Las novedades de manga en España en el año 2021 superaron los 1000 ejemplares, sin contar nuevas ediciones, y teniendo en cuenta que algunos tomos tenían cientos de páginas, por no decir casi todos. Esta cifra era más de un 20% superior a los datos del 2019, antes de la pandemia, y parece que en el año 2022 se superará ampliamente, con una cuota de mercado estimada de alrededor del 60% de las ventas totales en el sector del còmic, con algunos títulos destacados entre los más vendidos en las listas de ficción, incluyendo libros de todo tipo. Además, el salón Manga Barcelona estrena nueva ubicación en el recinto de Fira Barcelona Gran Via del 8 al 12 de diciembre de 2022, después de agotar las entradas en las últimas ediciones, con más de 150.000 visitantes justo antes de la covid-19.

Los que tenemos una cierta edad tuvimos que ingeniárnosla para averiguar en los ochenta y noventa del pasado siglo qué era el «manga» y el «anime» que aparecía tímidamente en occidente, entendiendo que manga es un cómic realizado en Japón y un anime es una producción audiovisual animada producida en Japón. Y buscando información sobre aquellas obras, en aquel momento inéditas en castellano, descubrimos que existía un autor clave en Japón: el mangaka Osamu Tezuka (1928-1989).

David Heredia, traductor y divulgador, publica el libro Osamu Tezuka, el don de la imaginación (2022), un análisis exhaustivo y en profundidad de la vida y obra de Osamu Tezuka, conocido popularmente como «el dios del manga», en reconocimiento a su enorme contribución a la popularización del manga en Japón después de la segunda guerra mundial, impulsando una industria con un empuje inaudito prácticamente en la historia de la edición y revolucionando, a la vez, la industria de la animación. Tezuka sentó las bases del proceso de internacionalización de las obras producidas en Japón, con un trabajo innovador durante cuatro décadas y una influencia que llega hasta nuestros días. Heredia desgrana de forma cronológica la biografía del autor, contextualizando las experiencias vividas a lo largo de su vida, facilitando al lector las razones de las decisiones tomadas y las claves de los diferentes instantes en que se reinventó en su carrera artística.

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En tu libro destacas la importancia del entorno familiar de Osamu Tezuka en la formación del carácter y, especialmente, en el desarrollo de su inquietud intelectual, acompañándolo en sus lecturas, en su interés por la cultura y el arte y en su habilidad de crear historias, con un estilo innovador.

Efectivamente, Tezuka nace en una familia acomodada en una época complicada, estamos hablando de finales de los años veinte en Japón. La biblioteca familiar le permite tener acceso a novelas de todo tipo y, también, a mangas (no es cierto que se le catalogue de inventor del manga, puesto que son anteriores). Su madre le anima a crear sus propios cuentos e, incluso, a dibujarlos, es conocido que su primer manga lo dibujó con nueve años, mostrando su precocidad en todos los sentidos. Y habría un suceso clave: la compra de un proyector de cine para la familia, con acceso a numerosas películas que llegaban de Estados Unidos, en especial cortos de personajes tan emblemáticos como Mickey Mouse, Félix el Gato, Popeye o Betty Boop. El dibujo le ayudó a socializar en el colegio, es célebre su libro casero El libro ilustrado de los escarabajos (1943), con apenas quince años, del que siempre se sintió muy orgulloso.

Curiosamente, su paso por el instituto en plena segunda guerra mundial no le conllevó buenos recuerdos, sus profesores le llegaron a prohibir que dibujara, con amenazas de castigos implacables si le pillaban dibujando, con ejercicios físicos extenuantes que se sumaba a unas sesiones muy duras de entrenamiento con miras a incorporarse a una guerra que, afortunadamente, no sucedió debido a la rendición del país. Contrajo una infección muy grave en esa época que le podría haber supuesto la amputación de ambos brazos.

De hecho, este suceso le marcó hasta tal punto que decidió estudiar medicina. Resulta sorprendente descubrir que el «dios del manga» era médico, y aún más descubrir quién le alentó a continuar en el mundo de la edición.

Tezuka empieza a estudiar medicina justo cuando acaba la segunda guerra mundial y, en paralelo y casi de forma fortuita, le ofrecen dibujar una tira para el periódico local en la ciudad de Osaka, donde vivía con su familia. Esa experiencia le ayudaría a conocer los intríngulis del oficio (relación con el editor, funcionamiento de la imprenta, etc.), además de potenciar su creatividad hasta el punto de ser un autor reconocido en el sector a la finalización de sus estudios universitarios. Con solo 23 años ya tenía publicadas 26 obras largas en formato tomo, 26 más de tipo corto, nueve series en revistas y periódicos y un libro ilustrado. Y es en ese instante cuando se hace la gran pregunta: «¿Qué quiero ser, médico o dibujante?».

Una vez más, su familia le animó en su decisión de continuar como dibujante. Era un autor muy popular, destacaba por su innovadora forma de estructurar las páginas, dotándolas de un estilo cinematográfico, con una cinemática en la composición de la página inédita hasta el momento. La propuesta de escribir el libro La universidad del manga (1950), y sus artículos mensuales bajo el título La clase del manga, le permitió convertirse en el abanderado de una forma diferente de concebir la viñeta y la página, una forma diferente de explicar las historias, independientemente si se dirigían a un público infantil, juvenil o adulto, femenino o masculino. Fue el «maestro» de la nueva generación que siguieron sus indicaciones de cómo realizar las expresiones faciales, el diseño de la página o los movimientos de los humanos y de los animales.

