Diana Díaz es psicóloga de formación y es la responsable de las líneas teléfónicas de ayuda de la Fundación ANAR que lleva 30 años atendiendo a cientos de miles de personas en relación a todo tipo de cuestiones sobre la infancia, principalmente, cuando hay casos de violencia ya sea en el hogar o en los centros educativos. ANAR, además, gestiona desde hace algunos años el teléfono de atención que tiene el Ministerio de Educación y FP (900 018 018) destinado a asesorar a menores y sus familias en relación a posibles casos de acoso escolar.

Hablamos con ella sobre algunas de las cifras de su último informe, sobre la situación de la violencia contra la infancia y sobre qué cosas pueden hacer familias y los centros educativos para prevenir determinadas conductas violentas

¿Cómo es la situación en relación a la violencia hacia la infancia, al menos en los últimos años?

La Fundación ANAR desarrolla programas para promover y defender los derechos de los menores de edad, según la Convención de los Derechos de Niños de Naciones Unidas con varios programas. El programa estrella, porque llega a más niños y niñas en España, son las líneas de ayuda. En ellas nos contactan tanto menores de edad como familiares o personas del entorno.

Actualmente, la violencia ejercida hacia menores de edad, en cualquiera de sus tipologías, es el primer motivo de consulta en la línea de ayuda. Hablamos de situaciones de violencia intrafamiliar, el maltrato físico, el maltrato psicológico, y otro tipo de situaciones que pueden ser dentro de la familia o con personas de fuera, caso de las agresiones sexuales, situaciones de abandono y negligencia, violencia general, por supuesto, acoso escolar, todo lo que es violencia tecnológica. Tenemos hasta 12 tipologías de violencia.

En el último estudio que tenemos publicado, (todavía no hemos sacado el del 2022), el del 2021, las consultas sobre violencia representaban el 41,5% de las peticiones de ayuda hechas por los menores y el casi el 60% de las de  adultos del entorno de un menor de edad y que o bien habían identificado señales de alto riesgo, o bien se habían visualizado situaciones de violencia.

¿La Lopivi supondrá mejoras en esta situación?

El informe está hecho con los datos del 2021, y hay un aumento en las consultas sobre violencia contra la infancia de un 36,8%. A la luz de estos datos veíamos como absolutamente necesario el desarrollo de esta estrategia de la Lopivi para prevenir, detener, erradicar todo este problema. Tenemos mucha esperanza, porque ya se va implementando, y las medidas son a todos los niveles, empezando por el educativo en el que vemos la importancia de que el profesional esté muy bien preparado.

También la formación de la propia familia, que es necesaria para prevenir situaciones de violencia, porque hay todavía, y eso lo vemos claramente en las líneas de ayudas, uso de la violencia como método educativo. Las familias necesitan alternativas de resolución de conflictos y de manejo de las situaciones conflictivas que pueden sufrir con un menor de edad, con un adolescente. Más si hablamos de colectivos vulnerables.

Las familias necesitan alternativas de resolución de conflictos y de manejo de las situaciones conflictivas

Después de tres años del confinamiento y de pandemia, la salud mental ha saltado a las agendas de medios de comunicación y políticos. Parece que de repente es una preocupación que nos ha caído a todos encima. No sé cómo lo habéis visto, si esta necesidad de otros métodos educativos para las familias se hace más perentoria después del confinamiento, o qué pasó estos tres años.

Nos pueden llamar para cualquier motivo de conflicto, problemas de relación, dificultades en el contexto escolar, en cualquier área de la vida de menor de edad. Es verdad que hay dos grandes bloques, el primero, sin lugar a dudas, son las violencias, con todas las consecuencias que esto tiene.

Y el segundo gran bloque, que ya alcanza el 32,5% de las consultas, son los problemas de salud mental, que evidentemente se han agravado a raíz de toda la crisis del COVID-19, pero que nosotros ya veníamos alertando de fenómenos tan preocupantes como la conducta suicida. Desde el año 2015, en nuestra línea ya había un repunte especialmente grave de este tipo de situaciones, que se ha agravado muchísimo. Hace dos meses presentamos un estudio específico sobre salud mental y suicidio que muestra un incremento alarmante.

Y en nuestra línea de ayudas, como los intentos de suicidio de menores de edad, que se han multiplicado por 25,9 en la última década. Contamos 9.637 casos de niños y niñas y adolescentes que nos han hablado de la conducta suicida en los últimos 10 años. En el periodo covid y postcovid se han dado la mayor parte de los casos, más del 80%. El panorama es preocupante. Hemos analizado los factores que hay detrás, según el testimonio de los propios menores de edad y de la familia. Tenemos una radiografía bastante cercana de lo que puede motivar problemas de salud mental o temas relacionados con la conducta suicida. Y tiene mucho que ver, por un lado, con las crisis ocurridas en los domicilios, donde el panorama de tensión familiar ha aumentado y, por tanto, lo han hecho las situaciones de violencia.

