Hacía tiempo que algunos y algunas veníamos diciendo que si los “gurús” de Silicon Valley llevaban a sus hijos e hijas a escuelas donde no había ni una pantalla, por algo debía ser. En cualquier caso, no parecía que pensaran que la enseñanza con ordenadores, tabletas, móviles, etc., fuera una buena opción.
Este es un tema polémico y tiene defensores y detractores. Pero lo que sí está claro es que, sin demasiadas precauciones ni evaluaciones, se ha venido imponiendo una “innovación educativa” que pasaba siempre por la utilización de las TIC en las escuelas, a lo que se ha dedicado recursos y dinero: en Cataluña, se gastarán 200 millones de euros extra en Educación para poner pantallas digitales en todas las aulas y cursos para profesores.
Para analizar lo que está pasando con esta digitalización es importante tener en cuenta cuatro aspectos:
- El aprendizaje
Parecía que utilizar los ordenadores, los libros digitales, los programas educativos, la tableta, el móvil, las apps, etc., favorecería el aprendizaje de nuestro alumnado. Pero cada vez surgen más voces que nos dicen lo contrario, cito algunas:
- Ricard Solé, neurocientífico: “Para aprender, el libro de papel es mucho más poderoso que cualquier medio digital”.
- Carlos Javier González Serrano, profesor de Filosofía: “Escribir a mano puede parecer una acción sin importancia, pero escribir fortalece la memoria y la asociación de ideas, ejercita la atención y la concentración, mejora nuestro lenguaje y, en un mundo tan rápido, puede ser terapéutico y ralentizar nuestros ritmos”.
- The New York Times: “La educación digital es para los pobres y los estúpidos. Un estudio sobre desarrollo cerebral realizado por diversos institutos federales de salud sobre 11.000 niños mostraron que aquellos que pasaban más de 2 horas al día frente a una pantalla de algún dispositivo obtenían calificaciones más bajas en el colegio que otros que habían leído al menos un libro”.
- Michael Desmurget, doctor en neurociencia: en el libro La fábrica de los cretinos digitales, afirma que “nunca en la historia de la humanidad se había producido un descenso tan pronunciado de las capacidades cognitivas”. Añade que esto “se debe a la gran cantidad de horas que un niño pasa frente a las pantallas. Hay niños de dos años que ya pasan tres horas frente a la pantalla”.
- Catherine L’Ecuyer, investigadora y divulgadora educativa canadiense: “Utilizar tabletas o chromebooks en los centros educativos a partir de Primaria puede obstaculizar el aprendizaje de la lectoescritura”.
- Rodrigo Terrasa: “Después de décadas de fe ciega en las pantallas, los centros comienzan a dar marcha atrás y redescubren la importancia del aula, la memorización, la caligrafía y los libros en papel. Las escuelas debían subirse al carro digital si no querían parecer anticuadas. Ahora se empieza a ver el desastre, pero el daño está hecho”.
- Suecia. Ha paralizado su plan digital e invertirá más de 100 millones de euros para acelerar el retorno de los libros de texto a las aulas. En España, un estudio reveló que el 44% de los directivos de escuelas ya recelan o se oponen a la digitalización (La revista dominical de El Mundo, Domingo 25 de junio de 2023).
- Juan Pablo Fernández, en la Sorbona: “Los alumnos que leen en papel puntúan mejor en los test de comprensión”.
- Médicos de Atención Primaria alertan del aumento de lactantes con déficit de lenguaje por el abuso de pantallas, y aseguran: “Sin pantallas de 0 a 3 años: la mejor inversión para un desarrollo infantil saludable”, Anna Ramis.
- UNESCO: “El uso de tecnología en las aulas y en el hogar entorpece el aprendizaje” (Informe de la UNESCO Tecnología en la educación).
Todo apunta, pues, a que la utilización de las pantallas no solo no añade valor a la educación, sino que entorpece el aprendizaje. Sólo por eso ya haría falta un cambio de rumbo y una apuesta clara por minimizar el uso de los dispositivos digitales dentro del aula. Y eso no significa que no deba educarse en la tecnología digital, sino que esto no implique que deba enseñarse a través de esta tecnología.
