¿La Cultura de la Cancelación es una herramienta que favorece los intereses de la derecha y la extrema derecha a la hora de conseguir la hegemonía política y social? ¿El desprestigio de los colectivos etiquetados con el anglicismo woke tiene que ver con la pérdida de poder de las opciones políticas de izquierdas en muchos lugares del mundo? Son dos de las muchas cuestiones que se plantea la filóloga y escritora feminista en su libro Cancelado. El nuevo Macartismo (Círculo de Tiza), una aproximación exhaustiva a las cancelaciones que hemos vivido en los últimos tiempos, pero que desgraciadamente se puede actualizar con las que se han producido desde que se publicó, hace un año.
Define la cultura de la cancelación como “una dictadura cultural que lucha por establecer la estandarización y uniformidad del pensamiento, retomando de forma abierta muchas de las actitudes del pasado, aunque sin reconocerlo e impidiendo la libertad de pensamiento y todo ello, en su mayoría, de manos de la denominada izquierda postmoderna o izquierda líquida”
La cultura de la cancelación es un intento de llegar al pensamiento único. Sale de la derecha, porque hasta ahora la derecha era la que nos censuraba -todo el mundo conoce lo que pasó aquí en el franquismo con la censura, todo el mundo sabe lo que pasó con la caza de brujas, todo el mundo sabe lo que pasó en las dictaduras del siglo pasado, con la iglesia católica incluso en la actualidad-, y de pronto, no sé cómo, porque no sé darle una explicación, el pensamiento este, la intención de llegar al pensamiento único, la retoma la izquierda. ¿Y qué hace la izquierda? Como estamos en el siglo XXI y tenemos unas herramientas distintas que antes, lo que hace es aprovecharse de las redes sociales. Es el comienzo de la cultura de la cancelación, porque desde las redes sociales la impunidad es máxima y juega con el anonimato en no pocas ocasiones, e intenta censurar a todo aquel que tiene un pensamiento distinto. O sea, llevando justamente la contraria a lo que tradicionalmente había dicho la izquierda, que ha sido, hemos sido, siempre de debatir. Yo he tenido y tengo a mi alrededor gente con la que no coincido en su pensamiento, y eso no me hace no dejarles hablar, sino que intento convencerlos si puedo, y a partir de ahí establecer otra línea de pensamiento, o no, que cada uno se quede con su pensamiento.
La cultura de la cancelación es un intento de llegar al pensamiento único
Se asocia la expresión woke con la cultura de cancelación. Nace con las campañas de Black Lives Matter y Me too, aunque en el libro explica que la cancelación viene de mucho antes
Cancelación ha habido siempre, que era la censura. Lo que pasa es que la censura ya tenía establecidos los parámetros, todos sabíamos cómo funcionaba, y ahora se añaden muchas más cosas. El woke, el despertar este, tiene añadidos una serie de términos y acciones que son la cultura de la cancelación, la racialización, las minorías, todo lo relacionado con la ley trans, el género que se ha puesto de moda. El woke arranca bien, porque arranca a partir de las violencias que se generan en Estados Unidos con los actos policiales en los que casualmente siempre mueren negros, de barrios deprimidos, que no habían hecho nada a priori, o que lo habían hecho, pero que, en fin, no tienes que matar a alguien porque haya robado algo, pongo por caso. A partir de ahí, nace un movimiento que es el despertar, que avisa o recomienda que tengamos los ojos abiertos porque a veces el sistema ataca a los que tienen menos defensas. Obviamente nadie se pone en contra de eso. Si tú dices ¿hay que matar a los negros? Es una barbaridad. ¿Hay que acosarlos más policialmente? No. ¿Hay que considerar que una minoría tenga menos derechos que la mayoría? Obviamente, no. Entonces, todo el mundo se pone a favor de este movimiento, de despertar frente a eso, de abrir los ojos, de darse cuenta de que hay unas minorías que están siendo peor tratadas que las mayorías. ¿Qué pasa en ese momento? Que las minorías, en lugar de reclamar lo que tradicionalmente habíamos querido, que todos seamos iguales, le dan la vuelta a la tortilla y empiezan a gestionar mecanismos para que esas minorías pasen por encima de las mayorías. Y eso solo se hace consiguiendo que la víctima, el que es minoría, tenga tanto poder que la mayoría se acabe sintiendo culpable. Dicho de otro modo: ¿Cómo vas a estar tú en contra de un señor que va en silla de ruedas, que tiene una enfermedad terminal, o que lo van a desahuciar? ¿Cómo vas a decir algo en contra de ella? Luego, a lo mejor es un asesino en serie, pero eso no se contempla ni siquiera. Entonces se le consigue dar la vuelta y en lugar de luchar para que todos seamos iguales, todos tengamos los mismos derechos, que es lo que ha hecho tradicionalmente la izquierda, lo que se hace es que la minoría pase por delante de la mayoría, que es en lo que estamos ahora, claramente.

