Entrevista a Trifonía Melibea Obono, especializada en género y mujeres, quién visitó Sant Cugat del Vallès (Barcelona) en el marco del programa Ciudades Defensoras de los Derechos Humanos, impulsado por el Fons Català de Cooperació y la Comissió Catalana d’Ajuda al Refugiat, con el objetivo de dar a conocer su lucha y la situación de su país. Este programa permite que defensores y defensoras de los derechos humanos de todo el mundo visiten centros educativos de diversos municipios de Cataluña con el objetivo de dar a conocer su lucha y situación de sus países. En este caso, Obono explica la lucha por los derechos de las mujeres y de las personas LGTBIQ+ en Guinea Ecuatorial, una ex colonia española bajo la dictadura de Teodoro Obiang y que mantiene muchos elementos heredados del franquismo.
Dices que desde 2000 Guinea Ecuatorial vive un proceso de apertura. ¿Por qué?
En los años 90 empezaron a llegar empresas que querían extraer petróleo. Esto implica que llegan muchas personas de otros lugares del mundo. En la década de los 2000 la evolución del petróleo promueve que mucha gente migre hacia Guinea Ecuatorial, no sólo de los países cercanos, sinó también de Occidente. Antes de eso era un país muy cerrado. El crecimiento de las redes sociales también es importante, porque llegan a mucha gente joven, que empieza a ver cómo en otras partes del mundo surgen grupos de reivindicación, hacen música de protesta… El movimiento de la cultura urbana empieza a crecer con festivales de hip hop y rap, mujeres que buscan referentes feministas… Todo esto ha hecho que buena parte de la población guineana se crea más las informaciones de las redes sociales que las de los medios de comunicación, controladas por el poder. Las redes han aportado una pluralidad de opiniones.
¿Es igual en todo el país?
Más en Bata y en Malabo que en otros lugares. Aunque las redes llegan más lejos, la cobertura de teléfono es un arrecife.
¿La etnia fang, que es la mayoritaria en el país, tiene algún reto añadido en esta transformación?
La globalización tiene mucho poder. Hace 20 años existía una división más fuerte entre los grupos étnicos. Era casi imposible encontrar a gente joven que hablara lenguas de etnias diferentes. En los últimos años se ha producido un avance, porque pueden registrarse parejas interétnicas, por ejemplo. Sin embargo, la gente mayor pone resistencia. Culpan a los blancos de hacernos perder tradiciones. Los jóvenes, en cambio, aprovechan lo positivo de la globalización y de la tradición. ¡No nos quedaremos con tradiciones malas! También existen muchos grupos de música y de reivindicación que cantan en lenguas diversas. Porque llegue el inglés no dejaremos de hablar nuestras lenguas. Son otras formas de resistencia e integración. No conocer más allá de tu entorno es también una forma de analfabetismo y exclusión.
Teodoro Obiang está en el poder desde el golpe de estado de 1979. ¿Estas formas de resistencia ayudan a un cambio político?
La Guinea de hoy está fragmentada. La juventud quiere modernizar el país, pero los poderes fácticos se resisten. Hay familias que no pueden hablar de algunos temas porque existen desacuerdos entre padres e hijos. Se ve también en la fe. Hay familias católicas, evangélicas, protestantes… y también ateos. A veces se opta por no bendecir la mesa, a pesar de ser una celebración religiosa, para que todo el mundo se sienta cómodo. Es un avance.
Si es generacional, ¿sólo hay que esperar?
No me atrevo a pronosticar nada.

La investigadora del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Yolanda Aixelà-Cabré nos contaba en una entrevista que ya no viaja a Guinea Ecuatorial porque, por haberse reunido con la oposición, está muy controlada por el régimen y corre peligro. Esto de una persona que a priori tiene el apoyo de un estado extranjero detrás. ¿La represión para los guineanos es aún peor?
Sí, antes la represión era estructural, pero en los últimos años, con el dinero del petróleo, la represión es selectiva. Para aparentar que es una democracia que respeta los derechos humanos, ya no se persigue a cualquiera, sino sólo a cualquier persona que pueda convertirse en referente para un cambio. Por eso Yolanda se encuentra en esta situación, porque puede ser un referente para el cambio político para muchas chicas. A mí misma me ocurre lo mismo.
Las personas que asumís un cierto protagonismo corréis un riesgo enorme. ¿Cómo os protegéis?
