La mayoría de los diarios digitales cuentan con secciones que permiten seguir la actualidad política catalana a medida que esta despliega sus indecibles sorpresas. Lo mismo hacen las televisiones, que parecen haber descubierto una mina de audiencia a bajo coste en nuestras peripecias políticas. Nos hemos convertido en materia prima de un auténtico culebrón. Un Chicken Game a la catalana, donde abundan los dimes y diretes que mantienen viva la tensión y escasean las reflexiones sobre las causas y las implicaciones de lo qué nos pasa. Es la política catalana al minuto, por decirlo con el titular de uno de estos digitales. Al instante. En directo. Un estéril juego de declaraciones de unos contra otros que poco o nada dice sobre la sustancia de lo que está en juego pero que, por lo visto, fascina al respetable.
La última modalidad de este Chicken Game es la bronca en la que están enfrascados JuntsxCat y Esquerra Republicana (ERC). Poco importan las motivaciones estratégicas de una confrontación tan vieja como el Procés. Lo importante será el momento en el que uno de los dos conductores se achante y el otro siga su camino hacia la gloria o el precipicio. Game Over. El objetivo es no perderse este instante. Será histórico. Como tantos otros.
La inmediatez es la enfermedad infantil de la comunicación 2.0. Y tiene mal arreglo, porque procura espejismos difíciles de combatir. Le ofrece al propietario de cualquier artilugio digital la ilusión de formar parte de la Historia. Le permite soñar en que, por fin, ha alcanzado su condición de ciudadano. Puede compartir, reenviar, retuitear, borrar, bloquear o acompañar de emoticones lo que dice el sursuncorda o el último de la fila. Se siente protagonista. Le bastan un móvil y los dos pulgares.
La alternativa es coger un libro y sentarse en la butaca. Leer historia, por ejemplo. Alejarse del Chicken Game y adentrarse en los complejos vericuetos de lo que nos pasó hace años, décadas, para entender mejor lo que nos pasa hoy. Un coñazo. ¿Quién tiene tiempo para esto? Si todo está ocurriendo aquí mismo, ¡delante de nosotros! No son tiempos para la lírica. Todo se juega al instante. Lo puedo ver en mi móvil. Y puedo participar. Puedo decidir. Game Over.


