En un artículo reciente, Pere Vilanova recordaba que su primera visita a Palestina e Israel fue en 1967. Entonces era un mochilero. Después ha vuelto en muchas ocasiones. En el artículo mencionado, publicado en La Vanguardia, recogía unas palabras de Ami Ayalon, ex jefe de los servicios de inteligencia interior de Israel, Shin Bet: “Nosotros tendremos seguridad cuando ellos (los palestinos) tengan esperanza”.
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Los jefes del Shin Bet, como los del Mossad, pueden ocasionalmente hablar cuando dejan el servicio, y aun así no son demasiado prolíficos. Con Ami Yalon debemos tener presente que le nombraron justo cuando el asesinato de Rabin, cuando saltó toda la cúpula del Shin Bet de una tacada y le llamaron de urgencia. Él explica muy bien, en un documental de hace unos años, que se llama “The Gatekeepers” (“Los Guardianes”), que está en abierto en internet, que lo que más le sorprendió es que el Shin Bet es un servicio que cuando sales, cuando lo dejas, ves que te has vuelto más de izquierdas que cuando entraste. Quería decir algo muy cierto, que es que el Shin Bet ha hecho muchas cosas, muchas muy eficientes, otras no tan eficientes como, por ejemplo, el asesinato de Rabin, pero que dirigirlo te abre mucho los ojos. Y concluye con esa síntesis tan fantástica de que “seguridad al 100%, no la tendremos los judíos de Israel si la otra parte no obtiene algo”. Esto de que se vuelven más de izquierdas también se lo he oído decir, formalmente u off the record, a algunos generales israelíes cuando ya están retirados definitivamente. Cuando los laboristas dejan de ser hegemónicos, la cúpula militar en Israel durante varias décadas era más progresista, curiosamente, que la cúpula política. Algún general israelí, por ejemplo, el general Aaron Yarif, que fue el jefe de la inteligencia militar durante la Guerra de los Seis Días, me dijo, en los años 90, cuando le conocí, ya retirado, algo interesante: “Cuando estalló la primera intifada, del 87 al 92, nos dimos cuenta de que teníamos muchos escenarios para prevenir guerras, la del Yom Kipur, la de los Seis Días, pero no teníamos ninguna sistemática de seguimiento de lo que ocurría en el día a día en los territorios ocupados. Nada”. Esto explica que la primera intifada cogió también bastante desprevenido al establishment israelí. Eran críos, jóvenes, que tiraban piedras. Algunos, cócteles molotov, pero muy pocos -eso vino en la segunda intifada- y, por tanto, Israel, con lo que les ha pasado, por su potencial simbólico de vulnerabilidad, tendrá muchas consecuencias: les han cogido con los pantalones bajados.

Para que Palestina tenga esperanza, ¿qué haría falta?
Empecé a ir a esa región en julio-agosto de 1967; es decir, inmediatamente después de la Guerra de los Seis Días. Era la época de la hegemonía de los laboristas, algunos muy duros, como Dayan o Golda Meir, que pensaban que con esa victoria militar los regímenes árabes no volverían a intentar más guerras contra Israel. Sucedió con la guerra del Yom Kipur de octubre del 1973, pero, en realidad no tenían un plan claro de qué hacer con los territorios ocupados. Desocuparlos, pero que alguien se hiciera cargo de ellos. En el año 1967, la OLP prácticamente no existía. En aquella época Israel pensaba que del control de Cisjordania se ocuparía Jordania, el rey de Jordania, y de la responsabilidad de Egipto se ocuparía Nasser directamente. “Transfirámoslos a los estados que existen y son estados sólidos; quizás no nos guste porque no son demasiado democráticos, pero se harán cargo de ellos”, pensaban. Esto tampoco ocurrió. Hay una falta de pensamiento estratégico, y la guerra del Yom Kipur los cogió por sorpresa por completo. Saltó todo, la cúpula militar, la cúpula de inteligencia y Golda Meir, primera ministra, que no es poco. En 1982, en la guerra de Líbano, ocurrió igual. Rodaron menos cabezas, pero también rodaron. Entre otras, la de Sharon, con quien no se atrevieron demasiado. Lo sacaron del Ministerio de Defensa, que es quien provocó esa guerra, y lo enviaron a un ministerio de segunda fila. Allí ruedan cabezas. Tengo curiosidad por ver qué harán ahora y no pueden esperar a controlar a Gaza porque no es controlable. De ahí la esperanza. Si quieren que Gaza sea controlable, debe haber alguien que controle la situación, que la población reconozca su liderazgo. Y esto, a partir del 2007, es Hamás. Por tanto, tienen que tratar con Hamás. De hecho, están tratando con ellos.