Acusa de ello a la izquierda líquida. ¿Qué hay que entender por izquierda líquida?
La izquierda líquida es esta izquierda que dice que es de izquierdas pero en realidad tiene prácticas neoliberales, esta izquierda que dice que hay que ayudar al Sáhara cuando en realidad está apoyando que el Sáhara se lo coma a Marruecos, esta izquierda que dice que estamos en contra del genocidio que está ejerciendo Israel sobre Palestina, pero que a la vez está participando en los gobiernos que venden o compran armas a Israel, esta izquierda que lucha contra la ciencia porque cree que los sentimientos están por encima de lo científico, esta izquierda que cree que las identidades están por encima de las personas, esta izquierda que es la que nos gobierna, de hecho.
¿Y esta izquierda favorece los intereses de la derecha?
Esta izquierda lo que hace es perjudicar los intereses de la izquierda, hace que la izquierda se diluya. No existe izquierda. Ahora mismo nadie está preocupado por el pobre y el rico, las luchas de clase. Esta izquierda es la que está favoreciendo los intereses de la derecha y que el discurso de verdad de izquierdas, de pobres y ricos, de necesidades sociales, de trabajo, de educación, se lo quede la derecha; la derecha más a la derecha, además. Si ser vegano es mejor que comer carne, cuando nadie puede muchas veces pagar ni siquiera la ternera, el que te está diciendo que hay que comer ternera se acaba quedando el voto. Estamos en esa fase. Está muy mal comer carne. Todo bien, pero es que la mitad de la población no siempre puede comer carne al precio que va.
¿La izquierda no podría defender a la vez las mejoras en salud, educación, cuestiones sociales y los derechos de las minorías?
Es que si tú defiendes todo eso, eliminas las minorías. Si todo el mundo tiene derecho a sanidad, a educación, y lo tiene cubierto, ya no hay minorías, somos todos iguales. Es muy difícil decir “no me insultes porque yo me siento árbol y soy un árbol y soy una minoría”, cuando, en realidad, todos somos personas. Que es lo que somos.
Nos gobierna una izquierda que cree que las identidades están por encima de las personas
A Trump le cancelaron en Twitter.¿Eso fue bueno o es malo?
Yo no cancelaría a nadie. La gente tiene que tener libertad de expresión. No sé en qué momento se nos ha girado la pinza para pensar que no existe la libertad de expresión. No solo eso, sino como para creernos con autoridad, como para limitar la libertad de expresión de unos sí y de otros no. Si prohibimos las lecturas de Amelia Valcárcel o de otras feministas señaladas, aquí o en Estados Unidos, donde están prohibiendo las lecturas de J.K. Rowling en según qué estados, si hacemos esas prohibiciones, ¿con qué legitimidad moral tú le vas a decir a Ron DeSantis que no puede hacer una lista de 250 libros prohibidos en las escuelas? Con ninguna.
