¿Qué decir de la mujer, que no se haya dicho ya? ¿Hablamos sobre su esencia, su libertad, sus derechos? La mujer está al inicio y al final de toda acción y en el centro de todos los cambios; no solo da vida, sino que está decidida a preservarla por todos los medios, insufla energía y color en el vivir de los seres humanos.

Al mismo tiempo que un padre arrojaba a su hijo a la calle por una diferencia de opinión, una mujer que se quemaba viva después de un accidente de automóvil, gritaba de dolor por la incertidumbre del devenir de sus hijos.

Por encima de todo, la mujer es vida. Respetar a la mujer, y reconocer sus acciones y méritos, es respetar la vida, hacer justicia a la que es el pilar fundamental de todas las sociedades. Obtener el reconocimiento en esta empresa hace acelerar su crecimiento y permite activar todos los sectores estratégicos. ¿Por qué? Porque la mujer considera todos los parámetros que la rodean, por su curiosidad natural, pero también por el rol de encargada de los cuidados que se le ha atribuido desde el principio de los tiempos. Su visión es más aguda, su personalidad es compleja, pero completa. Por esta razón, necesitamos la visión femenina en la economía social y solidaria, que a pesar de los notables cambios, está todavía dominada por el BBVAH (blanco, burgués, varón, adulto y heterosexual). Ya sea por la integración o por la ruptura, la economía femenina podría aportar su particular sensibilidad humanista y materna, tan característica en esta gran familia cooperativista.

La solidaridad es uno de los principales ingredientes que caracteriza, especialmente el sector cooperativista, que busca las alternativas económicas necesarias para dar salida laboral a la parte de la población olvidada por el sistema tradicional y la hegemonía del capitalismo. Por ello, para crear las bases de una economía más justa y más solidaria, se necesita imprescindiblemente de la mirada de las mujeres. Porque, ¿quién mejor que la mujer para entender la injusticia, la opresión, la privación de libertad, el tener la voz amordazada, o no tener el derecho a la libre elección sobre tu vida, a la vez que debes hacer todo el trabajo, y te llaman inútil?

Ahora estamos dominados por el sistema. Para soltar el nudo, es preciso que nuestra sociedad deje solo de enfocarse en extraer el máximo beneficio del hombre, sino en buscar formas de colaborar entre las personas y generar con ello una riqueza más saludable.

Por todo ello, la mujer debe ser la primera en creer en esta economía, en esta nueva forma de relacionarse, que permite emerger los valores humanos, con dignidad y tener calidad de vida.

Debemos potenciar la visibilización de las aportaciones femeninas en el sector, erradicar las desigualdades y salir de la ética de los cuidados y de la invisibilidad.

Después de las luchas guiada por pioneras como Angela Davis, Aminata Sow Fall, Rosa Parks, Recy Taylor, Wangari Maathai, les dones de Nder, Indira Priyadarshini Gandhi, Eva Peron, Virginia Woolf…  El tiempo de pedir permiso para ejercer nuestros derechos, que tanto nos costaron, ya pasó. Ahora es tiempo de ejercerlos. Estamos en nuestro pleno derecho.

La mujer puede influir en el devenir de los eventos de una manera muy positiva y significativa, sin tan siquiera darse cuenta, manteniendo siempre el equilibrio, del que solo la mujer es capaz, como la aguja que reúne las partes separadas, la brisa.

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Mujer, africana, feminista y socia de Diomcoop

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