“Se puede y se debe construir un consenso más amplio sobre la reducción de la jornada laboral”, afirma Héctor Tejero. El diputado de la Asamblea de Madrid asegura que “es una buena política de Estado dar incentivos a las empresas que reduzcan la jornada laboral” y cree que es la vía para ampliar las voces favorables entre la derecha y el empresariado en torno a la jornada laboral de 32 horas. Después de que Más Madrid haya acordado presentarse con Sumar en las próximas elecciones del 23 de julio, asegura que los tres principales retos en la próxima década son la transición ecológica, la desigualdad y la vivienda y defiende que “el proyecto de Sumar y Más Madrid se hace cargo de los problemas del país y quiere que todos vivamos mejor”. 

¿Por qué es el momento de establecer la jornada laboral de 32 horas?

Para poder vivir mejor. Existe un conjunto de problemas en el mundo, que aunque no se solucionarían, mejorarían con una reducción de jornada: altos niveles de estrés y de ansiedad; síndrome de burnout; trabajar demasiado y no llegar a todo. También tenemos una crisis de cuidados, el que la gente no pueda cuidar de sus descendientes o de los mayores a su cargo. También hay una perspectiva climática; pensar nuevas maneras de vivir en el mundo. En todo esto, la reducción de jornada laboral tiene un papel protagonista. 

La prueba piloto del Reino Unido, la 4 Day Week, demostró que además de una mejora en la salud mental de los trabajadores, había un leve aumento de la productividad (1,4%). Más allá de una reducción horaria, ¿no se está planteando un cambio en la lógica laboral basado más en objetivos que en horas? 

El gran debate está en la productividad. Los experimentos demuestran que la mejora de la salud mental y física de los trabajadores mejora. En Francia, incluso con la reducción de jornada también, se vio que más gente dejó de fumar. En tareas artísticas o que funcionan por objetivos, es evidente que la reducción de estrés aumenta la productividad. En restaurantes o fábricas, se observa como hay menor rotación de personal y la gente está más identificada con su empresa. Hay un proceso de captación de talento, por las mejoras en las condiciones laborales. De esta forma, aumenta levemente o no disminuye la productividad. 

La reducción de jornada genera condiciones para que se produzca un cambio cultural, pero no va a lograrlo por sí misma

Por el momento hemos visto distintas pruebas piloto en el mundo, pero, ¿cómo se puede trasladar a una política generalizada? Porque hay sectores como la hostelería que aseguran que tendrían más problemas para llevarla a cabo. 

La idea de las pruebas piloto era una evaluación de políticas públicas. Qué problemas y ventajas tienen empresas y trabajadores para implementar la reducción de jornada. Por eso, el proyecto piloto que intentamos hacer desde Más País era intentar incluir empresas de muchos sectores, aunque finalmente el Gobierno lo ha planteado en el sector industrial. La idea de la prueba piloto era poder entender las necesidades de las empresas para solventarlas. Para nosotros debe ser un proceso gradual. Hacer políticas de incentivos desde las instituciones para que las empresas se vayan sumando. La gente tiene la idea que se decreta de un día para el otro, aunque casi nunca ha sido así. Por lo tanto, nosotros optamos por la vía de incentivos, desgravaciones, ayudas directas o beneficios en la compra pública para que las empresas se vayan sumando. Si junto a eso, hay una presión de los sindicatos que ponen la cuestión encima de la mesa mediante el convenio, se podrá avanzar colectivamente. En ese caso, la ley es el final del camino, cuando ya hay un elevado volumen de empresas que la llevan a cabo. Como se hizo en Francia, se puede hacer una ley con una moratoria de dos años. Al final depende del sector, del tamaño y del tipo de empresa. Y ya por una cuestión de competición, de captación de talentos, acabará obligando a las empresas a reducir la jornada. 

En España se han planteado distintas pruebas piloto de la jornada laboral de 32 horas. ¿Cómo están funcionando?

La primera fue en la Comunidad Valenciana. Ya van por la segunda edición. En la primera se presentaron muchas empresas, pero algunas no cumplían los requisitos. En esta segunda fase se han presentado más empresas y han modificado las bases para que accedan más. En el caso español, ahora se están comprobando cuántas cumplen los requisitos y se han presentado unas 70. El problema de la prueba piloto de España es que se ha planteado desde el Ministerio de Industria y, por lo tanto, solo son empresas industriales. Habrá que ver cuantas acceden al proyecto piloto. 

¿Hay consenso social para establecerla? La patronal, por ejemplo, no la ve con buenos ojos, ¿se debe buscar un apoyo de todos los agentes sociales?

