Sonia Andolz (43) combina el conocimiento teórico propio de una profesora de universidad, la vehemencia argumental de un político que cree en lo que dice, y la convicción “activista” de quien no quiere renunciar a hacer un mundo mejor desde su lugar de trabajo. Nombrada por el conseller Joan Ignasi Elena al inicio de la legislatura, ha intentado dar un impulso progresista y de izquierdas al Departament de Interior, ya que considera que forma parte de esa gente “que nos hemos involucrado porque pensamos que es importante desarrollar diferentes discursos y perspectivas a los de la derecha tradicional”. Hablamos, entre otras cosas, de la relación entre cuerpos policiales, de qué es y deja de ser realmente el terrorismo, así como de cómo el adelanto electoral perjudica algunos de los programas iniciados, que ahora se ven truncados y sin presupuesto.

La semana pasada, diferentes medios filtraron que Eduard Sallent será el próximo Mayor de los Mossos d’Esquadra. ¿Es así?

Lo que se filtró es que se ha convocado la plaza, y por lo tanto, se pueden presentar los comisarios que tengan aspiraciones.

Recientemente se ha generado un debate, a raíz de una propuesta del ICAB sobre la necesidad de modificar el Código Penal por los delitos de multirreincidencia para endurecer las penas: esta propuesta llega solo dos años después de la modificación de la ley, y quisiera saber, en primer lugar, cómo valora la propuesta en cuestión y, en segundo lugar, si considera que es necesario volver a actualizar la ley.

Desde el Colegio de Abogados, algunos defienden que cambie la ley, pero otros dicen que el problema no es la ley sino cómo se está aplicando, al tiempo que denuncian la falta de recursos para aplicarla. En cuanto a la multirreincidencia, yo creo que todos tenemos muy claro que se trata de un problema real, pero sobre todo porque permite unos discursos estigmatizadores que inflaman el debate. Por tanto, te diría que sí, que es claro que se debe trabajar por una solución. Yo intento posicionarme, obviamente, en los postulados de izquierda y progresistas, y el primer objetivo siempre es la reinserción y evitar que esa persona vuelva a cometer lo que sea que haya hecho, que es un mal para la sociedad.

Aun así, parece que dentro de la izquierda tradicional coexisten al mismo tiempo dos postulados en relación a lo que comenta, que tiene su eco, por ejemplo, en el debate jurídico feminista. Simplificando, habría uno más punitivista que busca mayores penas en los delitos sexuales, y otra línea que, que consideraría el sistema penal-judicial como parte de un sistema represivo, y que aboga más por la reinserción y la despenalización. ¿Dónde se situaría?

Yo aquí tengo una tercera vía, si se puede decir de alguna manera. Yo sí creo que en ciertos tipos de delitos y ciertos tipos de perfiles de personas debe haber un punitivismo, porque la persona que se dedica, que no tiene necesidad, pero que simplemente cree que la vida es más fácil si haces mucho más dinero vendiendo droga o robando, seguramente la respuesta debe ser por la vía de las sanciones y el castigo. Pero esto no debe ser incompatible con aquella persona que ha cometido un hurto una, dos, tres veces en la vida por necesidad, o aquella persona que ha tomado una mala decisión en un mal día. Entonces, también se debe poder tener una vía que sea menos punitivista y que apueste más por la reinserción en la comunidad.

Sonia Andolz, entrevistada por Guillem Pujol. Foto: Pol RIus

Sobre los atentados en Barcelona y Cambrils en agosto de 2017, y dada la proximidad del 1 de octubre no hubo un debate específico sobre qué significa “la amenaza terrorista” y cómo debe abordarse. Ahora, en el contexto del vigésimo aniversario del 15-M y la intención del juez García-Castellón de procesar a algunos independentistas bajo la etiqueta de terrorismo, me gustaría saber su opinión sobre cómo cree que se debe tratar este concepto.

En clase, siempre explico que la definición de terrorismo es completamente política y no hay un consenso, pero probablemente haya más acuerdo en definir cuándo un acto es terrorista.

¿Y eso sería…?

Llevar a cabo una acción con la cual el objetivo que buscas es político, pero lo que buscas para conseguir esa atención es crear terror. Y terror en la sociedad civil. Ahora bien, en el ámbito teórico, lo que para uno es un defensor de la opresión, para otro es un terrorista, y eso es totalmente político. A partir del 11 de septiembre de 2001 se inicia lo que Bush denominó la guerra global contra el terrorismo, que en el fondo es una ideología política que llevó a una securitización del mundo y consecuencias en muchos aspectos que duran hasta hoy.