Pero hay mensajes de odio que en principio se tienen que prohibir
Los mensajes de odio están legislados. La legislación es la que es. Existe una legislación. Tú aplicas la legislación y se acabó. Yo no creo que Amelia Valcárcel en ninguno de los libros que he leído lance ningún mensaje de odio. No puede ser que yo vaya a la presentación del libro de José Errasti (“Nadie nace en un cuerpo equivocado”) en Rambla Cataluña y fuera tenga que haber cinco furgonas de los Mossos y nos hagan salir en filas protegidos a los dos lados porque veinticuatro fanáticos amenazan con quemarnos dentro de la librería. Que es que eso no me lo ha contado nadie, es que yo estaba dentro.

El tema trans genera mucha tensión. En la UAB, a la profesora Juana Gallego sus alumnas le boicotearon las clases porque la consideraban tránsfoba
Hice un artículo también de lo de Juana. Eso es una barbaridad. ¿Tú crees que es normal que la libertad de cátedra no exista en las universidades? Este fanatismo parte de las universidades. ¿Te parece normal que Silvia Carrasco no pudiera dar clase en la universidad el otro día porque había catorce fanáticos con una pancarta dentro amenazando con pegarle? ¿Que la universidad no dijese a los de seguridad que los echasen y que ella no pudiera dar clase? Es como una distopía.
¿Y por qué genera tanta virulencia este tema?
Porque hay mucho dinero detrás. Porque las minorías están de moda. Están las farmacéuticas. Mucho poder detrás. Igual me equivoco pero en el caso concreto de lo trans esto ha salido cuando parece que nosotras somos consideradas iguales en la sociedad y hay manifestaciones feministas masivas. Cuando por primera vez tienen lugar estas manifestaciones feministas masivas, dicen “vamos a meter unos cuantos señores, no vaya a ser que esto se nos vaya de las manos, y estas tengan algún poder”. Eso ha perjudicado al feminismo. Primero le han puesto una S que no acabamos de entender las feministas. Entonces ya son feminismos y en feminismos cabe todo. Si vas a una manifestación el 8M, están mujeres con los veganos, con los enfermos de ELA, con los enfermos del cáncer, con los ancianos, con los desahuciados,… Estos ya tienen su día. Y lo que no se cita en las manifestaciones del 8M es la mujer trabajadora, que es de hecho lo único que tendría que citarse. Dejadnos respirar un poco.
¿Cada uno ve la voluntad canceladora en el otro? Los nacionalismos se acusan mutuamente de canceladores
En Cataluña tenemos doble cancelado.
Los nacionalistas catalanes acusan a los españoles de cancelarlos, los españoles acusan a los catalanes
Eso no lo he visto nunca. Es decir, yo la única sensación que tengo es que los que el 1 de octubre decidimos quedarnos en casa, porque nos pareció bastante alucinante votar en cajas de cartón en medio de la calle Aragón -fue así literalmente, lo vi-, estuvimos dos o tres años, sin poder ni salir en medios, prácticamente ni hablar. Igual me equivoco pero yo no tengo sensación de que se haya cancelado nunca ningún pensamiento independentista. ¡Mira Ponsatí! Viene ahora a crear otra lista. Maravilloso. El victimismo también es una cosa bastante arraigada entre nosotros. Que desde el 1714 estamos ahí como llorando. Apostaste a caballo perdedor. ¿Qué hacemos con eso?
Al periodista Albert Soler lo han cancelado en Girona. Ninguna librería quiere que firme ejemplares de su libro sobre Puigdemont el día de Sant Jordi
A mí en medios de comunicación directamente me han dicho: “no te sacamos porque no coincidimos”. Editores no han querido ni leerse mis textos porque soy Carmen Domingo. Es decir, que esto me ha pasado a mí con nombres y apellidos.
¿Han cancelado “Cancelado”?
Sí. Televisión Española, por ejemplo, sin ir más lejos, en un programa de prime time. En TV3 como yo hablo en castellano y escribo en castellano, ya no existo.
