Philpott se sienta en la terraza del CosmoCaixa de Barcelona y cierra los ojos mientras dirige el rostro al sol. Es uno de los primeros días cálidos del año y para ella, “una de las pocas londinenses de nacimiento que vive en la capital británica” el sol es un bien preciado. Es una mujer precedida por su sonrisa y su postura relajada y expresiva, seguramente consecuencia de una de sus grandes pasiones y parte de su profesión: el teatro. Durante la entrevista viste con un discreto vestido negro, que contrasta fuertemente con el atuendo con que la conocieron los asistentes al STEAMConf 2018 . Philpott realizó una performance en la que se enfundó un traje del siglo XIX repleto de bombillas. Concretamente 4.400 luces led la ayudaron a hacer un homenaje a la matemática y física Ada Lovelace.

Se trata de una prenda equipada con Wi-Fi y con todas las bombillas autónomas que se pueden programar una a una. El show Ada.Ada.Ada es un tipo de interacción entre ella y el público, que puede experimentar una suerte de programación como la que hizo famosa a Lovelace, autora del primer algoritmo complejo de la historia. El vestido es, también, una manera de reconciliarse con la memoria perdida de esta científica que, como la de muchas otras mujeres, “ha sido borrada de la historia”. Ahora, Philpott, encarnando perfectamente el espíritu STEAM (que hace referencia al trabajo conjunto de las ciencias, la tecnología, la ingeniería y el arte) dedica su vida a “contar historias valiosas”. Historias de mujeres olvidadas para animar a las niñas de hoy a convertirse mañana en mujeres que nadie olvidará.

Tu trabajo tiene una base científica -en tanto que rememora científicas olvidadas-, trabajas con técnica y tecnología y, todo ello, desde la vertiente de contar historias desde el teatro. ¿Cómo se llega a este espíritu STEAM tan en estado puro?

Creo que estas sinergias me vienen de manera natural, porque mis orígenes están en el teatro, que es un ámbito donde combinas muchos elementos para crear una historia. Cuentas con técnicos de luz, guionistas, sonidistas, carpinteros o ingenieros que hacen los escenarios … Cabe decir que siempre tuve una gran pasión por la tecnología, pero ¿quién me iba a decir que la acabaría convirtiendo también en parte de mi trabajo? De hecho, mi trabajo no existía cuando yo estudiaba, así que no me pude preparar.

En la universidad era muy curiosa; hice teatro, italiano, literatura checa, filosofía, inglés, un montón de cosas. Y también quería estudiar informática, pero aquí me pararon los pies. Creían que, siendo tan creativa, la tecnología no era para mí y yo, como era joven, lo acepté. Pero eso no paró mi curiosidad y empecé a entrar en contacto con informáticos e ingenieros para comenzar a combinar habilidades que no sabíamos que se podían combinar, para crear proyectos teatrales que no podrían ser si no salían de un equipo multidisciplinar.

 Siempre he tenido una gran pasión por la educación así que uno de nuestros grandes proyectos fue crear herramientas pedagógicas a través de la gamificación en temáticas tan diversas como la educación religiosa, sexual, escritura creativa … Era dar herramientas a los chicos para empoderarse y que aprendieran de manera colaborativa.

Aquello era a principios de los 2000, ¿cómo aceptó esta innovación la comunidad educativa?

Era completamente nuevo, ¡contar historias con tecnología! Tenías que estar muy seguro de que querías innovar en esta línea porque era complicado encontrar espacios en que lo aceptaran de lleno. Y yo estaba segurísima, porque con estos proyectos hacía lo que realmente me gustaba: juntar el arte, el diseño, el pensamiento creativo con tecnología para crear una manera atractiva de contar historias. E historias valiosas: lo hacíamos en museos, en las clases, en las bibliotecas, en cualquier lugar donde pudiéramos involucrar a la gente.

Y ¿cómo estas historias valiosas, que iban de transmitir conocimientos a través del teatro y las artes participativas, acaban incluyendo la vida de Ada Lovelace y otras mujeres olvidadas?

