Dice que cuando, de pequeño, le preguntaban qué quería ser de mayor él contestaba que “dibujante”. Empezó a trabajar a los 14 años y no fue dibujando sino en una oficina bancaria. Estuvo allí hasta los 23. Los últimos años de trabajo en el banco los compaginó con los dibujos que hacía para la revista Mata Ratos. Después los hizo para Por Favor, Interviú y Primera Plana. El 27 de mayo de 1977 salió el primer número de El Jueves, de la mano de Tom, Romeu y suya. El banco pasó a la historia. En la primavera de 2016 se desvinculó de una revista de humor que llegó a tener entre 500.000 y 750.000 lectores semanales. Casi 40 años de El Jueves que José Luis Martín nos cuenta en las más de quinientas páginas de Desmemorias de una revista satírica.
Si digo que El Jueves cuenta mejor la historia de España reciente que muchos historiadores, ¿exagero?
Es algo exagerado, pero lo ha dicho siempre mucha gente. De hecho, nosotros teníamos lectores que nos decían que sólo se informaban por El Jueves. Yo les decía que quizá eso tampoco. Sí es verdad que la historia de la revista El Jueves cuenta la historia de España. Eso sí. No digo que la cuente mejor que nadie. Una de las cosas de las que no era excesivamente consciente, y me di cuenta cuando repasé la colección para hacer el libro es que una de las razones del éxito de El Jueves es que no sólo había tocado las cosas que toca todo el mundo, de política, de sexo y tal, sino que realmente las portadas reflejaban cosas importantes que habían ocurrido en ese país y que no eran humorísticas. Cuando llegó el divorcio, cuando llegó el móvil, cuando llegó el vídeo… Todo esto está reflejado en la revista, y creo que esto es uno de los ingredientes del porqué eso tan raro que una revista satírica se convirtiera en un fenómeno de ventas y que siempre estuviera en el top ten de las revistas semanales del país.
750.000 personas leían cada semana El Jueves
Cada semana. Es una brutalidad. Vendíamos 120.000, pero El Jueves es una revista muy social. La compraba uno y la leían siete. Esto es lo que decía el EGM este famoso. A finales de los ochenta, hay un boom de la revista y, de repente, todos leían El Jueves. Todo el mundo nos hablaba de la revista y todo el mundo significa que te encontrabas con un actor famoso o con un cantante… y todos seguían la revista. Al final, los dibujantes somos un poco autistas, trabajamos en nuestro estudio, horas y horas en silencio, sin comunicarnos con nadie, con nuestra musiquita y vivimos poco en el mundo exterior. Ahora están las redes y todo esto, pero entonces la excepción era el día que ibas al Salón del Cómic, el día que ibas a la presentación de un libro. Entonces era cuando contactabas con tu lector. Cuando hay este boom, somos conscientes de que, ¡hostia!, ¿qué hemos hecho? La revista tenía realmente una repercusión brutal.

El Jueves se consideraba una revista de izquierdas, pero en el libro explica que no era una opción predeterminada.
Sí, se nos consideraba mucho así. Según a qué sitios llegabas, te dabas cuenta de que El Jueves era una seña de identidad del rojeras del pueblo, que lo compraba, y eso era un mensaje a la comunidad carca. Nosotros nunca nos consideramos de izquierdas. Pensábamos que una revista satírica debe criticar al poder, y el poder unas veces es de derechas y otras izquierdas. En El Jueves, desde el 82 hasta el 96, criticábamos al gobierno, nos burlamos de él, y era un gobierno de izquierdas. No teníamos una concienciación política excesiva. No éramos tan sectarios como se es ahora.