Desde el año 2015, en nuestra línea ya había un repunte de fenómenos como la conducta suicida

Y luego, el adolescente nos está hablando mucho de soledad, soledad acompañada. Vivo en un contexto familiar en el que todos vamos muy deprisa, la conciliación a veces no es fácil, en el que la tecnología a veces no ayuda porque no nos prestamos atención en las conversaciones importantes. No se legitima lo emocional, que es básico, para que si está habiendo algún problema se pueda atender. Esto disminuye los riesgos de la conducta suicida o contra la autoestima de la persona.

La tecnología, también, como lugar en el que encontrar ideas, foros, chats, donde los jóvenes se inspiran claramente con conductas de riesgo. Cuando hablamos de conductas suicidas, como profesionales, vosotros como periodistas, nosotros como línea de ayuda, como psicólogos expertos, tenemos que tener mucho cuidado de no hablar nunca de métodos, de procedimientos, de justificaciones.

Pero debemos hablar del fenómeno para que la gente sepa que esto es una tendencia actual a la que hay que prestar atención, hay que saber identificar señales de riesgo. Pero, evidentemente, los foros y los chats y redes sociales, al final sí hablan de métodos, procedimientos, justificaciones.

Los temas de salud mental tienen mucho que ver también con el mundo tecnológico y las fuentes inadecuadas. Los menores de edad no tienen la perspectiva de riesgo ni la madurez suficiente para determinar qué contenidos con o no adecuados para ellos.

Desde hace algún tiempo gestionáis el teléfono de atención al acoso escolar del Ministerio (900 018 018) y, además, contáis con vuestras líneas de ayuda, a las que llegan también muchas llamadas relacionadas con el tema. Me gustaría que me hablaras de la situación hoy por hoy.

Te puedo hablar del acoso escolar en general porque es el Ministerio quien deben hablar de los datos de su servicio.

En el último informe que hemos publicado, de 2021, hubo 29.000 peticiones de ayuda, exactamente 29.678, ¡por situaciones de acoso escolar. Tenemos un panorama muy amplio, pero ¿qué situaciones se dan cuando nos referimos a acoso? Pues nos referimos, en la mayoría de los casos, el 88,6%, situaciones de acoso psicológico: insultos, amenazas, difundir rumores en relación al propio menor de edad víctima y sus familias, hacer el vacío, dejar a una persona aislada.

El acoso físico ya ha alcanzado la cifra en los últimos años del 70% de las consultas. Y, por supuesto, el ciberbullying, con el 32,9%, pero también hay otras formas de acoso escolar que tienen que ver con violencia sexual, que se puede producir en el contexto escolar entre alumnos del centro. Por eso lo consideramos dentro del paraguas del acoso escolar. Porque, además, es reiterado. Supone en torno al 8,2 % de los casos.

El panorama es muy amplio pero destacamos el acoso físico, que es el 70,1%; por supuesto las formas de acoso psicológico, que además se ha aumentado año tras año y que tiene unas consecuencias emocionales gravísimas.

Además, los mayores tardan una media de tres meses en atreverse a contar que sufren acoso escolar y a pedir ayuda.

Contamos 9.637 casos de niños y niñas y adolescentes que nos han hablado de la conducta suicida en los últimos 10 años

En un mundo ideal, ¿Qué es lo que debería pasar para reducir ese plazo tan largo, que un alumno se sienta lo suficientemente seguro o tranquilo como para hablar de eso con sus adultos de referencia en el cole?

El principal motivo aducido por las propias víctimas o los compañeros del centro para sufrir acoso, en el 56 % de los casos, es el aspecto físico y eso tiene que ver con ser percibido diferente por el grupo. Ser percibido diferente por cualquier cosa, por ser más alto, por tener mejores notas o llevar gafas, da lo mismo.

Lo deseable es la prevención. En las familias con educación en relación a la tolerancia, empatía, el respeto a la diferencia, y, por supuesto, ser solidario con un compañero. Y pedir ayuda cuando, como espectador, veo que un compañero está viviendo acoso escolar.

Trabajar en la autoestima que es motor de protección, para que si en algún momento te pasa algo, tengas esa fortaleza para pedir ayuda, saber identificar a quién se la puedo pedir. Eso es desde la perspectiva de los menores de edad.

Si tardan en pedir ayuda muchas veces es porque creen que les puede pasar algo si lo hacen o porque temen que el acoso se cronifique o se haga más duro, por esas amenazas que puede haber detrás. La víctima, por tanto, no pide ayuda y permanece en ese aislamiento.

Desde la perspectiva de los adultos, tanto las familias como los centros escolares, es muy importante que identifiquen señales de riesgo. Por ejemplo, el aislamiento de la persona en el colegio y que en casa es más visible, a lo mejor está en la habitación, encerrado con la tecnología, no comparte tanta conversación como antes; si hay un cambio brusco en el comportamiento, en el estado de ánimo, nos puede alertar de que algo está pasando, o si hay una bajada en el rendimiento escolar. Muchos padres o madres nos dicen que tienen que reponer el material escolar todos los días porque se le pierde o se ve muy dañado, eso es un síntoma también de la cultura.