Y una securitización del mundo en una declinación ideológica concreta…

Es que para mí, securitización ya va junto con una percepción muy conservadora de la seguridad. Si securitización quisiera decir que de repente se entendió que era primordial para la seguridad de las personas que los empleos fueran más estables, fantástico. Pero securitización, como tal, es el término que usamos cuando se policían, por decirlo de alguna manera, ámbitos que no lo eran tradicionalmente. Como por ejemplo las migraciones: cuando en lugar de tener barcos rescatando personas, empezamos a tener barcos protegiendo fronteras, entonces estamos securitizando las migraciones.

Volviendo a la cuestión sobre el terrorismo, aprovecho para preguntarle respecto a la causa contra el independentismo.

En ningún momento durante el proceso ha habido terrorismo en Cataluña. Si es eso a lo que te refieres. En ningún momento, en ninguno de los actos.

En una conversación con Amadeu Recasens, ex-director de la Escuela de Policía, comentó que la izquierda no tiene un discurso en materia de seguridad, y que estas cuestiones, la izquierda, prefiere no abordarlas. ¿Cree que es así?

Es cierto que históricamente, el concepto de seguridad se inició con las escuelas militares y con el concepto de guerra, y tradicionalmente se ha entendido que está ligado a una concepción muy conservadora de lo que son los estados, y de ahí bajamos hasta llegar al modelo de policías y de estados del bienestar, que también ha sido un campo en el que la derecha se ha sentido más cómoda que la izquierda. Pero creo que cada vez más hay gente como Amadeu Recasens. En esta conselleria, somos muchas las que nos hemos metido porque pensamos que es importante desarrollar diferentes discursos y perspectivas distintas a las que propone la derecha tradicional.

En esta línea, le pregunto sobre el movimiento que surgió en 2020 en todo el mundo a raíz del asesinato de George Floyd, Defund The Police (Desfinanciar la Policía). ¿Aplicar una perspectiva de izquierdas en este campo pasa necesariamente por un proceso de reducción de los cuerpos policiales?

Por un lado, te diría que la seguridad, desde la izquierda, no es solo la seguridad policial. Ahora, eso no significa que no necesites una policía preparada, bien dotada y lo más profesional posible. Y añadiría: cuanto más formación, mecanismos de control y transparencia tengan, mejor.

Sonia Andolz: “Hay una muy buena cooperación con los otros cuerpos operativos del Estado”. Foto: Pol Rius

¿Hay una correlación directa entre más cuerpos policiales y más seguridad?

En muchos aspectos sí.

¿Y en percepción de seguridad?

Eso seguro. La percepción es algo subjetivo que no podemos decidir. Hay mucha gente aún en Cataluña que si no ve a menudo cuerpos de seguridad paseando por las calles de su municipio se siente más insegura.

Sin embargo, es cierto que depende de las franjas de edad que analicemos. Probablemente, la gente joven que ya hemos nacido en una democracia más avanzada —no diré consolidada porque no lo está—, pero sí más avanzada y que no hemos tenido momentos de represión hasta 2017, nos ocurre lo contrario. Por otro lado, esto no significa que se deban inundar las calles de policías, sino contar con efectivos policiales —pero también cuerpos operativos en general como agentes rurales y bomberos— que puedan actuar de manera más rápida y efectiva. Porque si a una persona que necesita la policía y esta tarda más tiempo del esperado en llegar, le generará una sensación de mayor inseguridad y de mayor abandono por parte de la administración pública que sí llega pronto.

¿Cómo son, actualmente, las relaciones con otros cuerpos policiales del Estado?

Con los otros cuerpos del Estado hay muy buena cooperación en lo que es el nivel operativo. Pero no solo con el Estado. Cuando un mosso se va a un congreso a Bélgica o en Francia —y esto lo he visto antes, cuando yo venía de trabajar con militares españoles— los uniformados se entienden porque hablan el mismo idioma, comparten códigos y un respeto por la jerarquía.

¿Cómo afecta el adelanto electoral a la política del departamento?

Lo que afecta de lleno a las políticas del departamento y al Gobierno en conjunto es que no tengamos presupuestos. En la DGAS, directamente, no mucho, porque es una dirección general donde se hace “administración pública” pura, es decir, se tramitan autorizaciones, licencias, expedientes, sancionadores… y eso está cubierto y asegurado independientemente de quién gobierne. Ahora bien, en los presupuestos habíamos previsto realizar algunos proyectos de prevención, de debate y reflexión públicos… y en el departamento, ya, ni te cuento.

¿Hay alguna partida que estuviera vinculada al nuevo presupuesto que ahora se ve truncada, y, por lo tanto, que afecte negativamente el desarrollo de políticas públicas en materia de seguridad?

Sí, claro, sin entrar en pánico ni alarmar a nadie, pero obviamente solo hace dos años y medio que llegamos y los hemos pasado recuperando todo lo que se había dejado de hacer, de invertir, de apoyar. Ahora teníamos previstas cosas en positivo, que sumaban y no solo te ponían a cero.

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