Hemos estado caminando junto a un gigante. Esta frase, pronunciada por Joel Cortés, viernes 18 de mayo, en la capilla de Santa Anna, de Barcelona, convertida en Hospital de Campaña, nos golpeó a todas las personas presentes. Recordábamos Jaume Botey, muerto el 15 de febrero de 2018. Un gigante frágil, cercano, terco, socarrón, luchador. Un gigante que había caminado a nuestro lado. Pocas veces saliendo en los periódicos, sin ser adulado por los poderosos del mundo, como la caña cascada por el viento pero que sigue, como la violeta del polo norte, de Gianni Rodari, oliendo hasta el último aliento… Jaume Botey ha sido un gigante que no nos ha dejado porque sigue con toda su fuerza a nuestro lado.
Viernes nos reunimos en uno de los necesarios homenajes. Era el último acto del Fòrum Català de Teologia i Alliberament, iniciado en 2010, impulsado por Jaume, Josep M. Monferrer y Enric, con la fuerza y las inmensas redes de Jaume, con el apoyo imprescindible de Cristianisme y Justícia, con la complicidad de la Iglesia Protestante, los Budistas, del Islam, e inmensidad de grupos no definidos por ningún credo religioso. Hicimos cuatro encuentros, uno cada dos años. Encuentros para conocer y reconocer las iniciativas que, trascendiendo las personas, implican liberación humana, de género, social, eclesial. Viendo que ya no tenía más recorrido, Jaume propuso un último encuentro con la gente acogida en Santa Anna y lo comenzó a organizar con la Viqui Molins. Ya no pudimos hacer la primera reunión en enero. Ingresado en el hospital. Se extinguía víctima de un virus y del gran dolor que le corroía, de tantos presos, de tantos exiliados.
Fue su gesto final, reunirnos allí con la gente del Hospital de Campaña. Con más gente, mucha más gente, de la esperada. Bajo la llamada “Construimos la esperanza”, con textos de Jaume recogidos en varios lugares, como “No hay más reaccionario que creer que no hay nada que hacer!”. Y empezamos a recordar como su hermano, Francesc, escolapio, como Xirinacs, Segura, fundador de L’Olivera, García-Duran implicado en Les Arenes de Terrassa, dejó las estructuras jerárquicas y se fue a vivir en una barraca en el Camp de la Bota, de Barcelona. Enfrentado a los grises, fue condenado. Expulsado tras la prisión de Zamora fue a la zona minera de Maconí, en México. Y Jaume le siguió y cogió su testigo, modelado por su talante ligado a la Teología la Liberación fundamentada en el sufrimiento de los oprimidos.
Fueron varios los lugares que llevaban la huella de Jaume y que fueron testigos de lo que él representó: la Casa de la Reconciliació en Can Serra, Cristians pel Socialisme, Dit i Fet, Cristianisme segle XXI. Batallas permanentes en lucha. Como otros movimientos: Capellans Obrers, Cristians en Diáspora, Cristianisme i Justícia, Centre d’Estudi de les Tradicions Religioses. Eran unos lugares del mundo de los creyentes donde Jaume había colaborado y donde se empeñaba en estar para que la mecha siga humeante. Todas las batallas perdidas y que él mantenía en lucha.
Viernes parábamos el Foro Catalán de Teología y Liberación. Seguíamos desde la idea inicial que nos impulsó, a Bélem, Brasil, en sintonía con el Foro Social Mundial y el Foro Mundial de Teología y Liberación. Nos lo recordaba en Luís Carlos Susín, desde Brasil. Parado, pero no acabado. Sigue con fuerza la Cooperativa del Olivo, en Vallbona de les Monges, donde él vivió un tiempo y sostuvo constantemente. Como todos sus lazos con América Latina: desde el Salvador, Guatemala, Nicaragua, pasando por su querido México, hasta Brasil y Bolivia. Siempre en pie de paz, siempre con la fuerza de Pilar a su lado. Siempre en la lucha por la paz en Irak, siempre desde el compromiso político, social, desde la calle, desde L’Hospitalet. Nos detenemos para seguir.
Con Naltres, vino de L’Olivera, brindamos por comprometernos a seguir un gigante como él. Con su regusto… con el de tantos gigantes que nos acompañan. Su recuerdo no se olvida. Día 13 de junio en L’Hospitalet volverán a recordarlo. El día 19 de octubre se está organizando un acto lo más extenso posible, en las Cotxeres de Sants. De toda la gente con la marca de Jaume. Porque en el encuentro del 18 de mayo, éramos unos cuantos, aquellos quizá con un talante más de creencias religiosas. Pero Jaume no tenía fronteras. Su compromiso estaba injertado en el talante de Jesús y en la lucha de tantas y tantos que creen en la persona y en las que los hiere el dolor humano. También lo recibió él. Sufrió los palos de febrero de 1976, donde se encontraba, en la célebre fotografía, bajo García Faria. Sufrió los palos el primero de octubre de 2017 en una escuela de L’Hospitalet. Fue una vida entre palos diversas, muchas no físicas, muchas incomprensiones. Lleno de amor, de codo a codo con la gente. De tanta y tanta gente que dormía en su casa. De tanta gente que visitaba. De tanta y tanta gente querida. De tantos y tantos países. Con una inacabable curiosidad y observación. Y su sonrisa… socarrona.
Al final del acto, proyectamos un fragmento del Clamor por el Nuevo Mañana (o la canción de los Humillados) de Los Miserables, cantada en el foro de 2014 por la Coral Akan: “Todo el pueblo cantará: es la canción de los humillados, una feroz melodía de los que quieren libertad. El latido de nuestro corazón, como el latido de mil tambores, resonará con esperanza de un nuevo mañana”. Y terminamos compartiendo la mesa, como tantas veces hicimos con el Jaume. En el claustro de Santa Anna. Como se hizo siempre en su querida Casa de la Reconciliació. Sin frontera entre mujeres y hombres, creyentes y no creyentes, nacidos fuera o aquí. Con la gente del Hospital de Campanya. Jaume, no nos has dejado indiferentes. Por ello, estés donde estés, seguiremos alzando la copa y brindando contigo para Construir la Esperanza, porque “Detrás de la barricada se despierta un nuevo mañana. Únete a la lucha del pueblo que no quiere morir“. Gracias Jaume!


Catalunya Plural, 2024 