Estamos en febrero, pero parecería abril si no fuera porque no llueve. Estos días las noticias y redes van llenas de las manifestaciones, bloqueos y marchas que están organizando los agricultores por toda Europa para reivindicar la crisis en la que se encuentra el sector primario. Un panorama que vemos desde hace tiempo, y que no hace más que acentuarse. Algunas personas, entre las que me incluyo, pueden alegrarse porque por fin hay ‘una marea’ que se mueve para cambiar las cosas, y poner de manifiesto que las cosas no funcionan. Pero, ciertamente, miro con incredulidad lo que puede venir después de todo esto.
Tenemos un grave problema de no viabilidad económica del sector primario. No hace falta ser ingeniero aeroespacial para darse cuenta de que si la producción de alimentos no es viable económicamente, habrá un momento en que deberemos escoger qué mantener, si la producción de alimentos o el modelo económico. Y eso me remite a una imagen que he visto estos días por twitter con la consigna ‘Comeremos turistas’.
Es realmente preocupante que los campesinos no puedan mantener sus negocios, pero creo que esto sólo es la punta del iceberg. Si empezamos a tirar el hilo, veremos que el problema viene de lejos y que el aumento de los costes de producción hace tensar más la cuerda.
Mayoritariamente, nuestra alimentación proviene de fertilizantes sintéticos, principalmente nitrógeno atmosférico convertido en amonio a través de procesos industriales que utilizan gas butano como fuente de energía, y éste comienza a ser un bien cada vez más preciado, por tanto, y según la lógica mercantilista del capital esto implica que sube el precio de la energía, y por consiguiente, la de los fertilizantes, y sucesivamente el resto de productos de la cadena de producción, incluido el alimento.
¿Se podrían abonar los campos con fertilizantes orgánicos? sí, pero no de un día para otro, ya que nuestro modelo productivo industrial ha elegido otro camino, y mientras tanto ha desequilibrado los ecosistemas y ciclos de nutrientes, que por lo general terminan en el mar debido a la erosión y la lixiviación de las tierras, y por tanto no podemos acceder a estos nutrientes orgánicos sin primero realizar un cambio de 180 grados en el modelo de relación entre sociedad y ecosistema en general.
De hecho, nuestro modelo agrícola predominante, ya desde hace varios siglos, es un sistema realmente eficiente para producir desiertos. Existen otros modelos productivos, como la agricultura regenerativa, que ayudan a la preservación y mejora de los suelos y de los ecosistemas, pero requieren formación y pedagogía, y una serie de cambios en la técnica y maquinaria.
En mi opinión, quien piense que todo esto se puede solucionar con placas solares o parques eólicos seguramente se llevará una desilusión, ya que estas tecnologías dependen de materiales también finitos, y son menos eficientes en términos de producción de energía que las fuentes que utilizamos hoy en día.
Tengo la sensación de que todavía lo que prevalece es la cantidad de turismo y la inversión en complejos hoteleros por encima de todo lo demás, como conservar y preservar tierras fértiles de cultivo.
Lo más desesperante de todo es que nuestro principal problema es el desperdicio, sea alimentario, energético o económico. Y es que con una fracción de todo lo que consumimos podríamos vivir muy bien, satisfaciendo nuestras necesidades básicas, que son vivienda, alimentación y vida social. Tenemos los conocimientos técnicos para hacer mil cosas que podríamos revertir, o al menos mitigar, los problemas que afrontamos. Podríamos captar agua de lluvia que cae en los tejados y almacenarla para regar parques y jardines, o huertas públicas cercanas a los núcleos urbanos. Podríamos reciclar el agua de los inodoros y las duchas con plantas de filtrado de aguas a través de plantas si usáramos jabones y lejías menos agresivos. Podríamos calentar parte del agua con placas solares térmicas, que es una tecnología sencilla y de bajo coste. Podríamos incentivar la ocupación cerca del lugar de residencia para reducir el uso de transporte. La ya mencionada agricultura regenerativa, u otros modelos similares, podrían ponerse en práctica a gran escala con una fracción de lo que se invierte en equipamiento militar. Ideas existen a miles, y muchas de ellas son de una tecnología muy sencilla y low cost.
Creo que el mayor problema es la cosmovisión que tiene nuestra sociedad, más que un problema técnico a resolver. Seguro que habrá tecnologías que pueden ayudarnos enormemente a solucionar ciertos problemas concretos, pero sin otra visión de lo que necesitamos para vivir, siempre serán plastros para tapar un problema de raíz. ¿Cómo se puede solucionar, o cuál es esa visión? Ni idea, si alguien o sabe por favor, que lo diga bien alto. Pero con este texto quiero poner énfasis en que debemos replantearnos las cosas desde la raíz, porque la casa tiembla y lo que falla son los cimientos.


