Las Islas Malvinas son una de las tantas colonias que Reino Unido ha logrado conservar hasta la actualidad, aunque tiene algunas particularidades que la convierten en un caso tan interesante como anacrónico. Sus habitantes viven actualmente en un régimen poco democrático y altamente militarizado, que es una muestra de la vigencia de políticas coloniales y de expansión imperialista que persisten entrado el siglo XXI.
Al igual que el caso de Gibraltar, este archipiélago ubicado en el mar argentino se encuentra entre los 17 territorios no autónomos que están bajo supervisión del Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas. A pesar de los sostenidos intentos del Estado Argentino por recuperar la soberanía sobre las islas por vía diplomática desde la invasión y expulsión de los habitantes argentinos en 1833, los británicos aún mantienen su dominio.

El 2 de abril de 1982, el entonces gobierno cívico-militar argentino, en un intento de salvar su desgastado régimen dictatorial, declaró la guerra a los británicos. Argentina perdió y Reino Unido logró conservar su colonia. Más tarde, este conflicto armado sería calificado por las propias fuerzas armadas argentinas como una “aventura militar”. Desde el año 2000, el 2 de abril se conmemora en Argentina el Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas.
Para reflexionar sobre un conflicto vigente, que recientemente fue noticia por la denuncia de la Cancillería argentina respecto de la intención de Reino Unido de profundizar la presencia de la OTAN en Malvinas, tuvimos la oportunidad de entrevistar al abogado Juan Augusto Rattenbach, quien actualmente se desempeña como Secretario Ejecutivo del Museo Malvinas de Buenos Aires.
La posición británica en Malvinas forma parte de la estructura de la OTAN
El interés sobre las Islas Malvinas no es un fenómeno nuevo ni exclusivamente británico, ya que Francia y Estados Unidos han tenido (y siguen teniendo) interés sobre este codiciado territorio situado en el Mar Argentino. Según cuenta Rattenbach, “los primeros en ocupar las Islas Malvinas fueron los franceses, pero en un litigio entre España y Francia, Francia termina reconociendo la soberanía española en 1767”, y agrega que los británicos ya habían intentado ocuparlas en ese período, pero que habían terminado por reconocer la soberanía española sobre ese territorio. Sintetizando el período colonial, señala que las Islas pasaron a ser argentinas luego de la Revolución de la Independencia en 1816 a través de la figura jurídica llamada Uti Possidetis, “que establece que las antiguas delimitaciones virreinales pasaban a ser las delimitaciones territoriales de los nuevos países independientes”.
Desde entonces, destaca los esfuerzos de los gobiernos Argentinos por poblar Malvinas, que se materializaron con el asentamiento de un pueblo civil, permanente y económicamente sustentable en 1829. Sin embargo, en 1831 las islas fueron bombardeadas por los estadounidenses, que estaban en contra de la regulación de la caza de mamíferos marinos en las costas malvinenses establecida por el gobierno argentino: “Luego de ese bombardeo, los británicos deciden ocupar las islas y los pocos pobladores argentinos que quedaron y sobrevivieron fueron desalojados”, menciona Juan sobre el inicio de una ocupación que lleva casi 200 años.
A la hora de explicar por qué se han empeñado tanto en mantener esa ocupación, Rattenbach señala que el interés de Reino Unido por conservar las Islas tiene muchas aristas. Por un lado, su ubicación es importante porque el Canal de Beagle y el Estrecho de Magallanes son las únicas alternativas al Canal de Panamá para pasar del Océano Atlántico al Pacífico. Desde el punto geopolítico, destaca la proyección sobre la Antártida que otorga la ocupación, ya que más allá de la existencia del Tratado Antártico, que suspende de manera temporaria la pretensión de los derechos de soberanía de los estados reclamantes, reconocer la soberanía argentina sobre Malvinas quitaría peso al eventual reclamo británico sobre el Continente Blanco.
Por otro lado, argumenta que Malvinas también es parte del despliegue geopolítico anglo-estadounidense, cuando menciona que “la posición británica en Malvinas forma parte de la estructura de la OTAN y es una manera de garantizar su presencia en el Atlántico Sur, que se proyecta hacia la Antártida en el Sur, y más al Norte están las Islas de Santa Elena y la Isla Ascensión, en la cual hay una base estadounidense”.
Las Islas Malvinas son un territorio altamente militarizado y poco democrático
El de Malvinas parece ser un caso de colonialismo más propio del siglo XIX que del siglo XXI. Sobre esta anacronía se refiere Rattenbach, entre otras cuestiones, cuando menciona que las Islas son un territorio altamente militarizado y poco democrático.
