No vale pescar votos o lectores en el río revuelto de la crisis catalana. Ni vale aprovechar que el río afecta la vida de los institutos para poner en duda la labor de quienes se esfuerzan por mantenerlos como un lugar vivo, crítico y respetuoso con la diversidad de la sociedad. Tampoco vale utilizar a niños que puedan haberse sentido humillados. O ignorarlos.

Que un político difunda fotos de maestros y maestras sin contrastar los hechos que les imputa la Fiscalía resulta gravísimo. Una irresponsabilidad, que llevó a unos desalmados a crucificarlos en la tapia del colegio. Pero hay otra víctima que me preocupa como periodista: la verdad. Llevo días queriendo escribir sobre el caso. No lo he hecho hasta haber leído todo lo que se ha publicado. Sin prejuicios. Y en el periodismo de trinchera que menudea (no digamos en las redes), he encontrado poquísimos relatos equilibrados, donde aparezcan las voces de unos y otros. Donde se establezca la diferencia entre lo que se sabe seguro, porque lo confirman fuentes diversas, de lo que se presume que ocurrió por el clima que había aquel día. Donde el propósito no sea judicializarlo todo, incluso la escuela, sino ayudar a que todos los implicados se sientan mejor, los niños y sus familias, y los maestros, a partir de los propios mecanismos que tiene el mundo educativo.

El 2 de octubre no fue un día fácil para ningún instituto, tras lo sucedido la víspera (por cierto, los escasos incidentes registrados hablan bien de la comunidad educativa). Sería un milagro que en este centro, como en otros, no hubiese ocurrido algo difícil de gestionar, en una sociedad partida por la mitad como la catalana. Sin embargo, de ahí a sostener que algunos profesores señalaron alumnos por ser hijos de guardia civil, hay un abismo. Sobre todo cuando nadie conoce todavía, que yo sepa, el informe hecho por la institución educativa.

Un diario cruzó este abismo sin más pruebas que las de una parte y otros siguieron sosteniendo que no había pasado nada. Periodismo de trinchera utilizado por algunos políticos para reforzar su relato, aprovechando el limbo político en el que vive Catalunya. No podemos seguir así, sin gobierno.

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Periodista i escriptor

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