¿Sí?
Han liberado varios rehenes. Han liberado a dos señoras muy mayores, que han dicho, al llegar a Israel, que tuvieron mucho miedo, pero que las trataron correctamente. El establishment militar y de inteligencia israelí tiene todos sus canales abiertos. Y esto es Qatar, Egipto y Turquía.
Seguridad al 100% no la tendrán los judíos de Israel si la otra parte no obtiene algo
¿No se puede pensar en que la Autoridad Nacional Palestina se convierta en el interlocutor de Israel en vez de Hamás?
La Autoridad Nacional Palestina, en estos momentos, no es que esté muerta, es que está mal enterrada. Todos los gobiernos israelíes, hasta éste, y ahora no sabemos qué va a pasar, han tenido relaciones, incluyendo seguridad, con la Autoridad Nacional Palestina. De hecho, existen dos Palestinas: en Gaza manda Hamás y en Cisjordania, Al Fatah, llamémosle Autoridad Palestina, llamémosle cómo queramos. En 2007 hubo literalmente una guerra civil entre ellos, con muertes, represalias, detenidos, cárceles bastante llenas,… Nada se ha rehecho que signifique una Palestina. El establishment internacional, incluyendo el gobierno israelí, desde 2007 opta un poco por ayudar a mantener a la Autoridad Palestina frente a Hamás, porque no hay plan B. Un exministro de Defensa israelí me dijo, en una conversación distendida, que a cambio de esto los gobiernos israelíes de los últimos años -este de ahora no lo cuento, pero incluyo a los de Sharon, por ejemplo, y durante una época el de Netanyahu- abrirían progresivamente la mano de forma que mejoraran sustancialmente las condiciones de vida en Cisjordania, económicamente, socialmente. Y con libertad de movimientos. La juventud palestina, la gente de Cisjordania, quiere vivir algo mejor. Pero los dos estados están más muertos que Tutankamón.
¿No cree en la solución de ambos Estados? Es la apuesta del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez
No, dejé de creer exactamente en ella en 2005. Reivindicar los dos estados es una manera de decir a los palestinos que no les olvidamos del todo, pero no son declaraciones que suenen a que ahora se abrirá no sé qué negociación. Este tema se cerró durante la segunda intifada, del 2001 al 2005. Desde entonces, George Bush planteó un plan de paz que se llamó el Plan de Paz de Anápolis.
Georg Bush padre?
No, no, el hijo. El padre invirtió en serio en la conferencia de paz de Madrid. Todo el mundo creía que de ahí saldría algo, y salió el proceso de Oslo. Son los dos únicos momentos de credibilidad por parte de ambas partes “de intentémoslo, hagamos algo que pueda durar”. Duró hasta septiembre del 2000, de hecho hasta enero del 2001, cuando Sharon dio ese paseo por la explanada de las mezquitas, con 1.500 policías acompañándole. Allí estalló la segunda intifada, exactamente ese día. Y ya está, no ha habido más.
¿No habrá dos Estados?
No, yo soy tajante, no los veré ni yo, ni mis hijos, ni mis nietos, si algún día los tengo. Esto está muerto y enterrado.