En Malvinas, los isleños tienen poca influencia sobre su representación política: “desde 1833 hasta el día de hoy inclusive, el gobernador, que es la máxima autoridad política de las Islas, sigue siendo designado por los reyes del Reino Unido. También hay un cuerpo legislativo, donde son electos los dirigentes políticos locales (que son británicos), y por lo tanto el grado de localidad se podría discutir”, explica Rattenbach.
Los isleños tampoco tienen voz ni voto en las decisiones económicas del territorio en el que habitan. En este sentido, Juan pone el foco en el alto grado de colonialismo que sigue habiendo en la cuestión económica. En esta influye la base militar -que participa de las decisiones de infraestructura y de explotación económica en las islas- y un consorcio de empresas cuya protagonista es la Falkland Island Company, una multinacional que en términos de estructura económica sigue estando alineada totalmente con el Reino Unido.

A esto agrega la ausencia de regulación laboral en las islas, así como también de sindicatos y de partidos políticos. Esta situación conduce a los inmigrantes, que suelen encontrarse en situaciones por demás precarias, a trabajar de lunes a lunes. “No cualquiera puede trabajar en Malvinas y adquirir una propiedad. Todo está controlado por el gobierno colonial, y si no es un control del gobierno colonial, es un control de la Falkland Island Company, que funciona como un anexo del gobierno colonial, pero en el sector privado”.
No solo el control político y económico está en manos de Reino Unido, también las Fuerzas Armadas y la policía. En este aspecto, Rattenbach menciona que el Comandante en Jefe que dirige esa base es designado desde Londres y que los agentes de policía presentes en Malvinas son traídos del Reino Unido.
Respecto del alto nivel de militarización de las Islas, señala que “el dato más relevante es que hay 3600 habitantes y 1500 efectivos militares de las Fuerzas Reales Británicas. Por lo tanto, hay un militar por cada tres personas. Es uno de los índices más altos en la actualidad, y es propio de un territorio que está en guerra […]”. Esta excesiva presencia militar, para Rattenbach, es una característica constitutiva de la impronta colonialista de Malvinas y “pone en peligro la seguridad de América del Sur, incluso de los países de África con costa en el Atlántico, y ni hablar de la Antártida”.
Los fundamentos británicos para mantener su ocupación en las islas van cambiando en función de las necesidades
Los argumentos sobre los cuales el Reino Unido justifica su presencia en Malvinas han ido variando a lo largo de la historia. Rattenbach los resume en tres motivos, y señala que cambian en función de las necesidades: “el primero se remonta al siglo XVIII, ya que cuando ellos reconocieron la soberanía española habían dejado una placa de hierro en las Islas. Y haber dejado esa placa de hierro, para ellos, implica un no renunciamiento de soberanía”.
Con el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial y con la creación del Comité de Descolonización, los británicos no podían continuar sosteniendo que una placa de hierro les otorgaba derechos sobre las Islas, “entonces invocaron, en la década del `60, el Principio de Autodeterminación de los Pueblos, un principio al que históricamente se opusieron, ya que fue el que posibilitó la independencia de sus colonias en África, Medio Oriente y Asia. Sin embargo, de forma sorpresiva e inédita, quisieron aplicarlo en Malvinas”.
El tercer argumento es el que usaron para cortar todos los canales de negociación y acercamiento luego de la Guerra de Malvinas, desoyendo lo establecido por la ONU. “La resolución 2065 de Naciones Unidas, que establece el mandato de descolonización de las Islas Malvinas, plantea que tiene que haber una transición en beneficio de la República Argentina, tomando en cuenta los intereses de los habitantes”, cuenta Juan. En este sentido, el Estado Argentino hizo esfuerzos por establecer lazos con los habitantes de las islas a través de la enseñanza del castellano en los colegios y de la llegada de empresas del Estado que, por ejemplo, fueron las que proveyeron por primera vez a los malvinenses de gas para calefaccionar sus hogares.
Sin embargo, los británicos encontraron en la guerra de Malvinas un nuevo motivo para esquivar el diálogo sobre la soberanía de las Islas: desde ese entonces, dicen estar presentes para preservar a los súbditos de su majestad. Rattenbach encuentra este argumento un tanto paradójico, ya que “el Reino Unido le concedió la ciudadanía británica en 1983 a los habitantes de Malvinas, cosa que antes no tenían, y se quedaron allí bajo la excusa de preservar a sus súbditos”.