750.000 lectores significa que ideológicamente tienen que ser variados por narices
Absolutamente. Me caí del caballo el día que iba por el Paseo de Gracia y vi un cochazo que para en un quiosco, baja una señora con abrigo de pieles, que no es algo muy normal en Barcelona, y compra algunas revistas y El Jueves. Yo iba siempre a mirar a los quioscos qué compraba la gente. Otro día, en el aeropuerto, vi a un señor que llevaba el Wall Street Journal y El Jueves. Entonces entendí que El Jueves gustaba fundamentalmente a la gente que leía El Jueves, y que era muy independiente de categorías sociales, era gente que apreciaba el tipo de humor que hacíamos. Esto quedó demostrado cuando, en 2002, en el 25 aniversario hicimos un concurso para reunir a gente que tuviera toda la colección desde el año 77. Se confirmó nuestra tesis. La gente que tenía la colección completa era un camarero de Vigo, un ama de casa de Santander, un investigador del CSIC de Alicante, un médico buenísimo de Madrid… Unos eran más ricos, otros eran más pobres, unos vivían en el campo, otros en la ciudad… ¿Qué tenían en común? Que leían El Jueves. Es muy curioso. Pero lo intuimos siempre.
Una revista satírica tiene que criticar el poder, y el poder unas veces es de derechas y otras de izquierdas.
También es curioso que una persona que ha dirigido durante tanto tiempo una revista con tanta incidencia social pase desapercibida
Claro, pero es que nosotros éramos muy anónimos.
Óscar era conocido porque salía en televisión
Porque salía en televisión y esto era ya en los años 90. Pero, hasta entonces, nosotros el único contacto que teníamos con la gente era el Salón del Cómic, la Feria del Libro de Madrid y, si hacíamos de vez en cuando una exposición en algún sitio al que nos invitaban ese día, conocíamos señores y señoras que compraban El Jueves. Pero si no, no teníamos ni idea. Vivíamos en nuestra burbuja de la redacción o del estudio y tan felices. El principio fundamental de El Jueves era que hacíamos algo y pensábamos que, si nos gustaba a nosotros y nos parecía divertido, pues gustaría a la gente. Es muy sencillo y muy pedestre, pero era exactamente así. Nosotros nos reuníamos. ¿Qué podríamos hacer de este tema de Rubiales? ¿Y si hacemos esto? ¿Y si hacemos lo otro? ¿Y esto qué? Hostia, ¡muy bueno! ¡Pam! Lo hacíamos y ya está.
El mundo ha cambiado mucho, porque ahora a un youtuber que tiene 750.000 seguidores le conoce todo el mundo.
Sí, sí. Todo ha cambiado. Internet lo ha cambiado todo, absolutamente. Está clarísimo.
Con 40 años trabajando en El Jueves será difícil elegir el momento más feliz que vivió allí.
Un momento de aquellos en que pensé “hemos hecho algo extraordinario” fue gracias a un concurso en el que pedíamos a la gente que nos enviara fotos con El Jueves en lugares inéditos. Eran tiempos en que ya había móviles y te podían enviar las fotos con facilidad. Señores que habían subido una montaña, en el fondo del mar, en el desierto… Pero, un día, una señora que acaba de parir nos envía la foto con el bebé y El Jueves. Y dije sobre todo a la gente más joven de la redacción que no se podían imaginar lo grande que era que una señora, en el momento más importante de su vida, se acordase de nosotros. Es lo más grande que nos ha pasado en la historia. Nadie me hizo caso, pero yo estoy convencido de que fue un momento absolutamente maravilloso.

¿Y de momentos antipáticos?
En 39 años pasa de todo. Hemos pasado momentos de angustia financiera, disgustos entre nosotros, problemas, de todo tipo… Curiosamente, tengo bastante capacidad para olvidar cosas desagradables. Enfadarme y odiar lo llevo muy mal. Me da mucha pereza.
Murieron varios compañeros a lo largo de esos años…
Quizás fueron los momentos más bestias. La muerte de Ivá en un accidente de coche… Estamos un día tranquilamente y, de repente, nos dicen que Ivá ha muerto. Venía por La Rioja. Corría el año 93 y él era una columna fundamental de la revista. Había tardado mucho en arrancar. Empieza a publicar en el 86 y tarda dos años en que la gente vea que es un genio. Costó mucho. La gente no entraba en sus historietas porque había mucho texto.
Sus “Historias de la puta mili” o “Maki Navaja” eran geniales.