Si quieren que Gaza sea controlable, tiene que haber alguien cuyo liderazgo reconozca la población. A partir de 2007 es Hamás. Por tanto, deben tratar con Hamás. De hecho, están tratando
Si hubiera un estado único, los israelíes parecen temer que acabaran siendo menos que los palestinos, y que esto repercutiera en el gobierno
No, no, no. Hice un estudio al respecto. Esta balanza la han equilibrado durante estos últimos 20-25 años los ultraortodoxos israelíes, judíos. En estos momentos, podríamos decir que existen también dos Israel. La costa, y sobre todo Tel Aviv, la capital blasfema según todos los rabinos ultraortodoxos, y Jerusalén. Los kibbutz que asaltaron no son asentamientos, son kibbutz; es decir, en territorio israelí históricamente admitido como tal, una retahíla de pequeños asentamientos, que no eran de colonos. Estos que han masacrado eran todos de izquierdas, votaban centro izquierda. En algunos hospitales israelíes, los heridos, los familiares de los heridos, o en los funerales, los familiares de los fallecidos increpan a ministros de Netanyahu o a Netanyahu. Cinco o seis días después de producirse el ataque de Hamás, Netanyahu no había visitado a ninguno de estos kibbutz y a ninguno de los heridos. Esto en Israel, borrón y cuenta nueva. Crea un resentimiento. Hay un Israel liberal que incluye lo que queda de los partidos de izquierdas: Meretz, y los restos del laborismo que son cuatro gatos y uno que sobra, y ya está. Lo que ha quedado es un estado con un país muy segmentado, con divisiones muy difíciles de superar, porque se trata de seculares versus religiosos, religiosos versus ultraortodoxos religiosos -que son estos que ni hacen la mili ni pagan impuestos- y árabes israelíes. Esto da tres paquetes diferentes. Y en el campo palestino lo que debería empezar a pensar alguien allí -pero con Hamás es difícil- es lo que todavía nadie ha dicho seriamente sobre los campos de refugiados saharauis de Tinduf. Mi pregunta es muy sencilla: Los señores del Polisario ¿cuántas generaciones más de saharauis quieren mantener en los campos de Tinduf? Vamos por la cuarta generación. “O es que hasta que no se cumplan…”, dicen. No se cumplirán. No habrá referendo de autodeterminación. Con suerte se resolvería con lo que está promoviendo con discreción el rey de Marruecos con ayuda de Francia, mucho más que el de España: una comunidad autónoma y ya está. ¿Qué pasaría? ¿Sería terrible? ¿Todos los palestinos que están en Cisjordania o Gaza tienen ganas de ir al Líbano a un campo de refugiados? No, ni pensarlo. Estamos en una situación dramática pero los tiempos de los pasos políticos nunca serán proactivos. Siempre serán reactivos.
Preocupa bastante derivar hacia un crecimiento visible del racismo en Europa occidental
¿No se llegaría nunca a una situación de mayoría de población palestina?
Esto es aritmética del Plan de partición de las Naciones Unidas y duró hasta la Guerra de los Seis Días. Nadie se cree esto ahora. Lo que hay es un problema muy serio, y es que a la juventud palestina no creas que les cierran todas las puertas. Los de Cisjordania se van al extranjero. Este drenaje de cerebros consiste en que se han flexibilizado los visados de salida a los jóvenes que tienen estudios de cierta calidad en la universidad Al Quds o la universidad Birzeit. Hay universidades buenas en estos momentos en Palestina. Luego, cuando intentan volver, a veces no es tan sencillo, pero es que algunos no tienen ganas de volver, porque si tú eres ingeniero informático y en Canadá te dan asilo político, ¿qué harías? Yo me quedaría en Canadá, seguro. El paradigma de los dos estados o las aritméticas demográficas lo dejo para académicos que no saben mucho más que decir fuera de este esquema.

¿El papel de la Unión Europea como lo juzga?
La Unión Europea, como sabemos, es muy generosa, para utilizar una expresión que me enseñó un trabajador de la Comisión Europea en Jerusalén, cuando no está de acuerdo con casi nada políticamente lo que hace es poner dinero para las buenas obras en Tierra Santa. Las oficinas de la Comisión Europea en Jerusalén son enormes y trabajan mucho. ¿Conozco gente que ha trabajado años y curra mucho, pero curra mucho haciendo qué? Buenas obras en Tierra Santa. El gobierno israelí lo sabe, los servicios de inteligencia también, existe una especie de statu quo. El Consejo Europeo tendría que exigir por unanimidad que el gobierno israelí deje esta política represiva de cheque en blanco. Solo decir esto ya sería una gran cosa. Pero la Unión Europea es indispensable ahí. Los donantes en las Naciones Unidas financian la UNRWA, el sistema de refugiados en Palestina que es mucho más que campos. En Bethlehem está el campo de Dheisheh, que tendrá 30.000 o 40.000 habitantes y es como un barrio algo más desfavorecido del gran Bethlehem. No son tiendas, ni chabolas,… La UNRWA provee escolarización, asistencia sanitaria, asistencia a familias muy desfavorecidas. Hace obra social con un presupuesto que les cuesta mantener porque los donantes cada vez son más tacaños. Tampoco se descuelga nadie. No hay ningún país que diga que no va a dar más dinero a los palestinos. Ni Trump se atrevió. Quienes conocemos cómo funcionan Acnur o Cruz Roja, si las crisis humanitarias son muy bestias, y sobre todo se alargan en el tiempo, sabemos que esto produce un estrés sobre la financiación y los medios. En Gaza la gente se pone por cientos y cientos en las escuelas de UNRWA, pensando que no serán bombardeadas. Por el momento no lo son directamente, pero sí como daños colaterales. Gaza está muy apretada. Tiene 40 km por 10, que es como de Barcelona a Mataró, con 2.200.000 personas. Depende de cuánta gasolina dejan entrar los israelíes, cuánta comida dejan entrar, etc. Es un territorio asistido con criterios de gestión política de quien lo domina y Egipto, que ya intentó varias guerras contra Israel y hace tiempo que no ha intentado ninguna más, está en ésto en total coordinación con Israel. Entre Egipto y la Franja de Gaza hay una pequeña carretera llamada Filadelfia donde hay tres controles: el egipcio, que es la verja que hemos visto estos días en televisión; la parte israelí y la misión de la UE, que desde que se creó en el 2007 no ha podido decidir nada por sí sola, nada, ni abrir la verja ni cerrar la verja, ni dejar pasar tantos o no dejar pasar cuántos. Yo siempre he dicho que ¿porqué no la retiramos? Por lo menos enviaríamos una señal. La UE se caracteriza porque le cuesta mucho decidir algunas cosas, pero si no funcionan aún le cuesta más rectificarlas. Hay casos, como el de Georgia, donde la misión de la UE funcionó más o menos bien pero porque los rusos quisieron.
