La guerra es una maldita forma que tenemos los humanos para resolver los conflictos, guerra que unos pocos organizan y muchos sufren. Parecía que después de la traumática experiencia de la guerra contra los totalitarismos (nazi, fascista y nipón) del pasado siglo, se nos habían acabado las ganas para siempre. Más bien lo contrario: todo el resto del siglo XX y lo que llevamos de XXI ha estado lleno de guerras, la mayoría alejadas del cómodo estado de bienestar de Europa. Pero un nuevo estallido en los Balcanes (como ya había ocurrido en 1914) nos hizo ver que nada había cambiado. Y desde hace unos meses, la atípica guerra de Ucrania ha desatado de nuevo todos nuestros miedos.

La guerra ha coincidido en el tiempo con una crisis energética nunca vista hasta ahora (pero anunciada en 1956 porM. King Hubbert). Nos quieren hacer creer que todo es culpa de la guerra de Ucrania y que en cuanto acabe, las cosas volverán a ser como antes. ¡Mentira!. Ciertamente que Putin haya cerrado el grifo del gas empeora las cosas, y muy a corto plazo, pero la principal razón de la crisis energética no está en la guerra. ¿Dónde está entonces? Lo intentaré contar.

Estamos en una Tierra finita y cerrada; sólo recibe del exterior la energía solar que supera mucho las necesidades energéticas que nos hemos creado, base de nuestra civilización. Y dentro de algo finito, no hay nada infinito. En consecuencia, el petróleo es finito (y el gas también) y aunque se encuentren nuevos yacimientos (cada vez menos y más caros de explotar) llegará un momento en que la producción del petróleo a nivel mundial, hasta ahora en continuo crecimiento , empezará a bajar. Este punto de inflexión se llama “peak oil”. ¿Cuándo ocurrirá esto? Según la mayoría de los expertos, antes de 2030 (mañana mismo), aunque algunos dicen que ya tuvo lugar en 2020, con una producción diaria de 100 millones de barriles de petróleo y que ha empezado a disminuir.

Quienes creen en los milagros dirán que ya se encontrarán nuevos yacimientos. Aunque esto fuera cierto, no haría más que prolongar la agonía puesto que es evidente que el petróleo se acabará. Pero hay un segundo factor: con las prohibiciones anunciadas por los gobiernos que entre 2030 y 2050 dejarán de fabricarse coches con motor de combustión, las grandes compañías petroleras han perdido gran parte de su interés en seguir buscando petróleo; en EE.UU., las inversiones de las grandes compañías en la investigación de nuevos yacimientos ha disminuido más de un 60%. Esto no hace más que complicar la disponibilidad de petróleo pero ¿alguien de vosotros invertiría en una fábrica de molinillos de moler a mano cuando es tan sencillo tomar café de otras maneras?

El peak oil supone, entre otras muchas cosas, que la demanda supera a la oferta, no que se haya terminado definitivamente el petróleo. Y esta situación, que necesariamente provoca un encarecimiento según las leyes inexorables del mercado, no se debe a un crecimiento de la demanda sino a una falta de oferta. Cuando acabe la guerra de Ucrania (ojalá fuera hoy mismo), ¿por eso habrá más petróleo en el mercado? Evidentemente que no. Por tanto, seguiremos pagando la gasolina (y el gasóleo sobre todo que se obtiene de un petróleo cada vez más escano) a precios increíbles hace sólo un año. Con guerra o sin guerra, estamos abocados a una muerte energética, también anunciada.

Y ahora revisamos las opciones. El gas también vivirá su peak; parece que la producción argelina ha alcanzado su máximo. Algunos ponen sus esperanzas en hacer más centrales nucleares, que por ahora necesitan uranio dado que la fusión todavía está lejos de ser operativa. Pero el uranio también es escaso, no es infinito y resulta que Rusia es también uno de los principales suministradores, que podría cerrar también ese grifo. ¿Y las renovables? Pues aunque aprovechan una energía infinita y sin coste, como es el sol, necesitan materiales raros para la fabricación de los aparatos de generar energía, como litio, silicio, neodimio, tierras raras, etc. que aparte de tampoco ser infinitas están bajo la ley del mercado (por ejemplo, el litio ha multiplicado por cuatro su precio en origen en un año). La producción actual de litio en el mundo da para fabricar 8 millones de coches eléctricos, cuando cada año se producen 80 millones. Los optimistas dirán que ya encontraremos nuevos yacimientos o utilizaremos otros tipos de materiales. Soñar en el futuro permite incluso creer en milagros; el problema lo tenemos ahora, está presente. Y con futuribles no lo arreglamos.

Pienso que es mejor ser un sufridor informado que un soñador desinformado. Los datos son tozudos y en un mundo finito, todos los recursos no renovables tendrán su momento máximo de producción para empezar a disminuir gradualmente; es entonces cuando se produce la crisis, hoy de petróleo y gas y mañana posiblemente de cualquier elemento que por ahora es insustituible para generar energía renovable. es un apocalipsis anunciado, como lo fue hace casi setenta años el petróleo.

Que no os engañen: la guerra de Ucrania no es la causa de la crisis que vislumbra todavía, que la ha empeorado.

Share.
Leave A Reply