Nos ha dejado Colita, Isabel Steva Hernández. Murió la tarde del domingo 31 de diciembre a los 83 años acompañada de sus seres queridos. Poca gente conocía su nombre de pila. Tuvo problemas con Facebook. Le cerraron su cuenta aduciendo que Colita era un nombre comercial. Pero ella volvió a abrir su cuenta con el nombre de Isabel Steva Colita.

Siempre rebelde y curiosa, le preguntaba a su padre cómo había recalado en ese piso del Eixample donde vivían, cerca de la plaza Tetuán. Y su padre, Manuel Steva, harto de sus insistentes preguntas zanjó el tema diciéndole que la había encontrado debajo de una col.

Para calmar su inquietud, su padre le regaló a los 12 años una cámara fotográfica. Diez años más tarde, en 1962, Colita realizó algunas de sus primeras y mejores fotos: desde su casa retrató a las monjas del Colegio Sagrado Corazón sacando la nieve de la azotea.

En 1962, Colita fotografió desde su casa a las monjas del Colegio Sagrat Cor sacando nieve de la azotea.

Adiós a la “Big mama” de la fotografía

El diccionario Collins tiene varias entradas para definir el sustantivo “Big mama”. Puede referirse tanto a una mujer considerada cabeza de familia, a una abuela, como a la fundadora o integrante destacada de una empresa, organización o movimiento. Colita ha sido eso y mucho más: feminista temperamental, mujer con gran conciencia social y solidaria.

En el post-franquismo surgió una nueva generación de jóvenes fotógrafos que intentábamos dar visibilidad a los nuevos acontecimientos. La juventud nos hacía ser descarados y valientes y retratar manifestaciones y cargas policiales, pero carecíamos de experiencia.

Foto de grupo con familiares y fotógrafos de Prensa y Medios de Comunicación, como Colita, Pilar Aymerich, Jordi Soteras, Robert Ramos, Pau Oliva, Salvador Sansuán, Kim Manresa, Guillermina Puig, Pepe Encinas, Pep Rigol, Tomi Socies Francesc Simó, Oriol Maspons y Maruja Torres entre otros, durante el homenaje a los fotógrafos Francesc Català-Roca, Agustí Centelles y Jullio Ubiña el año 1981

Un día nos convocaron “los mayores” en un local de la Asociación de Fotógrafos de Publicidad y Comunicación y aparecieron Xavier Miserachs, Colita y Oriol Maspons, entre otros. El motivo de la reunión era constituirnos en una asociación profesional de prensa para ser más fuertes y defender nuestros derechos. Colita fue la que más se implicó.

Colita retratista

Un día me dijo: “A mí los retratos me salen bien porque la gente me quiere”. Y tenía razón.  Sabía relajar al personaje, conversaba y, entre frase y frase, ¡flash!, foto que te crió. Así, sus sesiones se convertían casi en una charla de café: el personaje se deja ir, se relaja y muestra todo su interior.

“Cuando te gusta alguien y lo retratas, es como un corto romance, es poseerlo un poco”, le comentaba a su amiga Ana Maria Moix en una entrevista en el diario Tele/eXpres en 1971.

Fotografía de Colita, maestra del FAD, con Joan Manuel Serrat el año 2017. | Foto: Pepe Encinas

Colita era una gran retratista. Había aprendido de Oriol Maspons y de su antiguo jefe, Xavier Miserachs, pero ella sacaba el alma de la gente fotografiada. “El retrato es la expresión más abierta y directa”, decía.

Cuando me casé, Colita, me regaló el retrato oficial de boda. Como cuando los recién casados iban al estudio fotográfico para inmortalizarse. Nos hizo a Nuria y a mí la foto clásica con un fondo decorado de un jardín romántico que había encontrado en la calle porque un teatro se deshacía de trastos viejos. A final de la sesión formal, la cosa degeneró y me puse un disfraz de gorila que había por allí: fueron las mejores.

“Cuando me casé, Colita, me regaló el retrato oficial de boda. A final de la sesión formal, la cosa degeneró y me puse un disfraz de gorila que había por allí: fueron las mejores”.

Colita periodista

El pasado mes de noviembre, Colita recibió uno de los mejores reconocimientos que más ilusión le hizo: Ofici de Periodista, otorgado por el Col·legi de Periodistes de Catalunya. Allí recibió entre aplausos el reconocimiento de la profesión.

