A pesar de estas terribles cifras, que parecen no ser suficientes para generar un consenso unánime, seguimos viviendo en una sociedad que obvia la base de la violencia machista hasta el punto de normalizarla. Creemos que dicha violencia solamente se manifiesta mediante los asesinatos hacia mujeres por el simple hecho de serlo, pero desgraciadamente estamos rodeados de actitudes y comportamientos invisibilizados que crean y perpetúan los asesinatos machistas: desde la escasa responsabilidad afectiva, la imposición de prácticas sexuales, el desprecio, la humillación, el control de la ropa o de las redes sociales hasta los insultos, las amenazas y los golpes. 

Sin embargo, hay gente, e incluso políticos, que siguen negando la existencia de la violencia machista, generando odio hacia el feminismo y hacia las leyes que pretenden proteger las vidas de las mujeres; vidas que, si se me permite, están en constante peligro. 

Durante este año, ante cada avance del feminismo español, hemos visto una contrarreacción violenta, ignorante y llena de odio: nos han llamado paranoicas, locas, histéricas, mentirosas y generadoras de odio y crispación. Y yo me pregunto ¿somos nosotras las que generamos odio por exigir una vida digna y segura? ¿O lo generan aquellos hombres que diariamente ejercen la violencia más burda contra las mujeres?

Estamos viviendo una persecución y derribo constante hacia las feministas con la única voluntad de doblegarnos y silenciarnos. Si bien es cierto que hemos hecho grandes avances legislativos, sigue quedando mucho camino por recorrer, pero desgraciadamente estamos viendo cómo incluso, partidos a priori progresistas, quieren silenciar a referentes feministas e intentar hacer del Ministerio de Igualdad, un Ministerio más sosegado y cómodo para los señores de 40 o 50 años amigos del Presidente, como si nos lo pudiéramos permitir. 

Los datos son claros: 1.237 mujeres asesinadas por violencia de género desde 2003. En la mayoría de los casos (57%), las agresiones son producidas por la pareja o la expareja de la víctima, hecho que demuestra que, desgraciadamente, muchas mujeres no se encuentran seguras ni en sus propias casas. 

A todo esto, hay un factor añadido que señala porqué no podemos permitirnos dar ni un paso atrás: el 70,3% de las víctimas adolescentes no tienen intención de denunciar, y, me atrevería a decir, que es por miedo a no ser creídas.

Salimos a reivindicar, el 25 de noviembre y cada día del año, la vida de todas aquellas mujeres que nos han sido arrebatadas, la vida de las mujeres que estamos y la vida de las mujeres que estarán. Basta de impunidad, basta de silencio: se acabó, porque si nos tocan a una, nos tocan a todas.

Share.
Leave A Reply