El Casal dels Infants es un referente de la acción social en favor de los más jóvenes en el barrio del Raval. De su nacimiento y primeros pasos, entre los años 1978 y 1983, ha dejado constancia el educador Enric Canet en el libro “El cel té pigues!” (“¡El cielo tiene pecas!”)(Pol·len edicions). Cuarenta años después, ese casal que puso en marcha un pequeño grupo de personas en el Raval barcelonés dispone de un equipo de más de 1.200, de las cuales cerca de 900 son voluntarias y unas 330 trabajan contratadas. Ha acompañado en estos años a más de 40.000 niños, jóvenes y sus familias y, además del Raval, también trabaja en el barrio de Besós-La Mina, Badalona, ​​Santa Coloma de Gramanet, Salt e incluso en Marruecos. Canet, que se incorporó en 1992, es ahora su director de Relaciones Ciudadanas.

Ha profundizado en los inicios del Casal dels Infants del Raval. ¿Por qué se decidió a reconstruir sus orígenes?

Comenté con el profesor Joan Subirats que el Casal del Raval no tenía ningún estudio en profundidad de lo que ha sido y me sugirió hacer una tesis doctoral que le diera rigor. Había cosas que no me cuadraban con la historia del Casal. Ignasi Carreras me decía que había sido uno de los fundadores. Vicky Fumadó también decía que había estado en el Casal. Pero eso era en 1978 y no me cuadraba porque todos pensábamos que había nacido en 1983. Conecté, por azar, con Xavier Sunyol, que fue uno de los autores del libro clásico “El Raval, un barrio servidor de la ciudad” y me contó una historia de la que nosotros no teníamos ni idea. Creíamos que el Casal había nacido en 1983 de la mano de tres personas que querían hacer un casal para niños, con acompañamiento escolar por la mañana, comedor al mediodía y por la tarde ludoteca y merienda. Sunyol me dijo que no fue así. Que empezó con una asociación de vecinos donde estaba Pitu Cunillera, que en 1975 hizo un centro de recreo en la calle Sant Pacià. Cunillera no veía claro el centro de recreo y quería hacer un Casal, quería sacar a los chicos de la calle. Decía que los chavales se pasaban la vida en la calle, que jugaban pero no hacían nada más. Quería que tuvieran un oficio, porque él, que era zapatero, estaba convencido de que si lo tuviesen harían algo en la vida. Encontraron un local, una antigua carpintería expropiada por el ayuntamiento. Cayeron en gracia a Joan Antoni Solans, delegado de Urbanismo del ayuntamiento y mano derecha del alcalde Socias Humbert. Hicieron una performance en la calle contra el ayuntamiento con Els Comediants entrando por la ventana en el local. Socias se lo cedió a la asociación de vecinos con tal de que realizaran alguna actividad, con gente mayor, niños o lo que fuera. Una amiga de Cunillera conocía a gente del grupo de Ignasi Carreras, jóvenes de la parte alta de la ciudad, que quería hacer cosas ‘para cambiar el mundo’ y que no dependieran directamente de la iglesia. Eran universitarios sin conocimientos de educación que no sé si sabían dónde estaba el Raval pero Cunillera les convenció y, en abril-mayo de 1978, montan lo que llamaron Casal d’Infants del Districte Cinquè. El nombre se lo puso él. Quería una casa para los niños. Empezaron las actividades en octubre. Era gente que acababa carreras universitarias, se iba a la mili y fueron abandonando pero realizaron actividades todas las tardes, sábados por la mañana, casals de verano y colonias durante cinco años. Los comienzos fueron complicados pero las primeras colonias que hicieron en Sant Boi de Lluçanès fueron muy bien y eso hizo el cambio. Ese verano lo cambió todo.

Decía que los chavales se pasaban la vida en la calle, que jugaban pero no hacían nada más

¿Y porque todo el mundo creía que el Casal dels Infants nació en 1983?

Hubo una ruptura. Habían empezado bajo el paraguas de una asociación de vecinos e iban a salto de mata, sin base jurídica. El ayuntamiento contactó con el casal e impulsó un proyecto conjunto. Tenía claro que un casal de este tipo que trabajaba con chavales en situación de riesgo social, debían llevarlo trabajadores sociales. Contrató a cinco asalariados y uno de los contratados, Joan Duch, provocó la ruptura. Hasta entonces todo era muy asambleario, con reuniones interminables, y Joan Duch y Xavier Tamarit, con el apoyo de Xavier Sunyol y Pitu Cunillera, deciden crear una asociación jurídica, en enero de 1983, con el nombre de Casal dels Infants del Raval. Joan Duch es su director. Por eso, creíamos que nació entonces, pero fue cinco años antes. Los demás siguieron haciendo actividades un tiempo pero al final lo dejaron.