Lo mejor que se ha publicado en El Jueves. Cuando comienza, en 1986, vemos en las encuestas que hacíamos que no salía bien. Preguntábamos a los lectores y nos contestaban a cobro revertido, que se hacía antes. Eran encuestas en papel, con crucecitas, con las secciones que les gustaba, y no acababa de funcionar. Tardó dos años. Yo lo experimentaba con mis amigos, a los que decía que era lo mejor que habíamos publicado, pero se quejaban de la cantidad de letra, hasta que entraron y descubrieron que era un genio. Y la pérdida de Gin, que era el director artístico desde el año 81 y había estado 14 años dirigiendo la revista. Además éramos amigos, éramos compañeros, éramos de todo. Un día viene y nos dice que se va a fumar el último cigarro porque le han dicho que tiene… Fueron momentos muy bestias, los peores. RAF, Oli… murió mucha gente en la década de los noventa.
Pero el humor seguía. La semana siguiente tenía que salir la revista.
Recuerdo que el día que murió Gin, en la clínica Quirón, volvimos a la redacción por la tarde a trabajar. De hecho, era lo mejor que podíamos hacer.
No creo que haya un humor distinto en cada país. Creo que hay gente con mayor o menor sentido del humor.
No cree que haya un humor específico catalán, andaluz o británico. ¿Nos reímos de las mismas cosas aquí que en Londres o Sevilla?
Creo que hubo humores distintos, pero ahora que todo el mundo está interconectado… Veo cada día los dibujos que se publican en el Washington Post y veo series de humor y películas americanas, inglesas y francesas. Se ha ido uniformizando todo, y no creo que haya un humor distinto. Hay gente con mayor o menor sentido del humor. Hay gente que accede a niveles más sofisticados de humor y gente que no. Pero esto ocurre en Cataluña, en Andalucía, en los Países Bajos o en Estados Unidos. En Estados Unidos habrá gente muy sencilla que reirá sólo con el humor más básico, y está el New Yorker, que es para las élites más sofisticadas de Nueva York. Hay una distancia sideral entre el humor de los dibujantes de New Yorker y los del Oklahoma News. Depende más del nivel de cada uno que de los países. Es una tesis mía no demostrada científicamente.
¿Nos hace la misma gracia a nosotros Joaquín que a un andaluz le puede hacer Joel Joan?
Ahora los andaluces ven películas de Joel Joan, y aquí vemos las no sé qué de Andalucía. Está todo muy mezclado, muy mixtificado. La prueba era El Jueves, que se vendía en España en porcentaje proporcional al índice de lectura. Vendíamos menos en Andalucía, pero no porque tengan menos humor; es que allí se compraban menos revistas y había un índice de lectura mucho menor que en el País Vasco, por ejemplo. El País Vasco era el que tenía el nivel de lectura más alto, y allí, proporcionalmente, El Jueves se vendía más. Los publicistas nos lo comentaban, y decían que no hay tantas revistas a las que les suceda esto. Hola era más de Madrid, Lecturas era más de Barcelona y Semana era más de Andalucía. En cambio, El Jueves era muy proporcional al índice de lectura de cada región.
La historia de El Jueves es también la historia de sus portadas. Secuestraron algunas. ¿Muchas?
No, muchas tampoco. El Jueves se relaciona siempre con una existencia muy conflictiva con la justicia, pero yo a esto le quito hierro. Hemos tenido “follones”, y ya nos hemos encargado nosotros de hacer ruido cuando había follón. Si lo miras en proporción, en 46 años hemos tenido unas cuantas cuestiones. No es muy significativo, ni alteró nunca la marcha de la revista, ni condicionó la línea editorial, ni tuvo demasiada importancia.

