Echemos un vistazo a una literatura poco conocida entre nosotros. Se nos presenta esta novela como un thriller y no lo es. Si alguien pensaba que había un nuevo filón asiático similar al filón escandinavo de Europa, se equivoca. De novela negra oriental similar a la occidental la hay desde siempre. Lean, por ejemplo, El expreso de Tokio, de Seicho Matsumoto (1958, Libros del Asteroide, 2014).
Los planificadores es mucho más que un thriller, es una novela casi descriptiva de la realidad del mundo del crimen por encargo en Corea del Sur y su relación con el mundo de la política. No existe, pues, ninguna trama relacionada con un asesinato, con una investigación, etc. cosa que la hace mucho más interesante y atractiva: Nos explica, de forma personalizada, pero al mismo tiempo distanciada, el funcionamiento de una industria en concreto. La del asesinato, al igual que habría podido explicarnos las interioridades (sucias) de la industria de los fabricantes de ordenadores. Y eso, atrapa. Por la misma razón -y salvando las distancias, te atrapa El padrino, (el libro). Con una diferencia básica con la magnífica novela de Mario Puzo: Dado que el concepto de la vida y de la muerte ya la vez de la relación individual con la sociedad apenas tiene que ver entre oriente y occidente, Los planificadores es toda una otra introducción a la cultura oriental desde otro punto de vista. En ambas novelas, los asesinos son implacables. En la primera está la hipocresía imprescindible para justificar el funcionamiento de la mafia en el silencio y la importancia de la familia.
Un asesino de base mafioso italoamericano mata sin preguntas pero sabe que lo hace por la familia. En Corea del Sur, si bien la importancia del silencio es la misma, nos encontramos con la asimilación del crimen organizado a un hecho meramente industrial ya la presencia de unos “operarios”, con varios códigos de comportamiento, pero básicamente considerados como una tipo de asalariado de una empresa subcontratada. Esto, sin duda, puede crear en el lector occidental cierta angustia. Aquí, el autor nos lleva a acompañar al joven Reseng, asesino formado en una escuela solvente, la del Viejo Oso Lavadero. El determinismo, tan oriental, hace que haya un fuerte distanciamiento a la hora de contar su historia y que ejecución de los asesinatos que otros planifican (y que implican la desaparición física del cuerpo para simplificar el proceso) te llegue de forma tan fría y profesional como la vive el propio protagonista.
Así, gracias a Los planificadores, sabemos que en Corea del Sur la industria del crimen funciona a toda máquina, que tiene como clientes a todo tipo de personajes del panorama social (políticos, grandes empresarios, etc.), que hay unos planificadores que se disputan el espacio del negocio y que los asesinos, como los antiguos gladiadores, también tienen asegurada casi la muerte, después de años de dedicación pulcra y eficiente en su oficio.
La novela nos sitúa en un momento de la vida de este ejecutor en el que nos damos cuenta -y él, también, pero poco a poco- que finalmente, resulta ser un eslabón defectuoso de la cadena. No es tan duro como parece. La pérdida de referentes y de personas cercanas le impacta más de lo que se pensaba. Y decide cuestionarse su vida y, lo que es más peligroso, actuar por su cuenta. Y aquí comienza el problema, por supuesto. Los planificadores, que tiene una escena inicial de altos vuelos, muy definitorio, es una buena novela que interesará tanto a los amantes del género negro como al público en general. Su autor, Un-su Kim (Busan, 1972) es un autor conocido en Corea del Sur, galardonado con varios premios, y con esta novela se introduce en el mercado occidental. es una buena novela que interesará tanto a los amantes del género negro como al público en general. Su autor, Un-su Kim (Busan, 1972) es un autor conocido en Corea del Sur, galardonado con varios premios, y con esta novela se introduce en el mercado occidental. es una buena novela que interesará tanto a los amantes del género negro como al público en general. Su autor, Un-su Kim (Busan, 1972) es un autor conocido en Corea del Sur, galardonado con varios premios, y con esta novela se introduce en el mercado occidental.


