En 2015, Barcelona se convertía junto con Ripollet en la primera ciudad del Estado en tener una concejalía dedicada a las políticas y derechos LGBTI. Era toda una declaración de intenciones en la ciudad que vio nacer los primeros movimientos de liberación LGBTI en los años 70. Históricamente, nuestra ciudad siempre se ha sentido orgullosa y se ha hecho propia la subversión, el libre disfrute de la sexualidad y la celebración de la diversidad. Nuestras plazas han visto nacer cientos de colectivos, organizaciones e iniciativas LGBTI. Ser la ciudad de la mani del 77, del Barrio Chino, de Ocaña y Flor de Otoño, de Ca la dona y de la Guerrilla Travolaka no puede ser más que un orgullo democrático. Por eso las expectativas eran elevadas.

Durante los últimos años, Barcelona ha logrado algo muy difícil: erigirse como ciudad referente en diversidad sexual y de género del Estado, y hacerlo sin caer en discursos fáciles y políticas meramente simbólicas. Mientras en Madrid se abandonaba la promoción de los derechos LGBTI de la etapa Carmena, Barcelona no ha dejado de impulsar políticas pioneras. La apertura del Centro LGTBI en el barrio de Sant Antoni es sólo la punta del iceberg, la respuesta a una demanda histórica de buena parte de los colectivos. Pero más allá de esta política, si echamos un vistazo a la obra de gobierno de las comunes en Barcelona encontraremos una explicación de por qué ganar derechos LGBTI es ganar derechos para todos.

A la atención que ofrece el Centro LGTBI y la Oficina para la No Discriminación es necesario sumar toda una serie de medidas destinadas a favorecer la integración y la dignidad de las personas LGBTI que peor lo tienen. Ante el famoso 85% de tasa de paro entre personas trans , Barcelona responde con TransOcupació, un programa de inserción sociolaboral para personas trans que funciona con gran éxito.. Ante la violencia LGBTI-fóbica , Barcelona responde con políticas transformadoras como el centro de masculinidades Plural y la apuesta por las Escuelas por la igualdad y la diversidad, un programa que ofrece asesoramiento y acompañamiento a escuelas de la ciudad para promover la educación en valores de igualdad y no discriminación.

Pero tenemos claro que la opción más revolucionaria a largo plazo, como decía Montserrat Roig, es la cultura. Y la apertura del Centro LGTBI en Sant Antoni y la programación por parte del empresariado LGBTI de Pride Barcelona delimitaba el acceso al grueso de la programación cultural LGBTI de la ciudad a varios barrios céntricos de la ciudad. Este año, Barcelona ha dado un paso muy valiente en dos direcciones. Por un lado, recuperar iniciativa y apostar por un modelo de orgullo público y plural. Por otro, llevar la cultura LGBTI hasta el último rincón de la ciudad. La campaña La Orgullosa ha traído la conmemoración del Orgullo a numerosos barrios de la ciudad, ofreciendo durante mes y medio una completísima programación de más de 100 conciertos, talleres, fiestas, monólogos y actuaciones. Y lo ha hecho, además, apostando por decenas de artistas LGBTI de la ciudad, a los que les ha ofrecido un altavoz. En un momento de avance de la extrema derecha, Barcelona ha enviado un mensaje poderoso a todos sus vecinos: Barcelona es la Orgullosa, la ciudad que ofrece a todos sus barrios cultura y derechos LGBTI, es decir, cultura y derechos para todos.

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