La Autoridad Nacional Palestina no es que esté muerta, es que está mal enterrada.
Las Naciones Unidas aprobaron la partición de Palestina en 1947. Han pasado 76 años y estamos como estamos. ¿Podemos hablar de un gran fracaso de las Naciones Unidas?
Estos últimos años que daba clases a nivel máster, cuando la temática iba de conflictos congelados o de conflictos bloqueados, planteaba a los estudiantes esta cuestión: ¿el mundo desde 1946 hasta ahora sería mejor si no hubiera habido ninguna Naciones Unidas, en lugar de lo que hay, que son unas Naciones Unidas muy decepcionantes? Los estudiantes, menos alguno muy simplista, no sabían qué contestar. Si me lo preguntaran ahora, yo contestaría que, por muy deficitaria que haya sido, el mundo seguro que no sería mejor sin las Naciones Unidas. No estamos en un mundo como el de la Paz de Wesfalia del siglo XVII, en el que había treinta entidades estatales o imperiales que lo controlaban todo. En el mundo no había descolonización, todavía se estaba construyendo el colonialismo. Los estados absolutos, que eran 30 o 32, se pusieron de acuerdo en que, a partir de ese momento, los conflictos entre ellos se resolvieran a través de tres reglas que si todo el mundo respetaba sería más sencillo de gestionar el mundo que en la edad media, que era caótica: la guerra, el comercio y la diplomacia. Si el mundo tuviera que funcionar sobre cinco superpotencias y pactaran entre ellas en serio no tocar fronteras y resolver incluso las crisis severas a través de comercio, diplomacia y guerra, y una guerra con reglas, que es lo que se intentó a finales del siglo XX, convenciones de Ginebra y todo esto, el mundo sería sencillo. Pero no es así. Yo no me sumaré a la ceremonia de decir que ojalá no existieran las Naciones Unidas; no me sumaré seguro.
Se critica el funcionamiento del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y se pide que acabe con el derecho de veto por parte de las grandes superpotencias
Se intentó en 1995, cuando fue el 50 aniversario de la creación de Naciones Unidas; se intentó en 2005, que era el 60 aniversario, y ya no se ha vuelto a intentar. Ambas veces se invitó a los gobiernos y a los parlamentos a celebrar reuniones de expertos. En 1995, me invitaron a Madrid al Congreso de los Diputados para hablar de ello, y allí unos pocos, nos dimos cuenta de que no iba de consultas a los parlamentos. En ambos casos se bloqueó completamente cualquier propuesta de reforma el día que alguien dijo que deberían hacerse dos cosas. Una, que se ampliara el número de miembros permanentes del Consejo de Seguridad con una potencia latinoamericana, Brasil -en aquella época era políticamente correcto decir eso-, y que quizá Japón e India entraran también. China dijo que por encima de su cadáver, que ni de broma. Y aquí termina la historia. La otra propuesta era introducir la regla de la mayoría vinculante en el Consejo de Seguridad.