Es así como Juan plantea la existencia de un ciclo vicioso de tres consignas y falacias que utilizan los británicos para evitar reconocer la soberanía argentina en las Islas Malvinas: “cuando se plantea que hay un mandato de descolonización, dicen que no tienen garantías de Argentina. Cuando Argentina dice que es momento de comenzar a conversar, ya que son un pueblo pacífico, que la guerra fue en dictadura y que ya pasaron 40 años, los británicos plantean que Malvinas se perdió en la guerra. Cuando se plantea que la guerra no genera derechos, vuelven al siglo XVIII y dicen que ellos habían dejado una placa de hierro. Y cuando se les dice que la placa de hierro no otorga soberanía, hablan de la autodeterminación de los pueblos”.
El Reino Unido no tiene una coherencia en su política exterior
Desde 1833, Argentina ha basado su reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas acogiéndose al principio de Integridad Territorial, que evoca el derecho de un Estado de preservar intacto su territorio ante la intervención exterior. Sin embargo, el Reino Unido se niega a reconocer este principio y fundamenta su ocupación en los resultados del referéndum realizado en 2013.
Rattenbach encuentra curioso que sostengan ese como su principal fundamento, dado que en más de una ocasión se mostraron contrarios a aceptar el resultado de un referéndum como fundamento válido: “cuando fue el referéndum de Crimea, el Reino Unido planteó que no reconoce la autodeterminación de ese territorio, en favor de respetar la integridad territorial de Ucrania”. A esto, Juan suma el caso de Escocia, donde los británicos se niegan a abrir un referéndum de independencia por temor a tener un resultado desfavorable: “Ahí es donde está la perversión del colonialismo británico. Por eso yo siempre digo, como metáfora, que si los isleños votaran formar parte de la Argentina continental, el Reino Unido no lo permitiría. No existe tal cosa porque hay otros intereses en juego, que tienen que ver con la geopolítica, el colonialismo, la cuestión militar y la Antártida. Son intereses que se manejan en otro plano de discusión que no puede dejarse librado al azar en una votación”.

En Malvinas, el referéndum tenía el resultado asegurado, ya que, según explica Juan, “el control demográfico de las islas es lo que garantiza, entre otras cosas, el famoso resultado del referéndum del año 2013. No cualquiera puede votar en las Islas Malvinas, así como tampoco es fácil residir, conseguir empleo o adquirir una propiedad. La mayoría de las decisiones de la vida cotidiana tienen que tener un visto bueno del gobierno colonial”. Por eso, señala que no todos los casos son iguales, y que los mismos países que se beneficiaron del principio de autodeterminación para independizarse del Reino Unido, Francia o Bélgica, son los que actualmente sostienen que este principio no puede utilizarse en Malvinas.
Por eso, Rattenbach sostiene que el Reino Unido no tiene una coherencia en su política exterior ya que “aplica el principio de autodeterminación cuando les conviene, y cuando no les conviene aplican el principio de integridad territorial, que es el que propone Argentina, o no aplican ninguno de los anteriores y recurren a la fuerza”.
Hasta 1983 los habitantes de Malvinas eran apátridas
Hasta el año posterior a la Guerra de Malvinas, los habitantes de las islas no tenían ciudadanía, eran apátridas: “los británicos los trataban, ni siquiera como ciudadanos de segunda, eran colonos, lisa y llanamente. No tenían derechos políticos, ni tampoco tenían la posibilidad fácil de mudarse al Reino Unido, porque no tenían ciudadanía”.
Hoy en día, cuenta Juan, el Reino Unido financia los estudios universitarios a los estudiantes que tengan un promedio mínimo de 7. Sin embargo, señala que los jóvenes rara vez regresan a Malvinas luego de completar sus estudios universitarios. Por eso, son muchos los inmigrantes que tienen descendencia en Malvinas, y ven a las Islas como un trampolín para poder mudarse a Europa.
En Malvinas no hay libre movilidad y hay un control muy celoso de las personas que ingresan que, según cuenta Rattenbach, lo hacen en una situación bastante precaria. De los 3600 habitantes, aproximadamente 1000 son inmigrantes, que “no tienen los mismos privilegios o acceso a derechos que tiene un isleño que nació en las Islas Malvinas […] Necesitan entre dos y tres trabajos para poder llegar a fin de mes, ya que las Islas tienen unos salarios más bajos de lo que sería la estructura del Commonwealth y que el Reino Unido, y a su vez tiene un costo de vida más alto que el Reino Unido”.