No sé en qué momento se ha girado la pinza para pensar que no hay libertad de expresión
Pero puedes hablar catalán…
Sí, pero como no me lo han preguntado nunca, no me han llevado nunca a TV3. He nacido en Barcelona, tengo casi treinta libros publicados, pues resulta que debo ser autora de Burgos.
En teoría Televisión Española es abierta. En España hay un gobierno progresista
Televisión Española tiene muchos programas que son de productoras. Y, además, es que a mí la que me ha cancelado es la izquierda. Es alucinante que a mí que tengo un perfil que no da lugar a dudas a si soy de derechas o si soy de izquierdas, me han sacado prácticamente en todos los medios, digamos, de la franja derecha mientras que los de la izquierda no sólo no me han sacado sino que me han dicho explícitamente que no.
¿No se siente utilizada por la derecha al darse esa diferencia de trato?
No, porque yo el discurso no lo varío, ni me han hecho variarlo. Si a mí me dijeran “es que tienes que hablar bien de la Iglesia Católica o del PP”, obviamente no haría una entrevista. El PP también cancela. De todas formas, es una cancelación distinta. Estamos mezclando conceptos entre censura, cancelación y libertad de contratación. Eso es una cosa que la gente debería conocer. Cambia el color político de un ayuntamiento y desgraciadamente puede menos la calidad cultural que la ideología. Y entonces hay una serie de actores, una serie de autores, una serie de textos que no van a entrar mientras que ahora entrarán los otros. El problema no es ese, que también. El problema es que eso lo han hecho los otros anteriormente.

¿Cómo se consigue que Albert Soler pueda firmar libros en Girona por sant Jordi en las librerías de la ciudad?
Las librerías tendrían que primar el autor frente a lo que piensa. Me parece una barbaridad que tenga que venirse a Barcelona a firmar. Pero que no pueda firmar en Girona, que es de donde es, que además trabajaba con Puigdemont en el periódico, que eran como colegas… que esto suceda dice muy poco a favor de lo que las librerías son. Pero es que en Barcelona pasa lo mismo. Tú aquí vas a según qué librería a hacer según qué presentaciones y te dicen que no. Que tienen cubierto seis u ocho meses. Que tú te ríes. Sabes que eso es no diré mentira, pero no es verdad.
¿Qué la impulsó a escribir este libro?
Lo que quería es que la gente viera de dónde viene esto, a dónde va y sobre todo a dónde nos lleva. Es decir, cuál es la deriva en la que nos estamos metiendo solo por no quedar mal. Porque esto también está muy relacionado con lo políticamente correcto. ¿Cómo vas a decir gordo? Pues porque está gordo. El peligro del uso de la terminología es bastante bestia también. Los eufemismos, lo políticamente correcto, lo de no ofender… Y tiene más derivaciones si te pones a tirar del hilo. Ahora no podemos suspender a los niños. ¿Cómo? No, no, porque claro, la autoestima… Y entonces, todos pasan de curso. ¡Ah, muy bien, pues eso es maravilloso! ¿Y qué hacemos si tenemos un cirujano que siempre ha pasado de curso y que te tiene que hacer una cirugía cardíaca? Esto llegará a extremos así.
No tengo sensación de que se haya cancelado nunca ningún pensamiento independentista
Que en la Constitución la cambien y en lugar de minusválidos diga discapacitados parece una buena idea
Lo que creo que está bien es que tengan cubiertas todas las necesidades las personas que tienen necesidades especiales. Cambiar el nombre no resuelve el problema, que esa es la gran trampa también. La trampa es que luego tú pides una ayuda y no la tienes. Yo tengo un primo que va en silla de ruedas y se las ha tenido que ir comprando todas él. No se trata de cambiar los nombres para ser políticamente correctos, se trata de resolver los problemas. Entonces, luego cuando tengamos eso ya resuelto, pues anda que no hay temas para cambiar en la Constitución española que también tendríamos que darles una vuelta y no se le ocurre a nadie porque no es políticamente correcto.
