Ernest Maragall (79) fue el ganador de las elecciones municipales de Barcelona en 2019, pero la falta de apoyos a su investidura le relegó a la posición de jefe de la oposición. Maragall intentará de nuevo ser alcalde de Barcelona con ERC en las elecciones que se celebrarán el próximo mes de mayo. Crítico con la gestión de Ada Colau en el consistorio, que considera “manifiestamente mejorable”, Maragall apuesta por repensar el modelo policial de la ciudad “con cuidado y solvencia”. Dice estar en contra de la ampliación del Aeropuerto y a favor de la limitación de los cruceros turísticos, ya que “Barcelona necesita el turismo, pero no puede que dependa del turismo.” Hablamos largo y tendido en su despacho del Ayuntamiento.
Como candidato a la alcaldía de ERC Barcelona en las elecciones de mayo 2023 le pregunto: ¿en caso de que ganara las elecciones y pudiera conformar gobierno cuál es la primera prioridad para la ciudad?
La ciudad. La ciudad carece de gobernación y de visión, de proyecto y de un horizonte claro y definido. Y esto significa urbanismo, transporte público y movilidad, vivienda, seguridad y limpieza, etc. La prioridad es devolver a la existencia de un gobierno fuerte, de una institución y de un sector público capaz de liderar y establecer una relación adecuada con la ciudadanía, que hoy no existe.
¿Cuándo se ha perdido el liderazgo de la ciudad si nos atenemos a que, por ejemplo, los presupuestos han sido aprobados en los últimos tres años con el voto favorable de ERC?
Una cosa es que hayamos facilitado la responsabilidad de hacer posible que la ciudad contara con más recursos y capacidades para tomar decisiones y definir políticas; otra cosa es que estos recursos se hayan ejecutado positiva y correctamente y que se hayan realizado con una competencia y capacidad de conexión con la ciudadanía, y esto no ha sucedido. Asumo toda la responsabilidad de que el presupuesto del Ayuntamiento pasara de 2.700 millones a 3300 millones de euros en este período, y no asumo ni la más mínima responsabilidad con el gasto en ni uno de estos euros, que es tarea del gobierno. A mí, simplemente, me expulsaron de la gobernación de la ciudad.
Hablábamos en el inicio de visión de ciudad: ¿cómo se imagina la ciudad a veinte años vista? ¿Cuáles son las principales líneas maestras sobre las que debe fundamentarse la Barcelona del futuro, cuál es esta visión?
Es una visión de una gran ciudad; no tanto de una ciudad grande —pero sí de una gran ciudad—, reconciliada consigo misma, conectada y compartida con un entorno metropolitano regional de país y con una red de ciudadanía que ya es la Cataluña entera. También imagino un rol de capital internacional, desde el punto de vista de la calidad de vida, de derechos y libertades. Me imagino a una ciudadanía consciente y orgullosa de ser barcelonés, que es algo que en estos momentos se ha desvanecido en gran medida.

Vamos a temas concretos que contribuyen a definir en futuro esta imagen de futuro: el turismo.
Aquí tenemos un gobierno que dice dos cosas distintas y contradictorias, pero solo ocurre lo que dice una de ellas, que es el PSC. Esta política perjudica ostensiblemente el interés general de la ciudadanía.
¿Qué puede hacerse diferente?
Puede definirse cuál es la capacidad de acogida de una ciudad como Barcelona, y definir cuáles son las normas de juego del turismo en la ciudad; y puede establecerse que los turistas tengan que contribuir a devolver los efectos secundarios de su presencia y masificación de los puntos neurálgicos. Puede actuar sobre la llegada de cruceros, de turistas de otras ciudades de Cataluña, y en temas de viviendas turística. Usted me preguntaba qué hacer, y yo le digo cosas que se pueden hacer y que no se han hecho bien.
Concretemos. Por ejemplo; el tema de la regulación de las viviendas turísticas ha traído muchos quebraderos de cabeza, en parte por la falta de competencias municipales.
