estamos en este momento en la tormenta perfecta, con una gran proliferación de ventas de obras importadas. ¿Es lo que le interesa al país? Si la respuesta es que no, independientemente de las acciones que debería emprender el sector, en este artículo vamos a proponer tres soluciones sistémicas con una mentalidad keynesiana para comprender cómo desde la administración se puede contribuir a aumentar la lectura y las ventas de cómics.
En situaciones como las actuales, donde es evidente que el déficit comercial es elevado en lo que respecta a las obras editadas en España, se recomendaría realizar una evaluación comparativa de otros mercados que, aparentemente, son más competitivos que el nuestro. De un primer análisis me permito exponer a continuación una solución a modo de trípode con una concepción sistémica, es decir, qué si alguna de las patas del trípode es más corta, lo más normal es que el trípode no se sustente en pie. Las soluciones son las siguientes:
- Pata academicista. Es crucial la creación de una Academia de las Artes y Ciencias del Cómic que reconozca la contribución del sector a la cultura popular, con proyectos que preserven y recuperen la memoria histórica del sector, impulsando, a la vez, la divulgación de los autores y las obras y estimulando el análisis sobre el futuro del cómic, a modo de cómo se realiza ya en otras disciplinas artísticas.
No se puede dejar en manos de los gremios aquellas acciones propias de las academias a nivel histórico, con un especial énfasis en aquellos aspectos asociados a la dignificación de la profesión, la representación del sector ante la administración y la sociedad, así como la protección de sus propios intereses en cualquier ámbito social que se tercie, promoviendo el talento emergente, el reconocimiento a las mejoras obras y autores y el soporte a los profesionales más desfavorecidos.
- Pata de la promoción. La promoción de la lectura, en general, y de los cómics, en particular, es una necesidad acuciante en nuestra sociedad. Las acciones de compra de las bibliotecas públicas y de las bibliotecas de las escuelas, institutos y universidades son fundamentales, y los porcentajes del número de ejemplares de cómics actualmente son ínfimos en comparación a otros países.
Las escuelas tienen un papel clave en la promoción de la lectura y para ello es importante la capacitación del profesorado y el desarrollo de herramientas pedagógicas que permita el uso del cómic como lectura y recurso en las clases. Pero con ello ganamos a los lectores del futuro, es importante, también, recuperar o atrapar a los adultos que no consumen este tipo de lecturas, entender las barreras de entrada y bajarlas cuando no hacerlas desaparecer por completo. No existe un libro blanco del sector desde hace años.
- Pata de la divulgación. Precisamente, para asegurar aumentar el número de lectores es fundamental dignificar, profesionalizar y potenciar la divulgación de las obras y autores. El cómic es continuamente invisibilizado en las listas de los más vendidos del año, en los programas contenedor o en las secciones de cultura de los diferentes medios, salvo contadas excepciones.
Hay un excesivo abuso de noticias sesgadas, oportunistas (premios y reconocimientos) y confusas (la noticia son las personas que asisten disfrazadas al evento, como si la noticia de un partido de fútbol fuera exclusivamente los que van disfrazados de los colores de su equipo).
Los premios contribuyen a la divulgación, pero es evidentemente que necesitamos prestigiarlos (el salón que más prestigio tenía en ese sentido ellos solos se han encargado a lo largo de los últimos años de devaluarlos), y que necesitamos que el número de premios sean más próximos a la realidad de la profesión y más numerosos para reconocer el trabajo de los profesionales y para facilitar la promoción para cada segmento del mercado teniendo en cuenta el público generalista. Y, probablemente, necesitamos unos jurados más técnicos del sector y menos políticos, reconociendo que algunos representantes de colectivos en realidad contribuyen al sesgo en las decisiones.
Las tres patas del trípode son fundamentales para asegurar la estabilidad de las soluciones y la consecución de los objetivos. Que una biblioteca compre algunos números sueltos de una colección de manga no solo no ayuda a la lectura, sino que contribuye a un modelo creativo que perpetúa la situación actual. Que los periodistas se burlen de ti en una entrevista cuando te reconoces como lector de cómic en realidad solo demuestra su propia ignorancia. Cuando un programa de radio presenta las novedades de cine, literatura o música en sus programas matinales pero no las de cómic, está contribuyendo a silenciar una parte de la cultura del país… Y de su industria.
Nota: Todas las portadas del artículo corresponden a las obras nominadas en los premios de la 40 edición del Cómic Barcelona 2022, a excepción de los libros del divulgador Antonio Martín, Gran Premio de la edición anterior.