La portada censurada más conocida es aquella en la que salían los príncipes de España practicando sexo
Sí, porque ya existía internet. Nosotros estuvimos siempre muy protegidos por el efecto Streisand. Había gente que nos tenía ganas en los ochenta, pero sabían que si se callaban, sólo veían aquello los lectores de El Jueves. Si ponían una denuncia y armaban algo de follón, lo verían los lectores de El Jueves y el resto del país. Moraleja: sería peor el remedio que la enfermedad. Y entonces se abstenían de actuar. De hecho, El Jueves vivió muchos años muy tranquilo. Cuando llega internet, todo se complica. Nosotros, ponemos esa portada en nuestra web el lunes y no pasa nada. Sacamos la revista el miércoles, y no pasa nada. Es el jueves, cuando Jorge Javier Vázquez comienza a darle volumen en su programa, que al Fiscal General del Estado, alguien le dice: “¿has visto lo que han hecho estos?”. El Fiscal General del Estado, que esa semana tenía un follón con una historia de esas terribles de Herri Batasuna en Madrid, donde están siempre a punto de matarse entre todos, piensa, por alguna razón, que es el momento de que se vea que él está en todo, y va y presenta una denuncia y el juez la acepta porque tenía que aceptarla porque realmente la portada era bastante tremenda.
¿Los condenaron?
Nos condenó a la Audiencia Nacional. Lo bueno, lo que más nos impresionó fue que el sitio era muy cutre. Yo había oído toda la vida que en la Audiencia Nacional se juzgaba a los narcotraficantes, a los terroristas… La Audiencia Nacional es un pilar del Estado, y yo me imaginaba unos pasillos con unas columnas y unas estatuas y no, no, era como el CAP del barrio. Un techo bajito con corchos con carteles puestos con los horarios de los juicios. Todo muy cutre, muy cutre. La sentencia fue finalmente una multa de unos 6.000 euros o algo así.
Otra portada que trajo polémica es una donde salía el rey Juan Carlos cuando abdicó. En ese caso quien la retiró fue la empresa editora, RBA
Sí. Teníamos prevista una portada con Pablo Iglesias, pero cuando abdicó el Rey hicimos una nueva muy de prisa. Sin embargo, RBA recuperó la de Pablo Iglesias. Es lo peor que le ha pasado a El Jueves. Cuando entra dentro de la órbita de RBA, la primera condición que se puso es que el contenido de la revista no se podía tocar. RBA dijo que sí, y durante ocho años fue así. Desde 2006 a 2014 nunca nos hicieron el más mínimo comentario, aunque la revista iba descendiendo en ventas porque ya habíamos entrado en la crisis del papel. Ningún comentario jamás de la vida. Lo primero que pasa es que cambian una portada con nocturnidad y alevosía. Habíamos cerrado el lunes y el martes nos enteramos del cambio. No nos entraba en la cabeza que alguien hubiera cambiado la portada, ni que fuera el propietario. Era algo muy raro y, además, nunca hemos sabido la auténtica razón de por qué sucedió aquello. Fue el momento más terrible de El Jueves, entre otras cosas porque se fue la mitad de la plantilla. De hecho, en ese momento yo creo que estuvo a punto de cerrar, porque era una revista de 78 páginas que si se marchaban 17 dibujantes no se podía llenar. Y tampoco podías hacerla de una semana para otra con la mitad de las páginas. Cambian la portada el lunes, el problema surge el martes cuando vemos la revista, el miércoles estamos hablando con unos y otros, unos dimiten, otros dudan y yo el jueves por la tarde me despido de Maite (la directora), que había estado con nosotros desde el año 77, diciéndole que sabía que algún día acabaría la revista, porque todo se acaba, pero que nunca había pensado que fuera de una manera tan gilipollas. Podíamos cerrar la revista por falta de lectores o por, yo qué sé, una crisis financiera… Hay muchas razones por las que una revista se puede ir al garete pero por un cambio inexplicado de una portada en la que la mitad de la plantilla, en vez de decir “esto no puede ser, esta semana no publicamos, hacemos presión a la empresa para que esto no se vuelva a repetir”, ¿lo que se hace es salir corriendo? Yo les decía: “escuchad, si hay un problema en una fábrica de relojes porque el patrón no paga las horas extras, los empleados hacen una huelga, rodean la empresa, hacen una manifestación, pero no salen todos corriendo de la fábrica. El patrón encantado de la vida. Ya cogerá a otros trabajadores, ¿no? Fue el momento más crítico de la historia de El Jueves, sí.