Los dos estados están más muertos que Tutankamón
La izquierda se ha dividido frente a esta guerra entre Israel y Hamás. Hay una izquierda que hace hincapié sobre todo en el apoyo al pueblo palestino, y otra que reconoce el derecho de Israel a defenderse
Esta pregunta que se hace a menudo, y es lógico, a mí personalmente, ahora que estoy ya muy retirado de la política y bastante retirado de la vida docente, me plantea varias reservas. Una, que no estoy nada seguro de que tengamos un consenso claro de qué es la izquierda. Segundo, me planteo otro problema, y es que pensar que esta supuesta izquierda que invocamos, con toda la buena fe del mundo, tiene una superioridad moral sobre lo que llamaríamos derecha, tampoco lo compro. Soy muy escéptico, no espero que en todos los problemas del mundo, que dan miedo, de complicados como son, pudiésemos construir un referente de lo que sería la izquierda y la derecha. Esto tampoco lo compro. Lo que me preocupa mucho más es que ante el tema de Israel y Palestina, a lo largo de 75 años, en lo que se refiere a los europeos y la izquierda mundial para entendernos -si existiera tal cosa- han perdido calidad democrática. Hay líderes, hay figuras importantes en Latinoamérica, en los gobiernos o intelectualmente hablando, como el Papa Francisco, que si pueden tomar posición de una manera que finalmente acabe siendo culpa de los americanos, mejor, y eso es algo que yo ya lo doy por supuesto, pero que no me aporta ninguna solución, ni intelectual ni moral. Con la guerra de Ucrania ha sido clamoroso. “Es una guerra de los europeos”, dicen, pero cuando cierran el paso del trigo por el canal de Turquía empieza a pasar hambre toda África subsahariana. No sé si es una guerra de europeos. El relato sobre la situación entre Israel y Palestina, visto desde hoy, excepto minorías activistas donde las voces propalestinas auditivamente son más obvias pero no de larga duración, la asimetría entre el papel de Israel y el de Palestina frente a los gobiernos y las sociedades europeas, la ha ganado Israel. Israel ha ido disminuyendo una tradición progresista que era menos antipalestina que algunos gobiernos árabes de la época. El otro día, en un hotel en la Rambla del Raval, que no es precisamente la avenida Pearson, donde uno de los propietarios es un israelí, entraron y lo pintaron todo. “Hagamos un poco de propaganda allá dentro”. ¿Porqué? Antisemitismo del más clásico. ¿Qué persona ha sido boicoteada tres veces en lo que llevamos de siglo porque ha venido a cantar aquí, aunque es una persona comprometida con la paz, comprometida con los dos estados y es íntegramente buena persona, amiga de Serrat, de Sabina y muchos otros?: la cantante israelí Noa. ¡No fastidies!
Esta actitud quizás explica que a las manifestaciones por la guerra de Ucrania vaya menos gente que a la de Palestina. En la primera, los malos son los rusos; en la segunda, Estados Unidos.
Totalmente. Manifestaciones en Europa occidental durante la guerra de Bosnia para que se interviniera militarmente para terminarla ¿cuántas hubo? Tres. Una, en Barcelona junto a José María Mendiluce, Pasqual Maragall y Jordi Pujol, de la mano, en primera fila. Y en Kosovo, ¿qué? La situación sobre el terreno se parecía mucho a la de Bosnia. El agresor era el mismo que en Sarajevo. Las víctimas eran muy similares: musulmanes exyugoslavos. En 1995, finalmente después de que los medios pusieran el foco, lo que fue crucial, sobre lo que ocurría en Sarajevo y Mostar, hubo la intervención. En Kosovo, lo único que se vio fueron las filas de refugiados que los serbios radicales expulsaban hacia Albania y Grecia. Aquí hubo incluso manifestaciones a favor de Serbia; no muy numerosas, eso sí. He conocido a gente adulta que decía que debía intervenirse en Bosnia, pero en Kosovo, no, y que todo era culpa de la OTAN.
El Consejo Europeo tendría que exigir por unanimidad que el gobierno israelí deje la política represiva de cheque en blanco
¿Qué repercusiones tendrá en Europa esta guerra?
