Lluc Silvestre es técnico representante de música del Área de Creación del Institut Ramon Llull. Como gestor cultural, reprueba la enorme burocracia existente en las ayudas a los artistas y a los organizadores de eventos, reconociendo la compleja travesía burocrática por la que deben sufrir quién quiera optar a dichas subvenciones. Su especialidad profesional se entremezcla con su formación original, la de antropología, lo que le ha llevado a buscar experiencias relacionadas con la música que implique viajar y conocer otras culturas, además de aprender a salvar todos esos obstáculos burocráticos. Y una de esas experiencias fue especialmente singular.

Esa inquietud de análisis sociocultural le llevó a proponerse como voluntario para ayudar en la celebración del festival Visa for Music en Rabat (Marruecos), para lo que decidió aprender árabe, teniendo en cuenta que pasaría un tiempo viviendo en el país anfitrión del evento. El contraste cultural fue intenso, especialmente por la falta de conocimientos de las costumbres y cultura del país vecino. Su amistad con el dibujante Mr. Ed, nombre artístico del ilustrador argentino Edgardo Carosia, residente en Barcelona desde principios de siglo, le llevó a proponerse escribir un guion en primera persona que relatase todas sus vivencias sabiendo que contaría con el talento del artista para poder plasmarlo en viñetas, entendiendo que podía ser mucho más interesante ver las situaciones narradas que no leerlas en una novela, por ejemplo. El resultado del trabajo conjunto fue Un oso en Marruecos (2022), publicado en castellano y catalán por Andana Editorial. La obra ha sido reconocida con el IV Premio Valencia de Novela Gráfica de la Institució Alfons el Magnànim-Centre valencià d’estudis i d’investigació.

Los tiempos de trabajo de un guionista y de un dibujante pueden ser muy diferentes en cuanto a duración, de una mayor extensión para el que debe de plasmar en la hoja lo que hay escrito en el texto. Mientras Mr. Ed se dedicaba a avanzar con la novela gráfica, Silvestre pensaba en el esfuerzo realizado de crear este primer guion y la habilidad adquirida, y le llevó a decidir continuar contando historias y que, lo que más le gustaría, es hacer un guion de un cómic que mezclara aventura y música, y tenía una idea de quiénes tenían experiencias increíbles que contar y que podían ser los protagonistas de su nuevo guion, de nuevo basado en hechos reales: el grupo musical La Pegatina, a los que conocía personalmente desde hacía años.

Cuando Silvestre les propuso la idea, el grupo reconoció que habían pensado en escribir un libro de anécdotas de viaje en 2023, coincidiendo con el vigésimo aniversario de la creación del grupo. La idea de realizarlo de forma visual les sedujo, sabiendo que tenían al mejor candidato a dibujarlo, a Mr. Ed, del que ya conocían su trabajo como dibujante de cómics y como ilustrador y editor del sello Mamut en Bang Ediciones. El proyecto estaba en marcha, pero faltaba una editorial que quisiera publicarlo, para la que elaboraron ocho páginas de muestra que identificara el estilo de la obra y la intención del guion. La primera visita a Norma Editorial sirvió para convencerlos del concepto, y ésta confió en el equipo artístico, teniendo en cuenta que la primera obra conjunta de Silvestre y Mr. Ed estaba lejos todavía de finalizar y, consecuentemente, de ser publicada. Esa es la función de una editorial, reconocer el talento autóctono, acompañarlos en el desarrollo de la idea y producir la obra final. El resultado ha llegado a las librerías en septiembre con el título Vamos a comernos el mundo o las locas aventuras de La Pegatina (2023).

El grupo musical siempre ha estado vinculado a Montcada i Reixach, donde tres jóvenes casi veinteañeros crearon la Pegatina Sound System. A Rubén Sierra se le unió Adrià Salas y Ovidi Díaz y, tres años más tarde, ya como La Pegatina, se añadirían el resto de componentes actuales: Ferran, Miki, Miguelón y los dos músicos franceses, Axel y Romain. Su primer disco de rumba catalana y ska fue autoeditado y apareció en 2007, con canciones en castellano, catalán y gallego, y con colaboraciones ilustres como Manu Chao, Gambeat, Che Sudaka, o Txarango, unas decisiones que son marca de la casa en el resto de su obra en estos veinte años de actividad, con diez álbumes editados hasta la fecha. La venta de copias del primer CD, las descargas en internet y, sobre todo, los conciertos por varios países de Europa les dieron la confianza definitiva para consolidar un estilo de vida, dedicada a la música, con todo lo que ello implica, especialmente con lo que representan las intensas giras nacionales e internacionales que les ha llevado, hasta la fecha, por 35 países de cuatro continentes.

