Hayden ve ahora una Europa que cierra las puertas a los migrantes y la responsabiliza de los más de tres mil que se ahogan cada año en el Mediterráneo y de las muertes y abusos que sufren otros miles de personas en los campos de detención en países africanos, sobre todo en Libia. Lo explica en un extenso y contundente libro titulado Cuando lo intenté por cuarta vez, nos ahogamos. La búsqueda de refugio en la ruta migratoria más letal del mundo, que ha presentado recientemente en Barcelona.
El 26 de agosto de 2018, estaba en Londres y recibió un mensaje en Facebook que decía: “Hola hermana Sally, necesitamos tu ayuda”. Lo había escrito un refugiado eritreo que llevaba meses encerrado en un centro de detención en Libia. ¿Se imaginaba que este mensaje acabaría dando lugar a un libro?
No, está claro que no. No, realmente no imaginaba nada así. Fue sólo después de un año de estar en comunicación con gente de Libia que tuve la idea de escribir un libro.
¿Por qué ese refugiado eritreo se puso en contacto con usted?
Había estado en Sudán en 2017 e hice una investigación sobre denuncias de corrupción dentro del plan de reasentamiento de la agencia de refugiados de la ONU. Todos los refugiados me hablaban de la corrupción en ACNUR. En Sudán había refugiados de muchos países diferentes y, según el esquema de reasentamiento, las personas más vulnerables tenían la opción de ir a países seguros, generalmente a países occidentales. Pero lo que decían los refugiados era que, para ser incluido en ese plan, había que pagar sobornos, a veces de decenas de miles de dólares para que una familia fuera reasentada. Tardé unos 10 meses en reunir pruebas suficientes para que un editor lo publicara. Salió el 15 de mayo de 2018, y dos días después, pese a que lo habían negado todo, ACNUR anunció que suspendía el plan de reasentamiento en todo el país y que ponía en marcha su propia investigación contra el fraude. Y más tarde encontraron a un miembro de su staff culpable de solicitar sobornos y de abusos de poder. Como había realizado esta investigación, mi nombre era bastante conocido entre los refugiados de Sudán. Muchos refugiados viajaban de Sudán a Libia y me habían dicho que lo hacían porque no tenían fe en el plan de reasentamiento. Cuando uno de ellos necesitó ayuda en Libia habló con un pariente suyo en Sudán que le propuso que contactara conmigo. En agosto pasado estuve en Túnez y conocí a la persona que le recomendó que contactaran conmigo. Fue una experiencia bastante surrealista.

¿Habían leído los refugiados que estaban en Libia sus tuits o artículos?
No. Hice la investigación y la publiqué en un medio que ahora se llama New Humanitarian. Aquella investigación era bastante conocida porque el esquema de reasentamiento de ACNUR se suspendió y hubo una gran investigación interna. La ONU envió investigadores a Khartum para realizar entrevistas. Tuvo un gran impacto en Sudán y, como yo era la periodista que lo había expuesto, muchos de los refugiados me conocían.
Se convirtió en la única esperanza para muchas personas que estaban encerradas en las cárceles de Libia sometida a todo tipo de abusos, asesinatos, torturas. ¿Cómo asumió esa presión?
En ese momento era muy difícil, porque yo estaba en comunicación con mucha gente. Había períodos de tiempo en los que estaba asustada si subía al metro, en Londres, y no tenía comunicación por Internet durante 30 minutos. Me preocupaba que ocurriera algo y que no pudiese responder. Si subía a un avión y no podían contactarme durante unas horas, me daba miedo de que pudiera pasar algo. Fue muy difícil. Obviamente el mayor riesgo era para la gente que enviaba información. Arriesgaban la vida para enviar esa información. Sentía que tenía que estar pendiente todo el tiempo porque me di cuenta de que era muy importante.
Si subía a un avión y durante horas no podía contactar con las personas que estaban en los campos de detención temía que les pasara algo y no me lo pudieran decir
Después de cinco años y medio desde que recibió ese primer mensaje, ¿cree que su corazón se ha endurecido? ¿Es una persona más escéptica ahora?