¡Sobre la marcha! No hay ninguna ley que proteja a las personas que defienden los derechos humanos. Yo soy atea y no tengo ningún Dios al que rezar para que me proteja.
¿La emergencia climática y la crisis inflacionaria han supuesto algún cambio en la estructura de poder creada en torno al petróleo?
Sigue igual. Cada día se pelean porque no hay tanto dinero como antes, eso sí. Se pelean, se acusan, se matan, se meten en prisión… Lo hacen en nombre de la lucha contra la corrupción.
¿Entre las empresas y el gobierno?
No, entre los propios miembros del gobierno. Son peleas internas entre las personas que sacan beneficios del petróleo. Desde Occidente a menudo se tiene la mirada de que los “pobres dirigentes africanos” no pueden hacer nada, pero no es así. Son beneficiarios de estos pactos con las petroleras, forestales… La disputa es sobre los beneficios. No son pobres víctimas.
¿Cómo se cambia la situación si occidente es el primer beneficiado de esa dinámica política?
Occidente es beneficiario, pero el propio gobierno guineano también. Si todos nos callamos, ¿quién queda? No voy a tomar partido en una pelea por el poder. Los países tienen su proceso. Muchos de los escritores que estudiamos han sido encarcelados en algún momento porque defendían postulados que no agradaban al poder de su época. No por eso dejaron de trabajar. Por ejemplo, a mí me gusta mucho la película sobre Miguel de Unamuno Mientras dure la guerra porque, como escritor, defendió sus ideas.
Criticas que el matrimonio es una forma de prostitución en Guinea Ecuatorial. ¿Qué significa?
Sobre todo en la etnia fang. A menudo las familias de las mujeres piden dinero al marido o a la familia del marido para pagar gastos. No son matrimonios nacidos a raíz de la colonización. Ya ocurría antes. Hay una especie de pelea interétnica en la que cada grupo se autoprotege y autodefiende. En ocasiones, se acusa a otras etnias de ciertos posicionamientos. Por ejemplo, dicen que los homosexuales no tienen ningún problema en su etnia pero sí en otra, hasta que de repente surge un problema en este sentido. Una pelea similar a la de las regiones españolas, en las que cada una se cree mejor que el resto. Preferimos no entrar en esta pelea, ayudamos a todo el mundo.
No es sólo un elemento legal, también cultural.
Sí, pero sin obviar la parte legal. En Guinea Ecuatorial tenemos una ley de orden público que penaliza la homosexualidad. Buscan sanciones, sobornos… Si no pagas, te llevan a una cárcel mayor. También mantenemos la ley de vagos y maleantes de 1954, que castiga a entre 12 y 24 meses de prisión a las personas homosexuales.
¿Es la ley franquista?
Sí, somos la continuidad de la España franquista.
Es decir, ¿es necesario un cambio legal y cultural?
Una parte importante de los casos de violencia vienen de las prácticas de conversión que implementan las familias, no de la ley. Sin embargo, los poderes públicos mantienen la persecución. En la mayoría de casos son las familias las que llevan a las personas LGTBIQ+ a las comisarías. O sea, eliminar la ley de vagos y maleantes de nada servirá si los poderes públicos no inciden en las familias.
El papel de la iglesia
¿Qué papel desempeñan las iglesias Católica y la Evangélica en todo esto?
La Iglesia Católica es el Estado, como el nacional-catolicismo. Para una atea como yo, es una falta de respeto a mi identidad y a mi derecho de ciudadanía. El anteproyecto de ley de 2019 para empeorar la situación en Guinea Ecuatorial ha sido incitado por la Iglesia Católica. Es una propuesta similar a la ugandesa para ir más allá en el empeoramiento de los derechos de las prostitutas, los homosexuales… Va más allá de la reforma de los 70, la última reforma del franquismo. La Iglesia Evangélica tiene mucho arraigo social, y todo depende del cura. Hemos llegado a encontrar casos de familias que han llevado a una persona trans a la iglesia para que “la cure”, y el cura ha acabado violándola. Lo hemos recogido en el último informe sobre la trata de personas en Guinea Ecuatorial.
¿No hay voces críticas dentro de la Iglesia?
No, quizá en el Vaticano con el Papa Francisco. Pero no veo cambios en Guinea Ecuatorial.
En España existen grupos católicos que ponen en duda los postulados conservadores de la Conferencia Episcopal. Quizás no consiguen grandes cambios, pero están ahí. ¿Allí no?