Es posible que haya muchos elementos como lo que comenta-en este como en muchos otros temas-, pero una parte de la eficacia de un gobierno municipal consiste en conseguir desarrollar competencias al máximo, y también de entenderse coordinar y liderar, y no sólo de quejarse o llorar. Una parte de mi proyecto es éste: expresar con toda la contundencia y mirada larga la capacidad de construir un entendimiento estratégico entre las instituciones catalanas, la ciudad de Barcelona, el área metropolitana y muy especialmente con el gobierno de Catalunya. Y en temas como la vivienda, aún más.
Aunque probablemente la alianza más importante para cambiar estructuralmente las políticas de vivienda está con el gobierno del Estado.
También, pero con el gobierno de Catalunya podemos hacer muchas más cosas que las que estamos haciendo.
Una última pregunta respecto al tema del turismo: ¿se deben limitar los cruceros?
Es obvio que en este sector le procederá, conjuntamente con el Port de Barcelona, delimitar los cruceros de origen y destino y/o en tránsito, y cada uno de ellos pide un tratamiento y unas normas de juego. Barcelona necesita el turismo, pero no puede depender del turismo.
Barcelona necesita el turismo, pero no puede depender del turismo
¿Está a favor de la ampliación del aeropuerto?
No, no estoy en favor de la ampliación del aeropuerto. Estoy a favor de tomar la iniciativa, también en ese sentido, para desbloquear la cuestión y tomar decisiones.
¿Para hacer qué?
Para hacer lo que decidamos todos que el Aeropuerto necesita. ¿Necesitamos vuelos intercontinentales? Sí, necesitamos.
¿Más de los que ya hay?
Vuelos intercontinentales seguramente algunos sí necesitamos. ¿Necesitamos limitar o incluso eliminar vuelos de radio corto? Pues seguramente también. ¿Necesitamos conexiones ferroviarias de la red de aeropuerto del país? Seguramente también. ¿Necesitamos una determinada concepción muy alejada de la que ofrecen los socialistas y AENA en relación al desarrollo urbanístico en los territorios del aeropuerto? Sí, efectivamente.
No estoy en favor de la ampliación del aeropuerto
Hablamos ahora de seguridad, un tema que consta en la lista de prioridades de la ciudad si atendemos a las últimas encuestas municipales. Aunque seguramente la ciudad de Barcelona a nivel cuantitativo y comparado con otras capitales europeas destaca positivamente por unos índices relativamente bajos de criminalidad, la percepción de inseguridad es alta. ¿Cómo se resuelve —o se aborda— el problema de la seguridad, estando tan relacionado con factores sociales, culturales, de desigualdad en la redistribución de la riqueza…?
La única forma de abordarlo es desde la concepción integral que incluye el tratamiento de las causas, como las que usted mencionaba. Yo creo que la correlación entre el modelo de seguridad y el grado de desigualdad que admitimos es muy alta. Esto no quiere decir que hay que esperar a que las cosas cambien en este sentido; es necesario tomar medidas no sólo sobre las causas sino también sobre los efectos. La dotación de las plantillas, la coordinación de las fuerzas de seguridad presentes y la capacidad de ir a las raíces, por ejemplo, de la criminalidad organizada, es también importante, y es evidente que aquí estamos lejos de lo óptimo. Tampoco contamos con una justicia adecuada y de proximidad que está definida en la Carta de Barcelona, pero que no está desplegada. Esta es otra resignación del gobierno de la ciudad, pero yo no pienso resignarme.
En una conversación reciente con el ex Comisario de Seguridad del Ayuntamiento Amadeu Recasens, hablaba sobre la necesidad de reformulación del modelo y cultura policial —quizás en línea también los cambios que el consejero Helena está intentando impulsar desde la consejería de interior—. ¿Qué ideas de transformación del cuerpo de policía de la ciudad tiene? ¿Está en sintonía con esos debates que le mencionaba?
