Apenas hace una semana del 8-M y la euforia todavía corre por las venas y con ella, el espíritu de lucha que, a través de diferentes formatos de mensajes, exigía igualdad y justicia. Una lucha que no es nueva. Hace más de 100 años las obreras del sector textil de Nueva York hicieron una huelga multitudinaria conocida como ‘el levantamiento de las 20.000’ donde reclamaban, entre otros, la reducción de las jornadas, mejores salarios y equiparación salarial entre mujeres y hombres, poniendo ya de manifiesto las prácticas discriminatorias de género latentes en el capitalismo y la necesidad de políticas de conciliación.

A finales de 2017, las denuncias de agresión sexual de varias decenas de actrices contra un productor de cine de Hollywood fueron acompañadas de una avalancha de miles de relatos de abusos que inundó las redes sociales bajo la etiqueta #MeToo (#YoTambién). El movimiento rompió el silencio y llevó a debate el acoso sexual y la discriminación de la mujer al tiempo que se hizo visible la monstruosa envergadura del problema, y es que 1 de cada 3 mujeres del mundo ha sufrido violencia física o sexual alguna vez en la vida .

Los datos no son menores si analizamos el acoso sexual en el ámbito laboral. En Europa se estima que el 32% de las víctimas de acoso sexual señalan que el autor pertenecía al entorno laboral, sea un superior, un compañero o un cliente. Y las cifras aumentan hasta un 75% en el caso de mujeres con capacitación profesional o que ocupan un puesto directivo, debido a que sus compañeros son en su mayoría hombres, según el estudio de la Agencia de la UE de Derechos fundamentales de 2014 .

En la India, las cifras de acoso y violencia sexual en el trabajo son escalofriantes. En Bangalore, considerada la capital textil del país, 1 de cada 7 trabajadoras textiles ha sufrido abuso sexual, más del 60% han sido intimidadas o acosadas con violencia física y entre un 40-60% han experimentado humillación y abuso verbal. La mayoría, cometidos por los supervisores o directores de las fábricas. Sin existir leyes contra el acoso y violencia sexual el Informe ‘Eliminar la violencia contra las mujeres en el trabajo‘ Revela que el 75% de las trabajadoras entrevistadas afirma que no existe ningún tipo de procedimiento en su lugar de trabajo para investigar y castigar estos casos. De todos los denunciados sólo se tomaron medidas contra los culpables en un 3,6% y ninguno de ellos con cargos criminales, perpetuando de esta manera la impunidad de que gozan la mayoría de agresores.

A pesar de que los cánticos fueran diferentes, decir basta a todas las violencias machistas es denunciar y desafiar la alianza del sistema patriarcal y el sistema capitalista que rige nuestras sociedades. Una alianza que se basa en múltiples formas de dominación y opresión generando severas desigualdades, y que normaliza y perpetúa la barbarie de las violencias contra las mujeres. Es decir basta a la cultura de la violación, que desacredita y culpabiliza las personas agredidas para representar el cuerpo femenino y legitima o banaliza la violencia machista, como hemos visto recientemente con el caso ‘la manada’. Es exigir que el estado cumpla con sus obligaciones de garantizar el derecho a una vida libre de violencias a través de políticas de igualdad reales y que aseguren justicia y reparación hacia las víctimas.

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Responsable Campanya Roba Neta. SETEM Catalunya

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