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Su fulgurante éxito le llevó a mudarse a la ciudad de Tokio en 1952, a los 24 años, sede de las editoriales más importantes del momento. Su primer alojamiento, una pequeña habitación en un edificio de apartamentos, es hoy en día un lugar de peregrinación y la génesis de una generación de grandes creadores de manga.

Los famosos apartamentos Tokiwa fueron un lugar de encuentro de los jóvenes aspirantes a dibujantes a la llegada de Tezuka que, a su vez, les convenció para que se mudaran al resto de apartamentos, convirtiéndose en un gran espacio creativo donde todos se ayudaban en todos los sentidos, a nivel profesional y a nivel personal (para algunos, la situación era realmente precaria). Tezuka estuvo dos años, pero la historia de los apartamentos duró muchos más, y la hemos podido disfrutar en manga y hasta en una película de imagen real. La peregrinación de los aficionados al lugar atraídos por las legendarias historias llenas de anécdotas increíbles de la génesis de títulos muy populares, hizo que se reconstruyera el edificio recientemente, después de su demolición en los años setenta.

Algunos de estos autores se convierten también en ayudantes de Tezuka, que ya destacaba con una producción que rondaba entre las 300 y 400 páginas diferentes al mes, en varias colecciones publicadas en paralelo, de temáticas y estilos muy diferentes entre sí, para que tengáis un orden de magnitud de lo que estamos hablando. En esta época es cuando inventa su idea de «sistema estelar», algo completamente nuevo y casi único en la historia de la edición a nivel mundial. Desbordado por la cantidad de encargos, decide que los personajes diseñados para una historia concreta, se conviertan en una especie de «actores» que pueden interpretar diferentes papeles en otras historias, por lo que veremos a dichos personajes en numerosos mangas bien diferentes, buscando siempre la complicidad del lector, como si de un juego se tratara, al recordar en qué otra historia aparecía ese diseño de personaje.

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Después de participar en la primera serie animada de la historia con su mítico personaje Astroboy (1952-1968), decide que quiere dedicarse a la animación, pero que si quiere tener libertad creativa, ha de crear su propio estudio. De esta manera, nacía en junio de 1961 el estudio Mushi Production, que marcaría la industria durante una década, hasta su quiebra a mitad de los setenta.

Tezuka impulsa su productora de animación para realizar proyectos artísticos muy singulares, además de introducir métodos de trabajo que permitiera disminuir los costes de producción y disminuir los tiempos de desarrollo de cada capítulo de una serie determinada. Pero, todo ello lo hizo en paralelo mientras seguía con una producción de manga con una capacidad sobrehumana, con jornadas de trabajo de veinte horas diarias durante todos los días. Se explican anécdotas de trabajar en el taxi o en el avión o en cualquier pequeño descanso que hubiera en alguna actividad en que participase.

Y es que se convirtió en un intelectual habitual en los medios de comunicación (era frecuente que apareciera en televisión), además de frecuentar festivales de animación por todo el mundo. Llegó a convertirse en un personaje más de su «sistema estelar», totalmente reconocible con su característica boina y sus gruesas gafas, apareciendo en muchas historias interpretándose a sí mismo, en ocasiones para romper con la cuarta pared y poder hablar directamente con los lectores. Los problemas financieros en su productora de animación no le desanimaron, y volvió a crear un nuevo estudio, Tezuka Productions Co., que continua en activo hasta la actualidad, protegiendo su legado y produciendo numerosas películas y series animadas desde entonces.

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En realidad, la década de los setenta parece una montaña rusa, con el cierre de un estudio y la creación de uno nuevo, con pequeñas crisis creativa que se solucionan con éxitos rotundos, además de los premios que ganaba tanto en el manga como con sus cortos en festivales de animación. Quizás el momento culminante es cuando le proponen crear una colección con sus obras completas, que en ese momento era la friolera de 300 volúmenes y que, finalmente, es hoy en día de 400 volúmenes en total.

Si ya era extraordinariamente popular en Japón, la oportunidad de publicar toda su obra en una colección suponía dar a conocer una gran parte de sus mangas a una generación que probablemente no los conociera. Dibujó todas las portadas para dar coherencia a toda la colección (en la foto que encabeza este artículo lo vemos sentado encima de sus 300 volúmenes), escribió todos los prólogos, añadiendo material extra, y redibujó las páginas de los originales perdidos y de aquellas historias que creía que se podían mejorar respecto de cómo se publicaron originalmente. Una labor titánica que realizó en paralelo a su ingente producción, que seguía a marchas forzadas con varias historias en paralelo.

En esos 400 volúmenes se aprecia las 150.000 hojas que se considera que publicó en vida. En el libro he incorporado un listado de toda su obra, que abarca los mangas recopilados en tomos y sus producciones animadas, así como diferentes adaptaciones de su obra, tanto en animación como en imagen real, la mayoría ya después de su muerte. Tezuka murió en marzo de 1989, a los 61 años de edad, después de una década con una salud extremadamente delicada, después de presumir durante años de una salud de hierro a pesar del esfuerzo diario que realizaba… o quizás por ello tuvo ese fatal desenlace.

La cuestión es que la influencia de Osamu Tezuka en vida y su legado ha sido y es de una gran importancia en la industria del manga y del anime en Japón. Afortunadamente, poco a poco, podemos ver publicada su obra en castellano, con una colección digna de su autor como la que está realizando en los últimos años Planeta. Es importante que los lectores conozcan la obra de Tezuka y, espero, que el libro permita comprender su evolución y las decisiones que le llevaron en una u otra dirección, permitiendo contextualizar los títulos más conocidos en el conjunto de su obra.

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