El momento más crítico de la historia de El Jueves fue cuando la editora, RBA, cambió una portada sin avisarnos
¿Existe una portada que sea su preferida de estos 40 años? ¿Tienen alguna colgada en el cabezal de la cama?
Tengo una portada que es la segunda que se hizo en color, pero por el hecho del color. La hizo Julio Vivas. Se la pedí y la tengo colgada en el estudio. Ésta es la única portada que tengo. Fue la única portada que hizo para El Jueves. Dominaba mucho algo que entonces estaba muy de moda, que era el aerógrafo. Esto con el ordenador ahora suena a Paleolítico, pero había gente que era muy hábil haciendo, por ejemplo, un cartel de esos luminosos por la noche.
¿Cuándo y por qué deja un humorista de dibujar? En el libro explica que Óscar, cuando cumplió 65 años, dijo que basta y dejó de hacerlo.
Óscar es así. Es de decisiones drásticas. Hay que decir, en su defensa, que él publicó miles de páginas en El Jueves. Publicaba cinco semanalmente. Me dijo: “maestro, me han dicho que si sigo dibujando no cobro la pensión”. No creo que tuviera un problema de cobrar o no cobrar pensión. Es lo que dice la ley, claro. “Pues, ¿sabe qué le digo? Clavo la plumilla en el techo y a tomar por culo”. Pareció que era una boutade de las suyas, pero no ha vuelto a hacer un puto dibujo en la vida.
¿Le trataba de usted?
Siempre. Nosotros siempre nos tratábamos de usted y de maestro. Él me decía a mí maestro, y yo le decía maestro a él. Siempre. Nosotros estamos tan acostumbrados que es la relación normal, pero claro, cuando hay un tercero siempre dice: “¿qué ocurre aquí?”. Son cosas de Óscar. Es un tío muy peculiar. Era el jefe de los festejos de El Jueves, el que ponía motes a todo el mundo y estas cosas.

Usted acaba de cumplir 70 años y sigue dibujando
Yo soy exactamente lo contrario. A mí es que me encanta dibujar. A Óscar no le gustaba dibujar. Además, él decía -es una boutade de las suyas- que no era dibujante. “Yo soy periodista gráfico”, decía. Es un dibujante excepcional, buenísimo. Es un tío muy acelerado. Muchas veces, si no le salía la palabra y tenía un lápiz a mano, te dibujaba lo que quería decir. Es un dibujante de la hostia. Pero dice que no es dibujante. A mí me encanta dibujar y, además, ahora he descubierto, “a buenas horas, mangas verdes” que tengo tiempo. Ahora, como sólo dibujo en La Vanguardia, es ideal para mí. Yo hacía las páginas de El Jueves, hacía Quico el progre, y, además, llevaba una empresa. Y, al final, existían problemas de personal, de facturas, de financiación, de patatín y de patatán. Y, quieras que no, sobre todo las cuestiones de personal ocupan mucho tiempo. Es lo más complicado del mundo, creo. Siempre dibujaba estresado. Cuando trabajaba en El Periódico, que hacía el dibujo de actualidad, empezaba a hacerlo a las seis o siete de la tarde. Estaba trabajando en la oficina, sí que me apuntaba alguna idea, algún apunte,… pero a las seis y media, cuando se iba todo el mundo y me dejaban solo, entonces empezaba a pensar un dibujo que tenía que entregar a las ocho por fax. Siempre he trabajado muy estresado, muy justo de tiempo. Ahora, tengo un estudio cojonudo, voy por las mañanas, miro los periódicos, tomo notas… Tengo muchos dibujos avanzados, poco temporales o atemporales… Ahora estoy disfrutando más del dibujo de lo que había disfrutado en mi vida.
En El Jueves decían que eran gamberros…
Sí. “Seamos gamberros”. Un cartel que puso Óscar en la redacción.
¿Ha tenido la sensación de estar haciendo el gamberro durante todos estos años?
Sí, sí, mucho. Era muy divertido. Es que, además, todo el mundo de la política, de la intelectualidad, los escritores, todo esto tiene una pomposidad que al humorista gráfico le es ideal para morder. Nosotros nos burlábamos de todo esto, y vivíamos aparte del mundo de la política, de la política de aquí, de la política de allá. Ser gamberro era lo que la gente nos pedía y era muy divertido, muy, muy divertido.
