Mi hija mayor, que está terminando 1º de ESO, me cuenta que, en su clase, las personas que están más aisladas del grupo son las que no responden al canon estético. A los 13 años ya puede ponerse nombre a la presión para ajustarse a un determinado comportamiento. Es lo que ve y vive el alumnado en los medios, las redes sociales, la calle o las relaciones personales, familiares y comunitarias, y esta presión también se produce en el ámbito educativo, en tanto que es un reflejo de nuestra sociedad.
En la escuela no pasa menos ni más de lo que ocurre fuera y, a pesar de los esfuerzos de la comunidad educativa por trabajar desde un modelo coeducativo, sigue siendo uno de los espacios en los que niños y adolescentes aprenden las normas no escritas de validación o exclusión de los cuerpos por la mirada machista, racista y clasista que todavía es hegemónica en nuestra sociedad.
En los años más decisivos para la configuración de su personalidad, niñas y adolescentes idealizarán un cuerpo que no existe: blanco, delgado, joven, con cabello liso, depilado, sin estrías, ni canas, ni manchas, ni ningún tipo de discapacidad . Y, a medida que pasen los años, destinará cada vez más dinero y esfuerzo a tener ese cuerpo ideal.
La escuela sigue siendo uno de los espacios en los que se aprenden las normas no escritas de validación o exclusión de los cuerpos por la mirada machista, racista y clasista que todavía es hegemónica en la sociedad
El pasado 8 de marzo, el Govern aprobó el Plan de acción para combatir la presión estética que, recogiendo las actuaciones realizadas hasta ahora para combatirla, crea una política pública específica, coordinada, transversal y basada en la promoción de la igualdad efectiva de mujeres y hombres dirigida a luchar contra los estereotipos de género y la discriminación por apariencia física.
El plan quiere dar una respuesta política a la violencia de los cánones estéticos que producen y perpetúan los estereotipos y discriminaciones de género, raciales y capacitistas, incrementar la conciencia social sobre el impacto de la presión estética y definir medidas de promoción y prevención, de regulación, sanción, acompañamiento y reparación.
Dado que la lucha contra la presión estética debe llevarse a cabo allí donde se produce (es decir, en los medios, las redes sociales, la calle o las instituciones) la escuela y el conjunto de la comunidad educativa también tienen un papel relevante.
Por eso, desde el Instituto Catalán de las Mujeres, organismo de la Consejería de Igualdad y Feminismos responsable de la definición de las líneas básicas y las acciones del Plan, animamos a toda la comunidad educativa a contribuir con su conocimiento y la su experiencia en el proceso participativo que se iniciará con el nuevo curso escolar para erradicar la presión estética en toda la sociedad, también en la escuela, y que deseamos que contribuya a acercarnos un paso más a la #NormalidadFeminista.
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