Sí, vivimos tiempos de censura… pero no de la censura que se imaginan. Vivimos los tiempos en que la censura impone lo políticamente incorrecto y donde se censura lo políticamente correcto. El Parlamento Europeo acaba de denegar el permiso para exhibir la obra Presos políticos en la España contemporánea, de Santiago Sierra, que se retiró en la feria ARCO de Madrid y que el eurodiputado de ERC Jordi Solé quería llevar a Bruselas. El comité de eurodiputados encargados de evaluar las peticiones de exposiciones también ha decidido no dar permiso para exponer una muestra de fotografías sobre “el constitucionalismo en Cataluña” que quería organizar la eurodiputada Teresa Giménez Barbat, ex de UPyD. La cámara ha explicado que las dos exposiciones se han vetado porque “probablemente” habrían provocado “reacciones adversas” y la normativa sobre exhibiciones de la cámara dice que en ningún caso pueden aceptar muestras que puedan generar “disturbios”. Fuentes del Parlamento insisten en que la Eurocámara es una institución donde hay “política cada día”, pero que el formato de las exposiciones debe centrarse en elementos “culturales”. Asimismo, indican que no se trata de una situación “excepcional” y que en otras ocasiones han vetado exposiciones de temáticas como el aborto, la revolución bolchevique de 1919 o Irán. El Parlamento Europeo también prohibió en 2013 al entonces eurodiputado Raül Romeva una exposición sobre fosas comunes.
Lo sucedido con la pieza Presos políticos en la España contemporánea en Arco y, ahora, en el Parlamento Europea es uno de los muchos episodios polémicos en la carrera del artista Santiago Sierra (Madrid, 1966) en la que la provocación ha sido uno de las prácticas artísticas más recurrentes. Ya, en 2000, en una acción que tuvo lugar en San Juan, Puerto Rico, el artista pagó a dos heroinómanos por dejarse afeitar una línea de 10 centímetros en su cabeza a cambio de una dosis de heroína. Por sorprendente, también, cuando representó a España en la Bienal de Venecia del 2003: En Palabra tapada el artista impedía la entrada al pabellón nacional a quien no fuera portador de un documento de identidad español. Con ello pretendía denunciar la política de inmigración europea y provocó la indignación de muchos de los visitantes, foráneos o no. A pesar de las airadas reacciones que suscita su obra, Santiago Sierra no ha cejado en su estilo. En 2006, el Ayuntamiento de la ciudad alemana de Pulheim decidió cerrar una de sus instalaciones, 245 metros cúbicos, una cámara de gas simulada construida en el interior de una sinagoga convertida en centro cultural. La obra aludía, según el artista, a “la muerte industrializada e institucional de la que han vivido y aún viven los pueblos europeos”. Las polémicas no fueron óbice para que el artista fuera premiado con el Nacional de Artes Plásticas en 2010, galardón que, junto con su dotación económica, rechazó con una carta que fue vendida en ARCO por la misma cantidad de euros que decidió no cobrar de las administraciones públicas: 30.000 euros. El objetivo del artista era y es sacudir al público.
El arte bajo mordaza
La intención de Santiago Sierra con su última obra es muy clara: denunciar la existencia de presos políticos en España, algo que no es visto con buenos ojos desde diversos contextos sociales y políticos. Hoy, en España, el criterio de definición de preso político es confuso, lo que ha generado un contexto desde el que diversas actividades pueden ser consideradas delito de “terrorismo”. “El hecho de recurrir universalmente a la institución penitenciaria es en sí mismo un indicador del fracaso y la impotencia de las sociedades para construir un ámbito de convivencia saludable que respete la soberanía personal”. Con esta citación se inicia el comunicado de Santiago Sierra para contextualizar Presos políticos en la España contemporánea. Sierra reconoce que si no hubiera incluido a políticos catalanes no se habría hablado de ella en ninguna parte. El artista propone a través de esta serie -24 fotografías en blanco y negro de rostros pixelados que hacen referencia a 74 presos políticos- “visibilizar la existencia de tales presos políticos en el Estado español, a pesar de lo que se sostiene institucionalmente”, según apunta en la nota de prensa que acompaña a la obra. “Sin focalizar ninguna ideología en concreto -añade-, pues se trata de demostrar que los presos políticos españoles contemporáneos abarcan un amplio espectro de posiciones políticas especialmente de izquierdas”.
Así, del antifascista Alfonso Fernández Ortega, conocido como “Alfon”, que comparte serie con David Garaboa, detenido y torturado en el año 2005, acusado por supuesto delito de integración en banda terrorista armada en condición de dirigente y por falsificación de documentos oficiales, pasa a Noelia Cotelo, de ideología anarquista, con 19 años fue condenada por delito de hurto a un año y medio de arresto penitenciario. Se le sumaron cuatro condenas más, alegando atentado contra la autoridad a consecuencia de su actitud de denuncia contra los abusos, torturas y agresiones sexuales que estaba sufriendo. La serie no aborda a los personajes en orden cronológico, ya que si comienza con “Alfon”, en 2012, concluye con Alfredo Ramírez, detenido en el marco de la operación Araña III y condenado a 18 meses de prisión con multa de 5.400 euros por enseñar dos muñecos de presos vascos en protesta por la dispersión durante las fiestas de Amurrio, en Álava, en el año 2005. En medio del recorrido, Oriol Junqueras: Tras los acontecimientos entorno al referéndum de independencia de Cataluña del día 1 de octubre de 2017, y tras la decisión de aplicar el artículo 155 de la Constitución Española, la Audiencia Nacional condenó a prisión incondicional y sin fianza al exvicepresidente catalán junto a ocho exconsellers de la Generalitat. Sierra, también retrata a los jóvenes encarcelados acusados de agredir a dos guardias civiles en Alsasua (Navarra) o simpatizantes del 15M.
En la obra de Sierra figuran asimismo los titiriteros de “La bruja y Don Cristóbal”, que fueron detenidos bajo la acusación de enaltecimiento del terrorismo; Jordi Cuixart y Jordi Sànchez, en prisión preventiva por la causa del proceso independentista catalán, o los arrestados durante el desalojo del Palau Alòs de Barcelona en 2006, documentado en la película “Ciutat Morta”. También miembros del grupo ecologista Solidar@s con Itoiz, detenidos en 1995 por sabotear las obras del embalse del río Irati, en Navarra, o los arrestados en 2014 en el marco de la operación Pandora por los atentados en la Basílica del Pilar de Zaragoza. Cada una de ellas cuenta con una cartela que explica su causa judicial y el desenlace o la situación actual que viven. Para explicar el porqué de la muestra, el artista incorpora un panel informativo que pone de relieve la falta de consenso a la hora de definir quién puede considerarse preso político en la España actual. Pero, en todo caso, se trata de una visita abierta que no pretende condicionar posibles lecturas. La censura de la muestra Presos políticos en la España contemporánea en la feria ARCO y el posterior veto en el Parlamento Europeo ha acabado teniendo el efecto contrario: la difusión de la obra y la repercusión del caso. Tras superar los 7.000 visitantes en un mes y medio en el Museo de Lleida, la instalación del artista Santiago Sierra se podrá ver en el CCCB hasta el 17 de junio.


Catalunya Plural, 2024 