Tiendo a ser optimista siempre que puedo. Comparado con la alarma creciente que provocaron en varios países europeos los atentados en Europa en la sala Bataclan, en París, en Niza, en la Rambla aquí, que es una mezcla de lobos solitarios y algo más complejo, las sociedades europeas occidentales han reaccionado con considerable sangre fría y calma. En Francia decapitan a un profesor, asesinan a otro, hay ataques a la escuela pública,… pero son casos bastante aislados, que salen de un círculo reclutado en una mezquita, como aquí en el caso de Ripoll… Lo que preocupa bastante es derivar hacia un crecimiento visible del racismo en Europa occidental. Nos hemos movido hacia posiciones electorales que provocan gobiernos de derechas, pero en Portugal, en Grecia, en España, incluso en Francia o en el Reino Unido parece que se está corrigiendo. El primer ministro británico es de ascendencia india, y el de Escocia, de origen paquistaní. Europa es fuerte socialmente. Ahora bien, como Israel, ha tirado hacia una posición muy de derechas. Comparado con otras sociedades europeas que conozco o he conocido bastante bien, España es relativamente poco racista. Aquí hubo esa señora de Ripoll que sacó un porcentaje de votos que creo que respondía a un estado de ánimo momentáneo. Me cuesta creer que Ripoll haya basculado hacia la extrema derecha. Debemos tomarnos en serio estas cosas pero no debemos alarmar. Josep Borrell, el otro día, estuvo bien en el Parlamento Europeo, cuando dijo que no se cree más alarmismo del que hay, que debemos mantener la calma desde nuestros valores sociales.
¿Putin sale beneficiado de la guerra entre Israel y Hamás?
Putin tiene motivos para estar relativamente optimista, en relación a que Ucrania sale del foco, pero las cosas no han salido tal y como él quería. El apoyo de China no es incondicional. En absoluto. Nunca concederá escenificar que está de acuerdo en que se cambie la frontera de un país porque sus casos son intocables. Se habla del sur global. Yo no sé lo que es el sur global. ¿Corea del Norte es el sur global? Vamos cortos de conceptos que tengan la claridad expositiva del mundo bipolar o la guerra fría. No tenemos nada parecido y a mí no se me ocurre ninguno. Primero vino la globalización, ahora el sur global. Creo que es mucho más adecuado decir que en el mundo actual, que no sabemos explicar, el paradigma dominante es la interdependencia y la fragmentación de poderes en su caso. La interdependencia significa que nadie, ni los estados potentes que creen que son quién sabe qué, obtendrá el control total de su agenda. Nadie.
Por muy deficitaria que haya sido, el mundo seguro que no sería mejor sin las Naciones Unidas
¿El conflicto puede ampliarse? ¿Pueden implicarse directamente más países, como Irán, Egipto, Líbano, Estados Unidos o Rusia?
Debemos evitar la tendencia a decir que habrá un estallido en Oriente Medio. El estallido en Oriente Medio ya está ahí. La buena noticia en Líbano es que, con la crisis económica que tienen, que es muy grande, sigue existiendo como estado, como gobierno y como sistema institucional gracias a Hezbollah. Si Hezbollah quisiera, aquello se acaba. El mundo seguirá siendo una suma de situaciones muy volátiles con alianzas puntuales pero a mí me preocupa mucho más la existencia de las redes sociales, que no van a desaparecer. La capacidad de erosionar el sentido crítico de nuestras sociedades -ya no digo los líderes o el establishment– de las redes es devastador y, por tanto, las guerras del futuro inmediato dependerán de si los gobiernos, la Unión Europea y otras instancias internacionales saben tratar con amabilidad al señor Elon Musk. Prefiero la paz de Westfalia.

¿Por qué?
Porque los reyes se sentaban y pactaban: “echemos a Napoleón, restauraremos tres o cuatro imperios, el imperio austrohúngaro, el imperio ruso, y las reglas del comercio en alta mar, y nos repartiremos estos continentes por los que nadie se ha interesado hasta ahora…”. Es el colonialismo del siglo XIX que tenía sus reglas. Me preocupa la volatilidad actual. Una explosión, un atentado no tienes tiempo ni de evaluarlo. ¿Cuántos terroristas tenemos ahora en la cárcel, aparte de los islamistas? Lo que preocupa ahora a las fuerzas de seguridad, los Mossos, la Guardia Civil o el FBI, es no tanto un islamismo creciente y desbordante sino la capacidad de reclutamiento del imán de Ripoll. No es una decisión que se tomará ni en Irán, ni en Beirut, ni en ninguna parte. Es la galaxia de ese islamismo radical, y que te recluten tres chavales obliga a las fuerzas de seguridad -en Francia lo han intentado- a una anticipación brutal. Esto choca con varios límites. Uno es el estado de derecho. Lo único que puedes hacer es vigilar a las personas que temas que cometan atentados, pero sólo puedes atraparlos cuando están cometiendo un delito fragante, como los que mataron a tiros en Cambrils.