Dice que la cultura de la cancelación está más difundida en el mundo anglófilo pero que aquí va ganando terreno
Somos imitadores en lugar de creadores. Si lo hacen en Estados Unidos o el Reino Unido nos parece todo bien. Viene Judith Butler y nos dice, guau, y todo el mundo, ¡ah, fíjate qué gran frase! Y dices: habría que leer el libro entero para darse cuenta de que igual no es tan gran frase. El primer ministro británico, Rishi Sunak, ha criticado también la cultura de la cancelación. Van cambiando cosas. Muchas partes de esta cultura de la cancelación vienen todas directas de las universidades postmodernas. “Lo dicen en Seattle. ¡Hombre, si lo dicen en Seattle, ¿cómo lo vamos a discutir?! Pasó en Nueva York. ¡Hombre, si pasa en Nueva York, ¿cómo no nos va a parecer bien?!”. Repetimos por osmosis, sin pararnos ni siquiera a reflexionar que a lo mejor es una barbaridad. ¿Tenemos que esperar a que anulen todas las leyes trans que hay en los países occidentales para darnos cuenta de que eso perjudica la infancia? Igual tendremos que esperarnos a eso o a que haya diecisiete familias que pongan una denuncia en la sanidad pública.

Señala, sin embargo, que las universidades de Stanford y Chicago han impulsado un manifiesto que muchos académicos han firmado reclamando libertad de expresión y de cátedra…
Poco a poco, pero si esto lo comparas con la fuerza que tienen los otros, no llegas a ningún sitio. El problema sigue siendo el dinero. Como siempre.
En el libro hay muchísimos ejemplos de cancelaciones. ¿Cuáles le parecen las más absurdas, las más exageradas?
Hay mucha tontería. ¿Vamos a dejar de comer conguitos porque en la imagen de los conguitos hay un negro? El problema a lo mejor lo tienes tú, que te crees que te estás comiendo un negro. No creo que el señor que diseñara los conguitos lo viera así. Vamos a quitar “Lo que el viento se llevó” porque en la película sale una negra que hace de negra esclava. Vamos a poner la sirenita negra porque así conseguimos que la sirenita sea inclusiva. La pregunta debería ser al revés. ¿Hay alguna cosa asociada a la cancelación que creas que tiene sentido? No.
¿Los ciudadanos de piel blanca somos responsables de los abusos que se cometieron en América Latina cuando la conquista o en el Congo cuando era una colonia belga o en África en general?
Tú no lo sé, pero yo no, porque yo tengo toda mi familia aquí. López Obrador probablemente sí, porque sus abuelos o sus bisabuelos debieron ser de los que mataron indios. A lo mejor la revisión es a la inversa. No se puede revisar la historia así. Además es ser un perfecto desconocedor de la realidad histórica de su país cuando me acusa a mí de lo que hizo él.
En la televisión mejicana seguro que la cancelan
En la televisión mejicana, en la argentina y en todos estos sitios, sí.
Escribe que el panorama es desolador pero no irreversible
Irreversible no, quiero pensar, pero ¿reversible a corto plazo? Desde luego no.
En TV3 no existo porque escribo en castellano y en TVE me han cancelado en un programa de prime time
Vamos mal…
Sí. Para mejorar la situación, los que cancelan tendrían que ser conscientes de que lo que hacen es una cancelación. Y solo lo son cuando les pasa a ellos. Ha habido medios de comunicación que han cancelado gente y que luego cuando le ha tocado a un periodista suyo sí les ha parecido mal. Ha habido un par de denuncias de acoso recientemente a un medio y se ha tenido que ir un periodista que se había dedicado a cancelar a gente a cascoporro. En la medida en que les pase lo mismo a ellos quizás se para, pero va a ser complicado.