Sí, y me consta que en la dirección del señor Recasens y del propio conseller de Interior. Debemos hacer una reflexión a fondo sobre qué significa la Guardia Urbana hoy en día, cómo está gobernada y dirigida en su funcionalidad y eficiencia. Yo creo que hay aspectos a mejorar, pero es obvio que debe hacerse con mucho cuidado y solvencia. Creo, como dice el conseller, que el orden es de izquierdas. Por tanto, debemos exigirnos la capacidad de hacer políticas de orden de izquierdas que tengan en cuenta la seguridad desde una consideración integral que valore el nivel productivo de la ciudad, la dependencia del turismo, la desigualdad social, etc.
Le hago ahora una pregunta de actualidad: ¿cómo ve todo el debate sobre la reforma del delito de sedición? Según se argumenta desde algunas fuerzas políticas, la suspensión de la sedición no sería más que el reverso de la represión mediante un incremento de penas en los delitos por desobediencia a través de la figura jurídica de los “desórdenes públicos agravados”.
Pero no es verdad, simplemente. Existe un adelanto limpio en términos absolutos y relativos, que es la desaparición del delito de sedición. Quedan aún temas como el de la malversación; en el fondo no estamos haciendo más que revertir las leyes aplicadas por el gobierno del Partido Popular en torno al año 2015, y entiendo que esto debería ser de acuerdo general al menos entre las fuerzas progresistas de todo el estado como el PSOE, Podemos, ERC, Bildu, BNG…
Como dice el conseller, creo que el orden es de izquierdas
Y no Junts per Catalunya, que hace esta crítica…
Junts por Catalunya no sabe a qué está jugando.
La candidata de la CUP, Basha Changue, explicaba en una reciente entrevista que Barcelona debe ser el centro neurálgico para avivar el conflicto nacional. ¿Qué piensa al respecto?
Pienso que Barcelona debe ser capital de los derechos y libertades, lo que significa que debe repararse la actitud reciente de los últimos años, que ha sido más de inhibición y protección. Lo que se trata es de que Barcelona sea lo que es, y que ejerza su posición institucional de capital del país.
Pero le pregunto específicamente si cree que Barcelona debe potenciar el conflicto independentista.
Barcelona es la capital de Cataluña, simplemente. Y debe ejercer como tal. Es obvio que el debate con el estado es hoy un debate europeo y que tiene como base el diálogo y la negociación para establecer reglas del juego democráticas. En este terreno, Barcelona puede contribuir significativamente, seguro.

“Barcelona con el Apartheid NO” está recogiendo firmas para debatir en el Pleno del Ayuntamiento si romper o no con el pacto que Joan Clos (PSC) estableció en 1998 con la ciudad de Tel-Aviv. ¿Cuál es su posición al respecto? ¿Qué votaría de darse esta situación?
Este es un debate abierto y muy encendido. Es un debate que no es sencillo, con sus aristas. Es evidente que existen muchos motivos para condenar el estado de Israel en esta materia concreta de respeto de derechos y prácticas que se pueden calificar de apartheid. Yo mismo he sido testigo directo en una visita hace años en Palestina de las condiciones que allí imperan. ¿Esto incluye la conveniencia de romper de ciudad a ciudad? A mí me parece que estamos hablando de otra cosa. No estoy convencido de que un gesto como este tuviera el efecto deseado.
Última: ¿qué nota le pondría a la gestión del gobierno de Ada Colau al frente del Ayuntamiento?
No le pondría ninguna nota, porque es difícil de cuantificar. Dejémoslo en “manifiestamente mejorable”. Pero me parece más interesante el enfoque que hacía usted al principio: qué podemos hacer, hacia dónde queremos ir, qué ofrecemos en Barcelona. No se trata de ajustar cuentas, no se trata de que nos deleitemos con la destrucción, sino que nos apresuremos con la construcción de nuevos futuros para la ciudadanía.