“¡Buscamos personas voluntarias!” anunciaba en redes sociales el Festival Alma que se celebra en el Poble Espanyol entre el 11 y el 27 de julio. La oferta se publicitaba como una oportunidad para “conocer de cerca cómo se gestiona un festival de música” y aunque recordaba que “el voluntariado no es remunerado”, en horas recibieron más de 200 solicitudes.
Desde Concert Studio, promotora que gestiona el festival, aseguran que la campaña se dirigía a alumnos interesados en la industria musical, que se presentaran para realizar prácticas universitarias, aunque el requisito de ser estudiante no figuraba en el anuncio . Las condiciones eran ser mayor de edad, asistir a “formaciones de voluntariado impartidas por la organización” y cumplir con los requisitos de responsabilidad y puntualidad. En cuestión de horas, las redes se incendiaron y pese a las acusaciones, desde la compañía niegan que se quisiera sustituir los 200 puestos de trabajo por voluntariado. Pero ante la presión, la empresa ha acabado por desistir en la búsqueda de “voluntarios” para trabajar en el festival.
He rebut això de Festival Alma Pedralbes, es normal? Demanar voluntaris per cobrir llocs de treball? pic.twitter.com/mtGgflhr2R
— Montse Sanclemente (@montsesancle) May 20, 2023
El formulario ofrecía como plazas disponibles, que los candidatos debían seleccionar: accesos, puntos de información, taquilla, asistente de producción, asistente de comunicación, merchandising, derivadores de público, village, asistente de catering, gestión de auditorio y acomodación y gestión de parking. Trabajos que podían desarrollarse durante ocho o quince días por los que no se recibiría ningún sueldo sino “beneficios”. Es decir, invitaciones para asistir a actuaciones, camisetas, comida y bebidas. La oferta también aseguraba “un excelente ambiente de trabajo durante el festival” y “accesos a áreas exclusivas como el backstage y zonas VIP”, añadía como gancho. La figura del voluntariado es un habitual en festivales de música, que “cada vez va a más y que se extiende a otros sectores de verano como la monitorización o la hostelería”, aseguran desde las juventudes de UGT, Avalot y lamentan que “son prácticas que fomentan la precarización de los jóvenes y se aprovechan del desconocimiento, ya que suelen ser primeros trabajos para muchos”.
Los idílicos anuncios que realizan en las redes sociales para atraer a voluntarios contrastan con largas jornadas de trabajo, con responsabilidades y que en la mayoría de casos son fraudes laborales, para ahorrarse el sueldo y el coste de la Seguridad Social.
Desde la Inspección de Trabajo y los sindicatos afirman que si hay sospecha de fraude debe presentarse una denuncia que puede hacerse online y de forma anónima. En caso de que la Inspección de Trabajo acredite que se trata de falso voluntario, automáticamente se da de alta en la Seguridad Social y como trabajador indefinido a tiempo completo. Otras denuncias sonadas han sido la del Salón Erótico de Barcelona que en 2016 se vio salpicado por una denuncia de UGT en Apricots por utilizar voluntarios para sustituir a trabajadores a cambio de accesos gratuitos.
Un antiguo fenómeno con pocas sanciones
En Cataluña los voluntarios están regulados por la ley de voluntariado y fomento del asociacionismo de 2015 y que establece que la persona debe llevar a cabo la actividad de forma voluntaria y que los proyectos deben desarrollarse por entidades o asociaciones sin ánimo de lucro. Sin embargo, la ley estatal es menos clara y cede la interpretación a los inspectores de trabajo.
Un sector con una amplia plantilla de voluntarios es el de los ‘hostels’ que mediante plataformas como Workaway o Worldpachers utilizan como excusa la economía colaborativa. Ofrecen “una forma de vida” bajo la sombra de la precariedad, una práctica con años de historia. Los anuncios son vacantes de voluntariado para jóvenes viajeros para trabajar unas 25 horas semanales a cambio alojamiento gratuito, comida y descuentos en fiestas. El Departament de Treball ya ha advertido que se trata de una práctica ilegal que supone un fraude y que requiere contrato y alta en la Seguridad Social. También se confirmaba con la sanción pionera de 43.295€ que impuso la Generalitat a un hostel de Gràcia que ofrecía cama y comida a cambio de una jornada de trabajo de 25 horas. Desde Avalot, más allá de la legalidad, hablan de una “práctica inmoral”, ya que “por un trabajo estructural no se pueden ofrecer hospedaje o entradas a festivales, sin contrato ni salario” y denuncian que perpetúa “una precariedad que ahoga a los jóvenes”.