Cita el caso de empresas que han echado a personas, que las han cancelado pero que luego las han perdonado
¿Tú puedes tener una ideología determinada trabajando en una empresa o tienes que tener la ideología de la empresa?, pregunto. En teoría tendrías que tener libertad de pensamiento, ¿no? y que eso no te penalizara si tú haces bien tu trabajo. Otra cosa es incurrir en delitos. Pero ¿por opinar? Es que, de verdad, es muy increíble que por opinar pasen estas cosas. Joaquín Reyes en un acto con mucho público dijo que no existía la cultura de la cancelación, que eran críticas a los cómicos. Un dibujante británico se suicidó hace unos días porque lo cancelaron después de la denuncia en redes de una chica que dijo que la había acosado. Claro que existe la cultura de la cancelación y si Joaquín Reyes no es capaz de darse cuenta de que existe y tiene un auditorio que aplaude sin discutirle es muy difícil que eso se resuelva.
¿Esa actitud de la izquierda líquida afecta a los votantes tradicionales de izquierdas?
La gente de izquierda normal, o sea la que no es canceladora, o va a dejar de participar en votaciones o buscará una salida de otro estilo, porque si eres una madre con dos hijos y que no llegas a fin de mes o, peor, un padre con dos hijos que no llegas a fin de mes, ¿qué haces?
Una ayuda social ¿no?
Mira lo que está pasando con Vox. Muchos de los votantes de Vox vienen de esa izquierda desengañada. El votante ese que oscila, que puede votar a Ciudadanos, que según y cómo puede votar al PSC, aquí igual no votan a Vox y votan al PP pero las subidas y bajadas de Vox tienen mucho que ver con esas tontunas.

La izquierda lo tiene complicado, pues
Tu ahora dices que hay que votar a un partido a la izquierda del PSOE y ¿te sale el nombre de algún partido?
¿Sumar? ¿Podemos?
Sumar está inmerso en estas tontunas. Sumar está más preocupado por abrazarse, quererse… Está muy bien abrazarse pero vamos a resolver primero la comida, el trabajo, la sanidad, la educación, y luego ya si eso nos abrazamos todos y todo bien. Pero, claro, si las prioridades no son nunca las reales, las materiales, viene una representante de VOX de Leganés y dice que va a dar comida a todos los que pasen hambre y no tengan el subsidio cubierto.
Y que sean españoles
Claro, pero, de todas formas, VOX también se ha encargado de tener inmigrantes en sus filas, porque tampoco es una cosa de inmigración. Es una cosa de ricos y pobres.
Muchos de los votantes de VOX vienen de la izquierda desengañada
Mal lo pinta
Es que esto va en caída libre. Tengo pocas esperanzas, la verdad, tengo que decirlo.
Pero decía que el predominio de la cultura de la cancelación no es irreversible
No, pero no a corto plazo. El Defensor del Pueblo, igual. Se opone a la modificación de la Ley Trans que ha aprobado Ayuso. Yo no la votaría jamás a ella o al PP pero el cambio que propone a la Ley Trans solo es que se necesita un facultativo para iniciar la hormonación y que en los menores de edad no se puede iniciar. ¿Te parece esto una locura?
¿Nos tendremos que resignar a tener Trumps y otros líderes favorecidos por esa claudicación de la izquierda ante la cultura de la cancelación?
Yo creo que saldrá Trump con toda seguridad y buena parte de la culpa la tendrá Biden
¿Por cancelador?
Por cancelador y porque tiene unas prioridades… lo de Israel por ejemplo. Es más, soy de las que cree que a lo mejor Rusia y Ucrania no estarían en guerra en este momento si hubiera estado Donald Trump de presidente. Se ocuparía de la valla de Méjico y de sus cositas. Ahora lo dices y pareces de derechas pero el único presidente de Estados Unidos que no ha metido al país en ninguna guerra es Trump. La izquierda estadounidense no irá a votar. Espérate aquí el tortazo de las europeas. Ya se ha visto en las gallegas. El cambio, a mi juicio, no es tanto porque la derecha lo esté haciendo bien, porque a la vista está que los líderes de la derecha tampoco son mentes privilegiadas, sino por los despropósitos que está provocando la izquierda. Ese es el gran drama
¿Y eso tiene que ver con la cultura de la cancelación?
Totalmente, porque buena parte de la política que aplica la izquierda sigue estos criterios.


