Las políticas públicas se dirigen a la población, pero a menudo sin acercarse realmente a ella. Acercar las políticas, la gestión y los recursos sanitarios a la gente es clave para facilitar la accesibilidad de la ciudadanía y establecer las prioridades más cercanas a las necesidades de los potenciales usuarios. Una característica que es esencial y nuclear en el caso de la atención primaria y comunitaria (APiC). Porque cuando se trata de definir los elementos estructurales y organizativos de otros estamentos de la sanidad, como los hospitales, cuando son de un nivel similar de complejidad asistencial, docente e investigadora se pueden seguir patrones comunes en los distintos territorios, lo que resulta inconveniente para una APiCpertinente y equitativa.

Entre los paradigmas esenciales de una APiC efectiva y eficiente destaca que esté diseñada para poder actuar con el mayor grado posible de adaptación a las características de la cultura, recursos comunitarios, sociodemografía, distribución geográfica y epidemiología de los problemas de salud de la población y en el territorio.

Un modelo de APiC diseñada con criterios centralistas estrictamente homogeneizadores, ponemos como para el “café para todos”, nunca podrá alcanzar niveles óptimos de efectividad y eficiencia, ni responder satisfactoriamente a las necesidades y expectativas de la comunidad.

Precisamente, uno de los problemas más habituales de los múltiples planes de reforma/innovación de la APiC diseñados en Cataluña en los últimos 15 años -nunca implantados- ha sido la ausencia, total o parcial, de propuestas claras y decididas para alcanzar un grado óptimo de descentralización territorial en el ámbito de la planificación operativa, control, organización y gestión de los recursos.

Por el contrario, estos planes no han servido para facilitar el desarrollo de la capacidad de autonomía y responsabilidad (con el compromiso efectivo de rendir cuentas) de gestores y profesionales y, en consecuencia, han lesionado la capacidad resolutiva y de adaptación al contexto que necesita la APiC.

En este marco de descentralización de la planificación operativa, las instituciones territoriales, principalmente los ayuntamientos, deberían jugar un papel protagonista, como ya ocurre en otros países, sobre todo del norte de Europa.

Hay que tener en cuenta que debe evitarse la potenciación de localismos injustificados que podrían afectar negativamente a la planificación y distribución territorial de los centros y servicios. Y sin olvidar tampoco la influencia paralizadora de los corporativismos, los miedos a los cambios y a las singularidades.

En Cataluña, la estructura territorial del sistema público se basa en las Regiones Sanitarias del CatSalut y dentro de éstas en los Sectores Sanitarios. Pero la APiC sólo tiene como estructura propia el Área Básica de Salud (ABS).

Para reequilibrar el sistema y potenciar efectivamente la APiC en el conjunto de la sanidad mediante la descentralización real de las competencias de planificación operativa y gestión, habría que valorar la desaparición de las ABS. De este modo, los equipos y centros actuales dependerían de una nueva estructura organizativa de ámbito territorial que sustituiría a los sectores sanitarios, con las modificaciones de alcance territorial y de organización pertinentes, para que pudieran ejercer con efectividad y eficiencia sus competencias sobre el conjunto de profesionales y centros, siempre a partir de una amplia autonomía en planificación y gestión. Esta estructura podría llamarse Departamento Territorial de Atención Primaria y Comunitaria (Figura 1), y debería garantizar los mecanismos y procedimientos necesarios de participación de las instituciones y organizaciones locales en su estructura de mando. Los recursos de internamiento de naturaleza comarcal o local (no de referencia) pasarían a depender directamente -desde la perspectiva CatSalut- de la Región Sanitaria.

 

Una estructura como ésta permitiría el acercamiento a las personas de los puntos de decisión sanitaria en APiC, facilitaría la coordinación funcional en términos de planificación y gestión del conjunto de profesionales y recursos de la misma en el territorio, así como las interacciones con sus activos comunitarios de salud. Significaría, en definitiva, llevar a la práctica las sempiternas declaraciones teóricas sobre el papel fundamental de la APiC. Por otro lado, posibilitaría la asunción de una masa crítica que hoy no tienen las ABS, incrementando su peso específico como sector o grupo estructural en todas las negociaciones sobre la asignación de recursos profesionales y económicos. Permitiría aglutinar -desde las perspectivas de planificación operativa, gestión y actividad y funcionamiento diario- el conjunto de recursos sanitarios ambulatorios del territorio y proyectaría a todos los niveles, incluida la propia sociedad, una imagen mucho más potente de la APiC. En este marco del Departamento sus equipos de atención primaria seguirían desarrollando un papel nuclear, central, y podrían potenciarse mucho más que hasta la fecha los mecanismos de coordinación entre ellos por una estructura de gestión dedicada exclusivamente a la APiC.

Somos conscientes de la dificultad que tiene una propuesta de este tipo, pero también lo somos de que es necesario pasar página de los análisis de las causas y de la descripción de los problemas de la APiC e iniciar acciones en la línea de “cómo” podemos abordar desde distintas perspectivas las innovaciones que necesita.

 

Este análisis ha salido publicado en el Diari de la Sanitat

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