La reivindicación de una renta mínima universal ha hecho coincidir en el camino sectores sociales muy diferentes. Por un lado, desde posiciones de izquierdas se plantea esta cuestión como una necesidad inmediata ineludible para hacer frente a la falta de recursos de amplias capas de la sociedad. Por otro lado, desde ámbitos más conservadores se admite que esto tendrá que ser una realidad para combatir unas cifras de paro difíciles de eliminar y que son un problema en un mundo pensado para que el consumo sea su gran motor. A este debate, expertos en tecnologías han entrado con fuerza para asegurar que la creciente robotización de los puestos de trabajo harán inevitable el establecimiento de una renta básica para todo el mundo.

El último en hacerlo ha sido el director de Ingeniería de Google, Ray Kurzweil, que en su conferencia TED de este año ha asegurado que «a principios de la década de 2030, tendremos ingresos básicos universales en el mundo desarrollado, y en todo el mundo a finales de los años 2030. Podréis vivir muy bien con esto. La preocupación principal será el significado y el propósito», según la crónica del periodista Michael K, Spencer al portal hackernoon.com. En España uno de los que más sigue este debate desde esta óptica tecnológica es Enrique Dans, que es quien ha difundido este artículo de Spencer. También explica que Kurzweil no es el único. Aporta los ejemplos del factótum de Virgin, Richard Branson; el fundador de e-bay, Pierre Omidyar; el presidente de Y Combinator, una de las empresas más importantes de Silicon Valley, Sam Altman; el CEO de Tesla, Elon Musk; o el cofundador de Facebook Chris Hugues.

De donde sale el dinero?

El debate es como se financia la renta mínima universal. Spencer apunta en su artículo que «Silicon Valley, por supuesto, son campeones de la Renta Mínima. Lo que quieren es evitar la máxima culpabilidad posible por la automatización que saben que viene. Esto es  el mundo de Richard Branson a Elon Musk, pasando por los empresarios Tech más exitosos». De propuestas de donde sacar los recursos para financiar una renta básica hay varias, desde impuestos especiales, tasas sobre los beneficios generados por la automatización en el trabajo, o una lucha efectiva contra el fraude fiscal.

Uno de los que abona la vía del fraude fiscal es el presidente de la asociación sin ánimo de lucro Red Renta Básica, Daniel Raventós. Acaba de publicar –con los economistas Lluís Torrens y Jordi Arcarons– el libro Renta Básica incondicional. Una propuesta de financiación racional y justa (Ediciones del Serval, 2018) en el cual intenta demostrar la viabilidad de la renta básica «individual, universal e incondicional». En una entrevista en el diario digital Público, Raventós –profesor de Economía en la Universidad de Barcelona– afirma que con «la evasión fiscal, financiar la renta básica sería un juego de niños». Lo argumenta diciendo que «en España tenemos el 12% del Producto Interior Bruto en paraísos fiscales; esto significa que hay 140.000 millones de españoles escondidos en el extranjero. Este dinero pertenece al 0,01 más rico de la población».

El hecho que desde sectores claramente situados en el liberalismo económico como pueden ser, por ejemplo, Silicon Valley, se defienda la renta básica, ha provocado algunas suspicacias en ámbitos de izquierda, que temen que estas fórmulas sean una especie de trampa de la derecha. Raventós lo refuta diciendo «es cierto que alguna izquierda ha criticado la renta básica incondicional porque Silicon Valley está a favor de ella y rechazan vehemente la propuesta porque la ven como una artimaña más de la derecha. Decir que la renta básica es una mala idea porque Mark Zuckerberg la defiende tiene el mismo nivel argumentativo que decir que los derechos humanos son malos porque Madeleine Albright aseguró ser una defensora de ellos».

Algunas ideas equivocadas

En el marco de este debate, Dans defiende la idea «de un mundo en el que el trabajo es completamente voluntario, en el cual trabajamos no porque lo necesitemos como tal sino porque queremos, o en el cual podamos replantear conceptos claramente obsoletos, como la semana de cinco días para descansar dos, supone un desafío mental que choca con problemas de todo tipos, desde cuasi-religiosos (la idea de trabajo como una especie de “maldición bíblica” por la cual hay que pasar necesariamente para “ganarnos el pan con el sudor de nuestro frente”) hasta puramente motivacionales, que inciden en la extendida idea de un amplio segmento de la sociedad que no contribuye absolutamente a nada y que supuestamente se dedica a estar tirado y drogarse todo el día».

Esta imagen, señala Dans, «no se ha dado en cabeza de las pruebas y ensayos de renta básica incondicional que se han llevado a cabo en varios lugares del mundo, que vienen a demostrar más bien el contrario: cuando una persona tiene solucionadas sus necesidades más básicas gracias a un pago incondicional, que no pierde aunque trabaje u obtenga más ingresos, esta situación genera un bienestar que permite plantearse otras muchas posibilidades, y terminan trabajando, en muchos casos, más, porque lo hacen en tareas que ellos mismos han escogido y con las que mantienen una relación completamente diferente».

En cualquier caso, Kurzweil, se ha ganado un prestigio como futurista. Desde los años noventa ha hecho 147 predicciones de futuro y él mismo asegura que tiene un porcentaje de acierto «del 86%».

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President de l'SPC

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