Diría que va por ciclos. A veces sí, a veces me siento muy desesperada. Y a veces siento que en realidad no necesitas tener esperanza para hacer lo correcto. De vez en cuando existen pequeños progresos. Algunas de las personas del libro viven ahora en Europa, tienen trabajo. Hace poco me encontré con una pareja que se conoció en Libia y que ahora vive en Suecia. Acaban de tener un bebé y le conocí cuando fui allí. Aunque la visión general es mala, puede haber pequeñas diferencias en la vida de algunas personas increíblemente positivas. Y esto es fantástico de ver. Hay personas del libro que han pasado por situaciones horribles que, incluso, me dicen que me relaje, que me divierta. No todo es tristeza. Y por eso creí que mi papel era asegurarme de que esa situación quedara al descubierto y de que la información estuviera disponible.
¿Y hace lo que le recomiendan estas personas?
A veces. Ha sido bastante raro porque, en realidad, no pensaba que esto iba a ocupar tanta parte de mi vida. Al principio, cuando me contactaron las primeras personas pensé que sólo era una situación particular, y que si informaba tal vez recibirían ayuda. Entonces me di cuenta de que era una situación más extendida, y por eso empecé los años de hacer reportajes. Al cabo de un año aproximadamente tuve la idea de escribir un libro y reunir toda la información con sus evidencias. Tardé otro año en conseguir el encargo del libro por parte de una editorial. Y después me pasé otro año escribiéndolo. Pensé que, cuando se publicara, mi trabajo estaría hecho, porque la información estaría allí y todo cambiaría. El libro se publicó y nadie lo leía. Así que te das cuenta de que tienes que hacer que la gente lo lea. Y aquí estamos dos años después. Acaba de salir en España y todavía estoy hablando del libro, porque estoy desesperada por que la gente lo lea. Pero en ningún momento pensé que esto llevaría tanto tiempo.

El libro es extraordinariamente completo. ¿Qué más puede hacerse después de 520 páginas de denuncia de los abusos a los migrantes encerrados en campos de detención en Libia o que mueren en el camino hacia Europa?
¿Qué más puedo hacer yo? He estado haciendo otras cosas desde que salió el libro en inglés, hace casi dos años. He seguido haciendo reportajes. El año pasado estuve en Túnez. Pronto iré a Sudán del Sur. Soy periodista y mi papel es seguir informando. Pero ha habido algunas consecuencias interesantes. Me pidieron que hablara en el Parlamento Europeo en noviembre a raíz de la publicación del libro. Y pensé que era importante hacerlo. Lo hice. He dado algunas entrevistas. No soy una activista, no soy abogado. Soy periodista. Lo natural para mí no es hablar en público, pero si esto hace que más gente lea el libro y conozca la problemática, lo considero importante.
En la intervención que realizó en noviembre en el Parlamento Europeo fue muy dura con la Unión Europea. ¿Cómo valora la actuación de la Comisión Europea en Libia y, en general, su política migratoria?
Lo peor es que solía pensar que la gente que tiene poder no sabía lo que estaba ocurriendo. Así que pensé que necesitaba exponer la situación porque sería información para ellos. Lo que me interesaba especialmente era lo que ocurre después de que los migrantes son interceptados. Cuando la gente intenta cruzar el mar Mediterráneo para llegar a Europa y es atrapada por la Guardia Costera libia y obligada a regresar a Libia, ¿qué les ocurre entonces? Porque, en mi opinión, es desde ese momento que Europa se convierte de forma innegable en éticamente culpable. Por eso pregunté a Frontex cómo lo supervisaban. ¿Qué pasa con esa gente? Dijeron que no era responsabilidad suya, porque habían vuelto a otro país. Intenté confirmarlo, porque tal vez estas personas en el poder no se daban cuenta de todo lo que pasaba. Lo que he constatado más recientemente es que ellos sí que se dan cuenta, pero dicen que esto es lo que quiere la ciudadanía europea, que el público europeo no quiere que llegue gente, sobre todo de África, y que tienen que hacer todo lo que puedan para detenerla. No creo que el público europeo sea plenamente consciente de lo que eso significa. Por eso hice el libro. El hecho de que me hayan invitado a hablar, demuestra algo. Hay mucha gente trabajando para la UE que está incómoda con esta situación y quiere un cambio. Pero no saben qué hacer sin el apoyo del público, y sobre todo con unas elecciones cercanas. Lo que creo es que en realidad ahora mismo el Parlamento Europeo y la Comisión Europea están en desacuerdo. El pasado verano el Parlamento Europeo aprobó una resolución que pedía que se restablezca la búsqueda y el rescate liderados por Europa. La resolución también dice que el apoyo a la Guardia Costera libia debería estar sujeto a que respeten los derechos fundamentales. La resolución no era vinculante, y la Comisión Europea obviamente no la está aplicando.
