Poco a poco se va abriendo paso en Junts por Catalunya la aceptación que Carles Puigdemont no podrá ser investido de ninguna manera, ni telemática, ni por persona interpuesta, ni tampoco presencial, como presidente de la Generalitat. Es comprensible que les haya costado, que les esté costando, asumirlo. A pesar de que pudo presentarse y que probablemente sea el candidato natural de los independentistas, la legislación española no le permite ser elegido, a no ser que se presente en el Parlament, momento en el que, muy probablemente, sería detenido por orden del juez del Tribunal Supremo. Parece que olviden que la política es, en buena parte, el arte de lo posible y la investidura de Puigdemont no lo es porque el gobierno central ha dicho que se opondrá, adoptando todo tipo de medidas legales y judiciales.
Ahora lo que están buscando entre JXC y ERC es una salida honorable para Puigdemont, que ya veremos si la pueden mantener, porque la va a cortocircuitar el Gobierno central. Además, en el momento en que haya un Gobierno constituido, el día a día hará que todo el mundo lo visualice como tal y se vaya olvidando de los de Bruselas. Aunque, quién sabe! No sabemos aún ni qué tipo de gobierno se constituirá, ni quién será el presidente, o presidenta. Por lo que dicen las fuerzas independentistas, ya tienen lista la composición del nuevo ejecutivo. Han dicho que el número de consejerías no variará y que será paritario, en el sentido del género y de la representación de los dos partidos: JXC y ERC.
Se ha dicho, eso al menos es lo que se aprobó en el Senado, que la aplicación del artículo 155 decaerá en el momento que haya un nuevo gobierno formalmente constituido, pero, ¿y las cuentas de la Generalitat?, ¿Continuarán en manos del ejecutivo del PP? Lo deseable sería que no, que fuera el departamento de finanzas de la Generalitat quien pudiera volver a gestionar el presupuesto público catalán. Esto, hoy por hoy, sigue siendo dudoso, porque la intervención de las cuentas públicas catalanes es anterior a la aplicación del 155 y no es descartable que el Gobierno central se haga el remolón e intente retrasar este paso lo máximo posible. Y sin poder gestionar el dinero, un gobierno lo tiene muy difícil para gobernar.
Pero no adelantemos acontecimientos, de momento resulta interesante y positivo que se desencalle la investidura porque eso quiere decir que habrá un gobierno que podrá tomar decisiones, y decisiones positivas para todos (esperemos), que buena falta hace. Porque de negativas ya tenemos bastante. Recorte de subvenciones, programas y convenios parados, nombramientos también parados, etc. Y eso que los altos funcionarios del Estado que están gestionando el 155 dicen que sólo han encontrado colaboración por parte de los funcionarios catalanes. Sin embargo, el clima político costará mucho que vuelva a la normalidad, parque el abismo entre unos y otros es demasiado grande.
En Catalunya, en la sociedad en general, hay claramente dos bandos, el de los que se declaran independentistas y el de los que se llaman unionistas, a pesar de que esta división se lleva dignamente. Lo que no son tan dignas son las diferencias entre los políticos, cuando son quienes deberían predicar con el ejemplo, y que a algunos les lleva a faltar el respeto más esencial. Sin ir más lejos, la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, acaba de espetar en sede parlamentaria a Joan Tardà: “tanto las cuesta sacrificar a un catalán?” No es difícil imaginar la reacción mediática cambiando ‘catalán’ por ‘español’.


Catalunya Plural, 2024 