Existe interacción entre culturas y ningún problema | Pol Rius

¿Cuándo y cómo llega usted al Casal?

En 1992. El Casal tenía ya dos locales. El ayuntamiento y la Generalitat, en aquellos años, se encontraban en el Raval con una situación social explosiva y dieron subvenciones a las entidades que trabajaban allí. Yo fui a parar al Casal porque conocía a Joan Duch. Él y yo nos habíamos conocido en el mundo del esplai. Yo había estado en el Servei de Colònies de Vacances, donde habíamos coincidido, y el azar hizo que lo volviera a encontrar en 1992. Yo quería dejar a los escolapios. Estaba cansado de la forma de actuar de su cúpula y me fui al Casal dels Infants.

¿Por qué le gusta tanto la expresión de un niño del Raval que se pregunta si “el cielo tiene pecas” para ponerle este título al libro?

En las primeras colonias, ven que se puede hacer algo más que ir un rato por las tardes. Consiguieron sacar a los chavales de su entorno y tenerlos quince días de colonias y esto generó una complicidad muy importante entre ellos y los monitores. Esta frase me la recuerdan varios testigos, unos en voz de una niña, Rosita, y otros de un niño, Angelito. En el fondo, es el símbolo de un mito fundacional. El hecho de que los niños levantaran los ojos era el símbolo de las colonias. Habían salido de ese mundo y veían el mundo de un modo diferente. Desde las calles estrechas del Raval no se veían las estrellas del cielo. Todo era oscuro. Ni se miraba hacia arriba. Esta frase confirma que es posible que transformemos la vida de estos niños, es posible que hagamos algo diferente.

Consiguieron sacar a los chavales de su entorno y tenerlos quince días de colonias y esto generó una complicidad muy importante entre ellos y los monitores

Lleva treinta años en el Casal dels Infants. ¿Qué balance personal hace?

El barrio ha cambiado mundo. Yo todavía viví ese barrio donde las calles eran estrechas, prácticamente no se habían hecho remodelaciones, se había hecho la de la calle Ferlandina, se empezaba a hacer la del MACBA,… todavía era una población de inmigración andaluza, extremeña, española, con muchas problemáticas, chavales como muy dejados de la mano de Dios. Decía Vázquez Montalbán que era un barrio de fracasados, porque los que podían salían de él. Los que se quedaban eran los más tirados. El Raval era un barrio trampolín, siempre lo ha sido. Hay cierta gentrificación del barrio, gente de clase alta que va ocupando no bloques pero sí espacios determinados. Al mismo tiempo hay muchos desahucios. Los chavales que han ido quedando son los que no han podido salir adelante. La mayor parte de los que tuve en los primeros años ya no viven en el barrio, ni ellos ni sus familias. Cuando me incorporé al Casal en 1992, empezaban a llegar marroquíes. En 1995, la mitad de los chavales de las escuelas y del Casal eran marroquíes. De esos marroquíes que llegaron alguno ha terminado en prisión o ha muerto pero muchos de ellos han acabado saliendo adelante.

“El barrio ha cambiado mundo. Yo todavía viví ese barrio donde las calles eran estrechas” | Pol Rius

En su balance personal, ¿hay más éxitos o fracasos?

Éxitos. Eran carne de cañón de fracaso. Cuando podías sacar alguno de ese fracaso ya era un éxito. Es muy difícil calcular el impacto del Casal en el barrio del Raval. No puedes aislar lo que hacía el Casal de lo que hacían los servicios sociales y otras entidades. Las cosas fueron cambiando. Las poblaciones que vinieron, marroquíes primero, solían ser familias bastante estructuradas. Con el boom inmobiliario tenían trabajo. Los padres tenían DNI español.

Primero marroquíes, después filipinos, paquistaníes, ahora de Bangladesh… ¿Somos una sociedad racista con los que vienen de fuera o no?

