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Imaginad un país en el que las cosas puedan ser distintas. Donde tener esperanza en un futuro que, aunque lleno de mil retos, pueda ser mejor. Un país que aprenda de sus errores, que cure sus heridas y sepa hacia dónde debe que ir. Imaginad un país en el que el franquismo ya solo es un eco lejano, un espectro que infunde miedo como las sombras en la noche, pero que a la luz del día se muestra pequeño, ridículo, incluso insignificante. Imaginad que la luz y el conocimiento vencen a la muerte y a la incultura, que la razón rompe las cadenas. Que la Ilustración, con todos sus matices e imperfecciones, puede formar parte, por vez primera, de nuestro patrimonio.

Imaginad que ni siquiera con todos los medios de comunicación a su favor lo hubieran conseguido.

Imaginad un país que hubiera emprendido un cambio que ya fuera imparable; puede que no fuera un cambio ideal, no el más revolucionario, pero sí en la senda de la justicia social y la ética. Imaginad que una explosión de color barriera el país de un extremo a otro, mujeres libres perdiendo el miedo, hombres que pudieran cuestionarse su papel tradicional sin tener que cumplir expectativas absurdas. Un lugar en el que pudiéramos sentirnos, poco a poco, más nosotros que nunca. Imaginad un país en el que todos, todas y todes pudiéramos ser quienes quisiéramos para querernos como quisiéramos. Imaginad una sociedad dispar, en ocasiones enfrentada, pero que ha conseguido alcanzar una mayoría de personas que ya aspiran a mucho más de lo que siempre se ha esperado de nosotras: enfrentarnos, vengarnos, odiarnos. Imaginad que, al fin, la democracia triunfase, que los pequeños se uniesen, que esa unión de los débiles nos hiciera más fuertes, en un país que valorase las naciones que lo conforman y que, lejos de ser una amenaza, abrazara la plurinacionalidad. La diversidad que nos fortalece nos hace saludablemente diferentes, más plurales.

Imaginad por un momento que nuestra historia no la escriben nuestros verdugos.

Imaginad un país que a lo mejor empieza a quererse a sí mismo, en el que sus ciudadanos, en vez de miedo a sus representantes, les exigen responsabilidades, y en vez de pensar que todos sus políticos son iguales, les exigen que sean todavía más diferentes. Imaginad un país que quiera mandar al pasado el desasosiego, a un pasado en blanco y negro, un gris que costó el dolor, el sufrimiento, el silencio y la muerte de tantos. Imaginad un país que se haya rebelado contra el supuesto destino manifiesto que anunciaban algunos y al que querían volver los de siempre. Imaginad un país donde las cosas puedan ser de otra manera, un país en el que puede que ya empiecen a ser de otra manera.

Imaginad que podemos elegir aquello que nos une y tiramos a la basura todo aquello que históricamente nos han impuesto.

Imaginad ser el foco de ilusión, de lucha, y de orgullo, la chispa que anima a otros a seguir adelante, a volverse a levantar. Imaginad un país que le lanza un mensaje al resto de Europa: no pasarán, esta vez sí, y no como en el 39. Esta vez no, no pasaron.

Porque la historia puede ser diferente. La decidimos nosotros.

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