Aspirar a una república independiente no sólo me parece lícito, sino que diría que forma parte del ADN del pueblo catalán. En la baja edad media, con la Generalitat y el Consejo de Ciento controlando los impuestos y la deuda pública, el Principado estaba más cerca de ser un régimen republicano que una monarquía. Lo reconocía, poco después de la derrota de 1714, un militar felipista, el conde de Montemar, que decía que los catalanes eran “idólatras de sus privilegios, con unos visos de república en su media libertad, que si no la han logrado entera, no se dude que lo han pretendido”.
Pero la independencia se logra cuando se tiene la fuerza suficiente para conseguirla; no te la regalan. Hace bastantes años que escucho la misma historia: “Haremos un referéndum, lo ganaremos y proclamaremos la independencia”. A lo cual contesto regularmente: “Muy bien; pero inmediatamente después de declarar la independencia tendréis que hablar con el gobierno de Madrid para pedirle que haga el favor de retirar de Cataluña el ejército, la policía y la guardia civil, y que se resigne a perder un territorio donde está el veinticinco por ciento del equipamiento industrial del estado. ¿Qué creéis que pasará?”. Aun espero una respuesta racional a esta pregunta; porque planteamientos como “Intervendrá Europa” pertenecen al dominio de los cuentos de hadas.
En lo que ha pasado estos últimos tiempos hay una parte inocente y dos de culpables. La parte inocente son los millones de ciudadanos catalanes que, indignados por el trato dado por el Tribunal Constitucional al Estatuto en 2010, y por la nefasta política del PP, que nos ha llevado a una situación de empobrecimiento progresivo, creyó a los dirigentes -gente que ellos mismos habían elegido- que les prometieron que las cosas se resolverían con una independencia a la que les llevarían sin ningún riesgo de violencia.
Las dos partes culpables han sido, por un lado, estos dirigentes, que parece que todavía hoy no entienden que no puedes constituir una república si no te puedes imponer a las fuerzas armadas que se oponen a ella (a los que piensan que quizás se puede conseguir al estilo Kosovo, lanzando al personal contra las armas, a costa de vidas humanas, habrá que recordarles que la independencia se ganó allí gracias a los aviones de la OTAN que bombardeaban Belgrado, y que resulta que España es miembro de la OTAN).
El mayor culpable es, sin embargo, el gobierno del PP, que sabía mejor que nadie que la secesión era imposible mientras las fuerzas armadas del estado estuviesen en Cataluña, pero eligió crear un clima de guerra civil, atemorizando a los ciudadanos del resto del estado con la perspectiva de una separación que perjudicaría sus intereses, y la siguen alimentando aún con esta fábula de rebelión y terrorismo.


Catalunya Plural, 2024 
1 comentari
Siguen plenamente vigente las palabras de Savater señalando como origen del problema a la educación o más bien a la “deseducación”, a no contar las cosas como fueron”. En la sociedad catalana “habrá un mal rollo” que costará sanar .