Hacer de la necesidad virtud
Cada vez son más evidentes los motivos por los que el president Aragonès ha convocado elecciones anticipadas. Ciertamente, ERC quería aprobar los presupuestos de 2024 pero, constatado su fracaso parlamentario, el president podía, tal y como había prometido, gobernar aún todo un año utilizando los mecanismos que la legislación le otorga con los presupuestos prorrogados. Solo hay que escuchar a la consellera de Economía y Hacienda, Natàlia Mas, que ha reconocido que la prórroga “era una opción, pero eso ya es decisión del president” y ha añadido que intentarán salvar, durante los dos meses que les quedan, las partidas contra la sequía o para mejoras en sanidad o educación, a través de un decreto de suplemento de crédito que debería validar el Parlament. Sin embargo, el president Aragonès ha preferido hacer, como Pedro Sánchez, de la necesidad virtud, y convocar elecciones el 12 de mayo. Las razones tienen mucho que ver con el pánico que experimenta ERC ante el regreso postamnistía de Puigdemont y con el intento de dificultar la aparición de otras candidaturas independentistas. Si ERC queda en tercer lugar por detrás de PSC y Junts puede verse atrapada en un dilema sin salida. Para tapar estos motivos poco amables se ha desatado una operación por tierra, mar y “Ara” contra los Comuns. Como si este partido, que está en la oposición y que no votó a Aragonès como president, fuera el responsable de que el Gobierno haya sido incapaz de construir una mayoría para aprobar los presupuestos.
El president Aragonès ha utilizado un argumento curioso para definir la situación actual: según él, hay dos partidos “responsables”, ERC y PSC, y dos partidos “irresponsables”, Junts y los Comuns, para a continuación afirmar sin inmutarse que no quiere pactar con el otro partido responsable, pero quizás sí con los irresponsables. Su maniobra ha descolocado incluso a miembros de la propia ERC, como una irritada Elisenda Alamany, que ya se veía gobernando Barcelona, pactando con el PSC. Un pacto que ahora queda en suspenso hasta después del 12 de mayo, como quedó escondido el acuerdo con PSC y Comuns en la Diputación de Barcelona hasta el día siguiente de las elecciones generales del 23 de julio.
Modelo de estado
En 2006 se aprobó un Estatut d’Autonomia que intentaba incrementar el autogobierno de Cataluña a partir de su reconocimiento nacional. La visceral campaña del PP y la sentencia del 2010 de un Tribunal Constitucional partidista desactivaron ese Estatut y rompieron, de facto, el pacto constitucional de 1978.
Desde entonces, el tema nacional ha marcado la política catalana, a través de episodios conocidos. La cuestión del modelo de estado ha condicionado los mensajes de los partidos políticos: de quienes quieren un estado independiente, de los que apuestan por un Estado español federal, confederal o plurinacional, y de los que ven a Cataluña como una simple región de España. Los indultos y la reforma del Código Penal la pasada legislatura y la amnistía en ésta han posibilitado, catorce años después, un nuevo clima. El mejor símbolo puede ser la previsible desaparición de Ciutadans, un partido nacido para confrontarse con la realidad catalana.
Esto no significa, ni de lejos, que la carpeta nacional se haya cerrado. Se equivoca el PSC si piensa que con la apuesta por un federalismo uniformista y light, por el trilingüismo en la escuela y por una financiación de Cataluña “sin privilegios” en relación con otras Comunidades Autónomas, puede poner punto y final a las reivindicaciones nacionales. La descalificación que hace el PSC del federalismo asimétrico de Pasqual Maragall no contribuirá a “pasar página”.
Modelo de país
Pero la amnistía y el diálogo sitúan a la política catalana en la perspectiva de poder hablar también de otras cosas. La controvertida decisión de los Comuns de no votar los presupuestos puede haber provocado inconvenientes pero ha tenido la virtud de amplificar el debate sobre el modelo de país. ¿Qué izquierda tenemos si PSC y ERC acaban compartiendo el modelo de Junts, PP y Vox sobre las grandes infraestructuras que atentan contra el medioambiente y el territorio? ¿Cómo se debe desarrollar Cataluña? Los grandes proyectos de país son la ampliación insostenible del aeropuerto del Prat en momentos de emergencia climática y un macrocasino, que aumentará las ludopatías, trinchará el territorio, promoverá el trabajo precario y, ante un panorama de sequía persistente, consumirá tanta agua como una gran ciudad?
Se repite la polémica del 2012 cuando el gobierno convergente de la Generalitat y algunos alcaldes socialistas, emulando la película Bienvenido Mister Marshall, recibieron al capitalista Sheldon Adelson con la alfombra roja para que implantara el proyecto de Eurovegas en el Delta del Llobregat. Aquel proyecto se frenó como se puede frenar el Hard Rock, del que de hecho es heredero. Pero más allá de la negativa a determinados proyectos, ¿qué modelo productivo queremos? ¿Solo turismo fácil, juego e inversiones especulativas? ¿No es mejor invertir en el transporte sostenible de ferrocarril y tranvía, en energías renovables, en la preservación de los espacios naturales y la agricultura de proximidad, en mejorar la sanidad, la educación y los servicios sociales o en vivienda protegida? Los grandes poderes económicos y la patronal tienen claras sus prioridades, pero al término de esta campaña electoral inesperada toda la ciudadanía podrá decidir qué país queremos.