¿Lo añora?
No, no, porque yo no soy gamberro por naturaleza. Yo soy gamberro de oficio. Soy una persona bastante discreta, convencional, con señora, niños, vacaciones, segunda residencia, pero, cuando llegaba a El Jueves, a las 9, me ponía el mono de trabajo y entonces sí, podía ser un gamberro de la hostia. Pero a las siete de la tarde me lo quitaba y volvía a ser un señor que acompaña a las abuelas a cruzar el semáforo. De hecho, entre mis compañeros, yo era el seriecito, el funcionario tranquilo y estas cosas. Yo ejercía de gamberro en el horario laboral.
Ser gamberro era lo que la gente nos pedía y era muy divertido.
Dice que no querían marcarse políticamente, pero en el libro explica que para El Jueves fue un regalo la llegada de Aznar a la presidencia del gobierno.
Claro, sí, sí. Ya no nos acordamos, pero después del 92 hubo una crisis económica muy fuerte. Al igual que había habido una a principios de los 80, y la revista iba bajando, bajando, bajando. Cuando vimos que terminaba Felipe González y que venía Aznar, tuvimos la intuición, la convicción de que era una oportunidad de oro. De hecho, Aznar es el único presidente que hemos recibido con un extra. Cuando gana Aznar, en 1996, como ya lo teníamos previsto, hacemos un extra que se llama “Aznar” que adjunta un libro de cien páginas que se titula “Los pensamientos más importantes y profundos de José María Aznar” o algo así. Era un libro en blanco, cien páginas en blanco. Tuvo un enorme éxito. Éramos conscientes de que ese hombre era una mina. Y, además, cuando se mete en la guerra de Irak… Fue la última oportunidad en la que El Jueves era portavoz de los indignados, por así decirlo. Porque después ya había internet, las redes, y ya la gente tiene muchos sitios donde enfadarse. Hasta entonces, la gente que estaba muy enfadada y quería resarcirse un poco de eso, compraba El Jueves.
¿Internet es un misil en la línea de flotación de revistas como El Jueves?
Es un misil en la línea de flotación del papel. Toda la industria editorial del papel está agónica porque todo lo que daba a la gente ahora puede encontrarlo inmediatamente y gratis en internet. Tú coges un hecho –el beso de Rubiales- y estás en la redacción de El Jueves y dices que hay que tocar este tema la próxima semana, porque este tío es un baboso y no sé qué más. “Venga, va, tú haces la portada, tú haces dos páginas diciendo maneras de besar a una tía, no sé qué…”. Pim-pam, pim pam! Esto ha pasado el domingo, nosotros lo decidimos el miércoles. Salimos el miércoles siguiente al quiosco. Hay diez días de diferencia. Ahora, cuando el tío besa a la chica, a los cinco minutos en Twitter había 100.000 memes que son gratis, que algunos son buenos porque además internet hace un poco de selectividad y lo que te llega es porque lo ha retuiteado gente y tiene una cierta calidad. ¿Cómo compites con algo que es gratis e inmediato? Es imposible. Además, el ego de los dibujantes, de los periodistas, de los fotógrafos y de todos ha hecho que quieras poner el material allí para que te pongan likes y te digan que eres muy guapo. ¡Cojonudo! Tu trabajo, que habías ofrecido toda la vida a los periódicos a cambio de dinero, ahora lo estás ofreciendo en la red gratis. ¿Por qué te va a pagar el periódico? No tiene sentido.
Aznar era una mina, la última oportunidad en la que El Jueves fue portavoz de los indignados.