El pasado mes de noviembre, Colita recibió uno de los reconocimientos que más ilusión le hizo: Ofici de Periodista, otorgado por el Col·legi de Periodistes de Catalunya. | Foto: Pepe Encinas

Al igual que su amiga Pilar Aymerich, no se quedaban quietas en su estudio, colaboraban en las principales revistas que se atrevían a denunciar y publicar grandes reportajes, como DestinoTriunfo, Interviú o Primera Plana.

Coincidí en varios sucesos con ella. Uno terrorífico, el incendio del camping Els Alfacs, en Alcanar (Tarragona), cuando un camión que transportaba propileno licuado estalló a causa de la sobrecarga y la bola de fuego causó la muerte a 243 personas. La temperatura alcanzó en algunos puntos los 2.000 grados centígrados, y ni siquiera los campistas que estaban en el mar pudieron salvarse, pues cerca de la orilla el agua hirvió y acabó con la vida de los bañistas.

En otra ocasión realizó un reportaje sobre la Cárcel Modelo saturada de presos.

Fotografía de Colita de 1994. Preso de la Modelo tatuado.

Era unas imágenes muy duras, pero en las que se trataba con dignidad a los presos, integrantes de la COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha), que se autolesionaron para llamar la atención de la sociedad y de las autoridades. También aprovechó para hacer unas fotos muy “Colita” de un preso tatuado.

Colita Foto Fija

Xavier Miserachs conocía al cineasta Francesc Rovira Beleta y recomendó a Colita como foto fija en la película Los Tarantos. Una historia trágica de amor y pasión gitana con Antonio Gades y Carmen Amaya. Colita trabó amistad con la bailaora y se compró una casa en Begur junto a la de Carmen Amaya.

También trabajó como foto fija en 1970 en la película de Jacinto Esteva ‘Metamorfosis‘, una película muy al estilo Pasolini. El director decidió que la protagonista tenía que arrojarse al suelo en un lugar lleno de suciedad y rodeada de cerdos. La actriz era Rommy, mujer de Esteva. “Esa escena me quedó grabada en la memoria. Tengo la foto”.

Colita, libros y mascotas

Su pasión por la literatura también la trasladó a realizar libros de autor, a veces sola y otras compartidos con amigos y amigas. Hacía poco que se había reeditado un libro que había hecho con Maria Aurèlia Capmany en 1977, Antifémina. La Editorial Lumen realizó una magnífica colección, Palabra e Imagen, en la que autores literarios y fotógrafos no estaban condicionados a ilustrar los textos ni los escritores debían escribir sobre las imágenes, sino que ambos artistas ofrecían su visión personal sobre el tema tratado. En 1971 ya había colaborado con Juan Benet en el libro titulado Una Tumba.

“Al igual que su amiga Pilar Aymerich, no se quedaban quietas en su estudio, colaboraban en las principales revistas que se atrevían a denunciar y publicar grandes reportajes, como Destino, Triunfo, Interviú o Primera Plana”. Posteriormente, su pasión por la literatura también la trasladó a realizar libros de autor, a veces sola y otras compartidos con amigos y amigas.

Enganchada al flamenco que vivió durante el rodaje de Los Tarantos y gracias a su amistad con Carmen Amaya, propuso a la editorial retratar el arte del flamenco. Así surgió Luces y sombras del flamenco, con textos de su amigo el poeta José Manuel Caballero Bonald. Un libro de culto.

En 1997 Lumen reeditó el libro, pero cambió el formato sin consultarla y cortaron y cambiaron el sentido de sus fotos. Me regaló un libro con todos los fallos que cometieron los diseñadores gráficos.

Retrato de Colita del año 1991. | Foto: Pepe Encinas

Colita siempre estuvo acompañada de perros: le encantaban los teckels, el Néstor y la Cleo, como a su amiga Josiane. Cuando se mudó a una casita en el barrio de Sants tomó la decisión de adoptar perros abandonados, como su Paquito, un chihuahua simpaquitísimo. Ahora tenía a la Nena, que la acompañaba todo el día.

En 1992 realicé una serie sobre fotógrafos de la ciudad y cada uno de ellos sostenía una foto que consideraban emblemática. Colita me citó en la playa de la Barceloneta y, cuando menos me lo esperaba, se empezó a abrir la chaqueta y sacó una foto de los chiringuitos desaparecidos en la que aparecía en primer plano Bernardo Cortés cantando. “Los llevo en el corazón”, me dijo. Yo también te llevo, Cola.

Colita, con una foto de los chiringuitos desaparecidos de la Barceloneta. | Foto: Pepe Encinas
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