No y, en cualquier caso, ¿cuánto tiempo ha tenido que pasar en España para que algún cura haga alguna declaración en contra de un cardenal?
Mujeres e igualdad
La igualdad entre hombres y mujeres a nivel político a priori está recogida legalmente en Guinea Ecuatorial, pero en la práctica es inexistente. ¿Cuáles son los pasos a seguir para hacerla efectiva?
Hay que reconocer a las mujeres como personas con derechos humanos. En la época de Franco, las mujeres no podían tener cargos. En Guinea Ecuatorial, como debía dar una apariencia de democracia y de derechos, se creó un mecanismo por el cual las mujeres ocupan escaños, pero no tienen poder… Cuando intentan incidir, se las cambia. Pero esto no debe ser sólo un compromiso sobre el papel, porque en estos momentos no hay ningún tratado sobre los derechos de las mujeres que Guinea Ecuatorial no haya ratificado. Son tratados que se quedan en Ginebra, sin cumplir requisitos y avances en Guinea.
Aunque Guinea Ecuatorial fue una colonia española, reconocida como provincia, en España se conoce poco su realidad. ¿Qué te encuentras cuando la explicas aquí?
Gente que me dice: “Ay, qué pena lo que ocurre en tu país. ¿En qué parte de África está?” [Ríe] Bien, también me encuentro la solidaridad de muchas mujeres feministas que saben qué pasa en Guinea. Cuando voy a las aulas me gusta preguntar si conocen el nombre de alguna feminista española, y generalmente no saben decirme ninguna. Creen que, dado que otras mujeres ya lucharon, ahora ya lo tenemos asegurado. Si preguntas qué españolas lucharon por el derecho a voto de las mujeres, terminan diciéndote que fueron las sufragistas inglesas. ¡Si no lo saben de España, ¿cómo lo van a saber de Guinea?!

Esto responde también a la mirada paternalista de las antiguas fuerzas imperiales sobre sus ex colonias.
Sí, pero es una mirada que también se vive en Guinea Ecuatorial a la inversa, en contra de los blancos. Por ejemplo, la primera constitución guineana se aprobó en Madrid, porque al franquismo ya no le convenía la imagen de país con colonias y por eso quería deshacerse de Guinea. Era una condición de la Comunidad Económica Europea para la paulatina incorporación de España. España no quería dejar una herencia desastrosa en Guinea Ecuatorial por eso mismo. Las conquistas de las feministas de la Segunda República se reprodujeron en esa primera constitución guineana hecha por el franquismo: el derecho a la educación, al voto… Son los únicos derechos que hemos tenido las mujeres. Las conquistas de las feministas españolas llegan de rebote a Guinea. Si las mujeres podemos votar en Guinea Ecuatorial es porque Clara Campoamor lo luchó en España.
¡Lo más curioso es que os lo dio Franco!
¡Claro! [Ríe] ¡De hecho, el régimen autonómico empezó en Guinea Ecuatorial y siguió en España porque éramos una provincia! Todo porque debían dejar una ex colonia en forma de país democrático con una constitución propia. Ahora bien, dile a una chica negra de Guinea, con racismo hacia los blancos, que ella tiene derecho a voto gracias a que una blanca luchó por conseguirlo.
Cuando vienes a España también sufres racismo.
¡Por supuesto! Es curioso. En Guinea tengo amigas blancas que lo han pasado mal porque sufren ese racismo. Muchos chicos que ven porno asocian a las blancas a actrices porno o prostitutas. Están expuestas a acoso sexual y racial. Al mismo tiempo, yo sufro racismo cuando vengo a España.
El problema del racismo es que es estructural. Ni un cambio legal es suficiente ni un cambio cultural es fácil. El reto es inmenso.
Sí, pero cuando los poderes públicos trabajan y visibilizan, algunas mentes cambian. Claro que en España hay hombres que matan a sus parejas, pero no por eso la legislación en esta materia no ha sido útil. Poco a poco, la sociedad entiende que es malo maltratar a una mujer. A veces, la sociedad presiona a los poderes públicos, y a veces es a la inversa. En Guinea, mucha gente joven ha empezado a presionar a los gobiernos.
No son procesos lineales, hay altibajos.
Exacto, basta con mirar cómo en España han surgido partidos que defienden el franquismo. Quizás si se suspende algún derecho desde el Congreso, algunas niñas entenderán que sus derechos son fruto de intensas luchas.
Esta entrevista ha sido realizada por el diario elCugatenc