A pesar del sacrificio, señala que los inmigrantes suelen ser “una generación que se sacrifica por la siguiente”, ya que la mayoría aspira a llegar al famoso “séptimo año”, para obtener una residencia formal y permanente en las Islas, aunque esta no es suficiente para obtener la ciudadanía británica.
Ningún país del mundo reconoce como británicas a las Islas Malvinas
Al preguntarle por el estado de las negociaciones, Juan señala que la última vez que los británicos se sentaron a dialogar por Malvinas fue en febrero de 1982, dos meses antes de la guerra. Por eso, resalta que “el avance diplomático argentino pasa por persuadir y sumar la mayor cantidad de adhesiones posibles a nivel mundial, y hemos avanzado muchísimo, sobre todo en el siglo XXI, porque muchos de los países que antes eran neutrales se posicionaron a favor de Argentina. A esto se suma que ningún país del mundo reconoce como británicas a las Islas Malvinas”.
Rattenbach cree que es clave que América del Sur actúe en bloque con el objetivo de lograr sentar al Reino Unido en una mesa de diálogo. Además, señala que el apoyo sudamericano, que originalmente se fundaba en el temor de que los europeos tuvieran incursiones recolonizadoras en América, desde el siglo pasado se basa en la perspectiva de que la presencia británica en las Islas Malvinas constituye un foco de inseguridad militar para la región. También observa que el hecho de que la cuestión Malvinas tenga la unanimidad de todos los países de América Latina, llevó a establecer otros lazos solidarios que tienen que ver con la historia del colonialismo a nivel mundial.

Además, resalta la importancia de reforzar los vínculos con la Unión Europea luego del Brexit, ya que este “quitó a los países europeos la obligación de no tener que pronunciarse sobre Malvinas, de modo que ahora se encuentran habilitados jurídica y políticamente a, sí quisieran en el futuro, pronunciarse o solidarizarse con la Argentina en el reclamo por la soberanía”.
Acerca de la postura de España, Rattenbach señala que “irónicamente, a pesar de ser el principal importador de la riqueza marítima ocupada por los británicos en el Atlántico Sur, es un país con el cual hay acercamientos con la Argentina por la causa común por Gibraltar. Hace poco, los ex primeros mandatarios de España, reunidos con el embajador argentino, se han pronunciado en solidaridad, a favor del diálogo y de cumplir con este mandato de descolonización de las Islas Malvinas”.
Sobre los apoyos en el resto del mundo, cree que es importante “mantener los lazos solidarios con África, Medio Oriente y Asia, y apostar por que algún día cambie de opinión Estados Unidos, ya que este país tiene un peso muy fuerte y nosotros siempre decimos que esa consigna de América para los americanos de la Doctrina Monroe del siglo XIX, en algún momento tiene que aplicarse y terminar con los vestigios del colonialismo arcaico en el continente americano”.
Las nuevas generaciones se tienen que empapar cada vez más de la causa Malvinas
El reclamo de la soberanía argentina en Malvinas comenzó con la ocupación de las Islas en 1833 y continúa hasta la actualidad. En los casi dos siglos que han pasado, hubo avances y retrocesos. En Argentina, luego de la Guerra de Malvinas, la causa quedó asociada a las desprestigiadas Fuerzas Armadas que intentaron utilizarla para ganar apoyo de la sociedad.
Sin embargo, ese sentimiento está cambiando, y cada vez hay más interés por parte de la sociedad. Juan cree que aún falta mucho camino por recorrer, y que “hay que tener mucha paciencia, y por eso hay que apostar a las nuevas tecnologías, a las redes sociales, a los nuevos dispositivos culturales, que interpelan a las subjetividades de las personas, y sobre todo también apostar a las nuevas generaciones argentinas y latinoamericanas que se vayan empapando cada vez más de la causa Malvinas”.
También confía en la mejora de las condiciones de vida que Argentina puede ofrecer a los isleños: “La Argentina tiene capacidades como para poder incorporar a las Islas Malvinas, tomando en cuenta el modo de vida de los isleños”. Porque a pesar de la imagen de país tercermundista con inflación, dice Juan, hay cuestiones que solamente la cercanía con el continente pueden mejorar, como por ejemplo, el acceso a internet, que actualmente es satelital y funciona muy deficientemente.
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Me gustado mucho.
De hecho, no conocía la página, por lo que trataré de seguirla en el futuro.
A propósito del tema Malvinas sugiero a CATALUNYA PLURAL una nota sobre el ex presidente y del embajador argentino Lucio García del Solar, quienes llevaron de manera brillante la causa Malvinas en el terreno diplomático.