Cataluña se desploma en comprensión lectora y se sitúa a la cola de España y Europa
Recordemos, además, que en el último estudio PIRLS Cataluña se desploma en comprensión lectora y se sitúa a la cola de España y Europa. Los estudiantes catalanes de cuarto de Primaria descienden 15 puntos desde el 2016 y van con un curso de retraso respecto a Asturias. Quizás algo tenga que ver esta manía nuestra de digitalizar el aprendizaje.
2. La salud mental
Al margen de si sirven o no para aprender mejor, también se está alertando de las consecuencias negativas para la salud mental de los niños y adolescentes, sobre todo en lo que respecta a móviles y redes sociales.
Los expertos explican que las pantallas fueron diseñadas para ser adictivas. La dopamina es la molécula que anticipa el placer. Las redes sociales han hecho antes sus deberes para estudiar qué dosis de dopamina se le suministrará a cada usuario para producirle la gratificación inmediata frente a cada estímulo y conseguir engancharlo.
Neurólogos y psiquiatras alertan del aumento, sobre todo en adolescentes, de la anorexia, autolesiones, hipertensión, obesidad y suicidios. También dentro de los centros educativos alertan del ciberacoso, que está causando un gran malestar entre el alumnado.
La UNESCO, en su último informe, propone “prohibir los ‘teléfonos inteligentes’ en las aulas, una medida que ya han adoptado uno de cada cuatro países del mundo. Varios estudios demuestran que la tecnología merma las habilidades cognitivas del alumnado y perjudica su salud mental”.
“Debemos permitir que los niños se aburran, sin correr a rescatarlos del tedio, ya que sólo en esa incomodidad del aburrimiento el niño movilizará sus capacidades y recursos para deleitarse con algo”, sostiene el psicólogo Buenaventura del Charco.
“Las pantallas anulan la posibilidad de realizar otras actividades, mantienen el cerebro en una sobreestimulación para la que no está preparado y que tiene consecuencias nefastas para la atención, concentración, frustración, la necesidad de recompensa o, incluso, a nivel emocional y psicológico”, explica Teresa Jiménez de Miguel, psicóloga infantil.
Alertan, también, del problema que implica el fácil y temprano acceso a páginas de sexo explícito y pornografía. “La tecnología puede convertirse en un escaparate accidental de sexo para los pequeños y de las consecuencias que implica esta sobreexposición en sus pensamientos, actitudes y comportamientos, en un país en el que se empieza a consumir pornografía de media a los 12 años”, Lydia Cacho.
Sería conveniente que las familias hicieran caso a los expertos que aconsejan el uso muy acotado de estos aparatos
Ante este panorama, parece que lo más sensato sería, pues, que en los centros educativos no entraran los móviles. Y también sería conveniente que las familias hicieran caso a los expertos que aconsejan el uso muy acotado de estos aparatos, sobre todo en niños y adolescentes. En este sentido, la Asociación Española de Pediatría recomienda: “Nada de pantallas hasta los 2 años, menos de una hora diaria entre los 3 y los 5 y, a partir de entonces, un máximo de dos horas de ocio digital”, pero otros especialistas recomiendan no dar un smartphone antes de los 12 e incluso antes de los 16 años.
- La educación en manos de las empresas
Por último, pero no menos importante, toda esta entrada de dispositivos en las aulas está significando una colonización de la educación por parte de empresas privadas, con dos consecuencias muy negativas.