Hay mucha gente trabajando para la UE que está incómoda con la política migratoria y quiere un cambio
¿La situación en los campos de detención de migrantes en Libia es ahora tan inhumana como la que explica en el libro o ha cambiado?
Por lo que sé, creo que se mantiene prácticamente igual. Las rutas migratorias han cambiado ligeramente. La migración es como un globo, si comprimes una parte se expande otra. Lo que estamos viendo ahora es más llegadas a las Islas Canarias. Conozco gente que ha hecho este viaje y me he informado sobre esta ruta. Dicen que, dado que Libia es ahora tan peligrosa y difícil, están haciendo el viaje a las islas Canarias. Pero este viaje también es increíblemente peligroso. Una de las personas que conozco pasó diez días en el mar. Se quedaron sin comida y sin agua. Creían que morirían pero finalmente llegaron. También había mucha gente que viajaba desde Túnez. Ahora hemos visto un nuevo acuerdo de la Unión Europea con Túnez, donde se ha apuntalado a un presidente autoritario, que potencialmente llevará a muchos más abusos de los derechos humanos. Así pues, el libro trata sobre Libia, pero el tema no es Libia. Se trata de lo que está ocurriendo en las fronteras de Europa, y de las acciones de las personas que la gobiernan para detener la migración.
La Comisión Europea acusa a los traficantes de personas de la tragedia humanitaria en el Mediterráneo. ¿Qué parte de responsabilidad cree que tienen cada uno en los abusos que sufren los migrantes?
Los traficantes de personas están satisfaciendo una necesidad. A los funcionarios europeos les gusta decir que quieren romper el modelo de negocio de los traficantes, pero ese modelo de negocio existe porque es tan difícil viajar legalmente. Los traficantes siempre existirán porque están satisfaciendo las necesidades de personas que no tienen otra forma de viajar. Esto no significa, claro está, que los traficantes sean buena gente. En el libro documento las historias de dos traficantes de los que informé. Asistí a su juicio, en Etiopía. Me encontré cara a cara con ellos. Y la gente puede leer en el libro las cosas horribles que han hecho. Pero creo que, cuando la retórica política se centra en los traficantes, se ignora que en realidad la gente les confía su vida porque está desesperada. Están desesperados por encontrar una ruta hacia la seguridad.

Es crítica incluso con las agencias de Naciones Unidas que trabajan con la migración. ¿Qué reprocha a agencias como ACNUR?
El libro informa sobre un contexto específico, recoge la documentación de lo que vi y encontré mientras realizaba los reportajes. En Libia, cuando empecé a comunicarme con personas detenidas, también empecé a contactar con el personal de ACNUR y otras agencias de Naciones Unidas. Muchos de los miembros de ese personal también estaban muy incómodos con la situación. No les gustaba cómo habían evolucionado las cosas ni con qué se les pedía que hicieran. Decían que sentían que se les estaba utilizando para blanquear un sistema de violaciones de derechos humanos. Cuando le preguntabas a un político europeo por qué estaban apoyando la intercepción de personas vulnerables que después eran encerradas indefinidamente en centros de detención que el papa Francisco y otros han comparado con campos de concentración, decían que no apoyaban los centros de detención pero que estaban pagando para mejorar sus condiciones financiando a la ONU. Y desde la ONU nos decían que no podían pronunciarse contra la UE porque era quien los financiaba y querían salvaguardar esa financiación. Por ejemplo, si la ONU realiza un reparto de mantas o lo que sea en un centro de detención agradecen a la Unión Europea que financie su distribución, pero no dicen que la gente está allí por culpa de la UE. Por tanto, es un blanqueo de su actitud lo que permite a los políticos europeos fingir que están haciendo algo positivo cuando la realidad es mucho más oscura.
Critica incluso como actúan muchas ONG. Quizás la única que se salva de sus denuncias es Médicos sin Fronteras.