A mí, los que me sobran son los turistas. Racistas siempre lo somos. El racismo es de esas cosas que tienes que trabajar cada día y no caer en él. Es fácil etiquetar a alguien. El barrio del Raval siempre ha vivido la estigmatización del racismo. A las escuelas van todos, son universales. Hay muchos chavales “catalanes” que se van a otras escuelas. La diversidad es tan inmensa que estás habituado a convivir con gente de otros países. Y en el Casal, igual.

A mí, los que me sobran son los turistas

¿Entre la gente procedente de países diferentes hay también racismo?

También trabajamos contra esto pero miras a los grupos de jóvenes del Raval, donde hay una gran mezcla, y no ves ningún tipo de racismo. Existe interacción entre culturas y ningún problema. Algo muy importante que debe hacerse y que considero que no se hace suficiente es tratar de no caer en la asimilación francesa. Las tradiciones culturales deben vivirse en la escuela. El chaval que viene de Bangladesh y llega a una escuela debe saber que su bagaje es importante; lo que él sabe, lo que saben su madre y su padre es importante y debe compartirse. Los cuentos, las tradiciones, las relaciones, las formas de hacer… no son algo ajeno sino que son importantes también en la escuela. Pienso que es importante mantener el catalán como lengua vehicular para entendernos todos, a ser posible el catalán y no el castellano. Es difícil porque entre ellos hablan español. El chaval marroquí debe saber que lo que él sabe es importante y que si hace el Ramadán debe respetarse y es interesante. Es bueno que la madre paquistaní vaya un día a la escuela y cuente un cuento y sus tradiciones.

Existe interacción entre culturas y ningún problema | Pol Rius

¿La semilla de ese racismo que no nos quitamos de encima está en las diferencias culturales o religiosas, la forma de vestir de las mujeres, la asociación entre inmigrantes y delincuencia?

Son excusas baratas. Vox nunca se ha metido con cómo van vestidas las monjas. En el barrio hay monjas que aún van disfrazadas. Es un tema de miedos, de miedo a lo extraño. La gente es verdad que se ancla a sus valores culturales y si les presionas mucho, aún más. Por eso nos ha pasado últimamente que han vuelto a cosas que antes no hacían. Conozco a muchas chicas que no llevaban el velo y, de repente, se lo han puesto. ¿Por qué? Porque se han sentido atacadas. Los musulmanes se sienten atacados. No sólo aquí. Los estamos atacando en Israel, los atacamos en Bosnia y los atacamos constantemente porque les consideramos los culpables de todo. En 2017, cuando se produjo el atentado, ni los musulmanes, ni los marroquíes de aquí consideraban de los suyos a los que los cometieron, ni el resto de la gente los consideraba culpables porque los autores del atentado fuesen marroquíes. No se sintieron diferentes. Si a esta gente les das trabajo, vivienda digna y posibilidad educativa de salir adelante… como me decía una chica que lleva velo: “claro que quiero ser de aquí”. No hay que darle tanta importancia al velo. También llevan percings o van todos tatuados. Es un tema que deben decidir ellas. No estoy de acuerdo con Nahat el Hachmi cuando dice que debe quitarse el velo totalmente. Al igual que con la prostitución. Unos están a favor de que la prostitución siga y otros no. Dejemos que decidan ellas.

Los musulmanes se sienten atacados. No sólo aquí. Los estamos atacando en Israel, los atacamos en Bosnia y los atacamos constantemente porque les consideramos los culpables de todo

En este proceso, ¿en qué punto nos encontramos? Avanzamos, retrocedemos, ¿estamos donde siempre?

Van generando miedo. Cuando ya acababa el tema de la guerra en Ucrania, ahora se les ocurre que en octubre habrá crisis. Y la harán. Los fondos buitres la generarán. Y genera aquello de que “les dan más que a nosotros” una vez más.

¿No es optimista, pues?

Creo que debe lucharse día a día, día a día, contra los demás y contra nosotros mismos. Como decía Xirinacs, “como débiles debemos luchar contra los fuertes y luchar contra nosotros mismos cuando seamos fuertes”.

El Raval es un gueto, ¿cómo dicen algunos?

No. Ha dejado de ser un gueto. Como dice Joan Subirats, el gueto es Sarrià y Pedralbes. Allí sí que todos son totalmente uniformes. Vas por Sarrià y ves chicos guapas y chicos bien plantados. Todos tienen lo mismo, piensan lo mismo y se relacionan entre ellos.