Afirma que vivir de dibujar es más difícil ahora que antes
Nosotros tuvimos “la puta chamba” de vivir la época de oro del humor gráfico que comienza en el tardofranquismo –Barrabás, Papus, Por Favor, Hermano Lobo,…- 1972, 73, 74, cuando quedaba poco para que muriera Franco, y vivimos hasta el 2000 y pico treinta años absolutamente maravillosos, porque nadie se atrevía a hacer lo que nosotros hacíamos, nadie se atrevía a ser tan gamberros como nosotros, nadie se atrevía a hacer un chiste de la Casa Real. La Casa Real, hasta hace relativamente poco, era intocable, y a según qué políticos les dábamos mucho miedo. Algunos amigos me preguntaban si no teníamos miedo de que nos metieran un puro, y yo siempre les decía “no tenemos deudas con los bancos, estamos al día con la Agencia Tributaria y no tenemos créditos. Hacemos lo que nos rota. ¿Quién puede decirnos algo? El lector, pero aparte del lector nadie más.
Durante una temporada temieron un ataque de ETA
Tuvimos una carta que no sabías exactamente cómo interpretar. Si recibes una carta que dice “Escuchad, que sepáis que en las herrikotabernas se está comentando que El Jueves se está pasando de la rosca y que se les tendría que dar algún aviso”, no sabes si te lo está diciendo un amigo o te lo dicen ellos. Pero no nos afectó demasiado. Lo único concreto que hubo fue una agresión a la directora, Maite. Ella tenía por costumbre correr a las cinco de la mañana, volver a casa, ducharse, almorzar y luego venir a la revista. Había un tío esperándola que le dio un puñetazo que la tumbó. Yo no estaba entonces. Habían hecho una portada aquella semana de los ultras, y supongo que fue un ultra, pero, ¡vaya!, era un ultra que sabía dónde vivía, que era una tía, porque al menos si hubiera sido un tío no se hubiesen atrevido. Además, nos decepcionó mucho la poca repercusión que tuvo esto. Agredir a la directora de una publicación… Si hubiera sido la de El País hubieran hablado de ello hasta en el Consejo de Ministros.
¿Se ha sabido quién fue?
No.
¿Hasta cuándo durará El Jueves?
Ahora está en manos de una gente que yo le llamo la tercera generación, que son muy buenos. Lo están haciendo muy bien, pero el problema es que es una revista de papel, y el papel está agónico.

Tiene web
Sí, pero nunca han querido explotarla, porque no se atrevieron en su día. Siguen siendo una revista de papel con unos lectores fieles, muchos menos que antes. ¿Cuánto va a durar? No sé, me gustaría que durasen mucho pero hay que decir que están haciendo un trabajo muy complicado ahora, como lo están haciendo los periódicos y todo lo que se hace en papel…
Ahora prolifera un humor muy sectario y agresivo.
Sobre todo muy sectario. Si eres de izquierdas puedes decir todas las burradas que quieras de la derecha, y si eres de la derecha puedes decir todas las tonterías que quieras de la izquierda.
Y aquí por la cuestión independentista
Es un humor muy sectario y desagradable. Hay mucho odio, mucha inquina. Quizá sea también porque me he hecho mayor pero, cuando hacíamos esas críticas tan bestias del partido A o del partido B o del dirigente X, yo no recuerdo haberlo hecho con mala hostia, sino para divertirnos y hacer follón. Quizás, ya te digo que me he hecho mayor, y ya no me acuerdo demasiado pero no recuerdo haber odiado nunca a Aznar. Me parecía un tipo ridículo, con su pomposidad, como hablaba, lo que hacía, y mi obligación profesional era criticar aquello, reír de lo que hacía y lo que no hacía, pero ¿odiarlo? Yo nunca lo he odiado, no odio a nadie, no tengo necesidad. Me parece que ahora hay mucha necesidad de odiar cosas y gente, y eso de la identidad… Ahora hago un dibujo en La Vanguardia y al día siguiente lo publico en Twitter. Dicen unas cosas que no merezco. Cuando hago dibujos de independentistas me dicen unas cosas… Un día, un tío me afectó incluso, porque me dijo que yo ahora sería de los que llevaron la bomba a El Papus, que es un tema que me toca muy personalmente. Estuve cinco minutos tocado. ¿Por qué me dicen esto?
Internet es un mísil en la línea de flotación de El Jueves y del papel.
¿Por un chiste contra los independentistas?