Médicos Sin Fronteras es la única que no recibía financiación de la UE y no creo que sea una casualidad que sean ellos quienes actuasen correctamente. Creo que estaban actuando de forma diferente porque, por principio moral, carecen de financiación de la UE, mientras que todas las demás organizaciones la aceptan.
Cuando la retórica política se centra en los traficantes, se ignora que en realidad la gente les confía su vida porque está desesperada
Los medios de comunicación parece a menudo que no están interesados en la tragedia humanitaria que denuncia. En el juicio en Etiopía a dos contrabandistas, por ejemplo, era la única periodista en la sala. ¿A qué atribuye esa actitud de los medios?
Es una pregunta complicada, porque simpatizo con muchos periodistas que están intentando cubrir estas informaciones, pero dependen de lo que quieren los editores. He tenido problemas con editores que me decían que ya habíamos hecho una historia sobre el Mediterráneo y que no era necesario hacer otra. Además, a veces los editores dicen que se deben a lo que lee el público, y que si publican una historia y nadie la lee, no están interesados en ella. Todo el tiempo que estuve haciendo este informe trabajé como freelance. Y esto fue porque sabía que, si hubiera tenido un trabajo fijo, no me habrían permitido centrarme sólo en este tema durante tanto tiempo. Es complicado. Es un reto para nosotros encontrar distintos ángulos. Yo me concentro en cuestiones que creo que no se conocen. Así que estoy intentando llenar los vacíos en términos de conocimiento público. Es realmente impactante que se hayan normalizado noticias de 200 migrantes que mueren ahogados en el mar, escribir un centenar de palabras y pasar a la siguiente historia. El pasado verano me pidieron que hiciera un artículo de opinión para The New York Times al respecto. Yo no sabía qué más podía decir. Pensé que el mejor titular era que esta situación se había normalizado, y publicaron el artículo en portada con el titular La muerte masiva se normaliza. Tenemos que preguntarnos por qué se ha normalizado, por qué aceptamos que esta situación continúe en el Mediterráneo y en Libia. Desde 2014, cerca de 30.000 personas se han ahogado o han desaparecido en esta ruta. Probablemente es una subestimación enorme y no incluye a la gente que va a Canarias, que es otro gran número. ¿Cómo se permite que esto suceda?

Es incomprensible que se diga que se lucha contra los traficantes y, cuando hay un juicio contra dos de sus jefes en Etiopía, sólo vaya una periodista freelance, como usted
Sí, para mí fue realmente impactante. No podía creerlo. Fue durante la epidemia de la Covid. Estaba en Uganda y las fronteras estaban cerradas. No pude marcharme y supe que empezaba ese juicio, así que escribí a muchas organizaciones de Etiopía y a periodistas preguntando si alguien lo cubría para contactar, porque quería saber qué pasaba. Todos dijeron que no. Encontré la forma de llegar a Etiopía para cubrirlo. Inicialmente me costó ir, pero estoy muy contenta de haberlo hecho.
El libro se publicó en marzo de 2022, y ya ha recibido todo tipo de premios y se ha traducido a muchos idiomas. ¿Cómo vive el reconocimiento profesional y popular de tu trabajo?
Ha sido muy extraño. La autora es conocida por el libro. Una cosa muy incómoda es que empecé a informar al respecto en 2018, y en pocos meses empecé a ganar premios; mi carrera avanzaba, pero las vidas de la gente que me enviaba información seguían exactamente igual. Nada cambiaba para ellos. Y esto era muy difícil de asumir. Ha sido complicado en cuanto a la publicidad del libro porque, obviamente, me gustaría que lo lean cuantas más personas mejor, pero es muy difícil que mucha gente lo haga, porque cree o bien que es deprimente o bien que ya conoce la historia hasta cierto punto y no está interesada en más información. Los premios son muy útiles para que más gente preste atención al libro. Me he dado cuenta de que ha aumentado el interés por el libro una vez que ha ganado premios. Me resulta muy incómodo beneficiarme profesionalmente de esa situación. He regalado todo el dinero de los premios.
Me resulta muy incómodo beneficiarme profesionalmente de esa situación. He regalado todo el dinero de los premios
¿A alguna ONG?
No, no a ninguna ONG.
Se ha ganado el respeto y la admiración de mucha gente y también bastantes enemigos. ¿Ha tenido o tiene miedo por su seguridad?