También si ven sintomatología picosomática: frecuentes dolores de cabeza, verbalizar que no quiere ir a clase, sobre todo los domingos, por la tarde. Profesionales y familia deben tener una mirada entrenada para saber si su hijo o hija está sufriendo acoso escolar.

Tanto las familias como los centros escolares, es muy importante que identifiquen señales de riesgo. Por ejemplo, el aislamiento de la persona en el colegio

¿Cómo podrían conseguir todo esto?

Abriendo la vía de la comunicación, del diálogo para que nuestro hijo o hija se atreva a contarnos qué es lo que está pasando. Y transmitir un mensaje de apoyo, porque eso es básico, es decir, en ocasiones los menores nos dicen: “No quiero preocupar, me siento fracasado si pido ayuda, bastante tienen en mis padres con sus problemas”… Entonces nosotros tenemos que ser los que abramos esa vía de la comunicación desde la serenidad y el sosiego de que podemos hablarlo todo y podemos acudir al centro a pedir ayuda.

El centro escolar, por supuesto, en el momento que está al tanto, o bien porque detectan señales de riesgo o bien porque la familia o el propio menor acude al orientador, al tutor o algún profesional a pedir ayuda y contar su caso de acoso, dentro de sus competencias, tiene que investigar cuál es la situación, hablar con las partes implicadas, con las víctimas, y los agresores. Hablar incluso con las familias de las víctimas y de los agresores.

Tomar las medidas oportunas según el reglamento interno para que esa situación no se perpetúe en el tiempo. Cuanto más se cronifique en tiempo, más sintomatologías va a tener, y evidentemente el impacto emocional va a ser mucho mayor.

En el centro escolar, las familias pueden actuar como en escalera. Pedimos ayuda primero al tutor o al orientador, sino también está la jefatura de estudios. Tenemos la posibilidad de hablar con el Ampa, y la inspección educativa es un recurso externo. El centro escolar ha de informar de todo caso grave que perturbe el normal funcionamiento.

El centro cada vez tienen más herramientas. Hay una mayor información que ayuda muchísimo a que, efectivamente, los centros escolares y el profesorado mejoren su competencia, no solo en el plano docente, sino también en su competencia personal.

Quería hablar sobre una cifra que has mencionado, la de los casos de violencia sexual en los centros. Hace no mucho hemos oído la noticia de un grupo de chicos muy jóvenes que han agredido a una compañera. Parece que se han puesto de moda este tipo de prácticas tan brutales. ¿Cómo lo percibís desde ANAR?

En las líneas de ayuda de ANAR venimos detectando en los últimos años, con enorme preocupación, cómo ha cambiado la tendencia de las agresiones sexuales, a menores de edad. Antes cuando teníamos una agresión sexual, y actualmente también, el agresor más identificado es una persona del entorno adulta; pero es verdad que la nueva tendencia es que cada vez tenemos más casos de agresiones sexuales en grupos, es decir, más de un agresor con una víctima, y eso alcanza casi el 10% de los casos de agresiones sexuales que tenemos. Antes era impensable. Y sobre todo, la nueva tendencia también es que los agresores cada vez son de más corta edad, o son menores de edad contra otros menores de edad.

Alertamos de la preocupación grave del acceso a la pornografía violenta, que están teniendo los menores de edad y que están educando en sexualidad, y que evidentemente nosotros como familias, como madres y madres, tenemos que proteger a nuestros hijos acompañándoles muchísimo en el uso seguro a la tecnología. Para eso están los controles parentales cuando los niños, para todos los contenidos inadecuados antes los que mi hijo o hija, digamos, no tiene perspectiva, no tiene madurez para seleccionar contenidos adecuados o inadecuados. Vemos la incidencia de la educación en pornografía y cómo está resultando en una indiferencia ante las conductas sexuales. E incidimos mucho en la importancia de la educación afectivo-sexual niños, para que deje de ser un tabú, porque nosotros llevamos muchos años aquí, ya 29 años, y sabemos que es uno de los temas que has vuelto a hablar con nuestros hijos y hijas y es un tema que hay que hablar en familia. En la escuela también pueden abordar una parte de esa educación, pero la parte afectiva, el vínculo, todo lo que significan los aspectos relacionados con la sexualidad tiene también que implicarse desde la sociedad para que se entienda y no quede disociado el aspecto sexual de lo emocional. Eso también reduce el riesgo. Cuando se les hace suerte a ver situaciones de pornografía, al final, son situaciones también muy violentas, y no es capaz de interpretar; tiene que tener unos referentes sanos, y ahí está la familia, en primer lugar, para educar.

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