El título del cómic conmemorativo evoca uno de los versos de la canción Muérdeme del álbum Xapomelön (2011), que acaba con una declaración contundente: «Vamos a comernos el mundo», y parece que van camino de ello. «Peliculeamos por no callar. / Comiendo carreteras sin parar a desayunar. / Una de cal y una de canela. / Las historias que van a venir. / Habrá que romper alguna cadena / de esas que se ven venir…», esta estrofa de dicha canción es premonitoria de lo que se ha convertido el día a día del grupo, que ha permanecido unido con una organización peculiar, en la que cada uno tiene una responsabilidad operativa concreta además de la musical, y contando siempre con el soporte de su agente (o agentes) y los diferentes colaboradores autóctonos.

Precisamente, es uno de los agentes del grupo quién el guionista escogió como anfitrión del cómic, para guiar al lector por cuatro viajes destacados, con anécdotas no cronológicas inspiradas en hechos reales que sucedieron en sus giras por China, México, Japón y Ecuador. Cómo muestra del tiempo necesario para crear una obra de esta envergadura, el proyecto de crear el cómic se concibió en 2019, por lo que pudieron aprovechar el confinamiento en 2020, provocado por la pandemia, para escribir el guion a partir de las fotos y mensajes de audio que le enviaban los integrantes del grupo musical.

El perfil de antropólogo de Lluc Silvestre se manifiesta en una viñeta de la tercera página del cómic en la que el anfitrión pregunta: «¿Queréis aprender cosas que no olvidaréis jamás sobre la geografía, historia, viajes alucinantes y amistad?», como nuestra respuesta es afirmativa, obviamente, lo que nos encontramos a continuación es exactamente lo que nos proponía. Además de ver las tribulaciones del grupo y anécdotas más o menos comprometidas de cada uno, los manuales de usos y costumbres que les muestra el agente al inicio de cada viaje es una muestra de las diferencias culturales, que afectan a la forma de relacionarte con las personas de cada país y a entender lo que puede ser o no ofensivo en cada uno de los lugares a los que viajaban.

En las páginas del cómic encontraremos referencias curiosas a la gastronomía de cada país (conoceremos, entre otras, las características del baijiu en China, la bebida alcohólica de mayor consumo en el mundo, o las diferencias entre el pulque, el mezcal y el tequila en México, conocimientos importantes cuando tienes como lema no decir que no cuando te ofrecen algo, aunque sea una bebida o comida desconocida). También hábitos asociados a la forma de ser de los aficionados (pulcros y pulidos en Japón, que asisten con una toalla al concierto para no mostrarse sudorosos en público, mientras hacen colas extremadamente ordenadas y respetuosas, o la prohibición en México de asistir al concierto con una camiseta de un equipo de fútbol por el peligro de que se peleen entre ellos), además de pinceladas de las leyendas y fiestas locales, todas muy diferentes entre sí y con una misma inquietud universal: la música.

Para el dibujante Mr. Ed, la música es color, y así lo manifiesta en sus páginas dotadas majestuosamente de una gran expresividad, con un estilo caricaturesco con mucha nobleza implícita, mostrando un gran dominio del uso digital del instrumento de dibujo, adaptando la paleta de colores a cada uno de los lugares visitados, donde la propia geografía es apabullante, como los volcanes visitados en Ecuador o Japón (con terremoto y tifón incluido), o como la excursión en 2011 a un curioso mercado de animales salvajes en China, en una ahora mítica ciudad llamada Wuhan.

Vamos a comernos el mundo o las locas aventuras de La Pegatina es una oda al concepto de viaje y a todo lo que supone en cuanto a descubrimiento y nuevas amistades, en una época en la que prolifera un turismo asociado al desplazamiento más que al viaje, con unos observadores que modifican aquello que observan. Es mejor comerse el mundo bocado a bocado, disfrutando de la cultura local, socializando con sus ciudadanos y respetando sus costumbres. Y si es con música, quién puede dar más.

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