18 de diciembre de 2003. El primer tripartito ya está pactado entre PSC, ERC e ICV, si bien Pasqual Maragall todavía no ha sido investido y por lo tanto no ha anunciado la composición de su gobierno. Para Ensenyament suena el nombre de Josep Bargalló, hombre de confianza del líder republicano Josep-Lluís Carod-Rovira. El nombramiento todavía tardará unos días en ser oficial, pero aquel 18 de diciembre Bargalló ya explica a un periodista de la Agencia Efe que la prioridad en materia de educación del nuevo Gobierno será la lucha contra la segregación, y le avanza que se impulsará una “oficina única” que gestione el proceso de matriculaciones. El alud migratorio es entonces el principal factor de estrés del sistema educativo, y Bargalló quiere que la carga se reparta a partes iguales por todos los centros, sean públicos o concertados.
Una vez nombrado conseller, concede su primera entrevista a La Vanguardia. Titular: “La solución para la enseñanza pública no pasa por dar menos dinero a la escuela concertada”. Mensaje conciliador. Pero no es el único. En la entrevista insiste que no permitirán que se hagan “trampas con los conciertos”, y que por tanto se revisarán los de aquellos centros que no apuesten por la coeducación o la inmersión lingüística. Y que se pondrá en marcha la oficina única de matriculación, que define como “un único ordenador que recogerá todas las peticiones, que usará los mismos baremos y que matriculará a los alumnos en función de la selección realizada por los padres, plazas que haya y resto de conceptos que se apliquen en el baremo”.
Durante los años ochenta y comienzos de los noventa, Bargalló (Torredembarra, 1958) fue profesor y director del Instituto Pons d’Icart de Tarragona. Hasta que en 1992 entró en el Parlament de Catalunya como independiente en las listas de ERC (antes había militado en el PSUC). Ahí se está tres legislaturas (es decir, 12 años, porque antes las legislaturas se agotaban), y es el diputado de su partido responsable de educación. Cuando ya ha renunciado a repetir en las listas y parece que va a volver a la docencia le llega la propuesta de ser conseller. Acepta. Entonces estaba todavía afiliado a la USTEC, a pesar de los años que hacía que no ejercía la docencia, y cuando crea su equipo se rodea de gente del sindicato, como Carles Martínez, Ramon Simon, Manel Camarasa, o Joan Giralt. En el futuro, todos ellos tendrán una relación difícil con sus ex compañeros y ex compañeras de fatigas sindicales.
El ‘derecho a decidir’ de 2004
El 29 de enero, cuando hacía apenas un mes que ocupaba el cargo, Bargalló presenta al Consell Escolar su primera iniciativa legislativa: el decreto de admisión de alumnos. Este decreto tenía que garantizar “que no se segregue a nadie en ningún centro público ni privado”, y que “todos los centros sostenidos con fondos públicos asuman, sin perder sus derechos, sus deberes de escolarización”. A pesar de que no se expone abiertamente, parece evidente que el objetivo del decreto y de las nuevas oficinas municipales es que ningún centro concertado pueda desincentivar a una familia de escaso poder adquisitivo por la vía de decirle que el centro ya está lleno o que las aportaciones voluntarias en realidad son obligatorias.
El sector concertado lo entiende como una declaración de guerra, responde con un alud de alegaciones, y rápidamente encuentra el apoyo de CiU, el PP y de los medios de comunicación afines a unos y otros. El debate mediático se plantea en términos de agresión a un derecho fundamental de las familias. Duran Lleida reclama con vehemencia el “derecho a decidir”, expresión que en aquel momento se refería al derecho de los padres a elegir el modelo de escolarización de sus hijos. Carina Mejías, entonces en el PP, habla de una medida “más propia de los tiempos del estalinismo”.
Bargalló va fuerte. También ha retirado algunos conciertos de P-3 a escuelas que segregan por sexo. Pero la justicia acabará restituyéndolos. Lo recordaba en una entrevista que concedió en 2015 al Diari de l’Educació: “Una de las primeras decisiones que tomé como conseller fue retirar el concierto a alguna escuela que incumplía el servicio público. Pues el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña me lo tumbó (…) Creo que por ideología del juez, pero también por inseguridad jurídica. La mayoría de la escuela concertada está de acuerdo en que las no cumple con el servicio público no tienen que serlo”.
El Pacto Nacional por la Educación
Más o menos a la vez estalla el escándalo del encuentro de Carod-Rovira con ETA en Perpiñán. Son los tiempos en que José Montilla dice que Cataluña vive instalada en el Dragon Khan. La presión de Madrid obliga a Pasqual Maragall a cesar al líder republicano, y esto provoca que Bargalló tenga que asumir el cargo de conseller primer, para mantener los equilibrios internos, y por tanto deje de forma apresurada Ensenyament, donde es sustituido por Marta Cid. La nueva consellera mantiene la línea iniciada por Bargalló, a pesar de que es evidente que no tiene ni su peso político ni su conocimiento del sector, y finalmente será quien sólo aterrizar se tendrá que enfrentar con los embates del sector concertado.
Cid sacará adelante el Pacto Nacional por la Educación, una idea heredada de e inspirada por Bargalló, que se firmará en 2006 después de muchos esfuerzos negociadores. Es calificado de hito histórico por la cantidad de entidades firmantes, entre las cuales no está la USTEC, pero el pacto cae en el pozo del olvido a partir de 2007, cuando con el segundo tripartito el departamento de Ensenyament pasa al socialista (entonces) Ernest Maragall, que centrará su acción en pactar la nueva ley de educación con la oposición convergente, y todavía más a partir de 2010, cuando el departamento vuelve con Irene Rigau a manos convergentes. Bargalló y Maragall ahora son compañeros de partido y de Govern. Maragall ocupa ahora el cargo de conseller d’Exteriors.
Tres lustros después de aquella efímera experiencia como conseller d’Ensenyament, algunas ciudades catalanas continúan teniendo las OME (Oficina Municipal de Escolarización) impulsadas entonces. Ciudades como L’Hospitalet, Badalona, Terrassa, Tarragona, Lleida, Reus, Manresa… Pero la mayor parte de preinscripciones se siguen haciendo como siempre, en los mismos centros, y el fenómeno de la segregación escolar continúa muy vivo, como puso de manifiesto el informe presentado por el Síndic de Greuges en noviembre de 2016. La cuestión es si, en un contexto tres veces más agitado que en la época del Dragon Khan, Bargalló tendrá tiempo, ahora sí, para encarar el reto que dejó a medias hace 14 años. O si deberá centrarse en otros combates como la defensa del modelo lingüístico y educativo. Así se intuye de su primera reacción en forma de tuit.



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