Un día estaba caminando por Londres y vi a un grupo de turistas posando ante una estatua que había estado allí siempre. Y pensé que no sabía quién era y por qué la gente quería hacerse una foto con él. Probablemente era famoso por haber matado a un montón de gente hace 200 años. ¿Dónde estaban las estatuas de las personas con las que me podía sentir identificada? Y entonces me di cuenta que no había mujeres.

Hice una búsqueda en Google de la palabra ‘estatua’: páginas y páginas de señores. Las únicas mujeres eran la Estatua de la Libertad, un montón de ángeles o figuras clásicas. Ideas de lo que es o debe ser una mujer, pero no mujeres de verdad. La idea inicial, quizá por el calor del momento, fue la de crear estatuas, pero aquel no era mi campo. Así que decidí que empezaría a contar historias de mujeres que habíamos olvidado a través de la tecnología. Y así encontré una mujer que, definitivamente podía respetar, la primera mujer en tecnología. Es como si el universo me llevara directa a Ada Lovelace.

Zoe Philpott con el traje de la performance Ada.Ada.Ada

¿Y aquí nace el proyecto Ada.Ada.Ada y el famoso vestido?

Quería crear algo que llegara a la gente, que fuera excitante, interesante y accesible, que tomara fácilmente la atención de la gente. Y quería usar una tecnología que hiciera que Ada estuviera orgullosa. Este vestido se ha acabado convirtiendo en un catalizador que inspira el cambio sin que te des cuenta: es un caballo de Troya maravilloso que llevamos a escuelas, conferencias, empresas o bibliotecas. Y lo que es mejor, atrae muchísimo la atención de las chicas porque, si lo piensas, ¡es el mejor vestido de princesa del mundo!

El atrezzo es la manera creativa de contar su historia pero también los fundamentos técnicos de la programación. Cuando la gente interactúa con el traje lo que les estamos diciendo es que ellos también pueden ser físicos, ingenieros o informáticos. Y no sólo a través de Ada Lovelace; no es que no hubiera mujeres en ciencia, es que las hemos silenciado.

Los estudios en estas áreas continúan apelando más a los hombres que las mujeres.

Es una cuestión cultural que cala en la educación, pero si lo piensas, por cada historia de un hombre en tecnología, también está la de una mujer, aunque no la conozcamos. Tenemos que conseguir que Einstein deje de ser el único físico de referencia y que hablemos de Lisière Meitner, por ejemplo. El problema de la educación es que está influenciada por las industrias, que buscan sólo trabajadores. Necesitamos potenciar el aprendizaje creativo, dar poder a los jóvenes para que aprendan lo que quieren aprender, aunque no haya ningún trabajo existente hoy en día para lo que ellos les interesa. Los trabajos evolucionan con la sociedad. En educación tenemos que dejar de pedir permiso a las instituciones, al currículo, para cambiar e innovar.

Está claro que tomar las riendas así cuesta …

¡Porque estamos rodeados de dinosaurios! Debemos dejar de memorizar cosas para empezar a aprender cosas. No necesitamos saber cuándo se extinguieron los dinosaurios, sino aprender cómo evitar que nos pase a nosotros. Y la combinación que propone el STEAM es perfecta, porque la única manera de llegar al futuro es combinar los pensamientos científicos y artísticos. No es necesario que seamos como Da Vinci, que sabía dibujar, matemáticas, construía máquinas y seguramente también cantaba o cocinaba … Podemos ser sólo una de estas partes que, dentro de un equipo de personas diferentes, forma el mejor Da Vinci. Y eso nos dice que en las aulas debemos poder incentivar todas las habilidades que tengan todos los alumnos, por inusuales que nos parezcan, porque todas tienen una salida.

Volviendo a las niñas, ¿cómo podemos hacer que se interesen por las ciencias y tecnologías?

Como he dicho, debe cambiar la cultura. En países como Rusia, India o China no existe esta división por género. Hay muchas mujeres estudiando y trabajando en estas áreas, por eso es tan importante cómo se habla en las chicas. Es importante explicarles que si podemos volar es gracias a los cálculos de Ada Lovelace o que quien permitió que las cápsulas llegaran al espacio fue Katherine Johnson. Decir las que una sola persona puede marcar una gran diferencia en la historia.

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