1. Hay indicios de genocidio
La decisión de ordenar medidas provisionales significa que el Tribunal de la ONU aprecia indicios de que Israel puede estar cometiendo actos genocidas en Gaza. De hecho, la exposición de la jueza Joan Donoghue, presidenta del Tribunal, dio por buena la descripción expuesta por los abogados sudafricanos del desastre provocado por el Ejército israelí. Si el Tribunal hubiese creído el relato de los representantes israelíes -están realizando una operación militar de autodefensa dirigida exclusivamente contra Hamás- habría descartado las alegaciones de Sudáfrica. Por el contrario, la presidenta del Tribunal se refirió a diversos elementos que justifican las sospechas de que se están cometiendo actos genocidas en Gaza: cifras de víctimas mortales civiles (cuestionadas por Israel), declaraciones de líderes israelíes deshumanizando la población palestina o pronunciamientos del Secretario General de la ONU advirtiendo sobre el “colapso total del sistema humanitario en Gaza”. La presidenta del Tribunal calificó de “insuficientes” las medidas que supuestamente está tomando Israel para proteger a los civiles.
2. Medidas cautelares…
El Tribunal concluyó que “la catastrófica situación humanitaria en la Franja de Gaza está en serio riesgo de deteriorarse más antes de que el Tribunal tome su decisión final”. Por eso ordena a Israel tomar todas las medidas a su alcance para prevenir la comisión de actos de genocidio, prevenir y castigar las declaraciones que inciten al genocidio y permitir el suministro de ayuda humanitaria a la población de la Franja – lo que implica que los jueces no creen que Israel ya lo esté haciendo, como afirmaron sus representantes en la vista judicial previa. El Tribunal también ordena al gobierno israelí enviar un informe rindiendo cuentas del cumplimiento de las medidas. La decisión del Tribunal recuerda a la que adoptó en 2020 en el caso contra Myanmar por el genocidio del pueblo rohingya.
3. …pero sin alto el fuego
La gran decepción para los movimientos defensores del pueblo palestino fue la negativa del Tribunal a ordenar el cese de la ofensiva militar israelí en Gaza, como reclamaba Sudáfrica. Analistas como el director de la ONG Human Rights Watch, Kenneth Roth, consideran que era imposible que el Tribunal ordenase el alto el fuego, porque como Hamás no es parte del juicio, solo podrían ordenar el fin de los ataques de Israel, y no de Hamás, lo que implicaría en teoría imponer un desequilibrio en el conflicto. El mismo Tribunal sí ordenó en 2022 el fin de la invasión rusa de Ucrania, aunque la situación no era idéntica al tratarse de un conflicto entre Estados. Según el ministro sudafricano de Exteriores, el fallo implica de hecho un alto al fuego, porque es la única manera de garantizar la protección de la población gazatí y hacer llegar la ayuda humanitaria necesaria – una tesis compartida con la relatora de la ONU para las personas desplazadas, Paula Gaviria.
4. Reacciones internacionales
El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu calificó la decisión del Tribunal como “vergüenza” y afirmó que están “librando una guerra justa y la continuaremos hasta la victoria total”. Por si quedaba alguna duda de sus intenciones, el Ejército israelí mató a más de 150 gazatíes en las 24 horas que siguieron al fallo e hirió a 300 más. Sudáfrica, la Autoridad Nacional Palestina y Hamás celebraron el fallo. El grupo islamista también afirmó que acatarían un cese al fuego ordenado por el Tribunal de la ONU, siempre que Israel también lo respetase. Por su parte, Estados Unidos destacó que el Tribunal no ordenó el alto el fuego y sí la liberación de los rehenes israelíes. La Comisión Europea se limitó a decir que “la Unión Europea espera la implementación” de las órdenes del Tribunal, una declaración tibia que ejemplifica el papel lamentablemente pasivo que ha tenido Europa ante la invasión de Gaza, mientras que países del sur global como Sudáfrica han tomado la iniciativa de presionar diplomáticamente a Israel y llevarlo ante la justicia internacional.
El gobierno español fue un paso más allá, reclamando un alto el fuego, pero siguió sin anunciar ninguna medida de presión real contra Israel, como la suspensión del comercio de armas o el reconocimiento del Estado palestino. España también se ha mantenido en silencio ante la demanda por genocidio, pero ahora tendrá que responder al cuestionario del Tribunal sobre el caso, una nueva oportunidad para apoyar explícitamente a Sudáfrica. Hasta ahora, Eslovenia ha sido el único país europeo en secundar públicamente la denuncia, mientras que Alemania y Reino Unido se han colocado del lado israelí, junto a Estados Unidos y Canadá. La decisión del Tribunal de ordenar medidas cautelares es una desautorización de estos Estados, que negaban que la denuncia sudafricana tuviese base suficiente mientras limitaban el derecho de su ciudadanía a manifestarse contra la agresión israelí.
5. Consecuencias legales y políticas
El Tribunal Internacional de Justicia resuelve conflictos entre Estados – en este caso, la denuncia de Sudáfrica de que Israel está violando la Convención contra el Genocidio de 1948- pero no tiene instrumentos propios para ejecutar sus decisiones. El Estado denunciante puede acudir al Consejo de Seguridad de la ONU para reclamar que haga efectivo el fallo, si el denunciado no lo cumple. De hecho, la omisión del Tribunal de la orden de alto el fuego podría tener en parte una razón pragmática: evitar que Estados Unidos vete la aplicación del fallo cuando llegue al Consejo de Seguridad – como ya ha hecho con todas las propuestas de resolución que exigían el cese de la ofensiva israelí contra Gaza. Más allá de las consecuencias legales, la decisión del Tribunal refuerza la presión internacional sobre Israel y, sobre todo, pone en una situación incómoda a los países que siguen apoyando su ofensiva militar, especialmente Estados Unidos. Cuando se confirme que Israel está incumpliendo las medidas dictadas por el tribunal, sus aliados tendrán que elegir entre seguir sosteniendo al ultraderechista Netanyahu, pese a las fuertes sospechas de que está cometiendo un genocidio, o cambiar su postura y presionarle para que detenga por fin su guerra contra el pueblo palestino.