Por un lado, el control que tienen de los datos del alumnado y del profesorado y que nadie tiene información sobre ellos. El mismo informe de la UNESCO alerta de que “un análisis de 163 productos educativos digitales descubrió que el 89% registraba las actividades de los alumnos en clase e incluso fuera del horario escolar, y vendía esta información a empresas dedicadas a la publicidad. Esta vigilancia ocurría al margen del consentimiento de los niños o de los progenitores, y sin posibilidad de detenerla. Algunos estados han empezado a reaccionar, prohibiendo el uso de productos de compañías como Google o Microsoft”. (https://www.marfanta.com/2023/09/18/cal-desgoogleitzar-les-aules-urgentment/)
Casi todas las comunidades autónomas españolas firmaron convenios con estas empresas, principalmente con Google y Microsoft, para dar solución a la necesidad de impartir clases de forma virtual provocada por la pandemia del Covid 19. Pero, pasada la pandemia, se han quedado y todas ellas se quedan también con los datos.
El profesor Fajardo afirma que “no damos los datos, nos los quitan. El consentimiento que damos con nuestros datos no es informado, ni voluntario. Cuando la gente se resigna a dar sus datos cree que no tiene opción, no siente que tenga el poder de recuperarlos”. Afirma que nuestros datos son ahora mismo el oro blanco del siglo XXI.
Para Enrique Javier Díez Gutiérrez, Doctor en Ciencias de la Educación, lo verdaderamente interesante es generar alternativas públicas que vayan más allá del modelo privado: “Habría que empezar cuanto antes para socializar la nube y desarrollar infraestructuras digitales públicas”.
Pero la realidad es que nadie les pone freno, y las empresas siguen aumentando beneficios a expensas de la escuela y las familias. Y es que no son sólo los datos, son también la cantidad de productos que venden y los beneficios que esto supone. Según Geo Saura, “en 2010, las tecnologías digitales de la educación estaban valoradas en 500 millones de dólares a nivel mundial; en 2020, se llegó a valorar en 20,8 billones de dólares y la última especulación se atreve a poner en el horizonte de 2030 una cifra de 10 trillones de dólares”.
Las empresas siguen aumentando beneficios a expensas de la escuela y las familias
Por otra parte, existen muchos “programas educativos”, apps y material didáctico que han diseñado estas empresas, lo que implica el control ideológico por su parte y la pérdida del control sobre los contenidos y metodologías por parte del profesorado. Esto significa dejar en manos de estas grandes empresas la transmisión ideológica que guía su afán de beneficio y la idea de que la educación es una mercancía más, una especie de fábrica digital cuya función es capacitar a los estudiantes para el mercado laboral que a ellos les interesa.
De hecho, las empresas educativas y otras instituciones llevan décadas tratando de que la educación pública se descentralice a la fuerza hacia los hogares de los estudiantes, en gran medida haciendo obsoletas las instituciones y prácticas de educación tradicionales y, en su lugar, convirtiendo la casa en un espacio de trabajo mediado por herramientas tecnológicas. O sea, la privatización total de la educación.
4. Conclusiones
Creo que las autoridades educativas de nuestro país han sido bastante irresponsables al implementar innovaciones que venían más del mundo de la empresa que del mundo educativo, sin haber evaluado sus efectos y consecuencias.
Educar en la tecnología digital no implica que deba enseñarse por medio de esta tecnología
Cuestiones como las competencias básicas, el aprendizaje por proyectos y la creciente burocracia que conlleva todo esto, junto con la creciente digitalización, están desembocando en una pérdida del nivel educativo de nuestro alumnado.
Por otra parte, el Decreto de plantillas que permite seleccionar a dedo al profesorado, el aumento de alumnos por aula y la falta general de recursos, han acabado creando una desorientación y malestar en el profesorado que, sin duda, no favorece en absoluto la tarea educativa.
Es necesario un cambio de rumbo, es necesario más diálogo y escuchar al profesorado que está en las aulas para saber qué es lo que está pasando y cómo podemos mejorar. Y en lo que respecta al tema de la digitalización, creo que el Departamento debería tomar partido y optar por unos centros educativos sin móviles y por una utilización restringida de las pantallas, sólo en las tareas en las que sean realmente necesarias. Hay que tener claro que educar en la tecnología digital no implica que deba enseñarse por medio de esta tecnología.
¡Todavía estamos a tiempo!