Hay un apoyo social elevado. Nosotros hicimos una encuesta el 1 de mayo de 2021 y un 70% lo apoyaba. Más en la izquierda que en la derecha y más los jóvenes que los mayores. Además, más del 50% piensa que es viable. En el ámbito de las empresas, en Inglaterra un 5% la están aplicando y un 20% se lo han planteado. En España, en una encuesta que hizo Adecco en 2021, un 70% de las empresas estaba en contra de la reducción de la jornada laboral sin bajar los salarios, pero en torno a un 12% estaban a favor de probarlo. Aunque parezca poco, son muchísimas empresas, son 400.000. Probablemente con la crisis de Ucrania, el rechazo desde las empresas haya aumentado, pero hay sectores que ya lo hacen y ven que es beneficioso tanto para los trabajadores como para las propias empresas. Siempre habrá reticencias. Se puede y se debe construir un consenso más amplio sobre la reducción de la jornada laboral. 

La reducción de jornada, más que el efecto sobre las emisiones, tiene potencial por encontrar nuevas formas de estar en el mundo que son sostenibles, también vitalmente

¿Y hay un consenso favorable en el ámbito político?

Desde la política, la vía ahora es la de los incentivos. Se puede construir un consenso político con la derecha en la reducción de jornada laboral. No tanto imponiéndola, sino por la vía de los incentivos. La empresa que quiera probarla, se le pueden dar ayudas. Esto ya se hace realmente. Las empresas ya reciben subvenciones por hacer I+D, por contratar a gente de determinadas minorías, etc. La reducción de la jornada laboral también permite que se reduzcan las bajas laborales, el absentismo laboral y tiene beneficios en la conciliación y mejoras en la salud. Es una buena política de Estado dar incentivos a las empresas que reduzcan la jornada laboral. En eso también podría haber consenso con los empresarios. 

La jornada laboral de 32 horas se ha planteado como una de las medidas que ayudaría a la salud laboral por la reducción del estrés o la mejora de la conciliación, entre otros. Más allá de eso, continuamos con una falta de acceso a salud mental, ¿qué otras políticas laborales deben plantearse para garantizar una salud laboral real?

Todas las políticas que reduzcan la precariedad y fomenten la estabilidad y la formación. La mayoría de problemas de salud laboral se producen por trabajar demasiado. Los accidentes laborales, por ejemplo, se producen mayoritariamente en las últimas horas de la jornada y en los últimos días de la semana por temas de agotamiento. Además, hay más de un 20% de gente que sufre el síndrome de burnout. La estabilidad permitiría también reducir el estrés y cuestiones como menor rotación y más formación también ayudarían. También hay otros temas fundamentales como la salud mental o la vivienda, que están relacionados con el mundo del trabajo. Hay que reducir precios de la vivienda o aumentar salarios. 

Más allá de la mejora de la conciliación, también se habla de que es una medida que beneficia a movimientos sociales como el feminismo o el ecologismo. ¿Cuál es su aportación?

Con la conciliación hay debate. La reducción de la jornada laboral es una precondición para favorecer a un cambio cultural. No va a solucionar los problemas de conciliación en el reparto desigual de las tareas domésticas entre hombres y mujeres. Algunos estudios demuestran que no hay un efecto muy fuerte. Cuando los hombres se jubilan o entran en paro de larga duración, no asumen más carga de tareas de casa. La reducción de jornada genera condiciones para que se produzca un cambio cultural, pero no va a lograrlo por sí misma. En la reducción de jornada se plantea la opción de trabajar menos días o menos horas al día. Las mujeres prefieren trabajar menos horas al día y los hombres menos días a la semana, por una cuestión de conciliación. En la encuesta que hicimos vimos un sesgo de género, aunque tampoco muy evidente. Por lo tanto, es un debate interesante, aunque aún está abierto y se debe de resolver. 

En cuanto al, ecologismo hay dos cuestiones: los efectos directos en el medio ambiente; porque hay menos desplazamientos, porque cuando la gente tiene más tiempo libre tiene comportamientos más sostenibles,etc. El efecto principal de la reducción de jornada es la transición hacia un modelo de trabajar menos y tener más tiempo libre como forma de riqueza. Lo importante es crear imaginarios colectivos que no pasen por  tener que trabajar y consumir mucho: trabajar menos y tener más tiempo para dedicarte a ti y a tus vínculos.  La reducción de jornada, más que el efecto sobre las emisiones, tiene potencial por encontrar nuevas formas de estar en el mundo que son sostenibles, también vitalmente. 

Por lo tanto, es una medida que va contra el capitalismo consumista. 