Yo no hago chistes contra nadie. Hago bromas sobre independentistas y jueces y lo que toque. Intento ser lo más ecuánime posible. No soy independentista y me hacen mucha gracia algunas cosas que hacen los independentistas. Mientras el director me deje hacerlo… Y también he hecho cosas de los jueces del Supremo. Me parece que es mi trabajo, pero no lo hago odiando a los independentistas, ni me caen mal. En Twitter dicen unas cosas que piensas que hay mucha gente con un rencor dentro que tienen un problema porque vivir así no debe ser agradable.
¿Tiene remedio esto?
No sé, porque ahora estamos en una sociedad tan egocéntrica tan narcisista… “Mi problema es el más importante del mundo y el mundo me importa un pito porque es mi problema el que realmente me preocupa”. Supongo que sí que tiene remedio, pero también te digo que yo, con la edad, cada vez intento preocuparme menos de eso, porque tengo la sensación de que me va quedando menos vida y tengo que intentar no perder el tiempo y tratar con esa gente es perder un poco el tiempo.
¿Le falta humor al mundo?
¡Mucho! Precisamente, la principal virtud que tiene el humor es que relativiza las cosas. Ahora se sacraliza todo, todo es sagrado. Si eres feminista o eres sindicalista, o eres independentista, o eres de derechas, o eres de Vox, o eres del tal… todo es sagrado, todo, la patria, la polla en vinagre… Justamente, el humor lo que hace es relativizar todo esto. ¿Por qué critico a un político? Critico a un político porque es un señor que está en el poder, que vive en una burbuja rodeado de asesores y de señores que le cuidan la imagen, y yo soy el bufón de la Corte. Y le señalo: “este tío es un idiota, que conste que lo que ha hecho es de idiota”. Es un papel importante en la democracia. Nosotros somos el canario de la mina. Si no podemos decir algo, significa que la democracia no está madura. Tenemos que hacer un poco de contrapeso. Este señor ya tiene asesores de imagen y comunicación y no sé qué y yo doy un poco la lata. Hay que relativizar y relajarnos todos mucho. Una de mis teorías es que los políticos deberían de tener más tiempo libre e irse en bici a pasear, a dar una vuelta. En realidad, viven como esclavos. Se levantan a las siete de la mañana leyendo Twitter y viendo qué ha dicho aquél y qué le han contestado, después tienen el comité de no sé qué para hablar de lo que deben decir, deben estar todo el puto día estresados hasta las once de la noche. Viven en un mundo muy estresante. A mí me gustan mucho los anglosajones, eso que hace el presidente de Estados Unidos que coge el helicóptero, se va a jugar una partida de golf y está cuatro horas mirando si mete la bola en el agujero. Esto es muy sano, y yo creo que aquí tenemos mucha gente obsesionada con muchos problemas. Por ejemplo, el odio visceral que hay entre las fuerzas independentistas en Cataluña es una muestra de ello. No se puede odiar tanto a gente que tiene la misma finalidad política. Es un odio absolutamente brutal. Qué vida tan triste tienen, la úlcera a punto…
En Twitter hay mucha gente con un rencor dentro que tienen un problema, porque vivir así no debe ser agradable.
Quico al progre o el Dios, ¿a cuál quiere más?
A mí me gustó más Dios, porque era sin palabras y era un desafío artístico más interesante pero Quico el progre me dio muchas satisfacciones.
¿El mundo futuro es de los progres como Quico o de otros?
No tengo ni idea. Una de las cosas que aprendes con la edad es que, de todas las predicciones que se hacen, no se cumple ninguna. Tenemos que imaginar siempre el futuro para pensar que dominamos el tema, pero, de hecho, nadie pensaba que existiría Google o el móvil. Estás haciendo tesis sobre la educación de los niños y de repente aparece el teléfono móvil y lo cambia absolutamente todo. Soy de los optimistas, en el sentido de que yo soy un privilegiado que vive en un país de una zona privilegiada que es la Unión Europea, y ya se lo harán ellos. La verdad es que todo el mundo de la política, y eso cada vez me cansa más, me tiene muy agotado, porque no sé por qué se pelean tanto.