Hubo momentos cuando estaba preparando el libro que tenía miedo. Recibí advertencias en 2019 de que mi vida podría estar en peligro. Y esto venía de la CIA y del MI6. En ese momento, tuve mucho miedo. Pero, sinceramente, después, me sentí culpable, porque creo que el miedo me impidió informar de ciertas cosas de las que debería haber estado informando en ese momento. La publicación del libro fue un intento por mi parte de arreglarlo porque incluye informaciones que no se habían hecho públicas. Hoy no tengo miedo por mi seguridad. Cuando estás haciendo el reportaje es cuando puedes tener más miedo, porque todavía no se ha hecho público y puede haber quien quiera evitarlo. Ahora ya es público.
Utiliza mucho X (antes Twitter). En esta red abundan los insultos y amenazas. ¿La han atacado mucho en las redes sociales?
No puedo decir que no reciba ataques en Twitter, pero no creo que me ataquen mucho. Cuando estaba realizando el reportaje, mi principal preocupación no era mi seguridad, sino la seguridad de mis fuentes. Ellos arriesgaban la vida. Había una cierta amenaza pequeña para mí, pero nada en la escala de lo que enfrentaban ellas. Y ésta ha sido siempre mi preocupación número uno.

Dice que es periodista, no activista, pero si le pregunto qué hacer para cambiar la situación que denuncia en el libro, ¿qué contestaría?
Así es. Soy mala para responder a esta pregunta porque no propongo políticas. Siempre me sorprende que no haya habido mayor exigencia de responsabilidades. Se debe informar al público europeo especialmente, porque estamos implicados en crímenes contra la humanidad. Esto está ocurriendo en nuestro nombre. Y sí, esto es muy importante. Creo que cada persona debe preguntarse qué hacer. No me toca a mí decirle a la gente lo que debe hacer. Pero si se informan, pueden preguntárselo. En cuanto a las responsabilidades, me sorprende que no se hayan exigido más. Mucha gente es interceptada, devuelta a la fuerza a campos de detención donde muere o es asesinada. Me sorprende que no haya más rendición de cuentas por eso. Fabrice Lleggeri, director de Frontex, dimitió en abril de 2022 por denuncias de violaciones de derechos humanos, y yo pregunté si habría más reconocimientos de responsabilidades, pero no ha sido así. Mi libro fue citado en un trabajo del Tribunal Penal Internacional que reclamaba que se investigase a funcionarios europeos por crímenes contra la humanidad pero, de nuevo, la investigación no ha ido realmente a ninguna parte.
¿Le preocupa el aumento de la extrema derecha en Europa?
De nuevo debo decir que dudo un poco a la hora de hablar de política en general. Muchos políticos europeos con los que he estado hablando durante años y años, funcionarios europeos, gente en el poder, dicen que el tipo de políticas que denuncio en el libro se implementaron porque quieren detener a la derecha. Así que dicen que, para detener el ascenso de la extrema derecha y evitar que llegue al poder, hay que parar la migración a cualquier precio y por eso implementan este tipo de políticas. Y yo les pregunto si perpetrando crímenes contra la humanidad no se están convirtiendo en la extrema derecha ellos mismos, hasta dónde piensan ir en esa dirección.
Muchos políticos europeos dicen que para evitar que la extrema derecha llegue al poder hay que parar la migración a cualquier precio, y yo les pregunto si perpetrando crímenes contra la humanidad no se están convirtiendo en la extrema derecha ellos mismos
¿Todavía recibe mensajes de personas que están en los campos de detención de Libia?
Ahora mismo no estoy en contacto con la gente de los campos de detención. Estoy en contacto con muchas personas que llegan a Europa o se encuentran en países africanos. He estado con algunas recientemente.
¿Irá a Libia algún día?
No lo creo, porque insistí mucho para obtener un visado en 2021, pero me lo rechazaron. Entonces recibí un mensaje bastante extraño ofreciéndome un viaje gratuito, en 2022. No me fié, podría ser arriesgado. No lo haré en breve. Intenté ir a Sudán justo antes de que la guerra estallase el año pasado, y me denegaron el visado. El cónsul que me lo negó me pidió una copia firmada del libro al mismo tiempo. (ríe)
¿En qué trabaja ahora?
Preparo otro libro para el próximo verano, pero no puedo decir de qué va.