El Casal dels Infants ha abierto locales en otras ciudades. Se ha exportado el modelo

Empezamos en el Raval. También estamos en Sant Adrià (La Mina), Santa Coloma, Badalona, ​​Salt y en Tánger, en Marruecos.

Enric Canet y Sicu Baiges | Pol Rius

¿Que crezca el Casal significa que fracasa la administración pública al atender a los niños en situación de riesgo?

No. Justo cuando la crisis de 2007 se hizo una apuesta por llevar el modelo del Casal dels Infants a otros barrios. Cada barrio tiene su talante y hay uno común que es el del Raval que los impregna a todos. ¿Qué significa un talante común? Hacer red con otras entidades, estar abierto al barrio e intentar transformarlo. La línea del Casal es trabajar con los niños, los jóvenes y las familias, pero fundamentalmente lo que tenemos que hacer es transformar el barrio.

Se oye hablar menos últimamente de los “menas”, una expresión que no gusta a quienes trabajan en el sector social. ¿Hay menos problemas ahora con los menores no acompañados que llegan a nuestro país?

Han bajado mucho las llegadas y después hay otra cosa importante, a estos chavales les dan permiso de residencia y de trabajo. Ahora, a los 18 años pueden encontrar trabajo sin necesidad de estar tres años en el país además de esperar una oferta de trabajo específica para ellos. Esto era complicadísimo y ahora no.

¿Se ha notado esta nueva normativa?

Sí, sí, más gente encuentra trabajo. Buscan jóvenes para trabajar y les ayuda tener el aval del Casal.

El Casal dels Infants ha obtenido muchos premios: Cruz de Sant Jordi, Medalla de Honor de Barcelona… Fuese quien fuese quien lo puso en marcha, ha hecho y hace un buen trabajo

Un trabajo muy bonito. Lo importante es ver que no es necesaria ninguna institución para poner en marcha iniciativas como esta sino que simplemente hace falta que la gente se una, la ciudadanía de dentro y fuera del barrio, para mejorarlo. Sin adscripción política, eso sí.

Share.

1 comentari

  1. Dice ” En el barrio hay monjas que aún van disfrazadas” ” No hay que darle tanta importancia al velo. También llevan percings o van todos tatuados. Es un tema que deben decidir ellas”
    La diferencia es que una monja se pone su habito de forma voluntaria por decisión propia, en cambio muchas chicas no pueden decidir sino que son obligadas a llevarlo, ese es el problema.
    Dice “El chaval marroquí debe saber que lo que él sabe es importante y que si hace el Ramadán debe respetarse y es interesante”. Mas adelante dice ” En el barrio hay monjas que aún van disfrazadas”.
    Asi que hay que el ramadan, velo etc son simbolos religiosos que deben respetarse, al mismo tiempo que se refiere al habito de una monja como “disfraz”…. en fin
    Dice “El racismo es de esas cosas que tienes que trabajar cada día y no caer en él. Es fácil etiquetar a alguien. El barrio del Raval siempre ha vivido la estigmatización del racismo.”miras a los grupos de jóvenes del Raval, donde hay una gran mezcla, y no ves ningún tipo de racismo. Existe interacción entre culturas y ningún problema” En otro momento dice “los que me sobran son los turistas” “Vas por Sarrià y ves chicos guapas y chicos bien plantados. Todos tienen lo mismo, piensan lo mismo y se relacionan entre ellos.”
    Claro, nosotros somos muy racistas y cerrados, mientras que los musulmanes etc no son nada racistas, es gente muy abierta y tolerante a otras culturas y tradiciones…. hahahaahaaa a quien quiere engañar! sus culturas son super intolerantes y racistas. Cualquiera que haya viajado a paises musulmanes lo sabe. Es increibe como suelta insensateces y se contradice constantemente. Queda clara su fobia al castellano y todo lo relacionado con la religion cristiana, y todo lo que no sea de corte izquierdista e independentista…
    Si yo digo “los que me sobran son los moros” “vas por el raval y ves gente de rasgos arabes, todos a lo mismo, piensan lo mismo y solo se relacionan entre ellos” , ese tipo diria que soy un racista, fascista que estigmatizo… y lo que he hecho es decir lo mismo que el cambiando una gente por otra….
    Muy actual este tipo de gente multicultural y antifascista, que al mismo tiempo apoyan y tienen actitudes fascistas y totalitarias….
    (seguramente ni sera publicado mi comentario por tener criterio propio)

Leave A Reply