Aunque se hayan publicado apenas tres novelas gráficas en castellano, Jordan Crane es un autor destacado en la escena alternativa estadounidense, realmente prolífico como diseñador, grabador, archivista y prescriptor y, también, como editor, al autopublicarse su obra en primera instancia, antes de que se publiquen en editoriales destacadas a posteriori, lo que le ha permitido una mayor distribución de su obra a nivel nacional e internacional. Esta contextualización es importante para entender el dato facilitado por el autor de que su última obra (que ha tenido un gran impacto a nivel internacional en el mercado anglosajón y, también, en el francófono, italiano y, ahora, en castellano), ha tardado, exactamente, veinte años en acabarla.

Ediciones La Cúpula publica la novela gráfica No te vayas (Keeping Two, 2022), con traducción al castellano de Rubén Lardín, en una cuidada y singular edición de 324 páginas, con esquinas redondeadas y con una estructura fija de composición de la página, con tres filas de dos viñetas cada una de ellas. Esas seis viñetas fijas encorsetan el diseño de la página, y el autor lo aprovecha para concentrarse en el relato, con uno de los resultados más espectaculares del año, potenciando la inmersión del lector en todo lo que va sucediendo, que es una mezcla entre lo real y lo imaginado, entre lo real y la ficción paralela, entre el presente y un hipotético futuro, o varios posibles futuros para ser más exactos.

Jordan Crane, nacido en 1973, fijó su residencia en el estado de Massachusetts. En 2009 ganó dos premios Ignatz por el tercer número de una obra en la que todavía está trabajando, Uptight, ahora ya en su sexto volumen. El Premio Ignatz es uno de los premios más importantes a nivel internacional, especializado en reconocer el trabajo a los mejores talentos en los cómics independientes y en la pequeña prensa norteamericana (por cierto, llamados así en honor a uno de los personajes del cómic Krazy Kat de George Herriman, del que Ediciones La Cúpula acaba de publicar un primer volumen de recuperación de las míticas páginas dominicales de 1916 y 1917).

En paralelo a dicha actividad, hace dos décadas empezó a escribir el guion de una novela gráfica que le permitiera desarrollar las emociones que sentía ante una posible y repentina pérdida inminente de alguien muy próximo a él. La intensa preocupación se centraba en la pérdida de la persona a la que amaba, y la conmoción era desgarradora. Pensó en cómo mostrar ese contraste de suspense trágico e inquieto que acontece en una realidad de absoluta normalidad, tranquila y pacífica, muy alejado de los negros augurios temidos. El desasosiego que le producía la temática le llevó a alternar este trabajo con otros, de ahí el retraso en su consecución definitiva.

Afortunadamente, concluyó su guion y su dibujo y el resultado es una muestra de la capacidad narrativa del cómic en su máxima expresión, a pesar de la limitación autoimpuesta de mantener la estructura fija de seis viñetas cuadradas por página. O quizás gracias a ello, puesto que el lector se puede centrar específicamente en lo que acontece en las viñetas. Otra elección fundamental es la del bitono en un color verde pálido, del que también explota todas sus posibilidades, útil para las escenas de día o de noche, o las de exterior o las de interior, y, curiosamente, sirve para escenas cómicas y, a la vez, para escenas de una carga dramática muy intensa.

No te vayas destaca especialmente en la forma en que se va marcando el tempo del relato, expandiendo y contrayendo el tiempo en función de la necesidad de la escena narrada, teniendo en cuenta que toda la historia completa acontece en unas cuatro horas o menos. Además, el lector comprenderá inmediatamente el código utilizado por el autor, cuando enmarca la viñeta con una línea oscilante cuando se trata de un suceso de ficción o imaginado. La novela gráfica comienza con la llegada de una pareja a su casa, después de un viaje en coche (luego sabremos que tuvieron una fuerte discusión en el trayecto, mientras avanzaban lentamente en la caravana). Una vez en el domicilio familiar reciben la noticia de la muerte del perro de la madre de él y, coincidiendo en el mismo día, de la del hermano de un amigo, por leucemia. Y ahí es donde él se pregunta por la conocida como «la regla del tres»: «¿No muere la gente de tres en tres?». Pues no, pero la imaginación es poderosa.

Justo después, ella se ofrece a ir a comprar la cena y coger una película de vídeo para la noche en una tienda relativamente cercana, mientras él limpia la cocina, con los restos de la comida aún por recoger. Una vez solo, ahí es donde la imaginación de él explota, con la posibilidad de que le ocurra de todo a su pareja en su corto viaje de ida y vuelta, con las muertes más inverosímiles y violentas que le pasa por la imaginación. Una imaginación también influenciada por un contexto socioeconómico determinado, estereotipado, puesto que varios de los conflictos imaginados provienen de acciones de personas racializadas y, aparentemente, sin hogar, que le atacan de diferentes maneras. También se vislumbra el pavor a los accidentes de coche y a sus espantosas consecuencias. O el pánico a olvidarte el móvil en este contexto o, lo que es peor, que tu pareja se haya dejado el móvil en casa.

Esta línea narrativa imaginada se intercala con una historia de ficción que, se intuye, forma parte de una novela que están leyendo los protagonistas. En esa historia paralela, una pareja tiene la desgracia de sufrir un aborto prematuro, casi al final del embarazo, provocando una depresión posparto manifiesta en la joven. En las viñetas, acompañaremos por separado al duelo particular de cada uno de los dos, por cierto, utilizando un recurso gráfico original y contundente como es el de presentar con puntos discontinuos la silueta de la persona ausente. El temor de que pueda llegar a suicidarse su pareja ante la terrible situación que está viviendo contagia al lector (se recomienda realizar la lectura en una única sentada, para vivir de forma más intensa la montaña rusa de emociones al leer las diferentes situaciones que se muestran a lo largo de las páginas de la novela gráfica).

La capacidad narrativa de Jordan Crane es prodigiosa, y el mismo autor reconoce la influencia de las tiras de prensa clásicas en esta obra, unas tiras que también estaban lastradas por las limitaciones del espacio (las tiras se publican fila a fila, cada día, sin poder realizar composiciones que afecten a la arquitectura de la página). Crane reconoce las influencias de clásicos como Peanuts, Moomin, White Boy, Nancy o Gasoline Alley, esta última, reconocida como una de las grandes obras universales de la historieta, y que Diábolo Ediciones ha empezado a publicar por primera vez, durante 2023, toda la obra en castellano, desde su publicación en 1918, con el título Domingos con Walt & Skeezix.

Sin poder explicar más detalles del contenido, hay que advertir que el final de la novela gráfica contiene una reflexión sobre la muerte a partir de una escena muy intensa, lo que acabará produciendo también una notable congoja al lector. Un lector que llega a ese final totalmente intrigado por el suspense desencadenado a lo largo de toda la obra, cautivo de la genialidad del autor. Crane aborda con empatía los temores universales asociados a la pérdida de un ser querido y a los efectos asociados a las enfermedades relacionadas con la salud mental. Una lectura imprescindible, con advertencia sobre el contenido.

Share.
Leave A Reply