Depende de cómo se plantee. El capitalismo existe trabajando 16 horas u 8 al día. Aunque es cierto que la reducción de jornada va contra el hiperconsumismo. Cuando menos tiempo tienes, más gastas en comprar a domicilio, etc. Una reducción horaria llevaría el consumo hacia el sector servicios, gimnasios, teatro, cultura, bares, etc. 

Hay un camino político más sencillo de que la gente entienda que se puede mejorar la vida a base de trabajar menos que mejorar la vida a base de una ayuda del Estado incondicional

La jornada de 32 horas plantea un cambio de paradigma laboral. ¿Es el momento de afrontar cambios estructurales también en las prestaciones sociales, por ejemplo con la renta básica universal? 

Hay una tendencia en la izquierda a poner a competir medidas. En realidad son complementarias. La reducción de la jornada favorecerá fundamentalmente a los trabajadores asalariados, que significan un 85% del total. Los autónomos tendrían más complicaciones para beneficiarse. Luego, cuestiones como la renta básica universal permitirían que autónomos pudieran reducir su jornada. Es importante, por lo tanto, no ponerlas a competir sino  complementarlas. Mecanismos como la renta básica, permitirían que perfiles como los riders pudieran trabajar menos. 

Al final son medidas estructurales, ¿hay una aceptación social suficiente para llevarlas a cabo?

Con las reducciones de jornada hay más aceptación creo, sin entrar a valorar si una es mejor que otra. En España, hay un imaginario de que uno se gana la vida trabajando y hay vergüenza de cobrar ayudas. Tienen cierta estigmatización. Se ven como una cosa de pobres. En otros países hay una mayor cultura de recibirlas. 

Hay un camino político más sencillo de que la gente entienda que se puede mejorar la vida a base de trabajar menos que mejorar la vida a base de una ayuda del Estado incondicional. Solo hablo de una percepción social. Las dos medidas son cambios estructurales. Al final no son cambios revolucionarios y se puede conseguir aplicándolos poco a poco, aunque ambos tienen problemas de implementación. El proyecto piloto de la Renta Básica era una buena propuesta y es una lástima que se haya retirado en Cataluña. Puede buscarse un modelo de aplicación gradual donde las prestaciones actuales vayan transicionando hacia la Renta Básica. 

Las tendencias políticas demuestran una elevada polarización con una ampliación de los derechos sociales desde las fuerzas progresistas y una ola reaccionaria enfrente. ¿Está la izquierda capitalizando estos nuevos derechos? 

La izquierda está avanzando en términos de derechos civiles y sociales: la reforma laboral, el aumento del salario mínimo o el Ingreso Mínimo Vital (IMV). Son medidas baratas con grandes efectos en la reducción de pobreza y desigualdad en el país. Siempre ha ocurrido así. Para mí no deben convertirse en batallas culturales. Aunque la izquierda haga bandera, la reducción de la jornada mejora la vida de todo el mundo al margen de lo que piensen. Es importante tender puentes con sectores moderados de la derecha. Yo creo que la derecha se equivoca al atrincherarse en mejoras claras de los derechos civiles. 

Ha habido una capacidad de la derecha por capitalizar un enfado de la ciudadanía contra un gobierno de izquierdas que ha hecho buenas políticas

¿Pero no crees que la izquierda no es capaz de capitalizar estas medidas? Porque después de una legislatura con muchas medidas sociales ha habido unas elecciones municipales donde ha arrasado la derecha. 

La política no es la traducción directa de las mejoras en la vida de la población. Es una época compleja donde ha habido inflación, hay un problema estructural con la vivienda y eso genera frustración en los votantes de izquierdas. Ha habido una capacidad de la derecha por capitalizar un enfado de la ciudadanía contra un gobierno de izquierdas que ha hecho buenas políticas. Algunas insuficientes, otras no. En ocasiones es difícil trasladarlo a votos. El gobierno progresista ha hecho las cosas bastante bien y para las elecciones generales, si se hace una buena campaña y se convence a la gente de lo que se ha hecho bien y de lo que falta por hacer, se pueden mejorar los resultados. 

Tu formación política ha llegado a un acuerdo con Sumar para concurrir en las próximas elecciones, donde se plantea un proyecto de país para los próximos diez años. ¿Qué propuestas se hacen en esta vía desde el movimiento Sumar? 

Las líneas generales son compartidas en buena parte de la izquierda. Hay varios problemas fundamentales: necesitamos una transición ecológica justa que dé seguridad a la gente y genere empleo, la desigualdad y la vivienda, que se ha convertido en una soga al cuello para los más jóvenes. Debemos pensar en un horizonte de país habitable y más justo. El proyecto de Sumar y Más Madrid se hace cargo de los problemas del país y quiere que todos vivamos mejor. 

 

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